Todas las entradas de: Rodrigo Delgado

Apasionado de la comida, siempre en busca de nuevos rincones donde disfrutar sabores únicos. Maestro de yoga y meditación, combina su espíritu tranquilo con su amor por la aventura como ciclista urbano. Admirador de la cultura mexicana, explora la magia de la Ciudad de México.

Parque Hundido (Luis G. Urbina), historia, naturaleza y cultura en la Colonia Del Valle

El Parque Hundido, oficialmente llamado Parque Luis Gonzaga Urbina, es uno de los espacios verdes más emblemáticos y queridos de la Ciudad de México. Ubicado sobre la transitada Avenida de los Insurgentes, en la alcaldía Benito Juárez, este parque destaca por su particular relieve hundido, su vasta biodiversidad, su riqueza cultural y su historia fascinante que conecta pasado y presente en un solo lugar.

Un poco de historia: de ladrillos a bosque y parque

El terreno donde ahora se extiende el Parque Hundido fue originalmente ocupado en el siglo XIX por la Compañía Ladrillera de la Nochebuena, una fábrica dedicada a la producción de ladrillos. Cuando la fábrica cerró, el hueco dejado por la extracción de arcilla creó una especie de gran “pozo” o hundimiento, de donde deriva el nombre popular del parque. Para contrarrestar el abandono, se plantaron múltiples especies de árboles, y el espacio comenzó a ser conocido como el Bosque de la Nochebuena.

Con la pavimentación y ampliación de la Avenida de los Insurgentes en la década de 1930, el gobierno capitalino decidió transformar este terreno en un parque público. Desde entonces, ha sido un pulmón verde vital para la zona, con extensas áreas de césped, árboles y jardines que invitan al descanso y la convivencia.

El reloj floral más grande de México

Uno de los atractivos más icónicos del Parque Hundido es su reloj floral, un enorme reloj de 10 metros de diámetro hecho por una prestigiosa casa relojera de Puebla. Este reloj se ubica al final de una escalinata que conduce a la Plaza Dolores del Río, dedicada a la famosa actriz mexicana que también brilló en Hollywood. El reloj no solo es funcional, sino también una obra de arte viviente que cambia con las estaciones al renovar sus coloridas flores.

Museo al aire libre y rutas arqueológicas

En 1972, el parque se enriqueció con un museo al aire libre que exhibe réplicas de piezas arqueológicas representativas de seis grandes culturas prehispánicas de México: zapoteca, maya, olmeca, totonaca, huasteca y las de la región del altiplano. Para recorrerlas, se crearon seis rutas marcadas con líneas de colores en el suelo, lo que convierte a la visita en una experiencia educativa y cultural al aire libre, ideal para toda la familia.

Audiorama y espacio cultural

El parque también cuenta con un audiorama con capacidad para 141 personas, rodeado de vegetación que proporciona un ambiente tranquilo para disfrutar de música clásica y poesía. Este espacio cultural es perfecto para quienes buscan un refugio de calma y arte en medio de la ciudad.

Más que un parque: punto de encuentro y biodiversidad

En la esquina de la Avenida Insurgentes con la calle Porfirio Díaz, se encuentra una majestuosa estatua ecuestre de Vicente Guerrero, héroe de la Independencia de México. Desde los años setenta, esta esquina es también punto de reunión dominical para cientos de ciclistas que realizan paseos en bicicleta, fomentando la convivencia y la vida saludable.

El Parque Hundido tiene una extensión aproximada de 100,000 metros cuadrados y es un oasis de biodiversidad urbana. Aquí conviven árboles como fresnos, álamos plateados, cipreses, eucaliptos, bambús, acacias y cedros, además de especies florales como azaleas y piracantos, y frutales como limones y naranjos. Gracias a esta variedad, el parque es un importante espacio para la conservación ambiental en la ciudad.

¿Por qué visitar el Parque Hundido?

  • Ubicación privilegiada en una de las avenidas principales de la Ciudad de México.
  • Reloj floral gigante, símbolo del parque y uno de los más grandes de México.
  • Rutas arqueológicas que acercan a niños y adultos a la historia prehispánica.
  • Audiorama para eventos culturales y momentos de relajación.
  • Zona de juegos infantiles ideal para las familias.
  • Ambiente natural y biodiverso para paseos, deportes y picnic.
  • Lugar histórico y punto de encuentro de ciclistas y amantes del aire libre.

Datos curiosos

  • El parque fue conocido popularmente como “Parque Chino” y “Parque del Amor” por sus vecinos.
  • Luis Gonzaga Urbina, su nombre oficial, fue un poeta mexicano que marcó la transición entre el romanticismo y el modernismo.
  • La construcción del parque contribuyó a la creación de una zona verde fundamental para mejorar la calidad del aire y la calidad de vida de lxs habitantes de Benito Juárez.

Si planeas un paseo en la Ciudad de México, no olvides incluir el Parque Hundido en tu itinerario para disfrutar de naturaleza, historia y cultura en un solo lugar.

