La Hacienda de San Nicolás Tolentino, ubicada en la zona sur de la Ciudad de México, es uno de esos lugares llenos de historia, pero que a veces pasa desapercibida entre las sombras del tiempo. A pesar de que hoy se confunda con un salón de eventos con el mismo nombre, la hacienda es mucho más que un espacio para celebraciones, pues alberga una rica historia que se remonta al siglo XVIII.
Originalmente conocida como “Hacienda de San Nicolás Buenavista”, fue fundada en 1580 por Pedro Ortiz de Valdivia, quien reclamó grandes extensiones de tierras que abarcaban desde el Cerro de la Estrella hasta lo que hoy conocemos como la colonia La Nopalera en Tláhuac. En 1705, la hacienda pasó a manos de los jesuitas, quienes la renombraron como “Hacienda de la Sagrada Compañía de Jesús“. Sin embargo, tras la expulsión de esta orden en 1767, recuperó su nombre original. Durante la época de la independencia, este lugar fue escenario de grandes momentos históricos, como el refugio de Vicente Guerrero, quien se escondió aquí de los realistas.
En el siglo XIX, la hacienda perdió parte de sus terrenos y, en 1908, Íñigo Noriega Lasso la adquirió y la renombró definitivamente como “Hacienda de San Nicolás Tolentino“. Fue después de la Revolución Mexicana cuando el gobierno expropió la propiedad y decidió construir sobre sus tierras el actual Panteón Civil de San Lorenzo Tezonco.
Hoy en día, las ruinas de la hacienda, especialmente su casco y su gran troje, pueden ser vistas dentro del panteón. Estos restos sirven como testigos de una época colonial llena de disputas, como los conflictos legales con los pueblos cercanos, como San Lorenzo Tezonco y Zapotitlán, que buscaban recuperar sus tierras. A pesar de su caída en el tiempo, la Hacienda de San Nicolás Tolentino sigue siendo un vestigio fascinante de la historia de Iztapalapa, cargado de secretos y anécdotas que, con un poco de imaginación, nos transportan a épocas pasadas llenas de historia y batallas.
Si algún día te encuentras cerca, no olvides pasar por este rincón histórico y observar desde fuera los restos que, aunque deteriorados, cuentan muchas historias de la vida cotidiana y los conflictos de antaño.
Prepara tu Visita Dirección: Av. Tlahuac S/N, Pueblo de San Lorenzo Tezonco, Ciudad de México, CDMX
Apasionado de la comida, siempre en busca de nuevos rincones donde disfrutar sabores únicos. Maestro de yoga y meditación, combina su espíritu tranquilo con su amor por la aventura como ciclista urbano. Admirador de la cultura mexicana, explora la magia de la Ciudad de México.
En pleno barrio de Xoco, justo frente a la Cineteca Nacional, se encuentra un lugar que parece sacado de un cuento: el Panteón de Xoco. Con más de un siglo de antigüedad, este rincón es único en su tipo, no solo por la serenidad que emana, sino porque la naturaleza ha hecho de las tumbas su lienzo perfecto.
Aquí, los sepulcros se convierten en improvisadas macetas donde crecen flores y plantas, ya sea de manera salvaje o cuidada. Árboles y ramas se entrelazan con los muros de piedra y ladrillo, creando un paisaje que, más que un camposanto, parece un pequeño vivero. Si buscas algo diferente, este es un lugar que no puedes perderte.
Pero este panteón no solo destaca por su belleza natural; también guarda historias profundas y trágicas. Uno de los episodios más oscuros ocurrió en 1913, cuando el senador chiapaneco Belisario Domínguez fue brutalmente asesinado en este lugar por órdenes de Victoriano Huerta. Su valiente oposición al régimen dictatorial le costó la vida: tras ser ejecutado, su lengua fue cortada como un acto simbólico para silenciar su voz crítica. Este terrible acontecimiento quedó grabado en la memoria colectiva y convierte al Panteón de Xoco en un sitio de enorme relevancia histórica. Además, aquí también descansan figuras ilustres como Francisco Sosa, el célebre escritor campechano. Entre los muros de piedra y la tranquilidad de este cementerio civil, la historia se mezcla con el presente de manera única.
