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Torre Latino, un ícono de arquitectura en la Ciudad de México

No cabe duda de que, uno de los íconos más grandes de la CDMX, por su tamaño y por su importancia, es la Torre Latinoamericana, conocida cariñosamente como Torre Latino o La Latino. Un imponente rascacielos de 181.33 metros de altura y 44 pisos que marcó tendencia a nivel mundial. Pero La Latino no es, ni fu nunca, la torre más alta del mundo… dices tú. Pues no, pero sí fue el primer rascacielos construido en zona de alto riesgo sísmico; y no solo eso, también es la única torre que ha sobrevivido prácticamente intacta, a tres sismos de gran impacto en 1957, 1985 y, el más reciente, 2017. Además, en su momento, fue la torre más alta de Latinoamérica, y el sexto más alto del mundo hasta 1960.

Hoy en día, La Latino ya quedó prácticamente opacada por los grandes rascacielos que han construido en Reforma; sin embargo, a diferencia de ellos, La Latino sigue y seguirá vigente en la historia de México y el mundo, gracias a su diseño y la tecnología que le ha ayudado a soportar los movimientos telúricos que sacuden constantemente a nuestra querida ciudad. En cuanto a su diseño, debes saber que fue la primera torre cuya fachada se elaboró con vidrio y aluminio, haciéndola ligera y resistente; idea que se retomó en un gran número de edificios en todo el mundo. Pero lo más innovador de la Torre Latino es el hecho de que se construyó sobre un sistema de inyección de agua que ayuda a equilibrar los movimientos antes las irregularidades tectónicas. En otras palabras más sencillas, tiene un sistema que le permite moverse junto con la tierra cuando tiembla, evitando que se caiga; sistema que, por cierto, después se adoptaría en prácticamente todas las construcciones altas en el mundo. Ok, pero… ¿Cómo por qué se construyó una torre como esta en un lugar tan sísmico?

Hablemos de la historia de la Torre Latino. Pero primero, hablemos del terreno donde se encuentra La Latino, no porque sea importante, sino porque es muy interesante. Debes saber que, cuando los conquistadores españoles llegaron por primera vez a México-Tenochtitlán, se encontraron con un enorme jardín en el que, el emperador Moctezuma Xocoyotzin (Moctezuma II pa’lxs cuates) tenía una notable colección faunística (es decir de animales) a la que llamaron el Zoológico de Moctezuma o la Casa de Animales, aunque su nombre original (en náhuatl) era Totocalli o Casa de Fieras. Era un zoológico con todo tipo de creaturas como lobos, coyotes, zorros, osos, pecaríes, bisontes, águilas reales, halcones, loros, guacamayos, cocodrilos, serpientes, ranas e, incluso, rarezas humanas (gente jorobada, albina, enana, deforme, etc.).

El 13 de agosto de 1521, Cortés, junto al ejército español y sus aliados tlaxcaltecas, atacaron la ciudad logrando la Caída de Tenochtitlán. Y, tras la victoria, Cortés decidió reestructurar la ciudad, cediendo los terrenos del Zoológico de Moctezuma a la iglesia, quien construiría el Convento de San Francisco. Este templo fue la construcción monástica más grande en la Nueva España, y para finales del siglo XIX aún conservaba más de 32 mil metros cuadrados de superficie. Sin embargo, para el siglo XX, el convento ya había perdido gran parte de sus terrenos, manteniendo únicamente la Capilla principal y algunos otros elementos.

Por otro lado, en 1906 se fundó Seguros La Latinoamericana (hoy Latino Seguros), colocando sus oficinas en la esquina de lo que hoy es Eje Central y Madero, una de las esquinas del convento. Al cumplir 40 años de ser la empresa de seguros más importante del país, la compañía (bajo la dirección de Miguel S. Macedo, José A. Escandón y Teodoro Amerlinck) decidió festejar su medio siglo a lo grande; es por eso que, en 1946 solicitaron a Hacienda el permiso para construir un rascacielos en el mismo terreno en el que se encontraban sus oficinas. Contrató a Leonardo Zeevaert, Adolfo Zeevaert y los arquitectos Augusto H. Álvarez y Alfonso González Paullada y pusieron manos a la obra. Por las complejidades del terreno, la planeación de la torre tardó dos años y, para febrero de 1948 se empezó la construcción de La Latino. Y, ocho años después, el 30 de abril de 1956, la Torre Latinoamericana fue inaugurada durante el aniversario 50 de Seguros La Latinoamericana.

Un año después, en 1957, un fuerte sismo de 7.7 grados azotó a la Ciudad de México destruyendo gran parte de la ciudad, y tirando al Ángel de la Independencia. Pero La Latino se mantuvo en pie sin sufrir daños; por lo mismo el American Institute of Steel Construction (Instituto Norteamericano de la Construcción de Acero) le otorgó un premio por ser “el edificio más alto que jamás haya sido expuesto a una enorme fuerza sísmica“. Casi treinta años después, el 19 de septiembre de 1985, otro terremoto, esta vez de 8.1 volvió a azotar a la Ciudad de México, siendo uno de los más destructivos, pero la torre siguió en pie. Y, 32 años después, el mismo día que en 1985 pero de 2017, otro terremoto, esta vez de 7.1 grados volvió a azotar a la Ciudad, pero sin afectar a la Torre Latino. Por lo mismo, se puede decir que la Torre Latinoamericana es el edificio más alto en el mundo que ha soportado más movimientos telúricos sin recibir daños de consideración; siendo considerado uno de los edificios más seguros en el mundo.

Durante muchos años, La Latino únicamente albergó oficinas, manteniendo su mirador abierto siempre al público. Sin embargo, para 2006, cuando la torre cumplió cincuenta años, se remodelaron los últimos seis pisos de la torre (del 38 al 44), agregando un museo y una cafetería, y también se renovó el restaurante que se encontraba en la misma. Hoy en día, la Torre Latino ofrece una variedad de exposiciones temporales en los pisos 42 y 43, también alberga el Museo Bicentenario y el de la Ciudad de México en el piso 36, así como la expo permanente “La Ciudad y la Torre a través de los siglos” en el 38, una cafetería en el piso 37 y la terraza o mirador del piso 44.

Visitar la Torre Latino es una experiencia única en su tipo. Y es que, el simple hecho de caminar hacia la torre y entrar en su lobby te transporta al México de los años sesenta. Experiencia que continúa al subirte a los avejentados elevadores, que alguna vez fueron los más rápidos del mundo. Y, una vez arriba, la torre te permitirá disfrutar de la Ciudad de México desde las alturas, permitiéndote observar todo el valle de México desde una perspectiva muy diferente. Así que, no lo pienses más y date una vuelta por La Latino y todos sus recovecos.