Parroquia del Señor del Buen Despacho (Iglesia de Tlacotemecatl), un tesoro histórico y cultural en la Colonia Del Valle

La Parroquia del Señor del Buen Despacho, conocida también como la Iglesia de Tlacoquemécatl, es un lugar emblemático en la Ciudad de México que resguarda una historia fascinante que se remonta al siglo XVI. Originada como una ermita, esta iglesia ha sido testigo de transformaciones a lo largo de los siglos, reflejando tanto la arquitectura colonial como la evolución de las prácticas religiosas en la ciudad. Aunque su aspecto actual es relativamente moderno debido a múltiples remodelaciones, conserva detalles originales, como sus tallados autóctonos que reflejan la riqueza cultural mestiza de la región.

Una de las joyas más preciadas de esta parroquia es la escultura del Señor del Buen Despacho, una advocación peculiarmente mexicana de Cristo que se popularizó gracias a la creencia en la rapidez con la que responde a las peticiones y oraciones de las y los fieles. Esta imagen fue un regalo del rey Carlos V a la Catedral Metropolitana y data de entre 1620 y 1630. Tallada en madera ligera de colorín, mide aproximadamente 1.90 metros y pesa solo 15 kilos, lo que facilitaba su uso en procesiones religiosas. Su rostro, con características expresivas y detalladas, es una muestra clara del arte sacro novohispano.

Además de su valor religioso, el Señor del Buen Despacho destaca por su cuidadosa restauración reciente, donde expertxs en conservación del arte sacro realizaron un meticuloso proceso para limpiar, reparar y devolver el color original a la imagen. Este trabajo delicado incluyó el uso de técnicas especializadas y productos específicos para evitar dañar la pieza histórica, que a lo largo de sus siglos de existencia ha sufrido desgaste, especialmente en zonas como la cabeza debido a la corona de espinas móvil que porta.

En la base de esta imagen se encuentra un elemento arqueológico excepcional: un cuauhxicalli prehispánico, que originalmente era un recipiente para corazones humanos sacrificados en ceremonias rituales. Este cuauhxicalli, descubierto en 1982, simboliza la conexión profunda entre las tradiciones prehispánicas y la fe católica que conviven en la parroquia. Su presencia en el altar resalta el sincretismo cultural que caracteriza a muchas manifestaciones religiosas en México.

La Parroquia del Señor del Buen Despacho se ubica en el Jardín del Arte Tlacoquemécatl, un espacio público desde el cual se puede admirar su fachada y contemplar su valor histórico. A pesar de ser un templo pequeño y poco conocido, ofrece a visitantes y feligreses una experiencia única, llena de historia, arte y espiritualidad. Este lugar es perfecto para quienes desean conocer más sobre la riqueza cultural de la Ciudad de México, que combina elementos coloniales, autóctonos y religiosos en una sola experiencia.

En resumen, la Parroquia del Señor del Buen Despacho es mucho más que una iglesia: es un puente entre siglos y culturas, un testimonio vivo de la fe y una joya del patrimonio cultural de la CDMX que merece ser visitada y revalorada por locales y turistas por igual.

Capilla de la Inmaculada Concepción en Salto del Agua, un tesoro barroco en medio del caos citadino

En pleno corazón de la Ciudad de México, entre el ir y venir del Eje Central y la avenida Izazaga, se alza una joya poco conocida pero llena de historia: la Capilla de la Inmaculada Concepción, también llamada Capilla de Salto del Agua. Este pequeño templo barroco, rodeado de tráfico y modernidad, es un verdadero tesoro del siglo XVIII que sobrevive con dignidad en una de las intersecciones más transitadas del centro histórico.

Un legado del siglo XVIII

La historia de esta capilla comenzó en 1750, cuando se colocó la primera piedra bajo el patrocinio del maestro-escuela de la catedral, el doctor Francisco Navarijo. Fue erigida por orden del rey Carlos III, a petición del arzobispo Francisco Antonio Lorenzana, y apoyada por la Hermandad de la Purísima Concepción. La construcción concluyó en la década de 1760, y en 1772 fue elevada a la categoría de parroquia, rango que conserva hasta nuestros días.

Pese a las transformaciones urbanas, como la ampliación de la avenida en 1935, la capilla fue preservada, aunque quedó aislada en un camellón, frente a la icónica Fuente de Salto del Agua, construida en 1779 por Ignacio de Castera.

Una joya del barroco mexicano

Su arquitectura es una muestra viva del barroco novohispano. La capilla cuenta con una nave única, bóveda de cañón con lunetos y una elegante cúpula octagonal sobre el presbiterio. Los muros exteriores de tezontle y cantera chiluca le dan ese característico tono rojizo tan típico del Centro Histórico. Su portada principal se distingue por elementos como ángeles, querubines, granadas, cuernos de la abundancia y símbolos marianos, que resaltan el arte religioso de la época.

En el interior, que rara vez está abierto al público, destacan las columnas de cantera y un hermoso domo que merece ser contemplado. Si tienes suerte, podrías presenciar una Misa Tridentina (en latín), una experiencia espiritual única en la ciudad.

Misa Tridentina y comunidad activa

La Capilla de la Inmaculada Concepción es sede de la Fraternidad Sacerdotal San Pedro (FSSP), fundada bajo el amparo del Papa Juan Pablo II. Aquí se celebra regularmente la Misa Tradicional en latín, también conocida como Misa Tridentina, un rito lleno de solemnidad, recogimiento y belleza.

Aunque la mayoría de sus fieles no viven en el centro, la capilla recibe peregrinos de distintos estados como Puebla, Querétaro y Guadalajara. Además, su comunidad es muy activa: cada sábado se ofrecen cursos de catequesis básica y durante el año se realizan convivencias, celebraciones y momentos de formación espiritual.

