En pleno Centro de Coyoacán, hay una joya arquitectónica que parece sacada de un cuento: la Casa de Diego de Ordaz. Aunque el famoso conquistador no dejó pruebas de haber vivido aquí, el edificio es tan espectacular que a nadie le importa imaginar una conexión con la historia. Construida a finales del siglo XVIII, esta casa con su fachada morisca es una maravilla.
¿Sabías que el trabajo exterior en estilo mudéjar se atribuye a Francisco Suescun y Tornería, un corregidor (algo así como un funcionario VIP de la época) allá por 1756? Eso explica por qué esta casona tiene un aire regio, digno de intrigas coloniales y leyendas urbanas. A un paso del Jardín Centenario, su presencia aporta buena parte del encanto de Coyoacán.
La historia nos cuenta que, después de la caída de Tenochtitlán, Hernán Cortés y sus aliados buscaron refugio en las tierras fértiles y pintorescas de Coyoacán, gracias al cacique Juan Guzmán Ixtolinque. Aquí repartieron solares y comenzaron a construir un nuevo mundo… o al menos sus nuevas casas. ¿Fue la Casa de Diego de Ordaz una de ellas? No lo sabemos con certeza, pero su ubicación en la histórica calle Francisco Sosa nos deja soñar.
Aunque no queda evidencia de las casas originales de conquistadores como Pedro de Alvarado o el propio Ordaz, esta construcción virreinal de siglos posteriores es un recordatorio del legado que moldeó esta zona.
Si el exterior de la casa ya te tiene suspirando, prepárate: su patio interior, aunque pocas veces visto, es una joya en sí misma. Fue redecorado en 1947 con un gusto exquisito y antigüedades de la época. Este rincón oculto del Coyoacán colonial invita a imaginar los días de tertulias, secretos y quizás algún que otro banquete con vino traído de Castilla, como aquellos que Cortés celebró hace siglos.
En este contexto también surge la famosa Casa de la Malinche, conocida como la Casa Colorada, que muchxs vecinxs sitúan frente a la iglesia de La Concepción en el Barrio de la Conchita. Aunque su conexión con Doña Marina no está confirmada, su historia está cargada de simbolismo y misterio. Además, esta casa tuvo un segundo aire gracias a lxs artistas Rina Lazo y Arturo García Bustos, quienes la restauraron con cariño en el siglo XX.
Las casas como esta no solo son edificios; son portales al pasado. Sin embargo, la Casa de Diego de Ordaz y otras joyas virreinales enfrentan amenazas como el paso del tiempo, los sismos y, tristemente, el descuido. Preservar estas reliquias es una responsabilidad colectiva, especialmente cuando se trata de piezas clave para entender el legado cultural de nuestra ciudad.
Así que, la próxima vez que pasees por Coyoacán, detente un momento frente a la Casa de Diego de Ordaz. Déjate envolver por su magia y piensa en todo lo que ha visto desde sus muros de azulejos. Porque, aunque las leyendas sean inciertas, su belleza es un hecho indiscutible.
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Dirección: Av. Francisco Sosa #2, Barrio de Santa Catarina, Coyoacán, Ciudad de México, CDMX