La Plaza de la Constitución, mejor conocida como el Zócalo, es mucho más que una explanada monumental en el centro de la Ciudad de México: es el corazón simbólico, político y social del país. Situada en el Centro Histórico, esta plaza ha sido, a lo largo de los siglos, el epicentro de decisiones, celebraciones, movilizaciones y expresiones culturales que han marcado el rumbo de México.
Un espacio con profunda carga simbólica
El Zócalo está rodeado por algunos de los edificios más emblemáticos de la vida pública y religiosa del país: el Palacio Nacional, sede del Poder Ejecutivo; la Catedral Metropolitana, símbolo de la herencia católica novohispana; y el Edificio de Gobierno de la Ciudad de México. En el centro ondea una monumental bandera tricolor, izada con honores en fechas patrias.
Desde tiempos prehispánicos, este lugar fue el centro político y ceremonial de Tenochtitlan, capital del imperio mexica. Allí se alzaban templos, palacios y calzadas que conectaban la gran ciudad con sus alrededores. Tras la conquista en 1521, los españoles demolieron las estructuras indígenas y sobre sus ruinas construyeron la nueva capital del virreinato de la Nueva España. Así nació la Plaza Mayor, concebida como espacio cívico, comercial y religioso.

Durante el periodo virreinal, la plaza fue escenario de mercados, corridas de toros, ejecuciones públicas, procesiones religiosas y celebraciones reales. Fue rebautizada como Plaza de la Constitución en 1813, en honor a la Constitución liberal de Cádiz de 1812, aunque ese nombre oficial no logró desplazar el apodo popular que se consolidaría años después.
¿Por qué se llama Zócalo?
El nombre “Zócalo” tiene un origen curioso que refleja la historia urbana de la Ciudad de México. En 1843, el entonces presidente Antonio López de Santa Anna ordenó la construcción de un monumento a la Independencia en el centro de la plaza. El proyecto contemplaba una columna coronada por una estatua alegórica, sobre un gran pedestal o zócalo.
Sin embargo, el monumento nunca se completó. Solo se llegó a construir la base de la columna —es decir, el zócalo—, que permaneció sola e inconclusa durante décadas en el centro de la plaza. Esta estructura se volvió un punto de referencia tan conocido que lxs habitantes de la ciudad comenzaron a llamar al lugar “el Zócalo”.
Con el tiempo, aunque la estructura fue retirada, el nombre popular persistió y se volvió oficial en el habla cotidiana. Tanto fue así, que otras plazas del país comenzaron a ser llamadas “zócalos” por extensión, aunque originalmente ese término solo designa la base de una columna o pedestal.
Celebraciones y concentraciones masivas
Ceremonia del Grito de Dolores
Uno de los rituales patrios más emblemáticos ocurre cada 15 de septiembre a las 23:00 horas: la ceremonia del Grito de Independencia. Esta tradición fue instaurada oficialmente por el presidente Antonio López de Santa Anna en 1845 para honrar la memoria del cura Miguel Hidalgo y los héroes independentistas. Aunque el Grito original ocurrió en la madrugada del 16 de septiembre, Santa Anna prefirió la noche del 15, según el cronista Artemio del Valle Arizpe, “para evitar la fatiga de despertarse a horas tempranas para festejar el acontecimiento”.

