No puedo recordar quién fue la persona que me habló de La Pitaya, o si me lo topé por casualidad en Google, pero a quien haya sido, ¡solo quiero decirle gracias! Gracias por despertarme la curiosidad de ir hasta la colonia Vallejo para descubrir este pequeño changarro yucateco, sin tener que viajar tan lejos. Gracias por hablarme de un rinconcito donde sirven auténtica comida yucateca, con precios súper accesibles y un servicio que te hace sentir como en casa.

La Pitaya es un local chiquitito, escondido en la esquina de Tetrazzini y León Cavallo (o Leoncavallo), que fácilmente podría pasar desapercibido si no fuera por la modesta lona que anuncia el nombre y por las dos mesitas en la banqueta, listas para recibir a los y las comensales aventurerxs. Si te asomas, te vas a encontrar con tres o cuatro mesitas más, un refrigerador con bebidas y, al fondo, una pequeña barra que conecta directo con la cocina. Un lugar sencillo, sin pretensiones, pero con lo necesario para que comas delicioso y sin gastar de más.
Como buen restaurante yucateco, la reina absoluta de la casa es la cochinita pibil. Puedes pedirla en tacos, tortas (o barras, como les dicen aquí), molletes, panuchos o salbutes. Y ojo, porque en el tema de las tortas tienen opciones interesantes: está la clásica de cochinita, pero también hay una Especial, con mantequilla clarificada y deslactosada (pura indulgencia); o la Barra Caribeña, que combina frijoles, plátano y cochinita. Y hablando de antojitos, tienen dos tipos de pambazo: el tradicional, con lechuga, pepino, jitomate y aguacate; y el chilango, que viene sin verdura, porque así nos gustan las cosas en la capital.

Pero como no solo de cochinita vive el yuca, en La Pitaya también tienen carne ahumada, preparada con la receta tradicional de Temozón, Yucatán, y unas manitas pibil que son, según dicen, la especialidad de la casa. Si te late el antojo más casero, puedes pedir un tamal yucateco (también llamado vaporcito) con filete de puerco, pechuga de pollo y una salsita de masa con jitomate frito. Y si llegas con ganas de desayuno, te esperan unos épicos huevos motuleños, o huevos con longaniza de Valladolid ahumada, o hasta huevos con chorizo negro o con chaya.
Eso sí, los fines de semana se pone mejor porque sacan joyitas como los lomitos de Valladolid, que puedes pedir en orden o en taco. Además, hay platillos sorpresa que aparecen de vez en cuando, como la sopa de lima, lechón, recado negro, puchero o el clásico frijol con puerco. Y para acompañar, nada como un taxcalate, agua de xilacayote o un agua de chaya, perfectos para refrescarte.

Pero más allá de la increíble sazón, lo que realmente hace especial a La Pitaya es el servicio. Siempre te recibe y atiende el propio chef y dueño, que no solo te recomienda lo mejor del menú, sino que se toma el tiempo de explicarte cada platillo con todo el amor que le tiene a su cocina.
Así que, si andas en busca de un lugar donde comer auténtica comida yucateca, sin gastar una fortuna y con la mejor atención, lánzate a la colonia Vallejo y date el gusto de visitar La Pitaya. Te prometo que no te vas a arrepentir.
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Dirección: Tetrazzini #295, Colonia Vallejo, Ciudad de México, CDMX (el local está sobre Berlin)
Horario: Martes a domingo de 9:00 a 15:00 hrs.
Costo por persona: Menos de $250 pesos