La historia de la Casa Boker comienza en 1865, cuando el alemán Roberto Boker, originario de Remscheid, Alemania, decidió abrir una tienda en la Ciudad de México durante el breve reinado de Maximiliano de Habsburgo. En ese momento, el alemán se hablaba con frecuencia en las calles y el comercio entre México y Europa estaba floreciendo. Roberto y su hermano llegaron con la idea de traer herramientas y productos de alta calidad, importados directamente de su ciudad natal, famosa por la fabricación de acero y cuchillería. No solo se dedicaban a la venta de herramientas, sino también a la distribución de artículos novedosos, como las máquinas de coser Singer, que llegaron a México en una época en la que este tipo de tecnología era casi desconocida.
La familia Boker había estado produciendo herramientas en Alemania desde 1640, y en su país de origen se destacaban por la fabricación de cuchillos, navajas y otros utensilios de acero de alta calidad. Cuando Roberto se trasladó a la Ciudad de México, las posibilidades de negocio parecían infinitas. Y, efectivamente, Casa Boker prosperó rápidamente, comenzando a abastecer no solo la ciudad, sino también otras localidades del país, con su amplia gama de productos.

En 1896, después de varios años de éxito, la familia decidió construir un edificio especialmente diseñado para albergar la tienda en la que ya se vendían todo tipo de herramientas, maquinaria agrícola, utensilios domésticos y otros artículos de gran calidad. En 1900, el presidente Porfirio Díaz inauguró oficialmente el imponente edificio que conocemos hoy, en la esquina de las avenidas 16 de Septiembre e Isabel la Católica.
El edificio fue diseñado por los arquitectos De Lemos y Cordes, conocidos también por su diseño de los grandes almacenes Macy’s en Nueva York. En su construcción, se utilizaron materiales importados de todo el mundo, desde el mármol italiano hasta la viguetería metálica de Estados Unidos, creando una estructura sólida y duradera. La fachada de cantera y la decoración de la cornisa superior, adornada con detalles artísticos, reflejan el estilo arquitectónico característico del Porfiriato, y el edificio en sí mismo se convirtió en un símbolo de la prosperidad de esa época.

Además, en el proceso de construcción se descubrieron importantes artefactos arqueológicos, como un águila decapitada y una figura conocida como El Chihuateto, que hoy se encuentran en el Museo Nacional de Antropología y el Museo Nacional de Arte, respectivamente. Estos hallazgos le dan un toque aún más especial a este lugar, pues unen la historia prehispánica con la moderna.
Lo fascinante de la Casa Boker es que, aunque ha atravesado muchos cambios a lo largo de los años, sigue siendo un negocio familiar. Hoy en día, la cuarta generación de la familia Boker continúa al mando de la tienda, lo que no es común en muchos negocios con tanta historia. La ferretería sigue siendo el núcleo de la actividad comercial, aunque con el paso del tiempo ha evolucionado, adaptándose a las necesidades y demandas actuales de los consumidores. Hoy, las y los visitantes pueden encontrar desde herramientas especializadas hasta artículos para el hogar, pero siempre con la calidad que ha caracterizado a la tienda desde sus inicios.

A lo largo de los años, la Casa Boker ha superado diferentes vicisitudes, como el incendio de 1975 que dañó parte del edificio, y que llevó a su remodelación. En la década de 1970, también se alquiló una parte del edificio a la compañía Sanborns, que contribuyó a la preservación del inmueble y a mantenerlo como un referente en la vida comercial y cultural de la Ciudad de México.
El edificio sigue siendo una joya arquitectónica que conserva su esencia histórica, y el espacio alberga no solo la tienda de ferretería, sino también un restaurante y algunos grandes almacenes. A pesar de los cambios que ha experimentado, la Casa Boker mantiene un pedazo de su espíritu original. Dentro de sus paredes, aún se puede respirar la historia del México porfiriano, pero también se nota cómo este negocio se ha adaptado a los tiempos modernos.

Sanborns, que comparte el espacio con la tienda original, hace visibles varias de las secciones históricas del edificio. Desde el restaurante, los comensales pueden disfrutar de una comida mientras observan algunas de las zonas que aún conservan detalles arquitectónicos de la época en que fue inaugurado. La Casa Boker sigue siendo una parada obligatoria para quienes se interesan por la historia de la Ciudad de México, pero también es un recordatorio de la larga tradición comercial que ha tenido la ciudad desde tiempos coloniales.
La historia de la Casa Boker es la historia de una familia que, a lo largo de más de 150 años, ha dejado una huella indeleble en el comercio mexicano. Desde su fundación en 1865, la familia Boker ha demostrado que la perseverancia y el compromiso con la calidad pueden hacer frente a los desafíos más grandes. Y, hoy, al visitar este edificio emblemático, no solo se recorre un pedazo de la historia empresarial de la Ciudad de México, sino que también se conecta con un legado que ha perdurado gracias al esfuerzo y la visión de quienes han liderado este negocio a lo largo de los años.
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Dirección: 16 de Septiembre #58, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX