Archivos de la categoría Monumentos

Descubre la historia y simbolismos detrás de algunos de los monumentos más emblemáticos y menos conocidos de la CDMX.

Paseo de la Reforma, la historia de la avenida más emblemática de México

El Paseo de la Reforma es, sin lugar a dudas, la avenida más emblemática de la Ciudad de México y un símbolo fundamental para el país. Esta vía de 14.7 kilómetros de largo atraviesa varias zonas clave de la capital, conectando áreas como Cuajimalpa, Santa Fe, Polanco, Las Lomas de Chapultepec y el Centro Histórico. Su recorrido, además de ser vital para la movilidad en la ciudad, ha sido testigo de importantes sucesos históricos y culturales que han marcado el rumbo de la nación.

Originalmente, esta avenida fue conocida como el Paseo de la Emperatriz o Paseo del Emperador, pues fue trazada durante el Segundo Imperio Mexicano bajo el mandato de Maximiliano I. El emperador, influenciado por las grandes avenidas europeas, encargó la creación de esta vía para conectar su residencia en el Castillo de Chapultepec con el centro de la Ciudad de México, buscando así un trazo monumental que evocara las grandes urbes del viejo continente, como París o Viena.

El proyecto, que fue diseñado por el ingeniero austriaco Alois Bolland, buscaba construir una vía que uniera el Palacio Imperial con el Bosque de Chapultepec. A pesar de las dificultades del terreno, derivadas del suelo pantanoso que rodeaba el Valle de México, los trabajos comenzaron en 1864, aunque sólo una parte del proyecto se concretó durante el imperio de Maximiliano. La obra sufrió obstáculos y no se completó en su totalidad hasta después de la caída del imperio.

Con el fin del Segundo Imperio Mexicano y la restauración de la República, el Paseo de la Emperatriz fue renombrado como Paseo de la Reforma en honor al proceso histórico de la Reforma Liberal, una serie de cambios políticos y sociales que transformaron al país. Fue durante el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada cuando la avenida recibió su nombre definitivo. Esta transformación no solo fue nominal; también se hicieron mejoras en el diseño y se ampliaron las obras en la vía, como la construcción de glorietas y el embellecimiento de sus alrededores.

A lo largo de los años, el Paseo de la Reforma se ha convertido en un verdadero eje urbano y cultural, en el cual se erigen monumentos de gran relevancia. El Monumento a la Independencia, conocido comúnmente como El Ángel, se erige en el corazón del Paseo, siendo uno de los emblemas más reconocidos de la Ciudad de México. Este monumento, inaugurado en 1921, conmemora la lucha por la independencia de México y ha sido un sitio de celebraciones populares y manifestaciones políticas. Otros monumentos, como el Monumento a Cuauhtémoc, el Monumento a Cristóbal Colón y la Fuente de la Diana Cazadora, también son parte integral del paisaje urbano de esta avenida, que ha sido testigo de las luchas y celebraciones del país a lo largo de los siglos.

La avenida no solo es famosa por sus monumentos, sino también por la diversidad arquitectónica que se puede encontrar en ella. Desde edificios de estilo modernista y art déco, hasta la arquitectura contemporánea, el Paseo de la Reforma presenta una mezcla de influencias que reflejan los diferentes momentos históricos y sociales que ha vivido la ciudad. Edificaciones como la Torre Reforma, uno de los edificios más altos de la capital, destacan por su modernidad, mientras que otros edificios como el Museo Nacional de Antropología muestran la riqueza cultural y arquitectónica que caracteriza a la ciudad.

Además de su importancia arquitectónica e histórica, el Paseo de la Reforma ha sido un lugar clave para los eventos cívicos, sociales y políticos de la Ciudad de México. Desde manifestaciones y conciertos, hasta desfiles y celebraciones populares, esta avenida se ha convertido en un espacio de encuentro para las y los capitalinos. Las festividades del Día de la Independencia, la Marcha del Orgullo LGBT, y el Desfile de Día de Muertos, son solo algunos de los eventos que han tenido lugar a lo largo de esta emblemática vía.

A medida que avanzamos hacia el siglo XXI, el Paseo de la Reforma sigue siendo una arteria vital para la ciudad, con nuevas construcciones y desarrollos que se suman a su ya rica historia. Las obras de modernización, como el Metrobús, han facilitado la movilidad en esta zona, mientras que la preservación de espacios como el Bosque de Chapultepec y el Jardín de la Reforma continúa siendo una prioridad para las autoridades locales.

