Si caminas por el Centro Histórico de la Ciudad de México, específicamente en la esquina de las calles Venustiano Carranza y Bolívar, encontrarás un monumento que no solo cuenta la hora, sino también una historia de amistad, migración y cultura compartida: el Reloj Otomano. Este emblemático reloj ha visto pasar más de un siglo de historia y hoy es el protagonista de la plaza que lleva su nombre.

En 1910, mientras México celebraba con bombos y platillos el Centenario de su Independencia, el gobierno del Imperio Otomano decidió unirse a la fiesta con un regalo muy especial: un reloj monumental que simbolizara la amistad entre ambas naciones. Aunque el Imperio Otomano desapareció en 1922, el Reloj Otomano sigue en pie, recordándonos los lazos que unen a México con las comunidades libanesa, turca y siria que llegaron al país.

A finales del siglo XIX y principios del XX, miles de migrantes del Imperio Otomano llegaron a México buscando nuevas oportunidades. Principalmente eran judíos sefardíes, libaneses maronitas, turcos musulmanes y sirios. Estas comunidades no solo se asentaron en lugares como la Ciudad de México, Puebla, Veracruz y Yucatán, sino que dejaron una huella imborrable en la cultura mexicana. ¿Un ejemplo delicioso? Los tacos árabes, que con el tiempo evolucionaron en el popular taco al pastor, un ícono de la gastronomía chilanga.

El reloj no está solo. La plaza donde se encuentra también tiene una historia fascinante y una variedad de nombres a lo largo de los años. En el siglo XIX, aquí había un aljibe que abastecía al antiguo Colegio de Niñas (hoy Club de Banqueros). Después de varias remodelaciones, la plaza pasó a llamarse Plaza 5 de Mayo y más tarde Plaza Victoria, aunque ninguno de estos nombres se impuso del todo.

Un detalle encantador de la plaza es la escultura de una rana tocando un laúd, que se cree data del siglo XIX. Este peculiar monumento rinde homenaje a los músicos que frecuentan la calle 16 de Septiembre para comprar instrumentos. Por esta razón, la plaza también es conocida como Plaza de la Ranita.

En 2010, con motivo del Bicentenario de la Independencia de México y el Centenario de la entrega del reloj, los gobiernos de Turquía y Líbano unieron fuerzas para restaurarlo. El reloj, adornado con azulejos y arcos que evocan la arquitectura otomana, volvió a lucir en todo su esplendor.

En lo alto, una veleta con tres símbolos cuenta una historia de unión y diversidad: el escudo de México, la media luna turca y el cedro libanés. Este detalle no solo adorna el reloj, sino que celebra la riqueza cultural que nace del encuentro de pueblos diferentes.

Hoy, el Reloj Otomano no solo marca el paso del tiempo, sino que nos invita a detenernos un momento y reflexionar sobre las historias que convergen en la Ciudad de México. Ya sea que vayas a admirar su diseño, a curiosear en la plaza o a deleitarte con un taco al pastor en los alrededores, este rincón te recibirá con los brazos abiertos y un pedacito de historia que nunca pasa de moda.

¡La próxima vez que pasees por el Centro Histórico, no olvides hacer una parada frente al Reloj Otomano!

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Dirección:
 Calle de Bolívar #37, esquina con Venustiano Carranza , Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX