Todo comenzó una mañana de agosto de 1947. Joe disfrutaba de unas galletas de naranja con nuez mientras observaba los estragos del fuerte viento de la noche anterior. Su mirada se posó en el manzano caído por la ventisca, un árbol que habían plantado en memoria de su hijo Larry, desaparecido en acción cuatro años atrás, durante la Segunda Guerra Mundial. Kate, su esposa, nunca había superado la pérdida. Aunque lo habían dado por muerto, ella se rehusaba a aceptarlo. Ver cómo la naturaleza había arrancado el árbol de Larry, justo en vísperas de su cumpleaños, lo interpretó como una especie de augurio.
Pero ese domingo, Joe, Kate y, sobre todo, Chris, el hijo menor, intentaban mantenerse animados. Recibirían la visita de Ann Dever, quien fuera novia de Larry antes de que él partiera a la guerra. Ann no solo había sido casi una hija para los Keller, sino que también era su vecina de toda la vida. Su llegada generó gran expectación en el vecindario. Sin embargo, su visita no traería felicidad. Todo lo contrario: terminaría revelando la verdad detrás del juicio que enfrentó Joe, acusado de la muerte de 21 soldados.
Todos eran mis hijos es una obra de teatro escrita por el legendario Arthur Miller, inspirada en una historia real ocurrida alrededor de 1944 y publicada en un periódico local de Nueva York. Miller, quien había prometido abandonar el teatro si esta, su segunda obra, no triunfaba, retomó este impactante episodio de la guerra para criticar el sueño americano y los ideales que, en aquel entonces, se defendían. Esta postura lo llevaría a comparecer en 1950 ante el Comité de Actividades Antiestadounidenses, el organismo encargado de investigar propaganda nazi, comunista y del Ku Klux Klan.
En esta ocasión, la puesta en escena llega al Foro La Gruta, del Centro Cultural Helénico, bajo la dirección de Diego del Río. Con un enfoque innovador, el director recrea la historia con pocos elementos y en un espacio reducido, donde el público entrelaza con la acción. Mientras tanto, el elenco da vida a personajes explosivos y llenos de drama, ocultando con maestría sus verdaderas intenciones hasta el momento preciso.
Todos eran mis hijos es una obra intensa y llena de intriga. Lleva al espectador y espectadora a través del conflicto de una familia estadounidense que, en apariencia, es perfecta. Una muestra de que la perfección, casi siempre, es solo una ilusión.
Si quieres vivir una noche cargada de drama y tensión, descubrir (o redescubrir) a uno de los grandes dramaturgos estadounidenses del siglo XX y conocer el trabajo de un director mexicano que ha dado mucho de qué hablar, no puedes perderte Todos eran mis hijos en el Centro Cultural Helénico.
Datos Generales
Lugar: Foro La Gruta, Centro Cultural Helénico – Av. Revolución 1500, Guadalupe Inn, Ciudad de México, CDMX
Costo del Boleto: $410 pesos
Funciones: Jueves y viernes de 20:00 a 23:00 hrs., sábados y domingos de 17:00 a 20:00 hrs. (con intermedio) – Hasta el 13 de abril, 2025
Dramaturgia: Arthur Miller
Dirección: Diego del Río
Actuaciones: Arcelia Ramírez, Pepe del Río, Ana Guzmán, Gonzalo de Esesarte, Fabiola Villalpando, Nicolás Pinto, Aída del Río, Evan Regueira, Abraham Jurado y Eugenio Rubio