Paseo de la Reforma no es solo una vía de tránsito, sino un reflejo de la evolución de la Ciudad de México, un testimonio de sus momentos más gloriosos y una muestra palpable de su diversidad cultural, histórica y arquitectónica. Desde sus inicios como un proyecto imperial hasta convertirse en el símbolo de la modernidad y la resistencia del pueblo mexicano, el Paseo sigue siendo uno de los lugares más representativos de la capital. Sin duda, es una avenida que no solo conecta puntos geográficos, sino que también enlaza el pasado, el presente y el futuro de la Ciudad de México.

Glorieta de Cuitláhuac, un Monumento a la Historia Mexicana en Paseo de la Reforma

Ubicada al final de Paseo de la Reforma, la Glorieta de Cuitláhuac es un monumento que destaca no solo por su relevancia histórica, sino por su carácter profundamente mexicano. Siendo la décima glorieta de las diez que adornan Reforma, esta pieza tiene la particularidad de ser quizás la más olvidada, pero también la más representativa de la identidad nacional.

Cuitláhuac, quien fue el penúltimo emperador azteca y hermano de Moctezuma II, es recordado por haber vencido a los conquistadores en la famosa “noche victoriosa” (o noche triste), cuando logró expulsar temporalmente a los españoles de Tenochtitlán. A pesar de su trascendencia en la historia de México, su monumento en esta glorieta parece estar a la sombra del olvido, lo que genera una paradoja dentro del paisaje urbano. Sin embargo, a diferencia de otras esculturas que han sido descuidadas, como las de los Indios Verdes, Cuitláhuac sigue erguido con dignidad.

La base del monumento, que toma la forma de una pirámide, fue diseñada por el arquitecto Jesús Aguirre, mientras que la escultura de bronce que lo corona es obra de Ignacio Asúnsolo, conocido por su trabajo en el Monumento a Álvaro Obregón. Este monumento fue inaugurado en 1976, coincidiendo con la ampliación de Reforma hacia el suroeste de la ciudad.

Aunque la Glorieta de Cuitláhuac está lejos de ser el centro de atención en la Ciudad de México, sigue siendo un punto de referencia importante para las y los que se dirigen hacia el mercado de antigüedades de La Lagunilla. La zona, conocida por su comercio de micheladas y refrigerios, le da un toque único a este espacio, que también marca el borde del barrio Nonoalco-Tlatelolco. A su alrededor, el Jardín de Santiago, una de las obras menos convencionales de Mario Pani, ofrece un respiro verde a las y los paseantes.

Este monumento no solo celebra la historia de México, sino que también refleja la compleja relación de la ciudad con su identidad. Al estar ubicado justo antes de las calzadas que llevan nombres católicos, como la Calzada de los Misterios y la Calzada de Guadalupe, la glorieta parece simbolizar una lucha entre el pasado indígena y la influencia colonial, un tema recurrente en la historia de la capital mexicana.

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Dirección: 
Flores Magón esq. Paseo de la Reforma, Colonia Morelos, Ciudad de México, CDMX

Puerta 1808, Manuel Felguerez y el Símbolo de la Historia y Cultura Mexicana

Ubicada en un punto clave de la Ciudad de México, en la intersección de Paseo de la Reforma y Avenida Juárez, se erige Puerta 1808, una escultura monumental de 15 metros de altura que invita a reflexionar sobre los momentos decisivos de la historia mexicana. Inaugurada el 20 de octubre de 2007, esta obra del escultor y pintor Manuel Felguérez no es una puerta en el sentido tradicional, sino una representación simbólica de un importante pasaje en la lucha por la independencia del país.

La obra está hecha de acero al carbono, material que le otorga una apariencia robusta y contemporánea. La escultura está sobre un pedestal de dos metros, lo que la hace aún más imponente. A pesar de que su nombre sugiere una puerta, Felguérez la concibió como una figura abstracta, formada por elementos geométricos que se unen para crear una estructura visualmente impactante. Consta de triángulos, un tronco de cono dividido verticalmente, vigas arqueadas en voladizo y tensores, lo que genera una sensación de dinamismo y movimiento.

El año 1808, que da nombre a la escultura, hace referencia a los eventos previos a la independencia de México, particularmente a las acciones del cabildo de la Ciudad de México, que en ese año defendió la soberanía del pueblo y la justicia. Este acto de valentía tuvo a Francisco Primo de Verdad y Ramos como uno de sus principales impulsores, quien fue encarcelado por sus ideales independentistas y murió en prisión. Puerta 1808 está dedicada a su memoria, siendo un recordatorio de los primeros pasos hacia la independencia de México.

Más allá de su simbolismo histórico, la escultura se convierte en un testigo dinámico de la ciudad. Felguérez dijo que “es una escultura viva“, ya que, con el paso del tiempo y la intervención de quienes la rodean, cambia de aspecto, ya sea por las consignas sociales o los eventos políticos que ocurren en la ciudad. Esta interacción con su entorno la dota de una vigencia que, según el propio artista, solo se agotará cuando México logre alcanzar un país justo y equitativo, lo que parece un ideal eterno.

El emplazamiento de Puerta 1808 no es casual: está situada en uno de los puntos de acceso más importantes al Centro Histórico de la Ciudad de México, junto a la Fuente de la República, formando un conjunto de esculturas que marcan el inicio de un recorrido hacia el corazón de la capital. Esta pieza no solo resalta por su tamaño, sino también por la capacidad que tiene de invitar a la reflexión sobre el pasado y el futuro del país.

Felguérez expresó que para él, la creación de Puerta 1808 fue uno de los mayores honores de su vida. La obra fue inaugurada por el entonces jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, y estuvo acompañada de una exposición sobre la vida y obra del artista, que permitió a las y los asistentes conocer más sobre el legado de este importante creador.

Puerta 1808 no es solo una obra de arte, sino un símbolo de las luchas que definieron el México moderno, un recordatorio de que las ideas de libertad y justicia siguen siendo tan relevantes hoy como lo fueron hace más de dos siglos.

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Dirección: 
Cruce de Paseo de la Reforma con Juárez, Ciudad de México, CDMX

Fuente de la República, un ícono contemporáneo en el Centro de la Ciudad de México

La Fuente de la República es una de las obras más llamativas y modernas en el paisaje urbano de la Ciudad de México, especialmente del Paseo de la Reforma. Inaugurada el 13 de diciembre de 2007 por el entonces jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, se encuentra en la intersección de las avenidas Paseo de la Reforma, Juárez y Bucareli, en la delegación Cuauhtémoc. Esta fuente fue diseñada por el reconocido artista Manuel Felguérez con la intención de conmemorar el Bicentenario de la Independencia en 2010.

El diseño de la fuente no solo busca embellecer el entorno, sino también darle un significado simbólico a la ciudad. En lugar de una estatua tradicional en el centro, como es común en muchas fuentes, Felguérez optó por que la propia fuente fuera la escultura. Con un diámetro de 20 metros y 700 chorros de agua que alcanzan hasta los 2 metros de altura, la fuente toma la forma del Monumento a la Revolución, cuyas curvas altas en el centro y más afiladas a los lados evocan la silueta del emblemático monumento. El borde de la fuente está decorado con dos círculos rojos que representan los ojos de México, un símbolo que conecta con la identidad nacional.

Con un sistema que utiliza 100 metros cúbicos de agua reciclada, la fuente también tiene un impacto ecológico positivo al ser parte de un diseño sostenible que incluye 200 lámparas y ocho bombas. Su estructura de acero al carbono le da una apariencia robusta y moderna que la distingue de otras fuentes en la ciudad.

Este proyecto surgió a partir de una sugerencia de Felguérez, quien, tras la instalación de la escultura Puerta 1808 en 2007, vio el potencial del espacio vacío en la glorieta que previamente albergaba la escultura del Caballito. La fuente fue pensada para no desentonar con el resto de los monumentos cercanos y ofrecer una nueva pieza artística que complementara el panorama de Paseo de la Reforma. Hoy en día, la Fuente de la República es un verdadero símbolo del arte contemporáneo en la capital mexicana y un lugar de paso para miles de personas que disfrutan de su imponente presencia.

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Dirección: 
Cruce de Paseo de la Reforma con Bucareli y Juárez, Ciudad de México, CDMX

Polyforum Siqueiros, un espacio de arte mural, teatro y cultura en la Colonia Nápoles

El Polyforum Siqueiros es uno de los espacios más impresionantes y únicos de la Ciudad de México, y no solo por su ubicación estratégica junto al World Trade Center, sino por la riqueza cultural y artística que alberga. Este centro cultural es conocido mundialmente, especialmente por su monumental mural La Marcha de la Humanidad, pintado por David Alfaro Siqueiros. Con su fascinante arquitectura y su enorme relevancia en el arte mexicano, el Polyforum es un lugar imperdible para las y los amantes de la historia, la cultura y el arte.