El Jubileo de las 40 horas

Una de las tradiciones más significativas de esta parroquia es el “Santo Jubileo de las 40 horas”, que se celebra cada inicio de año. Durante tres días, lxs fieles participan en la adoración continua del Santísimo Sacramento, celebran Misas especiales y realizan una procesión por las calles cercanas. Esta devoción colectiva refleja la profunda fe e identidad comunitaria que caracterizan a esta parroquia.

Un rincón con historia, fe y cine

Esta capilla no solo ha sido testigo de siglos de fe y transformación urbana, sino también de arte cinematográfico. Aparece en la película La montaña sagrada (1973) de Alejandro Jodorowsky, añadiendo un toque cultural alternativo a su historia.

Además, se encuentra muy cerca del Colegio de las Vizcaínas, una de las obras barrocas más importantes de la ciudad.

Plaza y Capilla Tlaxcoaque (Capilla de la Santísima Concepción), un rincón de historia, devoción y represión en el Centro de la CDMX

En medio del ajetreo urbano de la Ciudad de México, entre avenidas transitadas como la 20 de Noviembre y la Calzada de Tlalpan, se encuentra un pequeño oasis histórico: la Capilla de la Santísima Concepción, también conocida como La Concepción Tlaxcoaque, junto con la Plaza Tlaxcoaque, que marca el límite sur del Centro Histórico de la capital.

Un templo barroco con raíces indígenas

Este pintoresco templo barroco del siglo XVII no solo es una joya arquitectónica, sino también un testimonio del pasado indígena de la ciudad. Originalmente fue consagrado como Templo de la Sangre de Cristo, en el antiguo barrio de Tlaxcoaque, habitado principalmente por población indígena. En 1677, gracias al donativo de una imagen de la Inmaculada Concepción por parte de una mujer indígena llamada María Francisca, la capilla fue rededicada a esta advocación mariana.

La capilla tiene planta de cruz latina, una sola nave y una cúpula en el crucero. Su fachada, orientada al norte, cuenta con una única torre con campanario en el lado oriental, cuya cúpula estuvo recubierta de azulejos. Construida con piedra volcánica y decorada con relieves vegetales, figuras de ángeles y detalles artesanales, se sabe que artistas indígenas participaron en su construcción. Las puertas, por ejemplo, muestran representaciones de San José y la Inmaculada Concepción, mientras que las pilastras podrían representar a sus antiguos benefactores.

Plaza Tlaxcoaque: historia, memoria y transformación

La Plaza Tlaxcoaque es el espacio que rodea la capilla. Hasta principios del siglo XX, esta área formaba parte de un barrio popular lleno de callejuelas, que funcionaban como atrio natural del templo. Pero en los años 30, con la expansión vial, muchas construcciones fueron demolidas para dar paso a avenidas modernas, y la capilla quedó aislada en medio de un entorno más urbano y caótico.

La plaza también tiene un pasado oscuro. Durante décadas, albergó el edificio de Policía y Tránsito del entonces Departamento del Distrito Federal, que en las décadas de 1960 a 1980 funcionó como centro de detención y tortura de disidentes políticos, jóvenes marginados y personas en situación de calle. Tras el sismo de 1985, el edificio fue demolido, pero sus sótanos se preservan como un memorial a las víctimas de violaciones a los derechos humanos.

Restauración y nuevos símbolos

En el marco del bicentenario de la Independencia de México y del centenario de la Revolución, el Gobierno de la Ciudad de México firmó un convenio con la Embajada de Azerbaiyán para restaurar la capilla y remodelar la plaza. El proyecto, diseñado por lxs arquitectxs Antonio Sposito, Elena Bruschi y el mexicano René Caro, se llevó a cabo en 2012 con financiamiento azerí.

Durante esta intervención se rediseñó el pavimento, se añadieron jardines con agapandos y moros, y se instalaron fuentes modernas con chorros de agua iluminados. Se buscó transformar la plaza en un espacio más amable, convirtiéndola en una posible “puerta de entrada al Centro Histórico”.

Sin embargo, uno de los elementos más controversiales fue la colocación de una escultura conmemorativa de la masacre de Xocalı, ocurrida en Azerbaiyán en 1992. La estatua, de tres metros de altura, ha sido objeto de debate por las implicaciones diplomáticas entre México, Armenia y Azerbaiyán.

Un rincón para la reflexión y el encuentro

Hoy, la Capilla de la Santísima Concepción y la Plaza Tlaxcoaque forman un espacio donde se cruzan historia, espiritualidad, memoria y política internacional. Aunque rodeadas de tráfico y modernidad, estas construcciones nos invitan a mirar hacia el pasado, reflexionar sobre los errores del presente y, quizá, imaginar un futuro más justo.

Parroquia Purísimo Corazón de María Reina de la Paz, un tesoro arquitectónico y artístico en la Colonia Del Valle

En la Colonia Del Valle, al sur de la Ciudad de México, se alza imponente una joya poco conocida pero fascinante: la Parroquia Purísimo Corazón de María Reina de la Paz. Con su arquitectura monumental, historia profunda y belleza artística, este templo es mucho más que un punto de referencia urbano: es un símbolo de fe, arte y comunidad.

