Se dice que la torta mexicana —esa delicia en la que cabe de todo, desde carnes frías hasta sardinas, entre dos mitades de telera— surgió en 1892. Según cuenta la leyenda, un niño llamado Armando Martínez, de apenas once años, llegó un día a su casa con hambre y, ante la falta de comida “formal”, se le ocurrió meter jamón, jitomate y aguacate en una telera. Le gustó tanto su invento que decidió abrir la primera tortería del país, justo en su casa, ubicada en el callejón del Espíritu Santo (hoy calle Motolinía).

Otra versión apunta a un taquero de la época porfiriana, quien, en un arranque de creatividad, cambió la tortilla por pan de trigo… y así nació la torta. Pero “haiga sido como haiga sido”, lo importante es que, por prácticas y accesibles, las tortas se ganaron un lugar entre los antojos más queridos del México moderno.
Eso sí: no siempre fueron como las conocemos hoy. Bueno… sí, pero no. Hasta 1956, las tortas que se vendían por todo el entonces Distrito Federal eran frías. ¿Frías? Así es: de queso, jamón y otras carnes frías, sin mayor intervención.
Todo cambió cuando Leopoldo Sánchez Preciado, mejor conocido como Don Polo, abrió un local de tortas en el número 18-A del multifamiliar Miguel Alemán (sí, el que diseñó Mario Pani y compañía). Para destacar entre la marea de torterías que ya existían, Don Polo tuvo una gran idea: vender tortas calientes. Calentaba el pan con mantequilla en la plancha y usaba ingredientes calientes en el relleno. ¡Una innovación total! Su éxito fue inmediato, y desde entonces, Tortas Don Polo se ha mantenido como una de las torterías más icónicas de la Ciudad de México.

Si a estas alturas te preguntas qué puedes comer en Tortas Don Polo, tal vez no pusiste mucha atención. Pero no te vayas con la finta: aquí no solo hay tortas. El menú es bastante amplio e incluye desayunos como molletes, hot cakes, chilaquiles y huevos al gusto. También hay sopas y pastas típicas de fonda (como consomé o sopa del día), antojitos variados y platillos con carne como milanesa, bistec, tacos y guisados. Y, por supuesto… tortas.
Las tortas de Don Polo son sencillas pero sabrosas. Hay de huevo, quesos, milanesa (mi favorita), salchicha, chorizo, jamón, pierna, chile relleno, bacalao y la clásica cubana, entre otras. Puedes pedirlas tal cual o combinar ingredientes. Todas se calientan a la plancha con mantequilla, lo que les da un toque cálido y reconfortante. Además, se acompañan con un ramequín de chiles jalapeños, que son una auténtica joyita.
Dato curioso: Leopoldo Sánchez, el fundador de Tortas Don Polo, es tío del portero Memo Ochoa. Desde 1995, el papá del futbolista, junto con su familia, se ha encargado de mantener viva la tradición de la tortería.

Visitar Tortas Don Polo es como hacer un viaje en el tiempo al México de mediados del siglo XX. Es una forma de disfrutar sabores sencillos y nostálgicos, al mismo tiempo que conoces un lugar que marcó historia en la gastronomía chilanga. La comida es rica y reconfortante; eso sí, los precios no son los más bajos, pero se entiende por la zona en la que se encuentra.
Así que, si andas por el Parque Hundido o el emblemático multifamiliar Miguel Alemán, no lo pienses mucho. Date una vuelta por Tortas Don Polo y prueba un buen pedazo de historia… con pan y mantequilla.
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Costo por persona: De $250 a $350 pesos
Página Web: tortasdonpolo.mx
Instagram: instagram.com/tortasdonpolo
Facebook: facebook.com/TortasDonPoloMX
Sucursal Féliz Cuevas (Matriz)
Dirección: Félix Cuevas No. 86-A Col. del Valle, Ciudad de México, CDMX
Sucursal Parque Hundido
Dirección: Gral. Porfirio Díaz No. 534
Col. Noche Buena, Ciudad de México, CDMX
Sucursal Féliz Cuevas (Matriz)
Dirección: Don Juan No. 116, Col. Nativitas, Ciudad de México, CDMX