En el atrio de la imponente Basílica de Guadalupe, hay una joya arquitectónica que combina tradición, fe y tecnología: el carillón, un campanario de 23 metros que encanta a las y los visitantes con sus 48 campanas de bronce y su espectáculo cultural único.
Inaugurado en 1991 como parte de una remodelación encabezada por el visionario arquitecto Pedro Ramírez Vázquez (sí, el mismo genio detrás del Museo de Antropología), este campanario es mucho más que un conjunto de campanas. Diseñado para celebrar las diversas formas en que los humanos han medido el tiempo, su fachada es un viaje cultural y espiritual.

Las campanas del carillón tocan diferentes melodías a lo largo del día, creando un ambiente mágico que cautiva a cualquiera que pase por la Plaza Mariana. Su sonido armonioso no es casualidad: las campanas están afinadas a la perfección para regalar una experiencia musical única.
El carillón no solo suena, ¡también cuenta historias! En su ciclorama frontal, figuras robóticas de personajes clave en las apariciones de la Virgen de Guadalupe —como Juan Diego, Fray Juan de Zumárraga y Juan Bernardino— cobran vida gracias a un sistema electrónico diseñado en los Países Bajos. Las puertas, la iluminación y los movimientos de las figuras están sincronizados para transportarte al siglo XVI y revivir este episodio fundamental de la historia mexicana.

El carillón no se queda en lo espiritual, también celebra el paso del tiempo con una variedad de relojes que lo convierten en un reloj múltiple único:
- Reloj civil: En la parte frontal, con números arábigos, para los amantes de la exactitud moderna.
- Astrolabio: Ubicado al frente, un guiño a los navegantes que exploraban los mares con esta herramienta.
- Reloj solar: En el costado derecho, donde el Sol proyecta la hora con su sombra.
- Reloj mexica: En el costado izquierdo, inspirado en el calendario azteca que organizaba las cosechas y la vida cotidiana.
En un entorno tan emblemático como la Basílica de Guadalupe, destacar no es fácil. Sin embargo, el carillón lo logra con su mezcla de modernismo, multiculturalismo y fe. Es un símbolo de la creatividad mexicana y una invitación a reflexionar sobre la riqueza cultural e histórica que nos rodea.

La próxima vez que visites la Villa de Guadalupe, no olvides mirar hacia arriba y disfrutar del espectáculo que este campanario tiene para ofrecer. Ya sea a través de su música o sus relojes, siempre hay algo nuevo por descubrir en este rincón del tiempo y la tradición.
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Dirección: Fray Juan de Zumárraga #2, Villa Gustavo A. Madero, Ciudad de México, CDMX