Una iglesia entre el art déco, el funcionalismo… y con un toque gótico

Con una silueta inconfundible que se divisa desde varias cuadras a la redonda, esta iglesia de 65 metros de altura destaca por su cúpula poligonal de 20 metros, coronada por una imponente escultura de la Virgen María con los brazos semiabiertos, que mide otros 10 metros. No es raro que muchos la confundan con el Cristo Redentor, y por su posición en la glorieta Mariscal Sucre, las y los capitalinos la apoden cariñosamente “Nuestra Señora del Tránsito”, como si estuviera ayudando a dirigir el tráfico en la concurrida intersección de División del Norte, Amores y Gabriel Mancera.

El diseño del templo es una singular mezcla de estilos: art déco, funcionalismo y un aire gótico, que lo hacen destacar entre las construcciones religiosas de la ciudad. Fue concebido por el arquitecto Luis Olvera y desarrollado por el ingeniero Miguel Rebolledo, pionero en el uso del concreto reforzado en México. Posteriormente, en 1947, Antonio Muñoz García, autor del Mercado Abelardo Rodríguez y del edificio de la Suprema Corte de Justicia, retomó el proyecto.

Un templo nacido de la fe comunitaria

La historia de esta iglesia comenzó en 1923 con la construcción de una capilla sencilla, impulsada por los Misioneros Claretianos y donaciones vecinales. A pesar de haber sido cerrada durante la Guerra Cristera (1926–1929), fue una de las pocas autorizadas para celebrar misa en esa época. En 1931 fue elevada a parroquia por el arzobispo Pascual Díaz.

En 1938 arrancó formalmente la construcción del templo actual. Con el apoyo económico de feligreses, que contribuían semanalmente mediante colectas casa por casa, se cimentó el santuario. La primera misa se celebró en 1954, año en que el cardenal José Garibi Rivera lo consagró como templo parroquial.

Un interior que te deja sin aliento

Más allá de su impactante exterior, el interior del templo es un espectáculo visual. Destacan sus vitrales multicolores, sus candelabros artísticos, un sagrario de bronce dorado con base giratoria, y su imagen principal: una escultura monumental de la Virgen María con el Niño, obra del artista Antonio Ballester.

Además, los murales del pintor Pedro Cruz cubren aproximadamente 1,400 metros cuadrados, representando pasajes bíblicos y temas marianos con una expresividad y belleza excepcionales. Todo esto convierte al templo en uno de los espacios sacros más ricamente decorados de la Ciudad de México.

Un set de cine internacional

El encanto de esta parroquia trascendió fronteras cuando fue elegida como una de las locaciones principales para la película Romeo + Julieta (1996), dirigida por Baz Luhrmann y protagonizada por Leonardo DiCaprio y Claire Danes. Su arquitectura dramática y luminosa fue el escenario ideal para esta moderna versión del clásico de Shakespeare.

¿Dónde se encuentra?

La Parroquia del Purísimo Corazón de María Reina de la Paz se ubica en Gabriel Mancera, entre Torres Adalid y Luz Saviñón, en plena Colonia Del Valle. Está rodeada por avenidas emblemáticas como División del Norte, Amores y Eje 5 Sur. Fácilmente visible desde lejos, es un sitio ideal para quienes disfrutan del turismo religioso, la arquitectura o el cine.

¿Por qué vale la pena visitarla?

Porque no se trata solo de una iglesia, sino de un símbolo de identidad barrial, una obra maestra del siglo XX, y un espacio donde se mezcla la espiritualidad con el arte monumental. Ya sea que vayas a misa, a tomar fotos, o a descubrir una locación de cine, esta parroquia te sorprenderá con su belleza e historia.

La Basílica de Guadalupe, historia viva de fe y tradición al norte de CDMX

Ubicada al pie del cerro del Tepeyac, en la alcaldía Gustavo A. Madero, la Basílica de Santa María de Guadalupe es mucho más que un templo: es uno de los lugares de peregrinación más visitados del mundo. Solo la supera la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Cada año, millones de personas —alrededor de 20 millones, para ser exactos— llegan desde todos los rincones del planeta para venerar a la Virgen de Guadalupe, especialmente el 12 de diciembre, su día festivo.

Un poco de contexto

El nombre completo de este recinto es Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe, y pertenece a la Arquidiócesis Primada de México. Actualmente está bajo el cuidado del canónigo Efraín Hernández Díaz, quien funge como rector y vicario general de la Vicaría Episcopal de Guadalupe desde noviembre de 2023.

La historia de la Antigua Basílica

La primera gran iglesia dedicada a la Virgen de Guadalupe fue la Antigua Basílica, cuya construcción comenzó en 1695 bajo la dirección del arquitecto Pedro de Arrieta. Se inauguró el 1 de mayo de 1709 con un solemne novenario. Este templo barroco fue diseñado con una impresionante fachada que simula un biombo y con torres octagonales coronadas con mosaicos de talavera, evocando la Jerusalén celestial mencionada en el Apocalipsis.

A lo largo de los siglos, la Antigua Basílica fue objeto de numerosas transformaciones. En el siglo XIX, sufrió daños por la construcción cercana de un convento y fue redecorada en estilo neoclásico por el célebre arquitecto Manuel Tolsá. Más adelante, en preparación para la Solemne Coronación Pontificia en 1895, el templo se restauró por completo: se amplió el espacio del cabildo, se colocó un espectacular retablo de mármol de Carrara y se decoraron los muros con grandes pinturas guadalupanas.

