En pleno corazón de la Ciudad de México, entre el ir y venir del Eje Central y la avenida Izazaga, se alza una joya poco conocida pero llena de historia: la Capilla de la Inmaculada Concepción, también llamada Capilla de Salto del Agua. Este pequeño templo barroco, rodeado de tráfico y modernidad, es un verdadero tesoro del siglo XVIII que sobrevive con dignidad en una de las intersecciones más transitadas del centro histórico.

Un legado del siglo XVIII

La historia de esta capilla comenzó en 1750, cuando se colocó la primera piedra bajo el patrocinio del maestro-escuela de la catedral, el doctor Francisco Navarijo. Fue erigida por orden del rey Carlos III, a petición del arzobispo Francisco Antonio Lorenzana, y apoyada por la Hermandad de la Purísima Concepción. La construcción concluyó en la década de 1760, y en 1772 fue elevada a la categoría de parroquia, rango que conserva hasta nuestros días.

Pese a las transformaciones urbanas, como la ampliación de la avenida en 1935, la capilla fue preservada, aunque quedó aislada en un camellón, frente a la icónica Fuente de Salto del Agua, construida en 1779 por Ignacio de Castera.

Una joya del barroco mexicano

Su arquitectura es una muestra viva del barroco novohispano. La capilla cuenta con una nave única, bóveda de cañón con lunetos y una elegante cúpula octagonal sobre el presbiterio. Los muros exteriores de tezontle y cantera chiluca le dan ese característico tono rojizo tan típico del Centro Histórico. Su portada principal se distingue por elementos como ángeles, querubines, granadas, cuernos de la abundancia y símbolos marianos, que resaltan el arte religioso de la época.

En el interior, que rara vez está abierto al público, destacan las columnas de cantera y un hermoso domo que merece ser contemplado. Si tienes suerte, podrías presenciar una Misa Tridentina (en latín), una experiencia espiritual única en la ciudad.

Misa Tridentina y comunidad activa

La Capilla de la Inmaculada Concepción es sede de la Fraternidad Sacerdotal San Pedro (FSSP), fundada bajo el amparo del Papa Juan Pablo II. Aquí se celebra regularmente la Misa Tradicional en latín, también conocida como Misa Tridentina, un rito lleno de solemnidad, recogimiento y belleza.

Aunque la mayoría de sus fieles no viven en el centro, la capilla recibe peregrinos de distintos estados como Puebla, Querétaro y Guadalajara. Además, su comunidad es muy activa: cada sábado se ofrecen cursos de catequesis básica y durante el año se realizan convivencias, celebraciones y momentos de formación espiritual.

El Jubileo de las 40 horas

Una de las tradiciones más significativas de esta parroquia es el “Santo Jubileo de las 40 horas”, que se celebra cada inicio de año. Durante tres días, lxs fieles participan en la adoración continua del Santísimo Sacramento, celebran Misas especiales y realizan una procesión por las calles cercanas. Esta devoción colectiva refleja la profunda fe e identidad comunitaria que caracterizan a esta parroquia.

Un rincón con historia, fe y cine

Esta capilla no solo ha sido testigo de siglos de fe y transformación urbana, sino también de arte cinematográfico. Aparece en la película La montaña sagrada (1973) de Alejandro Jodorowsky, añadiendo un toque cultural alternativo a su historia.

Además, se encuentra muy cerca del Colegio de las Vizcaínas, una de las obras barrocas más importantes de la ciudad.