Si manejas, ruedas o caminas por Avenida Chapultepec, seguramente te has encontrado con El Pueblo del Sol, una obra monumental que parece contar historias antiguas bajo el bullicio contemporáneo de la capital. Este grupo escultórico, creado por el maestro Gilberto Aceves Navarro en 1991, es mucho más que una pieza de arte público; es un homenaje a las raíces indígenas y su conexión con el Sol, la deidad que marcaba el ritmo de la vida en el México antiguo.

Originalmente, esta obra fue exhibida en el Museum of Contemporary Art de Los Ángeles, pero en 1994 encontró su hogar definitivo en la Ciudad de México. La Avenida Chapultepec, conocida en el mundo náhuatl como “Octpanti Yoliztl” o “calzada de la vida“, fue el lugar perfecto para integrarla al paisaje urbano. Con su pedestal de cemento y su relieve metálico, la escultura parece invitar a las y los transeúntes a reflexionar sobre nuestra identidad y el legado de nuestros ancestros.

El Pueblo del Sol evoca las ceremonias aztecas dedicadas a Tonatiuh, el líder celeste. Según la tradición, cada amanecer era recibido con estas palabras:
“Ha salido el Sol, el que hace el calor, el niño precioso, el águila que asciende, ¿cómo seguirá su camino? ¿cómo haré el día?”

Con esta obra, Aceves Navarro nos recuerda el profundo respeto que las culturas prehispánicas tenían hacia el Sol, no solo como fuente de luz y vida, sino como un símbolo de guía y continuidad.

Gilberto Aceves Navarro (1931-2019) no solo dejó su huella con esta escultura, sino que marcó generaciones como pintor, escultor y profesor en la Academia de San Carlos. Su talento lo llevó a realizar más de 200 exposiciones individuales, incluidas retrospectivas de su obra en recintos emblemáticos como el Palacio de Bellas Artes.

Con El Pueblo del Sol, Aceves Navarro no solo rindió homenaje a nuestras raíces indígenas, sino que también consolidó su lugar como uno de los grandes artistas de México.

Así que, la próxima vez que camines por Chapultepec, detente un momento frente a El Pueblo del Sol. Déjate envolver por la majestuosidad de este homenaje al astro rey y a la identidad indígena que aún brilla en el corazón de nuestra ciudad. Porque, como esta escultura, nuestra historia siempre tiene un lugar bajo el Sol.

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Dirección: 
Avenida Chapultepec #440, Roma Norte, Ciudad de México, CDMX