En 1888, John L. Loud inventó una pluma con un cartucho de tinta propio y una punta esférica diseñada originalmente para marcar mercancías. Sin embargo, su diseño resultó ser complejo de usar y no logró competir con las plumas tradicionales de la época. Cincuenta años después, en 1938, László Bíró, junto a su hermano György, patentó en Argentina un bolígrafo con una bola de acero en la punta, que permitía dispensar la tinta de manera uniforme y constante. Este invento tuvo un notable éxito, pero no fue sino hasta 1950, cuando Marcel Birch patentó una versión mejorada del bolígrafo de los Bíró, que el invento comenzó a ser reconocido globalmente y se consolidó como un instrumento esencial en la vida cotidiana; me refiero a la pluma o bolígrafo Bic, la que no sabe fallar.
Cuatro años más tarde, en 1954, un joven canadiense de 22 años tomó un bolígrafo Bic por primera vez, descubriendo una conexión especial entre el bolígrafo y el arte. Ese joven era Alan Glass, quien, por aquel entonces, se había mudado a París y trabajaba como portero en el legendario club Saint-Germain-des-Prés. Durante sus ratos libres en el club, aprovechaba para dibujar paisajes de cuevas, rocas, aves y sacerdotisas, mientras escuchaba música jazz que salía del club. Un bolígrafo Bic, aparentemente tan simple, fue la semilla que despertó su curiosidad por el arte, llevándolo a adentrarse en el movimiento surrealista parisino y a experimentar con un estilo propio y experimental.
Poco tiempo después, Glass se encontró con una calaverita de azúcar mexicana, típica de las ofrendas del Día de Muertos, y quedó fascinado por el surrealismo presente en la cultura mexicana. Fue así que, en 1961, decidió mudarse a la Ciudad de México, donde se inspiró en la rica herencia cultural del país para desarrollar un estilo único que fusionaba el surrealismo, el fluxismo, el collage y el ready-made. Sus obras reflejaban una visión personal e innovadora del arte, que lo distinguía en el panorama artístico de la época.
Aunque no nació en México, su profundo amor por el país, al igual que con artistas como Leonora Carrington, Remedios Varo y Mathias Goeritz terminó siendo “adoptado” como un artista mexicano. Y para conmemorar su legado y aprovechar el centenario del movimiento surrealista, el Museo del Palacio de Bellas Artes presenta la exposición Alan Glass. Sorprendente hallazgo, una muestra retrospectiva en la que los y las visitantes podrán conocer la evolución de la obra de este singular artista canadiense, cuya visión creativa sigue sorprendiendo al mundo.
La exposición se encuentra en las galerías del segundo piso del Palacio de Bellas Artes, rodeada de los impresionantes murales que decoran el recinto. Está dividida en varios ejes temáticos que nos permiten conocer más a fondo la vida y obra de Alan Glass. Inicia con los dibujos automatistas realizados con bolígrafos, los cuales presentó por primera vez en París en 1958, en su primera exposición individual. Luego, nos muestra algunas piezas de arte objeto creadas por Glass, invitándonos a adentrarnos en su estilo tan único. Continúa con Objetos de afinidad, una sección que explora su obra en el campo del arte objeto, destacando que fue uno de los principales creadores de objetos surrealistas desde 1960. Sigue con Un atlas de ensamblaje, donde se aborda la influencia de los mapas en la obra de Glass, así como los zurcidos invisibles que él proponía. La exposición culmina con El Jardín de las diosas, una colección de esculturas y pinturas en las que el artista intentó retratar lo invisible de una forma única.
Alan Glass. Sorprendente hallazgo es una exposición que atrapa a los y las visitantes desde los primeros dibujos y esculturas de arte objeto, gracias al estilo singular de Glass. Es un impresionante recorrido a través del imaginario de un artista que fusionó la estética surrealista con una visión profundamente personal, y cuya obra sigue siendo una fuente de asombro y reflexión en el panorama artístico contemporáneo. Así que, no dejes pasar más tiempo y date una vuelta por el Museo del Palacio de Bellas Artes para recorrer el mundo surrealista de Alan Glass, y una vez ahí, también vale la pena que te deleites con los impresionantes murales de Rivera, Siqueiros, Tamayo, Orozco y Montenegro.
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Vigencia: Hasta el 23 de febrero, 2025
Dirección: Avenida Juarez S/N, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: $90 pesos. Domingos entrada libre.
Horario: Martes a domingo de 10:00 a 18:00 hrs.
Página Web: museopalaciodebellasartes.inba.gob.mx
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