Era una tarde de sábado y, a pesar del calor, me dio un enorme antojo de ramen. Tenía dos opciones: ir al ramen de Santa María la Ribera, pero me daba flojera cruzar la barrera urbana de La Raza; o ir a mi ramen consentido en la zona de Lindavista, pero por las fechas se habían tomado unas vacaciones. Así que, para no quedarme con el antojo ni tener que ir tan lejos, me puse a buscar lugares cercanos a mi casa. Fue así como me topé con Shonen Ramen, en la colonia La Raza, a unas dos pequeñas calles del hospital con el mismo nombre.

Al llegar a Shonen Ramen descubrí que era un lugar tan sencillo como lo había imaginado, y tan modesto como la colonia en la que se encuentra. Afuera tenía una pequeña mesa de picnic y, detrás de unas noren —las típicas cortinas japonesas—, se entraba a un local diminuto con apenas dos mesas tipo gabinete y una pequeña barra donde cocinan y sirven los caldos. Al fondo, un letrero luminoso mostraba a un Maneki Neko comiendo ramen. También había pequeñas figuras del mismo gato de la suerte sobre las mesas, junto a un recipiente con cucharas, palillos chinos y japoneses (sí, son diferentes), desechables y unos adaptados para infancias o personas que no sepan usarlos con facilidad.

Una vez en mi lugar, el chef de Shonen Ramen me explicó que el menú se compone solo de cuatro platillos: Shoyu Ramen, Miso Ramen, Ramen Picante y Ramen Especiado. El Shoyu y el Miso son muy similares, ambos con fondo de pescado; pero el primero está hecho a base de salsa de soya, mientras que el segundo lleva pasta miso, elaborada con semillas de soya fermentadas. El Picante, por su parte, lleva fondo de ostiones y chile, y el Especiado está preparado principalmente con fondo de jaiba.

Las cuatro opciones sonaban bien, pero al final me decidí por el Miso Ramen, por ser el más “tradicional” y porque suele ser el más común en otros restaurantes de ramen de la CDMX. Al ordenar, me preguntaron si lo quería con pollo o con cerdo. Elegí cerdo, otra vez, por ser lo más clásico.

Después de ordenar, me trajeron un plato generoso, bien servido, con una buena cantidad de elote, cebollín, alga, un huevo cocido y carne de cerdo. También me ofrecieron un pequeño bote de salsa picante, por si quería darle un toque más atrevido. Debo confesar que la salsa me encantó, aunque es engañosa: al principio parece que no pica nada, pero conforme uno avanza, se va poniendo más intensa.

¿Y el sabor del ramen? La verdad, está bastante bueno. No puedo decir que es el mejor que he probado en la CDMX, pero sí que cumple muy bien, y por el precio vale cada peso. Además, un detalle que me encantó es que, a pesar de ser un lugar sencillo, preparan su propia pasta y hacen todos los fondos desde cero, buscando siempre ofrecer buena calidad.

Al final salí contento de Shonen Ramen. Comí un ramen rico, me refresqué con un Calpis, y disfruté de un servicio amable y cercano, todo por menos de $125 pesos. Así que seguramente volveré cuando me vuelva a dar el antojo y esté por casa. Y es que, no siempre tienes que ir a la Roma, Condesa o Polanco y gastarte tu quincena para comer algo rico y reconfortante; a veces, solo tienes que caminar unos pasos desde tu casa o trabajo para descubrir un pequeño tesoro gastronómico como lo es Shonen Ramen.

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Dirección: Quiches #56, Colonia La Raza, Azcapotzalco, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: Menos de $200 pesos
Horario: Lunes a domingo de 12:00 a 22:00 hrs.