¿Sabías que en el corazón de San Ángel, uno de los barrios más encantadores de la Ciudad de México, se encuentra una joya histórica conocida como la Casa Blanca? Este majestuoso edificio no solo es el hogar de fascinantes historias, sino también de leyendas que te pondrán la piel de gallina. ¡Acompáñanos a descubrir sus secretos!

La Casa Blanca fue construida en el siglo XVII como casa de campo de los Condes de Oploca. Imagínala rodeada de enormes huertas que competían en tamaño con las del convento de El Carmen. De hecho, estas huertas fueron tan extensas que parte de ellas dieron origen a la colonia Chimalistac.

El diseño de la casa no podía ser más impresionante: tres de sus lados rodean un patio central, un clásico de la arquitectura de la época. Aunque su escudo de armas fue retirado en 1826 por decreto oficial, aún puedes encontrar vestigios de este en su fachada.

Esta casa tiene más historias que una novela épica. Durante la invasión estadounidense de 1847, sirvió como cuartel para las tropas extranjeras. Más tarde, en la década de 1860, el ejército francés también ocupó este emblemático lugar.

Pero no todo fue guerra. En su momento, también fue conocida como “La Casa de los Niños de China”, ya que uno de sus propietarios rescataba y educaba a jóvenes provenientes de Filipinas (entonces parte del Imperio español). Claro, en aquella época, la geografía era un tanto confusa, ¡y Filipinas solía confundirse con China!

La Casa Blanca también es famosa por la leyenda de Doña Guiomar y Don Lope, un trágico romance que terminó en misterio y apariciones fantasmales. Según cuentan, Doña Guiomar murió esperando a su amado en una ventana de la casa, fiel a un juramento que Don Lope olvidó mientras guerreaba y cortejaba en otros lares. Desde entonces, las noches de luna llena traen consigo ecos de golpes en la reja de hierro, recordándonos el fatídico desenlace de esta historia de amor.

Hoy, la Casa Blanca sigue siendo un símbolo de San Ángel, contribuyendo al ambiente mágico del barrio. Aunque es una residencia privada y no está abierta al público, puedes admirarla desde la calle Hidalgo, número 43.

Gracias a una restauración minuciosa en 2010, este edificio conserva el 95% de sus muros originales. Sus jardines, que abarcan la mitad de su terreno de 2,000 metros cuadrados, aún nos recuerdan las épocas doradas de esta casa.

Ah, y un detalle encantador: el escudo de la casa, con sus tres flores, nos habla del amor por la naturaleza en San Ángel y Chimalistac, barrios que fueron famosos por su mercado y tianguis de flores.

La Casa Blanca no solo es un monumento histórico catalogado por el INAH; es un testigo silencioso de siglos de historia, romances fallidos y leyendas inolvidables. Así que, la próxima vez que pasees por San Ángel, no olvides detenerte a admirarla y, quién sabe, quizás escuchar un golpe seco en su misteriosa reja.

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Dirección:
 Hidalgo #43, San Ángel, Ciudad de México, CDMX