El arte plumario en México es reconocido como uno de los más finos y exquisitos a nivel mundial, un legado que ha perdurado gracias a la dedicación de artesanos como Marcelino Eduardo Sánchez Rodríguez. Con más de 35 años de experiencia, este maestro del arte popular ha sido galardonado con múltiples premios, incluyendo el prestigioso Galardón Nacional en la IX Edición del Concurso Grandes Maestros del Patrimonio Artesanal de México. Además, se especializa en cera escamada y en la creación de miniaturas con materiales orgánicos como concha nácar y hueso de res, técnicas ancestrales que él mismo se ha empeñado en rescatar del olvido.
Un Artesano Dedicado a Revivir Técnicas en Extinción
Sánchez Rodríguez, un artesano empírico que aprendió de sus tías abuelas la técnica de la cera escamada, ha conservado alrededor de 500 moldes antiguos de barro, una verdadera joya histórica. Esta técnica, que data del México virreinal, consiste en crear pequeñas láminas de cera de abeja que decoran velas, simulando las escamas de un pez. Usadas en festividades religiosas, estas velas adornadas son símbolo de devoción y gratitud.
Sin embargo, su pasión lo llevó más allá, centrando su esfuerzo en el rescate del arte plumario, una técnica con más de 3 mil años de historia que alcanzó su apogeo en el siglo XV. “Los amantescatl, artesanos especializados en plumas, eran considerados casi de la realeza”, señala Sánchez Rodríguez, quien ha dedicado su vida a perfeccionar esta delicada y minuciosa labor. Fue a los 16 años, tras descubrir la réplica del Penacho de Moctezuma en el Museo Nacional de Antropología, cuando decidió seguir este camino.
El Proceso Creativo del Arte Plumario
El arte plumario es un proceso sumamente laborioso. Comienza con la recolección de plumas en aviarios, que luego son limpiadas, fumigadas y seleccionadas por tamaño y color. Marcelino es un firme defensor del respeto a la vida animal, utilizando plumas que obtiene de aves en aviarios o de mudas naturales, asegurando que ninguna ave sea sacrificada para su arte.
La limpieza y fumigación son esenciales para preservar las plumas, evitando que sean devoradas por polillas, como ha ocurrido con muchas piezas antiguas que no contaban con este tratamiento. “Las piezas se enmarcan al alto vacío, siguiendo una técnica antigua pero mucho más depurada”, explica Marcelino.
Cada obra es un testimonio del talento y paciencia de este artista, que con las tonalidades naturales de las plumas logra crear luces y sombras sin necesidad de retoques. Es por este perfeccionismo que el arte plumario mexicano es considerado el más fino y mejor logrado en el mundo.
Reconocimiento y Trayectoria
A lo largo de su carrera, Marcelino Eduardo Sánchez Rodríguez ha participado en importantes concursos nacionales en disciplinas como la pintura, escultura y técnicas híbridas. Su dedicación a preservar y revivir técnicas como el enconchado, el trabajo en cera, el caña de maíz y el plumario le ha valido reconocimiento tanto de instituciones públicas como privadas, consolidándolo como uno de los grandes maestros del patrimonio artesanal de México.
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