La Glorieta de los Hongos es ese rincón curioso que todxs lxs automovilistas han visto, pero no saben de su existencia a pesar de su historia. Con su icónico diseño en forma de trébol y fuentes que parecen hongos gigantes, este lugar se convierte en un oasis visual en medio del tránsito de la avenida Ejército Nacional y el Circuito Interior. Aunque no es el típico parque al que acudirías a hacer un picnic, sus cuatro fuentes son un homenaje a la historia y al arte urbano que no pasan desapercibidos.
Originalmente conocida como la “Fuente de la Nereida”, este espacio fue creado en 1949 por el arquitecto Enrique Martínez del Campo, inspirado por las fuentes de Carlo Maderna en la Plaza de San Pedro en Roma. Las cuatro enormes “setas” que dan forma a las fuentes replican el mismo efecto que el agua crea al caer sobre sus superficies semiesféricas, un diseño clásico que ha perdurado en el tiempo. La escultura de la Nereida, que antaño coronaba la glorieta, fue trasladada en 1975 al Jardín de la Ninfa en Azcapotzalco, dejando a los “hongos” como protagonistas de este peculiar lugar.
Hoy en día, la glorieta no solo es un atractivo visual para los conductores que pasan de largo, sino que también divide cuatro emblemáticos barrios de la ciudad: Granada, Anáhuac, Anzures y Polanco. Cada uno de los pequeños parques en los extremos del trébol cuenta con una de estas impresionantes fuentes, que aunque pasan desapercibidas para las y los peatones locales, son una joya oculta en plena metrópoli.
Así que, la próxima vez que estés atrapadx en el tráfico por esta zona, date un momento para observar las fuentes de la Glorieta de los Hongos y transportarte, aunque sea por un segundo, a una Ciudad de México que honra el arte y la historia con toques tan mágicos como estos. ¡Es una vista inesperada que vale la pena apreciar!
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