Este panteón es protagonista de las celebraciones de Día de Muertos en la alcaldía Benito Juárez. Con una emotiva ofrenda, se rinde homenaje a colaboradores de la alcaldía fallecidos, incluyendo a quienes perdieron la vida durante la pandemia. El ambiente que se crea en estas fechas es mágico: flores de cempasúchil, música, pan de muerto y un aire festivo que invita a celebrar la vida y recordar con cariño a quienes ya no están. Si visitas el Panteón de Xoco, no olvides apreciar cada detalle: desde la austeridad de sus tumbas, representativa de la arquitectura posrevolucionaria, hasta el esfuerzo constante por mantener este espacio en las mejores condiciones.
El Panteón de Xoco es más que un cementerio, es un reflejo de la cultura, la memoria y la conexión entre la vida y la muerte. Así que, si pasas por ahí, date un respiro para explorar sus senderos cubiertos de vida… ¡literalmente!
Prepara tu Visita Dirección: Av. México Coyoacán #375, Xoco, Ciudad de México, CDMX
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¿Sabías que en pleno corazón de la Ciudad de México puedes encontrar un cementerio con estilo europeo que parece sacado de un cuento gótico? El Panteón Francés de La Piedad, ubicado en la colonia Buenos Aires, es mucho más que un lugar de descanso eterno; es un viaje en el tiempo que combina historia, arte y curiosidades.
Este panteón tiene sus raíces en el efímero Segundo Imperio Mexicano. Fue en 1864, durante la llegada del emperador Maximiliano, cuando comenzó a gestarse la idea de un cementerio digno para la comunidad francesa y europea que vivía en la ciudad. Inaugurado oficialmente en 1872, su diseño sigue los modelos de los famosos cementerios Père Lachaise en París y St. James’s Park en Londres. ¡Nada mal para un lugar que empezó como una obra gestionada por la influyente familia Escandón!
Caminar por este panteón es como pasear por un museo al aire libre. Desde mausoleos góticos y neoclásicos hasta piezas de arte Nouveau y Art Decó, cada rincón cuenta una historia. La capilla, construida entre 1890 y 1892, destaca por su chapitel de hierro diseñado por el arquitecto francés E. Desormes, un guiño al Porfiriato y su fascinación por todo lo francés.
El Panteón Francés de La Piedad alberga los restos de figuras que marcaron la historia y la cultura mexicana. Aquí descansan grandes nombres como:
Ricardo Flores Magón, revolucionario e ideólogo.
Amalia Hernández, fundadora del Ballet Folklórico de México.
Y esto es solo el principio; la lista sigue con militares, escritorxs, actores/actrices y activistas.
Aunque el acceso está restringido a familiares, el panteón sigue siendo un lugar lleno de historia que invita a reflexionar sobre el pasado. Desde su imponente entrada en la avenida Cuauhtémoc, con la frase Heureux qui meurt dans le Seigneur(“Dichoso aquel que muere en el Señor”), hasta su cercanía con sitios icónicos como el Viaducto Miguel Alemán y Parque Delta, el Panteón Francés de La Piedad es un testimonio vivo de una época de contrastes y encuentros culturales.
Así que, la próxima vez que pases cerca, tómate un momento para imaginar las historias que guardan sus muros y mausoleos. Porque, aunque no sea sede de celebraciones de Día de Muertos, este cementerio tiene un encanto único que lo convierte en un tesoro de la CDMX.
Prepara tu Visita Dirección: Av. Cuauhtémoc s/n, Colonia Buenos Aires de Morelos, Ciudad de México, CDMX
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¿Alguna vez te has atrevido a explorar el lado más tradicional —y quizá un poquito espeluznante— de Xochimilco? El Panteón Xilotepec, el más grande de la alcaldía y el segundo más visitado de la Ciudad de México, es el lugar perfecto para adentrarte en las tradiciones del Día de Muertos con un toque de historia, misterio y mucha vida.
Este cementerio data de finales del siglo XIX, cuando fue creado como una alternativa civil en tiempos de la Reforma Religiosa. Su primera tumba se remonta a 1893, y aunque las y los habitantes locales lo llaman “el cementerio viejo”, sigue siendo el epicentro de la vida comunitaria en fechas clave como el Día de las Madres, el Día del Padre y, por supuesto, durante las celebraciones del Día de Muertos, cuando recibe hasta 60 mil visitantes en busca de sus seres queridos y un encuentro con la tradición.
La historia se enriquece con la Rotonda de las Personas Ilustres de Xochimilco, añadida en los años 70, donde descansan figuras locales como el poeta Fernando Celada, el periodista Adán Becerril y hasta un monumento dedicado al pintor Francisco Goitia.
Uno de los rincones más conocidos del panteón es su sección infantil, donde las pequeñas tumbas están decoradas con globos, juguetes y colores vibrantes. Aunque estos detalles buscan honrar la memoria de las infancias, tienen un aire que muchxs describen como melancólico y, en ocasiones, un poco inquietante.
Durante el Día de Muertos, el Panteón Xilotepec se llena de vida con las famosas alumbradas. El aroma del cempasúchil inunda el aire, mientras las y los visitantes disfrutan de antojitos tradicionales, nieves y música, creando un ambiente que mezcla lo festivo con lo espiritual.
Dicen que la Llorona ronda los rincones del Panteón Xilotepec, pero más allá de los cuentos de terror, este lugar invita a reflexionar sobre la vida, la muerte y las tradiciones que nos unen como mexicanos y mexicanas.
Así que ya sabes, si buscas un plan auténtico para el Día de Muertos, lánzate al Panteón Xilotepec y vive una experiencia única en el corazón de Xochimilco, la tierra del ajolote y las flores.
Prepara tu Visita Dirección: Mártires de Río Blanco y México, Camino a San Pablo, Colonia Ampliación la Noria, Xochimilco, Ciudad de México, CDMX
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En el corazón de San Pedro Cuajimalpa, el Panteón El Calvario es mucho más que un cementerio: es un rincón lleno de historia, arte y tradición que reúne a miles de visitantes durante las celebraciones más emblemáticas del año. Si buscas una experiencia auténtica y diferente en la Ciudad de México, este campo santo no puede faltar en tu lista de destinos.
¿Sabías que este panteón es el epicentro de las festividades del Día de Muertos en Cuajimalpa? Con su clima boscoso y su ambiente acogedor, cada año recibe a cerca de 20,000 visitantes que vienen a rendir homenaje a sus seres queridos. Durante estas fechas, la entrada se adorna con un tradicional arco floral y las 10,000 tumbas se visten con cempasúchil, gracias a la donación de 30,000 plantas por parte de las autoridades locales. ¡El aroma y el color simplemente te envuelven!
Pero el Día de Muertos no es la única festividad que llena de vida este espacio. Durante Semana Santa, el Panteón El Calvario cobra protagonismo con la representación de la Pasión de Cristo, una tradición que comenzó en 1888 como una alternativa más íntima a las famosas celebraciones de Iztapalapa. Aquí, el ambiente es más tranquilo y acogedor, ideal para quienes buscan conectarse con la espiritualidad de estas fechas.
En 2019, este histórico cementerio recibió una renovación completa: nuevos andadores, iluminación, bardas perimetrales, y hasta tejas para sus capillas. Todo esto lo convierte en un espacio limpio y cuidado, perfecto para quienes desean explorar su riqueza cultural y artística. Porque sí, los panteones son mucho más que tumbas: son museos al aire libre donde cada detalle cuenta una historia.
Este panteón no solo es un espacio de descanso eterno, sino también un testigo del tiempo y un guardián de nuestra memoria colectiva. Sus tumbas, adornadas con detalles arquitectónicos y escultóricos, son una ventana al pasado y una muestra del arte funerario que embellece estos lugares.
Visitar el Panteón El Calvario es sumergirse en una experiencia que combina tradición, historia y arte en un entorno lleno de vida, incluso entre el silencio. Así que, la próxima vez que busques un plan diferente en la Ciudad de México, ¡anímate a descubrir este mágico lugar!
Prepara tu Visita Dirección: Av. México #154, Cuajimalpa, Cuajimalpa de Morelos, Ciudad de México, CDMX
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En el extremo sur del Centro de Tlalpan, entre calles llenas de historia y encanto, se encuentra el Panteón 20 de Noviembre, un lugar que guarda más secretos que un buen libro de terror y más anécdotas que un abuelo en una reunión familiar. Este cementerio, que abrió sus puertas en 1875, es uno de los más antiguos de la Ciudad de México, y si sus tumbas hablaran, ¡vaya que tendrían mucho que contar!
