En pleno corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, sobre la calle República de El Salvador 119, se encuentra una joya arquitectónica e histórica que muchxs capitalinxs y turistas suelen pasar por alto: la Iglesia de Jesús Nazareno e Inmaculada Concepción. Este templo no solo resguarda un legado colonial de más de cuatro siglos, sino que también alberga los restos del polémico conquistador Hernán Cortés, así como un mural de José Clemente Orozco y la portada original de la primera Catedral de México.

Un lugar donde historia y leyenda se cruzan

Se dice que en este sitio, conocido en tiempos prehispánicos como Huitzilac (“lugar de colibríes” en náhuatl), ocurrió el mítico primer encuentro entre Moctezuma Xocoyotzin y Hernán Cortés. Tras la conquista, en 1524, Cortés fundó aquí el Hospital de la Purísima Concepción, el primero en América, pensado para atender a los heridos tras la caída de Tenochtitlan. Junto a él, se planeó la construcción de una iglesia, cuya edificación avanzó lentamente a lo largo de los siglos XVII y XVIII.

La iglesia fue finalmente consagrada el 8 de diciembre de 1688, coincidiendo con la festividad de la Inmaculada Concepción, y su torre campanario se terminó en 1704. Con el paso del tiempo, el templo fue renovado en diversas ocasiones, incluyendo modificaciones neoclásicas y una imponente fachada renacentista.

Aquí reposan los restos de Hernán Cortés

Aunque Hernán Cortés murió en España en 1547, su deseo fue ser enterrado en la Nueva España. Sus restos fueron trasladados a México años después y cambiaron de lugar en al menos seis ocasiones, debido al rechazo popular hacia su figura. No fue sino hasta 1794 que sus huesos fueron depositados en esta iglesia que él mismo había mandado construir. Desde entonces, la Iglesia de Jesús Nazareno e Inmaculada Concepción resguarda los restos del hombre que cambió el rumbo de la historia de México.

Arte y patrimonio únicos en la CDMX

Uno de los elementos más notables de este templo es la portada renacentista que originalmente perteneció a la primera Catedral de México, construida con piedras de templos mexicas poco después de la conquista. Esta portada fue trasladada piedra por piedra hasta aquí en el siglo XVII y es uno de los pocos elementos arquitectónicos del siglo XVI que aún se conservan en el Centro Histórico.

Además, la iglesia conserva el mural “Apocalipsis” de José Clemente Orozco, una obra inacabada pero de gran fuerza visual, inspirada en las visiones bíblicas del fin del mundo y los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Aunque resultó dañada en el sismo de 2017, sigue siendo una de las pocas obras de este muralista en un espacio sacro.

Celebraciones religiosas y tradición viva

La iglesia celebra dos fiestas principales cada año. Una es la dedicada a Jesús Nazareno, el quinto viernes de Cuaresma, con un solemne Viacrucis por el Centro Histórico. La otra, el 8 de diciembre, honra a la Inmaculada Concepción, representada aquí con una singular escultura de la Virgen Alada o Virgen del Apocalipsis, símbolo de victoria y protección divina.

Además, en el altar se venera con especial devoción al Señor de la Misericordia, lo que convierte a este recinto en un importante punto de encuentro para los fieles de la capital.

La Iglesia de Jesús Nazareno e Inmaculada Concepción no es solo un templo católico, sino una cápsula del tiempo que guarda algunos de los capítulos más importantes, intensos y simbólicos de la historia de México. Si visitas el Centro Histórico, no dejes pasar la oportunidad de conocer este lugar que mezcla arte, devoción y pasado colonial en un solo espacio.