A principios del siglo XX, el planeta albergaba 1,700 millones de personas repartidas por los cinco continentes. Para 1950, la cifra se disparó a 2,600 millones, lo que significó un crecimiento del 68.3% en solo cinco décadas. Con los avances médicos y una mayor esperanza de vida, la población siguió en aumento y, para la década de los sesenta, ya superaba los 3,000 millones.

Este crecimiento exponencial, junto con el modelo de consumo desmedido, puso en jaque los recursos naturales del planeta. Pero, ¿qué pasaría si llevamos esta crisis al extremo?

Harry Harrison planteó ese escenario en ¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio!, una novela de distpópica, clasificada como ciencia ficción, publicada en 1966 que nos transporta a un 1999 devastado por la sobrepoblación, la escasez de recursos y la desesperación de una sociedad al borde del colapso.

“Andy se abrió paso a través del último de ellos y, al llegar a la acera, tuvo que saltar por encima de la pierna de un viejo tendido allí. Parecía muerto, no dormido, sin que a nadie le importara la diferencia.”
Harry Harrison, “¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio!”

Un mundo sin espacio, sin comida y sin esperanza

En esta distopía, la Ciudad de Nueva York es un caos. Con más de 35 millones de habitantes hacinados en un espacio insuficiente, las calles están repletas de personas sin hogar, y los departamentos minúsculos están ocupados hasta el último rincón. Los coches han dejado de ser útiles, convirtiéndose en chatarra abandonada en cementerios urbanos.

Pero la crisis no se limita al espacio. La escasez de petróleo ha paralizado la producción de gasolina, el agua potable está racionada y los alimentos se han convertido en un lujo inalcanzable. La carne es un bien exclusivo para la élite, mientras que el resto de la población sobrevive a base de proteínas sintéticas, filetes de soya y polvo de caracol.

“Empezaba a babear, y tuvo que escupir el exceso de saliva. Filetes de carne sintética —una caja llena, planos, de color oscuro y grandes en su mano.”
Harry Harrison, “¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio!”

Crimen, corrupción y una muerte que lo cambia todo

En esta ciudad al borde del colapso, la ley ha perdido el control. La policía, con personal insuficiente, ignora la mayoría de los crímenes, incluso los asesinatos. Pero cuando Mike O’Brien, un influyente mafioso con conexiones en el poder, es asesinado, el detective Andy Thorn es asignado al caso.

Su investigación lo lleva a una red de secretos oscuros, donde se cruzan la corrupción, la desesperación y un futuro cada vez más sombrío. A medida que sigue las pistas, Andy no solo descubrirá la verdad detrás del crimen, sino que también se enfrentará a una realidad aterradora sobre el destino de la humanidad.

De la novela a la pantalla grande: el origen de “Soylent Green”

Si la trama de esta historia te suena familiar, es porque “¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio!” inspiró la película “Cuando el destino nos alcance” (Soylent Green), protagonizada por Charlton Heston en 1973.

En la cinta, la crisis alimentaria lleva a una solución escalofriante: las famosas galletas Soylent Green, que en realidad están hechas con restos humanos. La adaptación cinematográfica tomó una dirección aún más perturbadora que el libro, convirtiéndose en un clásico del cine distópico.

Una advertencia que sigue vigente

Más de medio siglo después de su publicación, la novela de Harry Harrison sigue siendo una advertencia inquietante. Aunque no vivimos en un 1999 colapsado, las problemáticas que plantea —sobrepoblación, crisis ambiental y desigualdad— son más relevantes que nunca.

Si te gustan las historias de ciencia ficción que invitan a la reflexión, “¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio!” es una lectura obligada. Disponible en inglés y español en versión Kindle, físico y audiolibro en Amazon, esta novela distópica sigue recordándonos que el futuro que imaginamos en el pasado… aún podría alcanzarnos.