En pleno Centro Histórico de la Ciudad de México se alza la Casa del Marqués de Prado Alegre, una joya arquitectónica del siglo XVIII que ha sobrevivido al paso del tiempo con una elegancia innegable. Su historia, su noble pasado y los misterios que encierra su fachada la convierten en un punto de interés para quienes buscan conocer más sobre la riqueza cultural de la ciudad.
Este majestuoso edificio destaca no solo por su arquitectura colonial, sino también por un intrigante detalle en su esquina: una antigua piedra tallada que, según se cree, pudo haber formado parte de un templo o edificación indígena previa a la llegada de los españoles. En esta placa, rodeada de anillos concéntricos y un diseño de plumas, se puede leer la fecha de 1725, año en que se construyó la casa tal como la conocemos hoy.
La casa perteneció a Don Francisco Marcelo de Tejada, un hombre de títulos y distinciones. Además de ser Vizconde de Tejada y Caballero de la Orden de Calatrava, fue el primer Marqués de Prado Alegre, un título nobiliario otorgado por el rey Carlos III en 1772. Se dice que Don Francisco tenía un profundo conocimiento de la orfebrería, combinando técnicas europeas con los saberes indígenas de la Nueva España.
Como correspondía a una residencia de tal alcurnia, el interior de la casa incluía una sala formal para recibir al público, una especie de sala del trono, además de múltiples habitaciones para la familia y el personal. El edificio también contaba con dos patios, uno de ellos con acceso a las caballerizas y el granero.
A lo largo de los siglos, la Casa del Marqués de Prado Alegre ha sufrido varias modificaciones. La planta baja ha cambiado considerablemente, adaptándose a los usos comerciales de la zona, mientras que los dos pisos superiores han conservado gran parte de su estructura original, al menos en el exterior. La fachada, coronada por gárgolas de piedra y metal, es una muestra impresionante del estilo barroco que predominaba en la época. Un nicho en la esquina, añadido en el siglo XX, resguarda actualmente una estatua de la Virgen de Guadalupe.
Hoy en día, aunque los pisos superiores no están abiertos al público, lxs visitantes pueden ingresar a las tiendas que operan en la planta baja e incluso disfrutar de una vista privilegiada del interior desde el área de comedor en el piso superior de un conocido restaurante de comida rápida. No queda mucho de la grandeza original dentro de la casa, pero su exterior sigue siendo testigo de siglos de historia y transformaciones.
Un dato curioso es que, justo enfrente de la casa, cruzando la calle de Motolinía, se encuentra una enigmática cabeza de león tallada en piedra. Este detalle marca el nivel máximo que alcanzó la catastrófica inundación de 1629, la cual dejó la ciudad inhabitable durante cinco años. Según la leyenda, la piedra fue colocada ahí en 1634 como un recordatorio de aquel evento.
La Casa del Marqués de Prado Alegre fue declarada Monumento Histórico en 1932, asegurando su lugar dentro del vasto patrimonio cultural de la Ciudad de México. Aunque sus muros ya no albergan a la nobleza de antaño, sigue siendo un testimonio vivo del esplendor colonial y de la historia que sigue latiendo en cada rincón del Centro Histórico.
Dirección: Av Francisco I. Madero #39, Ciudad de México, CDMX, Ciudad de México, CDMX