Durante la guerra cristera, en los años 20, un atentado con bomba causó daños al altar mayor. Sorprendentemente, el ayate con la imagen de la Virgen salió ileso, lo que se interpretó como un milagro. Desde entonces, la imagen ha sido tratada con especial cuidado, siendo incluso resguardada temporalmente fuera del templo.

Ya en la década de 1930, se realizaron más mejoras: se amplió la nave, se colocó un nuevo piso de mármol y se instaló un órgano monumental. También se embelleció el presbiterio con mosaicos venecianos, vitrales con escenas bíblicas y un sagrario de plata inspirado en el convento de San Agustín de Acolman.

Sin embargo, hacia mediados del siglo XX, la estructura de la Antigua Basílica ya no podía sostener el paso del tiempo ni la creciente cantidad de peregrinos. El suelo inestable del Tepeyac provocó hundimientos desiguales y, como medida de precaución, el templo fue cerrado.

La Nueva Basílica: un nuevo hogar para el ayate

Ante la urgencia, se decidió construir una nueva sede para la Virgen. Así nació la Nueva Basílica de Guadalupe, un templo moderno con capacidad para albergar a miles de fieles. El 12 de octubre de 1976, el ayate fue trasladado a su nueva casa, un edificio de planta circular que permite una vista perfecta de la imagen desde cualquier punto. Fue un momento histórico, marcando el fin de 267 años de veneración en el edificio antiguo.

La Nueva Basílica no solo ofrecía más espacio y seguridad estructural, sino también una experiencia espiritual más cercana para las y los peregrinos. La imagen original de la Virgen se encuentra detrás del altar mayor, protegida por un vidrio blindado, y puede ser vista de cerca gracias a una banda transportadora que permite la circulación constante de visitantes.

El renacer de la Antigua Basílica

Afortunadamente, la historia de la Antigua Basílica no terminó ahí. En 1979, el INAH, la Conferencia del Episcopado Mexicano y Conaculta iniciaron un ambicioso proyecto de restauración. Gracias al uso de tecnología avanzada como gatos hidráulicos y pilotes de concreto, lograron estabilizar el edificio y evitar su colapso. En el año 2000, justo a tiempo para el Jubileo, fue reabierta bajo el nuevo nombre de Templo Expiatorio a Cristo Rey.

Hoy en día, esta joya arquitectónica se encuentra completamente restaurada: cuenta con un nuevo piso de mármol, un órgano histórico Wurlitzer que volvió a sonar después de 34 años de silencio, y una agenda activa de actividades religiosas y culturales, como conciertos y retiros.

Un ícono espiritual y cultural

Más allá de su impresionante arquitectura y valor histórico, la Basílica de Guadalupe es símbolo de identidad, fe y unidad para millones de personas. La devoción a la Virgen de Guadalupe trasciende fronteras, idiomas y culturas. Su imagen es emblema de consuelo y esperanza no solo en México, sino en todo el continente americano.

Por su relevancia espiritual y social, este recinto mariano se ha convertido en un fenómeno sin igual. Su historia, que entrelaza milagros, arte, arquitectura y resistencia, sigue viva y vibrante. Ya sea en la solemnidad de la Antigua Basílica o en la majestuosidad de la nueva, visitar este lugar es adentrarse en el corazón mismo de la fe guadalupana.

Conjunto Religioso del Tepeyac, un tesoro espiritual e histórico en la CDMX

Enclavada al pie del cerro del Tepeyac, al norte de la Ciudad de México, la Basílica de Guadalupe no solo es uno de los santuarios marianos más visitados del mundo, sino el corazón de un conjunto religioso con siglos de historia, fe y arte. Más allá del emblemático templo moderno que resguarda la imagen de la Virgen de Guadalupe, el recinto alberga una serie de edificios que narran la historia de la devoción guadalupana y de México mismo.

Un conjunto con siglos de historia

El conjunto religioso del Tepeyac está formado por diversos templos, capillas, conventos, museos y espacios de devoción que ofrecen una mirada profunda al sincretismo religioso, la arquitectura virreinal y el fervor popular.

Antigua Parroquia de Indios

Construida en 1649 por Luis Lasso de la Vega, esta parroquia fue originalmente destinada al culto de la población indígena. Según la tradición, albergó la imagen de la Virgen entre 1695 y 1709, y más tarde el estandarte de Miguel Hidalgo. Debajo de sus cimientos se encuentran los vestigios de los primeros templos dedicados a la Virgen, mandados construir por fray Juan de Zumárraga. También fue el hogar de san Juan Diego, y se resguardan ahí sus reliquias.

Capilla del Cerrito

Ubicada en la cima del Tepeyac, esta capilla conmemora la primera aparición de la Virgen y el milagro de las flores. La actual construcción data de 1740, y en su interior se pueden admirar frescos del muralista Fernando Leal que narran el encuentro cultural y espiritual entre el mundo indígena y el europeo. En la plazoleta frente al templo destacan esculturas de los arcángeles Miguel, Rafael, Gabriel y Uriel, obra de Ernesto Tamariz.

Panteón del Tepeyac

Este cementerio virreinal sigue en operación y resguarda los restos de figuras históricas como Xavier Villaurrutia, José María Velasco y Antonio López de Santa Anna. Se considera zona de monumentos históricos y está protegido por ley.