La historia de este emblemático edificio comenzó en 1960, cuando se pensó como un espacio para albergar un mural que reflejara la evolución de la humanidad. Sin embargo, el proyecto fue tomando una dimensión aún más ambiciosa, convirtiéndose no solo en un mural, sino en un edificio completo que integrara arquitectura, pintura, escultura y acústica. El diseño original fue el trabajo conjunto de un equipo internacional de arquitectos, ingenieros, pintores, escultores y expertos en acústica provenientes de varios países como Japón, Italia y Argentina. A pesar de los desafíos políticos y financieros que retrasaron su apertura hasta 1971, el Polyforum finalmente se inauguró y rápidamente se consolidó como un espacio cultural clave en la ciudad.

Uno de los aspectos más sorprendentes del Polyforum Siqueiros es su mural La Marcha de la Humanidad, considerado el mural más grande del mundo. Este mural cubre por completo las paredes y el techo del Foro Universal, un espacio circular que se asemeja a un anfiteatro griego. La obra, que mide unos impresionantes 2400 metros cuadrados, narra la evolución de la humanidad desde el pasado hasta el presente, con una visión futurista que invita a la reflexión. El mural está dividido en varias escenas que abordan temas como la lucha social, la esperanza, la guerra y la transformación de la humanidad a lo largo del tiempo.

Dentro de los murales de la fachada del Polyforum, cada panel cuenta una historia diferente. Uno de los más impactantes es El Liderato, donde Siqueiros muestra a un líder levantando las manos hacia la victoria mientras una multitud lo sigue. Este mural simboliza la lealtad y la proyección hacia el futuro, invitando al espectador a entrar en el interior del Polyforum y ser parte de la narrativa del mural.

Otro mural destacado es Árbol seco y árbol renacido, que representa el contraste entre la esperanza y la desesperanza de la humanidad. Este mural refleja el proceso de renacimiento, un tema recurrente en las obras de Siqueiros, y simboliza cómo la humanidad puede encontrar la esperanza incluso en los momentos de crisis.

En El Circo, Siqueiros presenta a una figura realizando un acto de equilibrio en una cuerda floja, una representación de la transición del entretenimiento hacia la cultura como valor integral. Este mural es particularmente interesante por su simbolismo, ya que muestra el tránsito de lo superficial a lo profundo en la cultura humana.

El Decálogo, que representa a Moisés sosteniendo las tablas de la ley, refleja un fuerte simbolismo religioso y moral. La obra, que en sus inicios iba a incluir una figura femenina llamada “Madre Dinamita“, muestra la importancia de la firmeza moral y ética en tiempos de conflicto.

Por otro lado, el mural Alto a la agresión tiene un mensaje directo contra la violencia y la guerra, específicamente en relación con el conflicto de Vietnam. Aquí, una pareja se une para rechazar la agresión, levantando sus manos en señal de paz.

Quizás uno de los murales más dramáticos sea El Cristo Líder, que muestra a un Cristo agonizante, con las manos atadas, mirando desesperadamente al mundo que se destruye a su alrededor. Este mural refleja la angustia del sacrificio y la reflexión sobre el dolor humano.

Otro mural, La danza, hace referencia a un ritual prehispánico en el que los bailarines realizan una danza antes del sacrificio. La velocidad del movimiento está representada de manera abstracta, y se puede ver la tensión entre lo espiritual y lo físico, una característica muy particular de Siqueiros.

En La Huida, el mural muestra a una mujer huyendo desesperada de un holocausto, simbolizando la liberación frente a un sistema económico opresivo que lleva a la destrucción. Este mural es una invitación al espectador a escapar junto con la figura, una llamada a la acción ante las injusticias sociales.

El mural El Invierno y el Verano simboliza la dualidad entre la desesperanza (el invierno) y la esperanza (el verano), representando las dos caras de la humanidad en su lucha constante por la supervivencia y la transformación.

El mestizaje: drama de la conquista aborda la figura de Hernán Cortés y la Malinche, pero originalmente se pensó como una crítica a la intervención estadounidense en Vietnam. La figura de Cortés marcha desnudo sobre una pirámide, mientras que la Malinche lo sigue distraída, representando el complejo mestizaje cultural en México.

