El Acueducto de Guadalupe es una de esas joyas históricas que te hacen imaginar cómo era la Ciudad de México hace siglos. Este canal de piedra, construido a mediados del siglo XVII, fue una solución para llevar agua potable desde el río Tlalnepantla hasta la Villa de Guadalupe, ¡todo un desafío en aquella época! Iniciado en 1743 y terminado en 1751, el acueducto fue un verdadero hito en la ingeniería colonial, extendiéndose por 10 kilómetros hasta una fuente cercana a la antigua Basílica de Guadalupe.

Aunque hoy es solo un recordatorio de su época dorada, con su famoso tramo de arcos de piedra que atraviesa las colonias de la zona norte, el acueducto todavía guarda mucha historia. ¡Hasta José María Morelos bebió de su agua en 1815 antes de ser ejecutado! Durante el Porfiriato, el acueducto fue reemplazado por tuberías de hierro, y finalmente, en 1932, fue declarado Monumento Histórico.

Hoy, a lo largo de los arcos restaurados, puedes disfrutar de un bonito paseo en el que se combina historia y naturaleza. La zona del acueducto cuenta con senderos para caminar, correr o hacer ciclismo, y en ocasiones se convierte en un lugar de descanso para los y las miles de peregrinas que llegan a la Basílica de Guadalupe, la cual, por cierto, es uno de los destinos más visitados del país.

Con sus más de 2,300 arcos, el Acueducto de Guadalupe no solo es un monumento arquitectónico, sino también un testigo del paso del tiempo y de los cambios en la Ciudad de México. Ya sea que busques un paseo tranquilo o quieras aprender más sobre nuestra historia, este es un lugar que vale la pena visitar. Y si eres fan del cine, quizás reconozcas sus arcos en alguna de las películas clásicas del “Cine de Oro” de México. ¡Un lugar lleno de historia, tradición y mucha vida!
Prepara tu Visita
Dirección: Ciudad de México, CDMX