Si alguna vez has pasado por la Avenida Insurgentes Norte o la Avenida Ricardo Flores Magón, seguro te has topado con un imponente prisma triangular que domina el horizonte de Tlatelolco. Se trata de la Torre Insignia, un coloso de concreto armado que no solo es el edificio más alto de la zona, sino también un testigo silencioso de la historia y la transformación de la Ciudad de México.

Diseñada por el renombrado arquitecto Mario Pani y terminada en 1962, esta torre de 127 metros de altura y 25 pisos se convirtió en un símbolo de la modernidad de su época. Originalmente, fue la sede del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras), un reflejo de la creciente urbanización de la capital. Y por si fuera poco, durante años ostentó el título de ser el segundo edificio más alto de la ciudad, solo por debajo de la Torre Latinoamericana.

Pero la Torre Insignia no solo destaca por su altura y diseño geométrico. En su punto más alto resguarda un carillón con 47 campanas, un regalo del gobierno de Bélgica a la Ciudad de México en conmemoración del 150 aniversario de la Independencia. Este es, ni más ni menos, el carillón más grande de América y la torre de carillón más alta del mundo. Aunque su sonido no es tan frecuente, cuando sus campanas repican, llenan de historia y nostalgia el aire de Tlatelolco.

A lo largo de los años, la torre ha tenido una vida un tanto ajetreada. A pesar de haber sido abandonada tras el sismo de 1985, se comprobó que su estructura estaba intacta y se le ha considerado uno de los edificios más seguros de la ciudad. Ha resistido múltiples terremotos, incluyendo el de 2017, sin presentar daños significativos. Luego de varias remodelaciones, en 2011 reabrió sus puertas como un corporativo de oficinas, demostrando que la modernidad y la historia pueden convivir bajo un mismo techo.

Hoy en día, la Torre Insignia sigue siendo un referente visual inconfundible en el paisaje urbano de la capital. Ya sea que la observes desde el Metro Tlatelolco (que, por cierto, usa su silueta como logotipo) o desde la estación Manuel González del Metrobús, esta joya arquitectónica sigue en pie, desafiando el tiempo y recordándonos la audaz visión de Mario Pani y la evolución de la Ciudad de México.

La próxima vez que pases por Tlatelolco, levanta la vista y saluda a la Torre Insignia, un gigante de concreto que, con su peculiar forma triangular y su carillón dormido, sigue contando historias a quienes están dispuestos a escuchar.

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Dirección:
 Torre Insignia (a un costado de Insurgentes), Tlatelolco, Ciudad de México, CDMX, Ciudad de México, CDMX