¿Sabías que al sur de la Ciudad de México se encuentra un lugar donde la modernidad y la tradición se entrelazan? Me refiero al pueblo de Xoco, una colonia ubicada en la alcaldía Benito Juárez que, aunque hoy es parte de la gran urbe, conserva raíces profundas que datan de la época prehispánica y colonial.
El nombre de Xoco viene del náhuatl y significa “lugar de frutas”, un recuerdo de las huertas que alguna vez adornaron la zona. Pero su historia va mucho más atrás: se han encontrado vestigios de una aldea teotihuacana que existió entre los años 225 y 550 d.C., lo que demuestra la riqueza cultural que permea este rincón desde hace siglos. Con el tiempo, pasó de ser un caserío mexica a convertirse en parte de la Nueva España tras la llegada de los españoles.

Uno de sus tesoros más queridos es la Capilla de San Sebastián Mártir, construida en 1663, que sigue siendo el corazón espiritual del pueblo y escenario de dos festividades importantes: la fiesta patronal en enero y el Santo Jubileo en abril. Además, Xoco alberga el Panteón de San Sebastián, que desde 1912 es un espacio lleno de significado para la comunidad.
Con el paso de los años, Xoco ha sido testigo de los grandes cambios urbanos de la Ciudad de México. Desde mediados del siglo XX, perdió su río y campos de cultivo, pero ganó avenidas como Río Churubusco y edificios emblemáticos como el Centro Bancomer y la Cineteca Nacional, convirtiéndose en un punto clave de la ciudad.

Sin embargo, en las últimas décadas, la urbanización ha traído desafíos para las y los habitantes originarios. El imponente proyecto Mítikah, con su rascacielos de más de 65 pisos, ha alterado profundamente el paisaje y la vida en Xoco. Aunque se han realizado protestas y procesos legales para proteger los derechos del pueblo, la lucha continúa.
A pesar de las adversidades, la comunidad de Xoco se ha organizado para preservar su historia y territorio. La Asamblea Ciudadana del Pueblo de Xoco ha impulsado acciones legales contra las modificaciones urbanísticas que afectan su identidad, logrando que se reconozca su calidad de pueblo originario. Por ejemplo, la batalla por la calle Real de Mayorazgo, donde se encuentran vestigios teotihuacanos, es uno de los casos más representativos de su lucha. Aunque todavía no hay una resolución definitiva, la resistencia de Xoco inspira a otras comunidades que enfrentan retos similares.

Hoy, Xoco es un mosaico de tradiciones y modernidad. Además de su riqueza histórica, es hogar de espacios emblemáticos como el Centro Cultural Roberto Cantoral y el bullicioso Patio Universidad, así como instituciones como el Instituto Mexicano de la Radio.
Este pequeño pero poderoso rincón de la Ciudad de México nos recuerda que la historia no solo se encuentra en los libros, sino en cada calle, templo y rostro de sus habitantes, quienes luchan cada día por mantener vivo el espíritu de su pueblo.

¿Te animas a visitarlo? Atrévete a explorar Xoco, donde el pasado y el presente se encuentran en cada esquina.