Capilla del Pocito

Construida entre 1777 y 1791 sobre un pozo de aguas consideradas milagrosas, esta joya del barroco mexicano fue diseñada por Francisco Guerrero y Torres. Su planta circular y su cúpula con decoración en zigzag ofrecen una experiencia visual única. En su interior destaca un púlpito sostenido por una escultura de san Juan Diego. Aquí, José María Morelos oró antes de ser ejecutado en 1815.

Templo y Exconvento de las Capuchinas

Diseñado por Ignacio Castera y construido entre 1792 y 1797, este templo fue ocupado por madres capuchinas. Durante años, albergó la imagen de la Virgen cuando la basílica principal se encontraba cerrada por restauraciones. Aunque el templo fue estabilizado en los años 70, el convento aún sufre hundimientos debido a la inestabilidad del subsuelo.

Espacios de conocimiento y cultura

El recinto guadalupano no solo es un centro de fe, sino también un espacio para la investigación y la conservación del patrimonio.

  • Archivo Histórico: Resguarda documentos novohispanos de gran valor, divididos en los fondos Clavería, Parroquia y Secretaría Particular.
  • Biblioteca Teológica Lorenzo Boturini: Con más de 22,000 volúmenes, es una de las bibliotecas religiosas más importantes del país.
  • Museo de la Basílica de Guadalupe: Inaugurado en 1941, conserva una vasta colección de arte virreinal con obras de artistas como Villalpando, Cabrera y Juan Correa. Su vestíbulo alberga más de 2,000 exvotos, testimonio de la devoción popular.

Templo Expiatorio a Cristo Rey (Antigua Basílica de Guadalupe)

La antigua basílica, hoy conocida como Templo Expiatorio a Cristo Rey, fue construida entre 1695 y 1709 por Pedro de Arrieta. Con su cúpula de talavera y sus torres octagonales, fue el principal templo guadalupano hasta 1976. En su interior se conservan elementos neoclásicos como el altar diseñado por Manuel Tolsá y un órgano monumental de origen alemán. Esta iglesia también ha sido escenario de hechos históricos, como el atentado con bomba en 1921 y su cierre temporal durante la Guerra Cristera.

La Villa de Guadalupe, un barrio lleno de historia, cultura y fe al norte de CDMX

A diferencia de lo que todo mundo suele pensar, La Villa de Guadalupe no es la Basílica de Guadalupe; La Villa es realmente el barrio (conformado por cuatro colonias) donde se encuentra la Basílica y el Conjunto Religioso del Tepeyac. Ubicada al norte de la Ciudad de México, en la Alcaldía Gustavo A. Madero, La Villa de Guadalupe es mucho más que un barrio: es un lugar cargado de historia, tradición y espiritualidad. Conocida por ser el hogar de la Basílica de Guadalupe, uno de los centros de peregrinación más importantes del mundo, esta zona también guarda una riqueza cultural que se remonta a la época prehispánica.

¿Dónde está La Villa de Guadalupe?

Actualmente, La Villa comprende colonias como Villa Gustavo A. Madero, Martín Carrera, 15 de Agosto y Triunfo de la República. Aunque oficialmente es parte de una zona urbana de la capital, su identidad como pueblo originario sigue muy viva, tanto en su traza urbana como en las tradiciones que se celebran a lo largo del año.

De Tepeyac a Guadalupe

Antes de llamarse Guadalupe, este lugar era conocido como Tepeyácac, que en náhuatl significa “nariz del cerro”. Aquí, en tiempos mexicas, existía un pequeño templo dedicado a Tonantzin, la madre de los dioses. Todo cambió en 1531, según la tradición, cuando la Virgen María se apareció en este cerro a Juan Diego Cuauhtlatoatzin, un indígena chichimeca. A partir de entonces, comenzó la construcción de templos dedicados a la Virgen de Guadalupe, lo que transformó este rincón en un punto clave de devoción.

Nombres que cuentan su historia

Desde el siglo XVI, el lugar ha tenido varios nombres: Tepeaquilla, Tepeyac, Guadalupe, Villa de Guadalupe, y en 1822, en honor al héroe independentista, se convirtió en la Villa de Guadalupe Hidalgo. En 1931 recibió su nombre actual: Villa Gustavo A. Madero, en homenaje al revolucionario asesinado durante la Decena Trágica.

Auge virreinal y desarrollo urbano

En el siglo XVIII, con la construcción de la Basílica Vieja en 1709, la Villa se convirtió en un punto de reunión de comerciantes, peregrinos y autoridades eclesiásticas. El crecimiento fue tal que en 1751 se le otorgó oficialmente la categoría de villa y se constituyó un gobierno municipal propio, aunque fuertemente influido por el clero. Para evitar inundaciones, se construyó el Albarradón del Tepeyac en 1769, y en 1789 recibió su escudo heráldico.

Un sitio clave en la historia de México

Durante el siglo XIX, la Villa de Guadalupe Hidalgo fue testigo de momentos fundamentales de la historia nacional. En 1848, aquí se firmó el famoso Tratado de Guadalupe Hidalgo, que puso fin a la guerra entre México y Estados Unidos. Incluso fue sede del gobierno federal de manera provisional, albergando a presidentes como Santa Anna y Manuel de la Peña y Peña.

