No sé por qué aquella vez pasamos por la calle de Pilares, en la Colonia del Valle, pero gracias a eso descubrimos que acababan de abrir lo que parecía ser un pequeño —pero elegante— restaurante en un local que llevaba un buen rato abandonado. Estaba casi al lado de una de las pizzerías más conocidas de la zona. Así que, aprovechando que el fin de semana estaríamos relativamente cerca, decidimos darnos una vuelta por el lugar recién inaugurado. Así fue como conocimos Eline.

Desde la entrada, Eline se siente distinto a otros lugares del rumbo. Una barra de bebidas elegante te da la bienvenida, y más al fondo, unos gabinetes que evocan los diners antiguos, pero con un giro sofisticado. Lo mejor viene después: un jardín amplio con mesas y sillones acomodados con mucho gusto, ideales para comer al aire libre sin preocuparte por el sol, gracias a los parasoles distribuidos estratégicamente. De entrada, quedamos encantadxs. El siguiente paso era conocer la carta, que nos entregaron junto con dos vasos de agua fresca y muy bienvenida.

El menú de Eline es breve, pero bien pensado. Perfecto para desayunar o comer rico y sin complicaciones. Si vas por la mañana, puedes disfrutar desde un tazón de frutas o unos waffles con pollo frito, hasta chilaquiles de la casa, enchiladas o distintas opciones de huevos: rancheros, shakshuka, benedictinos, entre otros. Eso sí, no te puedes ir sin probar su pan dulce y acompañarlo con un buen café. Si prefieres ir en la tarde, encontrarás una variedad apetitosa de sándwiches, sopas, ensaladas, tacos y platos fuertes más sustanciosos.
Los sándwiches son definitivamente los protagonistas de la carta. Hay opciones clásicas y sabrosas como el BLT, el Grilled Cheese (acompañado de su crema de tomate), el Croque Madame, el French Dip (con su jugo de carne) y el de Pollo Frito, entre otros. Todos están hechos con pan de caja artesanal de masa madre, tostado con una mantequilla especial de la casa que les da un sabor distintivo. Si prefieres los tacos, puedes elegir entre costilla, barbacoa de picaña, chicharrón norteño o cecina, todos servidos con tortillas de masa azul hechas a mano. Y si tienes antojo de algo más sustancioso, hay hamburguesas, rib eye, salmón en costra de semillas o risotto de hongos.

Queríamos probar todo, pero como solo éramos dos personas, tuvimos que contenernos. Empezamos con un fideo seco y una espectacular coliflor rostizada (va calada, va garantizada). Como plato fuerte, pedimos un French Dip y un Sándwich de Pollo Frito. Ambos estaban deliciosos, pero vale la pena destacar que el de pollo no es el típico que uno esperaría: viene tempurizado y con una costra de queso provoleta que lo hace memorable. El French Dip también fue una joya.
La verdad, la pasamos muy bien en Eline y nos quedamos con ganas de regresar para seguir explorando el menú. Todo lo que probamos estuvo rico, las porciones son generosas y los precios bastante justos: puedes comer muy bien, con todo y chela, por un promedio de $350 por persona. Además, el servicio fue atento, amable y relajado, lo que, sumado al ambiente tranquilo del jardín, hizo que la experiencia fuera más que agradable.

Eline es de esos lugares que te atrapan por su sabor y propuesta innovadora, pero sin pretensiones. Tiene sabor, encanto y una propuesta bien pensada que se siente fresca en una zona, lo que se agradece. Ya sea para un desayuno, una comida relajada o simplemente para darte un gusto, definitivamente vale la pena conocerlo y volver.
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Dirección: Pilares #46, Colonia Tlacoquemecatl del Valle, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: De $250 a $350 pesos
Horario: Martes a sábado de 88:00 a 22:00 hrs., domingo de 10:00 a 19:00 hrs.
Instagram: instagram.com/eline.rest