En el México Virreinal no existían los cementerios o panteones. En aquel entonces, se solía enterrar los restos de las personas dentro de los templos e iglesias. Es por eso, que si vas, por ejemplo, a la Catedral Metropolitana, podrás encontrarte con algunas baldosas en las que se encuentra grabado el nombre de alguna persona que descansa ahí. El problema era que, en la mayoría de los casos, los cuerpos se solían guardar de forma muy improvisada bajo el piso, o detrás de las paredes de los templos, lo que permitía que se generaran olores muy desagradables y, de vez en cuando, se asomara algún resto durante las misas. ¡Debió ser aterrador!
Es por eso que, a finales del siglo XVIII, tras una epidemia de viruela que azotó a la Ciudad de México, don Alonso Núñez de Haro y Peralta, arzobispo de México, decretó la necesidad de construir enterrar los restos en cementerios que se encontraran alejados de la urbanización. Fue así que, se inauguró el Panteón de Santa Paula en 1786, en los terrenos aledaños a lo que hoy es Garibaldi. Unos años después, para 1832 se inició la construcción del Panteón de San Fernando, que buscaba ser el cementerio privado más lujoso de la Ciudad. Sin embargo, para 1933, Santa Ana decretó, gracias a una epidemia de cólera que azotó a la ciudad, que todos los panteones privados deberían volverse públicos.
A pesar de haber pasado a ser un panteón público, (pero administrado por el clero) la gente con más dinero de la época buscó asegurar su lugar en el Panteón San Fernando, porque lo consideraban un recinto limpio y bien ordenado, lo que permitió que el recinto mantuviera su estatus privilegiado. Y no fue hasta 1869, tras la guerra de Reforma, que Benito Juárez expidió la ley de secularización de los cementerios, pasando a ser propiedad del gobierno. Y, tomando en cuenta que, para ese entonces ya descansaban un gran número de personajes ilustres en el Panteón de San Fernando, el mismo gobierno decidió convertirlo en Panteón de Hombres Ilustres.
A partir de ese momento, todas las personas influyentes e importantes en la historia del México de la época fueron enterradas en este recinto. Sin embargo, poco después de esto, el mismo presidente Juárez decretó que todos los cementerios que se encontraran en los límites de la Ciudad debían cerrar, y este, al estar en las afueras, tuvo que cerrar sus puertas. Sin embargo, el Panteón volvería a recibir a un último entierro en 1872, tras el fallecimiento del mismísimo Juárez, quien sería enterrado junto a su esposa, Margarita Maza.
Años después, para 1935, el Instituto Nacional de Antropología e Historia declaró monumento histórico al Panteón de San Fernando, protegiéndolo de cualquier alteración y buscando preservarlo en el tiempo. Y, para 2006 el gobierno del difunto Distrito Federal lo convirtió en Museo de Sitio, para que todos y todas las mexicanas y turistas, puedan apreciar, los detalles arquitectónicos y artísticos de las tumbas, así como el lugar donde descansan algunos de los personajes más importantes en la historia de México, como Margarita Maza, Benito Juárez, Miguel Miramón, Vicente Guerrero, Ignacio Comonfort, Henriette Sontag y Juan de la Granja (introdujo el telégrafo en MX), entre otras. Además, al recorrer los pasillos del Museo Panteón de San Fernando, podrás encontrarte con un nicho mortuorio en honor a Isadora Duncan, bailarina estadounidense que murió ahorcada con su propia chalina. Nicho que, por cierto, ha sido un misterio, pues nadie sabe quién lo mandó colocar; sin embargo, una de las teorías más difundidas dice que el presidente Elías Calles la mandó colocar porque era un eterno enamorado de la coreógrafa.
El Museo Panteón de San Fernando es un espacio único en la Ciudad de México, y probablemente del país. No solo es uno de los panteones más antiguos del país, sino que es un espectacular ejemplo del arte mortuorio del siglo XIX. Además, este espacio te permitirá viajar al México del pasado, permitiéndote conocer a algunos de los personajes que forjaron nuestra patria, desde una perspectiva mucho más humana. Por todo esto y más, vale mucho la pena darse una vuelta por el Museo Panteón de San Fernando y pasar una tarde llena de arte e historia.
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Dirección: Callejón San Fernando #17, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: $60 pesos
Horario: Martes a domingo de 10:00 a 18:00 hrs.
Página Web: cultura.cdmx.gob.mx/recintos/mpsf
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