Originalmente conocido como el Panteón del Niño Jesús, este camposanto surgió para reemplazar al antiguo cementerio del mismo nombre. Aunque comenzó a recibir enterramientos en 1875, no fue inaugurado oficialmente hasta 1905, cuando se dedicó su fachada y se formalizó como parte del paisaje tlalpense. Décadas más tarde, en 1935, adoptó su nombre actual en honor a la fecha que marcó el inicio de la Revolución Mexicana.
¿Eres fanáticx de las historias de fantasmas? Este panteón es para ti. Lxs cuentacuentos y exploradorxs de lo sobrenatural consideran el Panteón 20 de Noviembre un lugar legendario. Desde nieblas misteriosas que se transforman en figuras humanas hasta charlas con “visitantes” que después resultan ser… ¡fantasmas! Aquí hay material suficiente para cualquier noche de relatos espeluznantes.
Don Alfonso Haro, quien lleva más de 30 años cuidando este rincón histórico, tiene muchas historias que contar. Una de las más impactantes ocurrió en febrero de 2023, cuando saludó a un hombre junto a una tumba y, días después, descubrió que esa persona llevaba meses fallecida. “Platicamos, lo saludé, y cuando volví la vista… ya no estaba”, recuerda Don Alfonso con naturalidad.
Martín Sánchez, el actual velador, también ha sido testigo de lo inexplicable. Aunque asegura que ya no teme a los muertos, sí ha visto desaparecer figuras entre las tumbas tanto de día como de noche. ¿Lo más raro? Las ofrendas y objetos extraños que aparecen en el panteón, desde gallinas hasta frascos llenos de “cosas raras”. ¡Todo un misterio!
Más allá de los relatos paranormales, el Panteón 20 de Noviembre es un lugar lleno de vida… ¡en Día de Muertos, claro! Durante esta festividad, las familias se reúnen para honrar a sus seres queridos, con ofrendas llenas de flores de cempasúchil, veladoras y deliciosos platillos tradicionales. Es un espectáculo que combina tradición y cultura, enmarcado por la atmósfera única de este histórico camposanto.
Si visitas el Centro de Tlalpan, no olvides incluir este panteón en tu recorrido. Puedes combinarlo con una visita al Oratorio de Amaxalco o explorar las encantadoras calles del barrio. El Panteón 20 de Noviembre no es solo un lugar de descanso eterno; es un testigo silencioso de la historia de Tlalpan, un espacio para reflexionar y, por qué no, dejarte sorprender por algún misterio inesperado.
Así que, si estás listo para sumergirte en historias que combinan lo histórico con lo sobrenatural, ¡anímate a visitar este fascinante rincón de la Ciudad de México!
Prepara tu Visita Dirección: Calle San Marcos #2, Centro, Tlalpan, Ciudad de México, CDMX
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¡Descubre el Panteón del Tepeyac! Este emblemático lugar no es solo un cementerio, sino un verdadero tesoro de la historia de México. Fundado en 1660 por los Caballeros de la Orden de Guadalupe, se dice que aquí descansan los restos de Juan Diego, el célebre indio que tuvo las famosas apariciones de la Virgen de Guadalupe en 1531. Aunque las lápidas más antiguas datan de 1660, algunxs historiadorxs creen que el panteón adquirió su forma actual un siglo después, con la construcción de la Capilla del Cerrito.
Situado en la cima del Cerro del Tepeyac, este panteón no solo es un lugar de descanso final, sino también un espacio que refleja la rica herencia cultural de México. La entrada principal, que data de 1865, fue parte de una reorganización que embelleció el sitio. Y aunque es un cementerio civil, su acceso está restringido a familiares de lxs difuntxs o quienes agenden una cita para una visita guiada al pequeño museo del lugar. ¡Así que si te animas, no olvides hacer tu reservación!
