Paseando por el Bosque de Chapultepec, entre frondosos árboles y un ambiente lleno de historia, justo en la salida que colinda con el Circuito Interior, es posible encontrarse con una joya arquitectónica que conecta a la Ciudad de México con su pasado: la Fuente de Chapultepec. Este rincón es más que un lugar pintoresco, ¡es la puerta de entrada a un fascinante relato de ingeniería prehispánica, colonial y moderna!

La historia de la Fuente comienza allá por 1418, cuando los mexicas decidieron construir un acueducto para llevar agua fresca desde los manantiales de Chapultepec hasta su gran ciudad, Tenochtitlán. ¿El problema? Los materiales de la época, como barro y troncos, no soportaron el paso del tiempo, y en 1449 la estructura colapsó, dejando a la ciudad seca.

Fue entonces que entró en acción el mismísimo Nezahualcóyotl, el legendario ingeniero y gobernante de Texcoco. Él supervisó la construcción de un nuevo acueducto más robusto, con doble nivelado, que permitió el flujo continuo de agua. Incluso Hernán Cortés quedó impresionado con esta maravilla… aunque no tanto como para evitar destruirla durante el sitio de Tenochtitlán en 1521. ¡Un héroe y un villano en la misma historia!

Años después, en 1716, se construyó un acueducto colonial que dejó huella en el paisaje de la Ciudad de México. Este nuevo proyecto, con 904 elegantes arcos de ladrillo y argamasa, abastecía de agua a la entonces pequeña ciudad, así como a Tacubaya, a través de un trayecto de 4 kilómetros que hoy conocemos como Avenida Chapultepec.

En su recorrido, este acueducto contó con tres fuentes estratégicas. La primera, nuestra querida Fuente de Chapultepec, servía al pueblo de Chapultepec y San Miguel Chapultepec. Aunque ya no está en su ubicación original, la estructura que vemos hoy sigue siendo la misma que se construyó en aquellos tiempos coloniales.

La segunda fuente, ubicada en lo que hoy es la intersección del Eje Central y Avenida Arcos de Belén, fue reconstruida en 1948 y su réplica es lo que puedes ver actualmente. La original descansa en el Museo del Virreinato en Tepotzotlán.

Y la tercera fuente, que estaba en La Merced, tristemente no sobrevivió al siglo XIX. Fue demolida para dar paso a la modernidad, pero su memoria sigue viva en los relatos de la ciudad.

Hoy, la Fuente de Chapultepec no solo es un vestigio histórico, sino un lugar que invita a reflexionar sobre el ingenio y la adaptación de las civilizaciones que han habitado esta tierra. La próxima vez que pasees por Chapultepec, detente un momento frente a esta pieza del pasado y deja que te cuente sus historias de agua, cultura y transformación.

¿Quién dijo que un simple paseo por el bosque no puede ser una lección de historia?

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Dirección: 
Av. Chapultepec, Colonia Roma Norte, Ciudad de México, CDMX