En el marco del Año de la Mujer Indígena, el Palacio de Bellas Artes abrió sus puertas a la fuerza y la ternura de las lenguas originarias. Durante el ciclo Las Diversas Raíces, tres poetas tutunakú, mazateca y zapoteca compartieron su obra y reflexionaron sobre los retos de escribir y mantener vivas sus lenguas maternas.
La actividad, organizada por la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) a través de la Coordinación Nacional de Literatura, reunió este domingo a escritoras que, con su palabra, conectaron la memoria de sus pueblos con nuevos públicos.
Nadia López García, coordinadora nacional de Literatura, destacó que esta edición de Las Diversas Raíces fue especial: por primera vez, participaron autoras que nunca antes habían pisado el máximo recinto cultural del país. Para ella, visibilizar estas voces resulta urgente: “Ojalá nos invite a mirar aún más las diversidades que se tejen en nuestro país”, expresó.
López García también alertó sobre un panorama preocupante. Aunque México es uno de los países con mayor diversidad cultural, estudios del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) indican que en los próximos 20 años podríamos perder más de la mitad de nuestras lenguas originarias. “Si hoy tenemos 68 lenguas, podríamos quedarnos apenas con 30, y con hablantes cada vez menos fluidos”, advirtió.
Poetas que escriben en su lengua para que no se extinga
Desde la Sierra Norte de Puebla llegó Brenda Bonifacio Pasión, hablante de tutunakú. En su idioma natal y en español, leyó los poemas Te veo, sobre el duelo tras la muerte de su madre, y El día que yo me marché, donde narra su experiencia migratoria al dejar su pueblo para estudiar. Brenda compartió que, en su comunidad de Atlequizayán, aunque el 80 % habla tutunakú, apenas el 10 % sabe escribirlo, lo que muestra uno de los muchos desafíos de preservar su lengua.
Por su parte, Lucelia Tapia Alvarado, poeta zapoteca de Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, llevó al público a través de tres textos que capturan, en metáforas, la vida cotidiana de su comunidad. Para ella, visibilizar las lenguas originarias es vital, pero solo tendrá verdadero impacto “si el mensaje se multiplica y se mantiene en la conciencia colectiva”.
Finalmente, Eusebia Severiano García, escritora mazateca, compartió poemas como Mujer mazateca —donde habla de la discriminación y los retos de ser mujer indígena— y Mi isla, un homenaje a los paisajes de su pueblo natal, San José Independencia, en Tuxtepec, Oaxaca. En entrevista, Eusebia recordó que gran parte de su obra rinde tributo a la madre tierra, fuente de identidad para quienes tuvieron que migrar. Entre sus libros destacan Reflejo del horizonte, Flor de la palabra y Lo que nos contaron los abuelos, todos publicados en español y en mazateco.
El ciclo Las Diversas Raíces no solo ofreció una tarde de poesía; fue también un llamado urgente para escuchar, preservar y abrazar las voces que sostienen la memoria cultural de México.