El Panteón del Tepeyac es famoso por albergar a personajes notables, desde presidentes como Antonio López de Santa Anna hasta escritores y poetas como Xavier Villaurrutia. Aquí también se encuentra la impresionante escultura del Ángel del Silencio, que vigila este espacio lleno de historia. Entre sus muchxs visitantes, la Virgen de Lourdes solía atraer a muchxs fieles, convirtiéndose en un símbolo del lugar.
Si decides pasear por el Panteón, estarás rodeadx de un paisaje que no solo incluye la Basílica de Guadalupe, sino también múltiples capillas y senderos que hacen de esta visita una experiencia enriquecedora. Desde distintos puntos del cerro, el panteón se asoma como un telón de fondo que conecta el pasado con el presente. En su pequeño museo, puedes aprender más sobre la historia del Cerro del Tepeyac y del propio cementerio, enriqueciendo tu visita con un toque de cultura.
Desde tiempos prehispánicos, este cerro fue un lugar sagrado para los aztecas, quienes adoraban a Tonantzin, la diosa de la fertilidad y el renacimiento. La leyenda dice que Juan Diego pidió ser sepultado aquí, lo que añade un aire de reverencia a este espacio.
Así que, si te animas a explorar el Panteón del Tepeyac, prepárate para un viaje al corazón de la historia y la cultura mexicana. Recuerda, es un lugar donde la memoria vive y respira, y cada rincón tiene una historia que contar. ¡Ven y descubre este rincón lleno de paz y legado!
Prepara tu Visita Dirección: Gral. Pedro María Anaya #10, Villa Gustavo A. Madero, Ciudad de México, CDMX Reservaciones al:(55) 5118 0500 Costo por persona: Entrada libre. Horario: Lunes a domingo de 9:00 a 15:30 hrs.
Apasionado de la comida, siempre en busca de nuevos rincones donde disfrutar sabores únicos. Maestro de yoga y meditación, combina su espíritu tranquilo con su amor por la aventura como ciclista urbano. Admirador de la cultura mexicana, explora la magia de la Ciudad de México.
¿Sabías que, desde el México novohispano y hasta finales del siglo XIX, todos los recintos fúnebres de México fueron administrados por la Iglesia Católica? En un inicio, los restos mortuorios se enterraban, por así decirlo, en los pisos y paredes de las iglesias, pero esta era una medida poco higiénica. No fue hasta finales del siglo XVIII, que el arzobispo de México, don Alonso Núñez de Haro y Peralta decretó la necesidad de enterrar los restos en cementerios que se encontraran lejos de la civilización. Sin embargo, en esos años, la ciudad empezó a crecer de forma muy acelerada y los panteones terminaron siendo devorados por la urbanización.
Por otro lado, William Benfield llegó a México en 1835 con la esperanza de que su esposa se recuperara de salud con el clima mexicano. La Señora de Benfield mejoró rápidamente y el matrimonio empezó a formar una familia con un hijo y una hija. Los años pasaron y la hija enfermó gravemente y, a pesar de que la familia Benfield hizo todo lo posible por curarla, terminó muriendo. Tras la muerte de la niña, William Benfield se enfrentó al problema de que todos los recintos mortuorios eran católicos y no aceptaban los restos de la niña por su fe anglicana. Fue por eso, que el señor Benfield le prometió a su difunta hija que construiría un cementerio donde pudiera descansar en paz.
Pues William no logró cumplir su promesa, pero esta llegó algunos años después, en 1874, cuando su hijo, Juan Manuel Benfield, creó la Sociedad Benfield, Brecker y Compañía y solicitó al Ayuntamiento de México el permiso para crear el primer Panteón Civil en los terrenos de la Tabla de Dolores, mismos que formaban parte del Rancho Coscacoaco. Un año después, el 13 de diciembre de 1875, se inauguró el Panteón Civil de Dolores. Como era de esperarse, este cementerio llamó la atención de todxs lxs chilangxs de aquél entonces y diferentes grupos y asociaciones empezaron a adquirir sus lotes exclusivos; de esta forma, en el Panteón Civil de Dolores encontrarás lotes exclusivos para la comunidad italiana y alemana en México, los Constituyentes de 1917, la Águilas Caídas del Escuadrón 201, Actores de la Anda, el sindicado de Tramoyistas, Maestros Jubilados del S.N.T.E. y el de alumnos del Colegio Militar, entre otros.
