En el corazón del Centro Histórico, a solo unas cuadras del Zócalo, hay un lugar que guarda siglos de historia entre muros de tezontle y cantera. Se trata del Museo de la Ciudad de México, un espacio que no solo celebra el arte y la cultura capitalina, sino que habita un antiguo palacio virreinal con una historia digna de novela.

El museo se encuentra en el antiguo Palacio de los Condes de Santiago de Calimaya, una joya de la arquitectura barroca novohispana que comenzó su historia en 1536 como una “casa-fuerte”, con torreón y todo, construida por orden del licenciado Juan Gutiérrez Altamirano, primo político de Hernán Cortés. En esa época, la calle donde se ubica era la elegante calzada de Iztapalapa, ideal para que la nobleza construyera sus residencias justo frente al Palacio Virreinal.

Con el paso de los siglos, la casona fue heredada por generaciones de la familia Altamirano Velasco, quienes en 1616 recibieron oficialmente el título de Condes de Santiago de Calimaya. El séptimo conde, en plena época de reformas borbónicas, fue quien mandó reconstruir por completo la casa a finales del siglo XVIII. Así nació el palacio que hoy conocemos, obra del reconocido arquitecto criollo Francisco Antonio de Guerrero y Torres.

Pero los condes no disfrutaron mucho tiempo su nuevo hogar: apenas en 1781 dejaron de habitarlo, y el edificio pasó por una larga etapa como vecindad y espacio comercial. No fue sino hasta 1960 que el entonces Departamento del Distrito Federal decidió rescatarlo y convertirlo en un museo. Tras una remodelación dirigida por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, el Museo de la Ciudad de México abrió sus puertas el 31 de octubre de 1964.

Hoy, el museo no solo cuenta la historia de la ciudad, también la celebra a través de exposiciones temporales que nos muestran cómo la ven y la sienten artistas plásticos contemporáneos. Es un espacio que da cabida a todas las miradas y que se mantiene activo con conciertos, obras de teatro, conferencias, presentaciones de libros, talleres y hasta visitas guiadas especializadas.

En sus once salas permanentes puedes encontrarte con verdaderas joyas, como el estudio del pintor impresionista Joaquín Clausell —sí, ¡con mural incluido!—, una capilla y sacristía que cuentan la historia del edificio, y una muestra llamada Miradas a la Ciudad, que desde 2018 reflexiona sobre la vida urbana chilanga con ayuda de arte, objetos, tecnología y datos históricos. También puedes visitar la biblioteca Jaime Torres Bodet, con más de 1,500 volúmenes sobre la capital mexicana, y la librería Guillermo Tovar de Teresa del Fondo de Cultura Económica.

El Museo de la Ciudad de México no le teme a los temas profundos. Aquí se han presentado exposiciones memorables como El exilio español en la Ciudad de México (2014), A 30 años del sismo del 85 (2015) o Imágenes para ver-te (2016), una potente reflexión sobre el racismo en México. También ha sorprendido con experiencias sensoriales como Luz e Imaginación y exposiciones monumentales como La Ciudad de México en el arte. Travesía de ocho siglos, que recorrió la historia capitalina a través de pintura, cine, arquitectura y más.

El Museo de la Ciudad de México no es solo un espacio para mirar; es un lugar para sentir, cuestionar y redescubrir lo que significa vivir en la Ciudad de México. Así que si andas por el Centro Histórico, no dudes en darte una vuelta por este palacio lleno de historias, arte y corazón chilango.

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Dirección:
 José María Pino Suárez #30, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: $40 pesos
Horario: Martes a domingo de 10:00 a 18:00 hrs.
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