El 15 de agosto marca el 60 aniversario luctuoso de Gerardo Murillo, mejor conocido como Dr. Atl, una figura clave en el arte mexicano del siglo XX. Este pintor, vulcanólogo, filósofo y aventurero dejó una huella imborrable en la historia del muralismo y el paisajismo en México. Su legado se extiende desde la creación de nuevas técnicas, como los atl-colors, hasta la representación de la fuerza de la naturaleza a través de sus pinturas de volcanes, en especial del Paricutín.
Carlos Segoviano, curador del Museo de Arte Moderno (MAM), describe a Dr. Atl como un personaje mítico, recordando cómo, en plena erupción del Paricutín, mientras los vulcanólogos alemanes huían, él permaneció en su lugar, registrando el fenómeno. Esta anécdota captura la esencia de un hombre que no solo fue audaz, sino profundamente apasionado por la naturaleza y el arte.
Dr. Atl fue un artista que no se limitó a pintar paisajes; exploró materiales y técnicas innovadoras, como el uso de ángulos aéreos, y se relacionó con las vanguardias europeas durante su estancia en el continente. Sus obras reflejan una amplia gama de influencias, desde el simbolismo hasta el futurismo, y algunas de sus creaciones más importantes se pueden apreciar en la colección del MAM, que resguarda doce de sus piezas.
Entre estas obras destacan sus representaciones del Paricutín, que capturan el volcán en diferentes momentos del día, mostrando la obsesión del artista por plasmar la intensidad y el dinamismo de este fenómeno natural. Segoviano explica que, aunque sus pinturas reflejan una visión romantizada del volcán, también registran fielmente el impacto visual de las erupciones, como los gases fluorescentes que emanaban por la noche.
La carrera de Dr. Atl estuvo marcada por una profunda conexión con el arte y la vida cultural de México. Fue un pionero que, tras su regreso de Europa, impulsó un nuevo espíritu en el arte mexicano, desafiando las normas académicas de la época y promoviendo un arte nacionalista. Aunque sus murales en la Antigua Academia de San Carlos y en el Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo fueron borrados, su influencia perdura, especialmente en el desarrollo del muralismo mexicano.
Una de sus obras más emblemáticas, La ola, es un testimonio de su capacidad para experimentar con materiales y técnicas. Esta pieza, que combina resina, cera y petróleo para crear colores mate y luminosos, también incluye un retrato de Carmen Mondragón, Nahui Olin, su pareja en ese momento, lo que añade una dimensión personal a su trabajo.
Dr. Atl no solo fue un creador de paisajes imponentes; fue un artista que desafió las convenciones, abrió nuevos caminos para los jóvenes artistas y dejó un legado que sigue inspirando a quienes buscan conectar el arte con la naturaleza y la vida cultural de México. Sus volcanes son solo el inicio de un viaje fascinante por la obra de un hombre que, en su tiempo, revolucionó la forma de ver y representar el mundo que nos rodea.