En 1857, la Villa vivió otro hito: se inauguró el primer tramo de ferrocarril en el país, entre Tlatelolco y Guadalupe, con la locomotora “Guadalupe” al frente. Esta conexión impulsó aún más su desarrollo y consolidó su importancia dentro del Valle de México.

La Villa hoy

Aunque hoy en día forma parte del entramado urbano de la Ciudad de México, La Villa de Guadalupe mantiene su esencia como un barrio histórico y centro de fe. Cada año, millones de peregrinos la visitan, especialmente el 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe, convirtiéndola en uno de los lugares más emblemáticos de México.

Además de su importancia religiosa, La Villa es un punto de interés para quienes desean conocer la historia viva de la ciudad, desde sus raíces indígenas hasta su evolución moderna. Calles, plazas y edificaciones antiguas siguen contando la historia de un pueblo que, desde tiempos prehispánicos, ha sido punto de encuentro entre culturas, creencias y tradiciones.

Centro Nacional de las Artes (CENART), un corazón de arte y la cultura en la Ciudad de México

¿Buscas un lugar donde el arte, la educación y la tecnología se den la mano? El Centro Nacional de las Artes (CENART) es uno de los espacios culturales más completos e innovadores de la Ciudad de México. Ubicado en la colonia Country Club, sobre el Circuito Interior, en la alcaldía Coyoacán, este complejo de 12 hectáreas es un punto de encuentro para amantes del arte, estudiantes, creadorxs y curiosxs de todas las edades.

Un espacio para aprender, crear y disfrutar

El CENART fue concebido como un espacio interdisciplinario para la difusión, investigación, formación y enseñanza de las artes. Desde su fundación, ha albergado escuelas profesionales, centros de investigación, foros escénicos, galerías, plazas y áreas verdes que invitan a explorar todas las formas de expresión artística.

Aquí se imparten talleres para niñas y niños, cursos especializados y estudios de posgrado, mientras que las escuelas de formación profesional del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) ofrecen programas en danza, teatro, música, artes plásticas y cine.

Escuelas del CENART

  • Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC)
  • Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT)
  • Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea (ENDCC)
  • Escuela Superior de Música (ESM)
  • Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” (ENPEG)

Centros Nacionales de Investigación (INBAL)

  • CENIDIM (Música)
  • CITRU (Teatro)
  • CENIDI-Danza (Danza)
  • CENIDIAP (Artes Plásticas)

Centro Multimedia: Arte y tecnología

Uno de los pilares del CENART es el Centro Multimedia, un espacio dedicado a la experimentación artística con medios digitales y tecnológicos. Ofrece laboratorios especializados, programas de residencias, cursos, talleres y exposiciones como el Festival Transitio_MX, que impulsa el arte electrónico y multimedia.

Espacios escénicos de primer nivel

El CENART cuenta con una red de foros y teatros que lo convierten en uno de los complejos culturales más versátiles del país:

  • Teatro de las Artes: Capacidad para 606 espectadores, ideal para danza, ópera y teatro.
  • Teatro Raúl Flores Canelo: Especializado en danza, con foso para orquesta.
  • Teatro Salvador Novo: Versátil y vanguardista, para propuestas experimentales.
  • Foro de las Artes, Foro Antonio López Mancera y Black Box: Espacios tipo caja negra, perfectos para propuestas escénicas íntimas.
  • Auditorio Blas Galindo: Con 693 butacas, es un recinto de gran acústica para conciertos y festivales.
  • Aula Magna José Vasconcelos: Obra de Ricardo Legorreta, con diseño del artista Vicente Rojo.
  • Plaza de las Artes y Plaza de la Danza: Escenarios al aire libre para espectáculos masivos.

Festivales que no te puedes perder

Eurojazz

Desde 1998, el Festival Eurojazz convierte los jardines del CENART en una gran fiesta del jazz europeo. Cada marzo, artistas de países como Francia, Italia, Polonia o Suecia ofrecen conciertos gratuitos en un ambiente familiar y festivo.

Festival Internacional de Piano En Blanco y Negro

El Auditorio Blas Galindo es sede de este festival que desde 1997 reúne a los más destacados pianistas del mundo. Con más de 25 años de historia, es el evento pianístico más importante de México.

Cineteca Nacional de las Artes

En 2023 se inauguró la Cineteca Nacional de las Artes, un moderno complejo con 12 salas de cine dedicadas a lo mejor del cine nacional e internacional. Una nueva sede para los cinéfilos en el sur de la ciudad.

Arquitectura que inspira

El diseño del CENART es obra de grandes arquitectos como Ricardo Legorreta, Teodoro González de León y Enrique Norten, quienes crearon un espacio contemporáneo y funcional donde cada rincón invita a la creatividad. Desde sus coloridos edificios hasta sus plazas y jardines, el CENART es un lugar que estimula los sentidos.

Lindavista, descubre la historia y presente del “Beverly Hills mexicano” al norte de la CDMX

Ubicada al norte de la Ciudad de México, en la alcaldía Gustavo A. Madero, la colonia Lindavista es mucho más que un conjunto de calles bien trazadas y casas elegantes. Su historia comienza en la década de 1930 como un proyecto urbano de clase alta inspirado en los suburbios californianos, y hoy en día es una zona vibrante, con una mezcla de historia, educación, cultura y vida cotidiana que la hacen única en la capital mexicana.

