El Sistema de Transporte Colectivo (STC) de la Ciudad de México no solo conecta a millones de personas a diario, sino que también teje una red de historias que nos permiten entender mejor el pasado y la identidad de la ciudad. Una de las estaciones más emblemáticas de esta red es El Rosario, ubicada en la Línea 6 y Línea 7, y conocida por ser la terminal norte de ambas líneas. Pero, ¿qué se esconde detrás de este nombre tan evocador?
La estación de metro El Rosario toma su nombre de la colonia y la unidad habitacional que la rodean, ambas conocidas como El Rosario. Sin embargo, el nombre tiene raíces más profundas que se remontan a la época colonial, específicamente al siglo XVI, cuando la orden de los jesuitas estableció una gran extensión de tierras en las cercanías de Azcapotzalco. En estas tierras, los jesuitas levantaron un monasterio y una iglesia, que pusieron bajo la advocación de la Virgen del Rosario. Esta devoción mariana, muy extendida en el catolicismo, se materializó en el nombre que se le dio a la zona: El Rosario.
El rosario, como objeto religioso, es un conjunto de cuentas utilizado para la práctica de la oración, y su significado trascendió a tal punto que dio nombre a toda la región. El ícono de la estación de metro El Rosario representa precisamente estas cuentas de un rosario, un símbolo que evoca la fe y la tradición religiosa que marcaron el origen del lugar.
De la expulsión de los jesuitas a la hacienda de El Rosario
La historia de la zona dio un giro significativo en 1767, cuando los jesuitas fueron expulsados de México por orden del rey Carlos III de España. Tras la expulsión, las tierras que pertenecían a la orden religiosa fueron subastadas, y muchas de ellas fueron adquiridas por ricos mineros de la época. Uno de estos acaudalados compradores fue Pedro Romero de Terreros, primer conde Marqués de San Cristóbal y San Francisco, quien obtuvo el latifundio de El Rosario, convirtiéndolo en una hacienda próspera.
La hacienda de El Rosario, bajo la propiedad de Romero de Terreros, se convirtió en un importante centro de actividad agrícola y ganadera en la región. Sin embargo, con el tiempo, la hacienda fue fraccionada y sus tierras se dividieron, dando lugar a lo que hoy conocemos como la Unidad Habitacional El Rosario, una de las más grandes de la Ciudad de México.
La estación El Rosario: un punto de encuentro
Inaugurada el 29 de noviembre de 1988, la estación de metro El Rosario se convirtió en un nodo crucial para el transporte público en la zona norte de la ciudad. Al ser la terminal de las líneas 6 y 7, la estación no solo sirve a los residentes de la Unidad Habitacional El Rosario, sino también a una gran cantidad de personas que se desplazan desde y hacia los municipios del Estado de México.
El Rosario es un ejemplo perfecto de cómo los nombres de las estaciones del metro de la Ciudad de México no solo indican una ubicación geográfica, sino que también cuentan una historia de transformación y evolución social. Lo que una vez fue un monasterio y luego una hacienda dedicada a la agricultura y la devoción religiosa, hoy es una bulliciosa comunidad urbana, conectada al corazón de la ciudad por uno de los sistemas de transporte más grandes del mundo.
La estación El Rosario es testigo diario del ir y venir de miles de personas, cada una con sus propias historias y destinos, pero todas unidas por el mismo espacio que alguna vez fue tierra fértil para el cultivo y ahora lo es para el desarrollo humano y social. Al transitar por esta estación, es fácil olvidar la rica historia que se esconde detrás de su nombre, pero basta con detenerse un momento y reflexionar para darse cuenta de cómo la Ciudad de México ha crecido y cambiado a lo largo de los siglos.