El Monumento a la Revolución Mexicana, ubicado en la colonia Tabacalera, es mucho más que una impresionante estructura de cantera, mármol y cobre. Es un símbolo de la historia y el cambio en México, que nos recuerda los profundos cambios que marcaron el siglo XX. Este monumento, aunque ahora es uno de los íconos más visitados de la Ciudad de México, tiene una historia que comienza mucho antes de su inauguración.

Originalmente, el Monumento a la Revolución iba a ser la cúpula de un majestuoso Palacio Legislativo, un proyecto impulsado por el entonces presidente Porfirio Díaz. En 1910, durante el Centenario de la Independencia, Díaz colocó la primera piedra del proyecto que había comenzado en 1897, pero que quedó marcado por el turbulento contexto de la Revolución Mexicana. A medida que la revolución avanzaba, la obra se detuvo y el país cambió para siempre. Con el asesinato de Francisco I. Madero en 1913 y la continuidad del conflicto, el Palacio nunca se completó. La estructura metálica que se había comenzado a construir en terrenos cercanos al Paseo de la Reforma pasó a ser un testigo mudo del cambio.

Años después, en 1933, el arquitecto Carlos Obregón Santacilia vio en la abandonada estructura un potencial para crear algo que honrara a los héroes de la Revolución Mexicana. En lugar de construir un edificio legislativo, propuso convertir lo que quedaba de la cúpula en un monumento. Así nació el Monumento a la Revolución, que finalmente se completó en 1938 con un estilo único que mezcla el Art Deco y el Realismo Socialista Mexicano, todo sobre una base neoclásica que recuerda su origen. A lo largo de los años, el monumento no solo se ha mantenido como un tributo a la Revolución, sino también como el lugar de descanso de varios de los grandes personajes históricos de ese periodo.

El Monumento no solo honra a los héroes de la Revolución, sino que también alberga sus restos. Francisco I. Madero, Plutarco Elías Calles, Venustiano Carranza, Lázaro Cárdenas y Francisco “Pancho” Villa descansan en sus criptas, convirtiendo al monumento en un mausoleo donde la historia se entrelaza con la memoria de quienes contribuyeron a transformar México.

El escultor Oliverio Martínez fue el encargado de diseñar las enormes esculturas que adornan las esquinas del monumento. Cuatro grupos escultóricos representan episodios clave de la Revolución Mexicana: La Independencia, Las Leyes de Reforma, Las Leyes Agrarias y Las Leyes Obreras. Estas figuras imponentes, de casi 10 metros de altura, son más que simples esculturas; son manifestaciones de un México que luchaba por sus derechos y por una nueva forma de gobernarse.

El Monumento a la Revolución no es solo un lugar de reflexión histórica; es también un punto de vista espectacular sobre la Ciudad de México. En 2010, se reabrió el mirador que ofrece una vista impresionante de la ciudad, accesible ahora por un elevador panorámico. Desde aquí, se puede observar todo el dinamismo de la ciudad mientras se admiran los detalles de la arquitectura del monumento, como las columnas que albergan los restos de los héroes revolucionarios, la doble cúpula revestida en cobre y las esculturas que siguen narrando la lucha por la justicia social.

El Monumento a la Revolución es sin duda un lugar emblemático de la Ciudad de México, que no solo conmemora un evento histórico, sino que también cuenta la historia de la transformación de una nación. Cada rincón de este monumento nos invita a reflexionar sobre el pasado, pero también sobre el futuro, haciendo de este lugar una parada obligada para todo visitante de la capital mexicana.

Prepara tu Visita
Dirección: 
Plaza de la República s/n, Tabacalera, Ciudad de México, CDMX