Un nombre con vista linda

¿Sabías que el nombre “Lindavista” surgió por la belleza natural de sus terrenos? Quienes la visitaban en sus primeros años no podían dejar de comentar lo hermosa que era la vista del lugar. De ahí que, naturalmente, comenzaran a llamarla así: Linda Vista. Esta apreciación fue adoptada oficialmente cuando se fraccionaron los antiguos terrenos del Rancho “Los Pirineos” (era un rancho lechero) para dar vida a esta nueva colonia residencial.

De rancho lechero a colonia de estrellas

Antes de que existieran sus avenidas y escuelas, Lindavista era parte del extenso Rancho “Los Pirineos”, propiedad de los hermanos Martín y Miguel Oyamburu Arce. Estos empresarios vascos fueron figuras clave en el desarrollo económico de México: dueños de la Cervecería Modelo, la Cía. Hulera Euzkadi y otros grandes negocios. Fue precisamente por temor a la expropiación de sus tierras tras la Revolución Mexicana que decidieron fraccionar su propiedad y, en colaboración con el empresario Teodoro Gildred y el expresidente Pascual Ortiz Rubio, fundaron Lindavista en 1932.

Gildred tomó como inspiración las colonias de lujo de California, como Beverly Hills, por lo que muchas casas originales se construyeron en grandes lotes con un estilo colonial californiano. Algunas de estas joyas arquitectónicas aún se conservan, sobre todo en el nororiente de la colonia.

Un viaje por América Latina

Al recorrer las calles de la Colonia Lindavista, lo primero que notarás es que las calles tienen nombres curiosos como Salaverry, Ticomán, Latacunga, Pujato o Ambato. A primera vista, podrían ser nombres raros o extraños para muchas personas; pero si continúas paseando por la colonia te encontrarás con nombres un poco más conocidos como Caracas, Montevideo, Manizales o Quito. ¡Son nombres de ciudades Latinoamericanas! Y sí, todas las calles de la colonia, o casi todas, llevan el nombre de alguna ciudad de Centro y Suramérica.

Según cuentan las y los vecinos que llevan décadas viviendo en la zona, esto es solo una leyanda porque nunca he encontrado información oficial al respecto (aunque tiene sentido y me gusta la versión), estos nombres se eligieron basándose en las ciudades que habían visitado los hermanos Oyamburu en sus viajes; y no creas que en cualquier viaje, sino que eran ciudades en las que ellos habían aterrizado piloteando su avión.

Época de Oro y vecinos ilustres

Gracias a su cercanía con los Estudios Tepeyac, Lindavista se convirtió en un punto clave del Cine de Oro mexicano. La colonia fue hogar temporal o permanente de estrellas como Pedro Infante, María Félix e Ignacio López Tarso. Por su ambiente residencial, su estética cuidada y su cercanía a los estudios, fue apodada el “Beverly Hills mexicano”.

Entre sus habitantes más destacados también figuran la actriz Iran Eory, el periodista Iñaki Manero, el escritor Roberto Bolaño, la activista María Elena Morera, el exfutbolista y entrenador Javier Aguirre, el presidente del Consejo Mundial de Boxeo José Sulaimán, y hasta la ex primera dama Angélica Rivera.

El escritor Juan Villoro, quien también vivió en Lindavista, la retrata con nostalgia y crítica en su libro El Tiempo Transcurrido, como un reflejo de la clase media mexicana del siglo XX.

Educación, comercio y conectividad

Lindavista destaca por tener una de las mayores concentraciones de instituciones educativas privadas por kilómetro cuadrado en toda América Latina, desde kínder hasta universidad. Aquí se encuentran colegios como el Guadalupe y el Tepeyac, así como el Plantel 9 de la UNAM y la Unidad Profesional Adolfo López Mateos del IPN.

Además, es una zona muy bien equipada con hospitales, cines, librerías, restaurantes, supermercados, bancos, iglesias y plazas comerciales como Parque Lindavista. Por si fuera poco, está excelentemente conectada mediante importantes avenidas como Insurgentes Norte, Instituto Politécnico Nacional, Montevideo y Ticomán, además de contar con estaciones de Metro como Lindavista, Deportivo 18 de Marzo e Indios Verdes.

El corazón de la colonia: la Iglesia de San Cayetano

Uno de los íconos arquitectónicos y espirituales de la colonia es la Iglesia de San Cayetano, ubicada en la avenida Montevideo. Su silueta incluso fue elegida como símbolo para la estación del Metro Lindavista. Es un punto de referencia obligado y un sitio de encuentro para la comunidad.

Un barrio con historia… y también con desafíos

Con el paso del tiempo, Lindavista también ha enfrentado retos. A partir de los años noventa, muchas casas se convirtieron en escuelas u oficinas, lo que transformó su dinámica urbana. Además, el crecimiento poblacional en las zonas aledañas y el aumento del tráfico en horas pico han complicado la movilidad. A esto se sumaron momentos difíciles de inseguridad, particularmente en los años 90, que llevaron a los vecinos a instalar rejas en varias calles.

Sin embargo, Lindavista ha sabido adaptarse. Su comunidad, su oferta educativa, su cercanía con importantes centros laborales y su historia la mantienen como una de las colonias más emblemáticas del norte de la ciudad.