Pero el lote más interesante dentro del Panteón Civil de Dolores, es el que mandó comprar en 1876, el presidente Sebastián Lerdo de Tejada, para crear la Rotonda de los Hombres Ilustres, hoy conocida como Rotonda de las Personas Ilustres (nombre que cambió el 4 de marzo del 2003, durante el gobierno de Vicente Fox Quesada, para no excluir a las mujeres que ahí descansan). Proyecto que estuvo en planeación desde 1872, desde la planeación del Panteón, y que se inauguró el 21 de marzo de 1876 al enterrar al teniente coronel Pedro Letechipía. Al teniente le siguieron Diódoro Corella y Donato Guerra (también militares), y también se trasladaron los restos de otros personajes como el historiador jesuita Francisco Javier Clavijero (1731-1787), el político Miguel Ramos Arizpe (1775-1843) y los presidentes Manuel de la Peña y Peña (1789-1850), Mariano Arista (1802-1855) y Valentín Gómez Farías (1781-1858), entre otros.
En 1883, tras la muerte de la cantante Ángela Peralta, la Rotonda de las Personas Ilustres recibió sus restos mortuorios, siendo la primera mujer enterrada en este lugar, y la primera persona que no fue militar o política (sí, Clavijero no fue un político en el estricto sentido de la palabra, pero su obra influenció directamente a la política). A Ángela le siguieron médicos y presidentes (entre los que se encontraba Lerdo de Tejada), y después llegaron los restos de Felipe Villanueva (músico), Juventino Rosas (músico), Vicente Riva Palacio (historiador, escritor y político) y Jaime Nunó (quien musicalizó el himno nacional), entre otros.
Hoy en día, al recorrer las tumbas que se encuentran en la Rotonda de las Personas Ilustres, además de encontrarte a los personajes ya mencionados, podrás encontrarte con las tumbas de algunos de los personajes más importantes en el arte, la política, la medicina y la academia mexicana del siglo XX. Para que te des una idea de los personajes que podrás conocer a través del arte mortuorio que les acompaña, te cuento que se encuentran personas como Diego Rivera, Ramón López Velarde, Ricardo Flores Magón, Silvestre Revueltas, Antonio Caso, Manuel M. Ponce, José Clemente Orozco, Virginia Fábregas, Mariano Azuela, María Izquierdo, Juan Pablo Moncayo, Gerardo Murillo “Dr. Atl”, Julián y Nabor Carrillo, David Alfaro Siqueiros, Rosario Castellanos, Dolores del Río, Emma Godoy y María Lavalle, entre muchas otras personas. Por cierto, hace no mucho tiempo, también llevaron los restos de Sor Juana Inés de la Cruz.
Uno de los detalles más llamativos de la Rotonda de las Personas Ilustres, es que todas las tumbas tienen su propia personalidad y, muchas de ellas, buscan representar la vida o personalidad de la persona que ahí se encuentra, permitiéndote apreciar una buena variedad de propuestas artísticas mortuorias. Para que te des una idea de lo que estoy diciendo, la tumba de Diego Rivera es de inspiración prehispánica, y cuenta con una máscara mortuoria del mismo sapo (como le decían a Rivera) y una imagen alusiva al arte indigenista del artista; mientras que, la tumba de Siqueiros consta de una interesante escultura que busca recrear el estilo tan único del artista.
La Rotonda de las Personas Ilustres no solo es un lugar de descanso eterno, sino también un sitio para reflexionar sobre el impacto de estos grandes personajes en la historia de México. Visitar este lugar es como hacer un viaje en el tiempo, conectando con las raíces culturales y apreciando el talento y la dedicación de quienes moldearon el país. Así, la Rotonda sigue siendo un faro de memoria y orgullo para todxs lxs mexicanxs.
Prepara tu Visita Dirección: Panteón Civíl de Dolores, Miguel Hidalgo, Ciudad de México, CDMX Costo por persona: Entrada libre Horario: Lunes a domingo de 8:00 a 17:00 hrs.
