En la entrada de la antigua Ciudad de México, justo en la intersección de Paseo de la Reforma y Bucareli, se alza una escultura que no pasa desapercibida: El Caballito de Sebastián, aunque su nombre oficial es Cabeza de caballo. Esta obra monumental, con su vibrante color amarillo y su diseño moderno, ha sido desde 1979 un punto de referencia y un tema constante de conversación.
Para entender a El Caballito, es importante mirar atrás, a la escultura ecuestre de Carlos IV realizada por Manuel Tolsá, que ocupó este mismo lugar durante más de un siglo antes de ser trasladada al frente del MUNAL. Sebastián, cuyo verdadero nombre es Enrique Carbajal González, reinterpretó la figura del caballo con un estilo completamente moderno: líneas geométricas, acero y un esmalte de acrílico brillante que refleja la vitalidad de la ciudad.
Aunque la obra se inspira en el trabajo de Tolsá, no tiene jinete. Esto es más que una decisión artística; es un mensaje: aquí no hay reyes ni conquistadores, solo el imponente perfil de un caballo que mira al futuro. Sebastián incluso menciona que usó proporciones olmecas para diseñar la cabeza, logrando un equilibrio entre respeto al pasado y visión contemporánea.
Esta escultura de 28 metros de altura no es solo un deleite visual; también cumple una función práctica. Los propietarios de la Torre El Caballito, ubicada detrás de la obra, la encargaron para ventilar humos de una alcantarilla. ¡Y vaya que superó las expectativas! Hoy es un ícono del paisaje urbano, tanto por su diseño como por su versatilidad.
Sebastián, originario de Chihuahua, es uno de los artistas más reconocidos de México. Sus esculturas, siempre en acero y con formas abstractas inspiradas en la naturaleza, están presentes en los horizontes de muchas ciudades mexicanas. Desde el Coyote Hambriento en Nezahualcóyotl hasta La Fluorita Roja en la UAM Azcapotzalco, cada una de sus piezas tiene una personalidad única, aunque todas comparten su monumentalidad y estilo modernista.
Con casi cuatro décadas en su ubicación, El Caballito de Sebastián sigue siendo un tema de debate y admiración. Su diseño audaz y su mensaje atemporal lo han convertido en una obra que, como la ciudad misma, combina historia, modernidad y una buena dosis de controversia. Así que, la próxima vez que pases por Reforma, detente un momento para contemplarlo. ¡Seguro te arrancará una sonrisa y, quizás, una nueva perspectiva!
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Dirección: Av. Paseo de la Reforma esquina con calle de Rosales, Colonia Tabacalera, Ciudad de México, CDMX