Ubicada al sur de la Ciudad de México, justo en la frontera entre Coyoacán y Álvaro Obregón, la estación Miguel Ángel de Quevedo de la Línea 3 del Metro no solo es un punto clave de movilidad urbana, también es un homenaje vivo a uno de los grandes ecologistas del país. Su ícono —un árbol— no es casualidad: representa la profunda conexión entre este lugar y la figura de Miguel Ángel de Quevedo, conocido como el Apóstol del Árbol.
Miguel Ángel de Quevedo nació en Guadalajara en 1862 y, aunque su infancia fue acomodada, la vida le presentó grandes desafíos desde joven. Tras la muerte de su madre y el trágico secuestro de su padre, emigró a Francia, donde estudió ingeniería civil con especialidad en hidráulica en la prestigiosa Escuela Politécnica de París. Ahí conoció a científicos de talla mundial, como Louis Pasteur, y aprendió la importancia de integrar la naturaleza al crecimiento urbano.
De regreso en México, trabajó para el gobierno como jefe del Departamento Forestal y promovió incansablemente la protección de los bosques, incluso cuando la política del momento favorecía la explotación de los recursos naturales. Gracias a su visión, la Ciudad de México aumentó su superficie verde en un 800%.
Una de sus obras más emblemáticas fue la creación de los Viveros de Coyoacán en 1907, proyecto que nació con árboles plantados en terrenos que él mismo donó. El vivero creció tanto que en 1938 fue declarado Parque Nacional por el presidente Lázaro Cárdenas, gran amigo de Quevedo. Hoy en día, este espacio verde sigue produciendo árboles y es un pulmón vital de la ciudad.
Además, fundó la Sociedad Forestal Mexicana, luchó por leyes que protegieran el entorno y convirtió su propio rancho —el Rancho Arboretum, antes llamado Panzacola— en un santuario de árboles.
La estación del Metro fue nombrada así por la avenida que la cruza, también dedicada a este gran defensor del medio ambiente. Como un guiño a su legado, el símbolo de la estación es un árbol. Pero no es lo único que la hace especial: justo por debajo de sus vías corre el río Magdalena, lo que ha obligado a que los andenes estén separados, algo poco común en el Metro capitalino.
Miguel Ángel de Quevedo es también una de las estaciones más fotografiadas de la Línea 3, tanto por su diseño como por el bullicio de la zona, repleta de librerías, cafés y centros comerciales como Oasis Coyoacán. Desde aquí puedes caminar fácilmente hacia los Viveros de Coyoacán o explorar los alrededores, llenos de esculturas y rincones culturales.
Miguel Ángel de Quevedo murió en 1946, pero su legado sigue más vivo que nunca. Cada día, más de 27 mil personas transitan por la estación que lleva su nombre, tal vez sin saber que caminan sobre el legado de un hombre que soñó con una ciudad más verde, más limpia y más consciente del valor de la naturaleza.
Así que la próxima vez que pases por aquí, recuerda que esta no es solo una estación de paso: es también una invitación a mirar los árboles, a respirar hondo… y a agradecer a quien los protegió.