Existen innumerables razones para dejar de consumir carne y optar por una dieta vegetariana o vegana. Esta decisión puede surgir por compasión y respeto hacia los animales de granja, que suelen ser sacrificados para el consumo humano, o para reducir nuestra huella ambiental, ya que la producción de carne genera grandes cantidades de CO₂ y consume enormes volúmenes de agua. También puede ser parte de una estrategia para bajar de peso o prevenir enfermedades zoonóticas. Además, adoptar una dieta basada en vegetales puede ayudar a controlar la diabetes tipo 2, la gota, la hipertensión, el colesterol y los triglicéridos. Otras razones pueden ser motivaciones espirituales o incluso cuestiones económicas, ya que las dietas vegetarianas suelen ser más accesibles y sostenibles.

Aunque en México, y gran parte de Occidente, cada vez hay más personas vegetarianas, en la Corea del Sur de 2007 esto no era tan común. En aquel entonces, Corea del Sur se estaba alejando de la religión y lo espiritual (antes de 2005, gran parte de la población se consideraba budista o cristiana, pero en el censo de ese año, la mitad de la población declaró no profesar ninguna religión). Además, el consumo de carne se había convertido en una especie de lujo; una forma de demostrar poder adquisitivo al comer carne blanca o roja todos los días.

Yeong-hye era una mujer más común que corriente, sin nada que la hiciera destacar. Cheong, su esposo, la había elegido precisamente porque no sobresalía del resto, lo que le evitaba la presión de parecer más culto o de destacar socialmente. Esta aparente estabilidad les permitió construir una relación sólida y tranquila. Sin embargo, una noche, después de una larga jornada laboral, Cheong encontró a Yeong-hye en la cocina metiendo en una bolsa miles y miles de wones de carne a la basura. Ella estaba absorta en sí misma, como si estuviera sonámbula. Al exigirle una explicación, lo único que ella pudo decir fue que había tenido un sueño.

Desde ese sueño, Yeong-hye nunca volvió a ser la misma. Decidió dejar de consumir carne porque le daba asco su aroma, un rechazo tan profundo que llegó al punto de no querer acostarse con su esposo porque olía a carne. Como era de esperarse, ni a Cheong ni a la familia de Yeong-hye les gustó la idea de que se volviera vegetariana. No solo la tomaron por loca por no darles una razón “válida” para dejar de comer carne —al fin y al cabo, pudo volverse budista—, sino que también buscaron, por todos los medios, obligarla a retomar la carne, lo que desencadenó una serie de consecuencias que afectaron a la mujer y a toda su familia.

La Vegetariana es la tercera novela de Han Kang, ganadora del Premio Nobel de Literatura 2024. Esta novela corta narra la historia de una mujer que, de manera radical, decide —o quizá es forzada por su subconsciente— a dejar de comer carne y adoptar una dieta completamente vegetariana (aunque, en realidad, su estilo de vida parece más cercano al veganismo). Sin embargo, La Vegetariana va más allá de una simple historia sobre el cambio de dieta: nos sumerge en un viaje hacia la locura, o lo que su familia percibe como tal, mientras nos permite explorar la cultura coreana y los recovecos más oscuros de una familia aparentemente normal.

Dividida en tres partes, la novela utiliza el devenir de Yeong-hye como pretexto para adentrarse en la mente y la vida de otros tres personajes. La primera parte, La Vegetariana, está dedicada a Cheong, el esposo de la protagonista; la segunda parte, La Mancha Mongólica, explora la mente y las perversiones del cuñado de Yeong-hye; y la tercera parte, Los Árboles en Llamas, profundiza en la psicología de In-hye, la hermana de la protagonista. Cada una de estas historias fue publicada originalmente como novela corta y, aunque pueden leerse de forma independiente, al hacerlo en el orden propuesto en la novela completa adquieren un sentido y una profundidad únicos, llevándonos por la vida de estos personajes mientras enfrentan la “locura” de Yeong-hye.

La Vegetariana es una reflexión sobre la violencia humana, el deseo, la vergüenza, la empatía y la locura como una forma de romper con lo “normal”. Perotambién es una crítica al papel de las mujeres en sociedades patriarcales que reprimen la individualidad y castigan la disidencia. Yeong-hye, al romper con las normas impuestas, es vista como un peligro para el equilibrio familiar y social, lo que la convierte en víctima de una violencia silenciosa que la empuja a un abismo del que es difícil salir. Han Kang, con una prosa delicada pero demoledora, nos invita a cuestionar los límites de la cordura y la libertad en un entorno donde ser diferente puede ser considerado un acto de rebeldía imperdonable.