Desde el balcón principal de Palacio Nacional, el presidente de la República encabeza el acto, gritando los nombres de los héroes patrios y ondeando la bandera nacional ante miles de personas reunidas en el Zócalo. Esta ceremonia se ha convertido en uno de los eventos más representativos del calendario cívico mexicano.
Desfile cívico-militar del 16 de septiembre
El 16 de septiembre, Día de la Independencia, se celebra con un desfile cívico-militar que recorre Paseo de la Reforma hasta llegar al Zócalo, replicando la ruta que siguió el Ejército Trigarante cuando entró a la ciudad el 27 de septiembre de 1821. Esta tradición comenzó en 1825 bajo el mandato de Guadalupe Victoria y se consolidó con el tiempo como una muestra del poderío militar y la unidad nacional.
La participación de la Fuerza Aérea Mexicana inició en 1917, y desde entonces ha sido una presencia constante. Aunque en 1921 Álvaro Obregón trasladó el desfile al 27 de septiembre para conmemorar el centenario de la Consumación, en 1935 Lázaro Cárdenas ordenó que regresara al 16 de septiembre, instaurando una tradición que perdura hasta hoy.
Desfile cívico-militar atlético del 20 de noviembre
El aniversario de la Revolución mexicana también se celebra con un desfile especial. Aunque sus primeras versiones datan de 1930, fue oficializado en 1936 y desde 1941 contó con la presencia presidencial. Este desfile, además de las fuerzas armadas, integraba demostraciones deportivas, tablas rítmicas y participaciones de atletas destacadxs.
Después de su cancelación en 2006, fue restablecido en 2019 por el presidente Andrés Manuel López Obrador con un formato renovado que retoma tanto el carácter atlético como el cívico-militar del evento.
Desfile del Día del Trabajo
Cada 1 de mayo, el Zócalo fue durante décadas punto de encuentro de sindicatos, trabajadores y organizaciones campesinas. Aunque hubo manifestaciones desde 1913, fue hasta 1922 que se oficializó la conmemoración del Día del Trabajo. A partir de 1940, la Confederación de Trabajadores de México (CTM), liderada por Fidel Velázquez, se convirtió en la organizadora central del desfile.

Durante décadas, el presidente presenciaba el paso de los contingentes desde el balcón de Palacio Nacional. Sin embargo, el desfile oficial fue cancelado definitivamente en 1995.
Ceremonias de honores e izamiento de la bandera monumental
En el Zócalo se realizan ceremonias de arriaje y honores a la bandera monumental en fechas significativas como el 24 de febrero (Día de la Bandera), 15 y 16 de septiembre (Independencia de México), y 20 de noviembre (Revolución Mexicana). Estos actos solemnes refuerzan el simbolismo del Zócalo como espacio patriótico por excelencia.
El Zócalo y el presidencialismo mexicano
Con la consolidación del régimen presidencialista en el siglo XX, el Zócalo adquirió un papel central en la escenificación del poder. La plaza ha sido el escenario de tomas de protesta, informes de gobierno, celebraciones oficiales y actos de respaldo al presidente en turno.
Durante la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador el 1 de diciembre de 2018, más de 150 mil personas se reunieron en el Zócalo para un evento artístico y político donde recibió simbólicamente el bastón de mando de representantes de los pueblos indígenas. Un acto inédito que reflejó la voluntad de acercar el poder presidencial a la ciudadanía.
Históricamente, también fue el lugar de manifestaciones de apoyo popular a decisiones presidenciales trascendentales, como la expropiación petrolera de 1938 con Lázaro Cárdenas, o la nacionalización de la banca en 1982 con José López Portillo.
Conciertos masivos y cultura popular
Además de su papel político, el Zócalo se ha convertido en uno de los escenarios culturales más importantes de México. Aquí han tenido lugar conciertos gratuitos que han reunido a multitudes de hasta cientos de miles de personas. Entre los más memorables se encuentran:
- Juan Gabriel (1 de enero de 2000): 350,000 asistentes – récord absoluto.
- Grupo Firme (25 de septiembre de 2022): 280,000 asistentes.
- Los Fabulosos Cadillacs (3 de junio de 2023): 300,000 asistentes.
- Vicente Fernández (14 de febrero de 2009): 217,000 asistentes.
- Shakira (27 de mayo de 2010): 210,000 asistentes.
- Justin Bieber, Paul McCartney, Rosalía, Interpol, entre muchos otros.
También destaca el concierto “Estamos Unidos Mexicanos” realizado el 8 de octubre de 2017 en apoyo a los damnificados por los sismos de septiembre de ese año, que reunió a 170,000 personas.
Un escenario de la vida cívica y cultural nacional
El Zócalo no es sólo una plaza: es el escenario donde se inscriben los momentos más significativos de la historia contemporánea de México. Desde protestas sociales hasta fiestas patrias, desde mítines presidenciales hasta festivales de música, este espacio ha sido testigo de los cambios, resistencias y celebraciones del pueblo mexicano.
Su fuerza simbólica radica en su capacidad de reunir a miles de personas en un solo sentir: el de pertenencia a una nación en constante transformación.