No hay duda de que una de las formas más fascinantes de explorar la Ciudad de México y su rica historia es a través de sus estaciones de Metro y Metrobús. Detrás de cada uno de estos nombres y logotipos se esconden relatos que reflejan el México del pasado. Algunas estaciones llevan el nombre de personajes importantes, mientras que otras evocan anécdotas y eventos históricos que han contribuido a forjar nuestra identidad nacional. En algunos casos, los nombres rinden homenaje a lo que existía en esos lugares en tiempos anteriores, ofreciendo una ventana única al legado de la ciudad.
Por otro lado, debes saber que la Real Academia Española (RAE) define un “potrero” como un sitio destinado a la cría y pasto de ganado caballar. ¿Ya te imaginas de qué estación de Metro y Metrobús voy a hablarte? ¡Así es! Hablemos brevemente de la Estación Potrero. Esta estación recibe su nombre porque la zona delimitada por las colonias Industrial y Capultitlán solía funcionar como un potrero hace más de un siglo.
En el México del Porfiriato, una de las actividades recreativas más importantes entre la crema y nata de la sociedad eran las carreras de caballos. En aquel entonces, estas se improvisaban en los terrenos de San Lázaro o del Rancho de Nápoles (cerca de la Piedad). Sin embargo, a finales del siglo XIX, el General Pedro Rincón Gallardo fundó la Sociedad Mexicana de Carreras de México (Jockey Club), logrando asociarse con personajes de alcurnia como Porfirio Díaz Ortega (hijo del presidente), José Yves Limantour (Secretario de Hacienda y Crédito Público) y Hugo Scherer (minero alemán y abuelo de Julio Scherer), entre otros. A raíz de esta sociedad, compró a Soledad Azcárate de Tayera un terreno de 600,000 metros cuadrados al poniente de Garita de Peralvillo, donde se construyó el Hipódromo de Peralvillo.
A pesar de que el hipódromo era bastante grande y contaba con todos los servicios, no contaba con suficiente espacio para que los caballos pastaran en sus instalaciones. Por suerte, a unos dos kilómetros al norte había enormes pastizales, donde se decidió construir el potrero para criar y alimentar a los caballos que competirían en el hipódromo. Estos terrenos hoy ocupan parte de la Colonia Industrial y la Capultitlán (y otras colonias más). Aunque el hipódromo fue desmantelado en 1913 y los terrenos de Potrero se utilizaron para construir la colonia Industrial en los años treinta, el nombre de Potrero se quedó en el imaginario colectivo durante varias décadas. Así, cuando se construyó la Línea 3 del Metro, se bautizó como Potrero a la estación ubicada justo en esta zona.
Cercana a la estación Potrero, puedes explorar interesantes lugares como la Iglesia de la Pasión, una hermosa edificación del siglo XX que es un punto de referencia en la colonia Guadalupe Insurgentes. Además, no te pierdas el Parque de la Pasión, que conserva vestigios del antiguo atrio de una iglesia más antigua y es un lugar ideal para disfrutar de un poco de naturaleza en medio del bullicio citadino. Además, justo saliendo de la estación se encuentra la colonia Industrial, la primera colonia planificada científicamente (según la publicidad de la época) y en la que, además de encontrarte con bellas casas de arquitectura colonial californiana y parques llenos de vida, como el María Luisa, encontrarás una interesantísima oferta gastronómica que vale la pena conocer. Además, al oeste, podrás la colonia Calputitlán, un pueblo originario, ofrece un vistazo al pasado, aunque hoy se encuentra prácticamente en el olvido e integrado a la gran metrópoli.
Así que la próxima vez que pases por la Estación Potrero, recuerda que detrás de su nombre hay un legado que une historia, cultura y modernidad en medio del caos de la Ciudad de México.