Si algo nos enseñaron personajes como Indiana Jones, Hellboy o el Capitán América, es que los ejércitos siempre han fantaseado con obtener ventajas a través de lo paranormal. Solo imagina el poder de abrir el Arca Perdida y desatar sus fuerzas para aniquilar al enemigo. Sin embargo, ya somos adultxs —o al menos eso nos dicen— y es momento de dejar atrás las creencias en fantasmas, hadas y amuletos mágicos. Aun así, hay un terreno que sigue despertando fascinación: el Poder Mental y su capacidad para interactuar con la energía que nos rodea, desde mover objetos con la mente hasta manipular moléculas para atravesar paredes… o, incluso, matar a una cabra.

Sí, matar a una cabra. Suena extraño, pero piénsalo: si un ejército lograra desarrollar habilidades mentales al punto de causar la muerte de un animal solo con la concentración, ese conocimiento podría convertirse en un arma revolucionaria para el espionaje o el combate. Soldados con habilidades psíquicas, capaces de controlar su entorno con el pensamiento. Básicamente, una versión real de los Caballeros Jedi —solo faltarían los sables de luz para completar el cuadro—. Sería el sueño de cualquier fan de los cómics, los videojuegos o Star Wars.

Aunque todo esto parece sacado de un cómic de ciencia ficción o de las extravagantes obsesiones esotéricas de Hitler, la idea de crear supersoldados mediante el aprovechamiento del poder mental (y otras técnicas cercanas a lo paranormal) no es tan descabellada como suena. De hecho, el ejército de Estados Unidos lleva décadas financiando proyectos de investigación enfocados en explorar las capacidades ocultas de la mente humana y su posible uso en el campo de batalla.

Ese es precisamente el tema central de Los hombres que miraban fijamente a las cabras, una investigación periodística de Jon Ronson, quien se sumerge en los extraños experimentos llevados a cabo por las Fuerzas Especiales estadounidenses. Uno de los más peculiares se realizó en un laboratorio conocido como “Labo Cabras” (ubicado en Fort Bragg, California), donde soldados se dedicaban, literalmente, a observar fijamente a cabras con la intención de controlarlas mentalmente… o matarlas con la mente.

A través de entrevistas con los protagonistas de estos experimentos, Ronson revela un panorama tan insólito como inquietante: intentos de asesinar cabras (y hámsteres) con el poder de la mente, el desarrollo de técnicas para inducir control mental mediante ondas subconscientes e incluso la creación de sonidos diseñados para causar desorientación, diarrea incontrolable o colapsos nerviosos (muy al estilo del infame “sonido marrón” de South Park).

El libro también explora episodios reales de tortura psicológica empleada durante la Guerra de Irak, donde se utilizaba música infantil —incluida la pegajosa canción de Barney— como herramienta de manipulación, así como las cuestionables técnicas aplicadas en Guantánamo para obtener confesiones de prisioneros sospechosos de terrorismo.

Los hombres que miraban fijamente a las cabras es una lectura tan fascinante como perturbadora. Ronson mezcla humor y seriedad para llevarnos de la mano por este extraño universo donde lo paranormal y lo militar se cruzan de formas inesperadas. Con un estilo ágil y entretenido, el libro te mantiene atrapadx mientras revela el lado más bizarro de las ambiciones militares estadounidenses por desarrollar supersoldados, armas psíquicas y técnicas de tortura que parecen sacadas de una novela de ciencia ficción… pero que son dolorosamente reales. Sin duda, una recomendación obligada para quienes disfrutan de las historias donde la realidad supera a la ficción.