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En el México Virreinal no existían los cementerios o panteones. En aquel entonces, se solía enterrar los restos de las personas dentro de los templos e iglesias. Es por eso, que si vas, por ejemplo, a la Catedral Metropolitana, podrás encontrarte con algunas baldosas en las que se encuentra grabado el nombre de alguna persona que descansa ahí. El problema era que, en la mayoría de los casos, los cuerpos se solían guardar de forma muy improvisada bajo el piso, o detrás de las paredes de los templos, lo que permitía que se generaran olores muy desagradables y, de vez en cuando, se asomara algún resto durante las misas. ¡Debió ser aterrador!
Es por eso que, a finales del siglo XVIII, tras una epidemia de viruela que azotó a la Ciudad de México, don Alonso Núñez de Haro y Peralta, arzobispo de México, decretó la necesidad de construir enterrar los restos en cementerios que se encontraran alejados de la urbanización. Fue así que, se inauguró el Panteón de Santa Paula en 1786, en los terrenos aledaños a lo que hoy es Garibaldi. Unos años después, para 1832 se inició la construcción del Panteón de San Fernando, que buscaba ser el cementerio privado más lujoso de la Ciudad. Sin embargo, para 1933, Santa Ana decretó, gracias a una epidemia de cólera que azotó a la ciudad, que todos los panteones privados deberían volverse públicos.
A pesar de haber pasado a ser un panteón público, (pero administrado por el clero) la gente con más dinero de la época buscó asegurar su lugar en el Panteón San Fernando, porque lo consideraban un recinto limpio y bien ordenado, lo que permitió que el recinto mantuviera su estatus privilegiado. Y no fue hasta 1869, tras la guerra de Reforma, que Benito Juárez expidió la ley de secularización de los cementerios, pasando a ser propiedad del gobierno. Y, tomando en cuenta que, para ese entonces ya descansaban un gran número de personajes ilustres en el Panteón de San Fernando, el mismo gobierno decidió convertirlo en Panteón de Hombres Ilustres.
A partir de ese momento, todas las personas influyentes e importantes en la historia del México de la época fueron enterradas en este recinto. Sin embargo, poco después de esto, el mismo presidente Juárez decretó que todos los cementerios que se encontraran en los límites de la Ciudad debían cerrar, y este, al estar en las afueras, tuvo que cerrar sus puertas. Sin embargo, el Panteón volvería a recibir a un último entierro en 1872, tras el fallecimiento del mismísimo Juárez, quien sería enterrado junto a su esposa, Margarita Maza.
Años después, para 1935, el Instituto Nacional de Antropología e Historia declaró monumento histórico al Panteón de San Fernando, protegiéndolo de cualquier alteración y buscando preservarlo en el tiempo. Y, para 2006 el gobierno del difunto Distrito Federal lo convirtió en Museo de Sitio, para que todos y todas las mexicanas y turistas, puedan apreciar, los detalles arquitectónicos y artísticos de las tumbas, así como el lugar donde descansan algunos de los personajes más importantes en la historia de México, como Margarita Maza, Benito Juárez, Miguel Miramón, Vicente Guerrero, Ignacio Comonfort, Henriette Sontag y Juan de la Granja (introdujo el telégrafo en MX), entre otras. Además, al recorrer los pasillos del Museo Panteón de San Fernando, podrás encontrarte con un nicho mortuorio en honor a Isadora Duncan, bailarina estadounidense que murió ahorcada con su propia chalina. Nicho que, por cierto, ha sido un misterio, pues nadie sabe quién lo mandó colocar; sin embargo, una de las teorías más difundidas dice que el presidente Elías Calles la mandó colocar porque era un eterno enamorado de la coreógrafa.
El Museo Panteón de San Fernando es un espacio único en la Ciudad de México, y probablemente del país. No solo es uno de los panteones más antiguos del país, sino que es un espectacular ejemplo del arte mortuorio del siglo XIX. Además, este espacio te permitirá viajar al México del pasado, permitiéndote conocer a algunos de los personajes que forjaron nuestra patria, desde una perspectiva mucho más humana. Por todo esto y más, vale mucho la pena darse una vuelta por el Museo Panteón de San Fernando y pasar una tarde llena de arte e historia.
Apasionado de la comida, siempre en busca de nuevos rincones donde disfrutar sabores únicos. Maestro de yoga y meditación, combina su espíritu tranquilo con su amor por la aventura como ciclista urbano. Admirador de la cultura mexicana, explora la magia de la Ciudad de México.