La música es otro mural que destaca en el Polyforum, representando el arte de la música a través de tres grupos de círculos concéntricos, simbolizando el sonido y la creación musical. Debajo de ellos, un compositor con varias caras refleja las distintas etapas de la música a lo largo de la historia.

Por último, El átomo presenta tanto el lado positivo como el negativo de la energía atómica. A un lado, una explosión atómica ilumina el mural, mientras que al otro, un grupo de hombres se prepara para usar el átomo para el bien de la humanidad, ofreciendo un mensaje de esperanza y responsabilidad.

Además de los murales, el Polyforum Siqueiros alberga el Teatro Polyforum, uno de los pocos teatros circulares al estilo griego en el mundo. Este teatro ha sido el escenario de numerosas obras de teatro, incluidas representaciones taquilleras como Diario de un loco, que se presentó en este espacio durante años.

El Polyforum Siqueiros es, sin lugar a dudas, uno de los recintos culturales más completos de la Ciudad de México. Además de su mural más famoso, ofrece una amplia variedad de exposiciones de arte y eventos culturales, todo ello en un edificio que integra arte, arquitectura y tecnología de una forma asombrosa. Si tienes la oportunidad de visitarlo, no te lo puedes perder: es un lugar donde el arte, la historia y la cultura se dan la mano para ofrecerte una experiencia inolvidable.

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Dirección:
  Av. Insurgentes Sur #701, Nápoles, Ciudad de México, CDMX

Baños de Moctezuma, un vestigio de la infraestructura hídrica prehispánica en Chapultepec

Los Baños de Moctezuma, ubicados en el emblemático Bosque de Chapultepec, son un pedazo de historia que sigue latente en la Ciudad de México. Estos antiguos embalses, también conocidos como las “piscinas de Chapultepec“, fueron construidos en 1466 por el tlatoani Nezahualcóyotl, uno de los más grandes líderes de los Mexicas. Parte de un sistema hidráulico mucho más amplio, estos baños fueron diseñados para mejorar el riego del bosque y abastecer de agua a la ciudad de Tenochtitlán, una de las metrópolis más avanzadas de su tiempo.

Hoy en día, los Baños de Moctezuma siguen siendo un testigo invaluable de esa era prehispánica. Aunque no se trataba de un “baño privado” de Moctezuma, como mucha gente cree, sí fueron parte de un sistema de riego y almacenamiento de agua esencial para la vida de la gran Tenochtitlán. Lo que hoy conocemos como los Baños de Moctezuma es solo una pequeña parte de la gigantesca red hidráulica que se construyó en Chapultepec desde tiempos de Moctezuma I, y que se mantenía gracias a los manantiales que brotaban en el cerro de Chapultepec.

Una de las características más destacadas de este sistema hidráulico es el uso de los manantiales de Chapultepec, que eran cuidadosamente dirigidos hacia los diferentes puntos del sistema, como los baños y albercas que servían tanto para el riego de las áreas circundantes como para el abastecimiento de agua potable. Esto no solo beneficiaba a Tenochtitlán, sino que ayudaba a mantener las tierras de los alrededores del bosque. Se dice que el mismo Nezahualcóyotl, gran poeta y líder, fue quien supervisó la construcción de los Baños de Moctezuma, asegurando que el agua fuera un recurso abundante y accesible para su pueblo.

A lo largo de los siglos, este lugar ha sufrido varias modificaciones. Durante la llegada de los conquistadores, Hernán Cortés ordenó destruir partes del sistema hidráulico, incluidos los embalses, durante el cerco a Tenochtitlán. Sin embargo, se reconstruyó poco después, aunque con algunos cambios. Fue en el siglo XIX cuando los Baños de Moctezuma adquirieron una nueva relevancia, al convertirse en un lugar de recreo popular. En 1870, se construyó la Casa Baños de Chapultepec, un conjunto de baños públicos que rápidamente se hicieron famosos entre la élite de la época. Su ubicación frente al antiguo contenedor de agua que aún persiste, y su cercanía con el manantial de Chapultepec, hizo que los visitantes acudieran en busca de un baño curativo y relajante. Este tipo de baños medicinales era muy común en esa época, pues se creía que el agua de Chapultepec tenía propiedades curativas.

El nombre Baños de Moctezuma no se le dio hasta principios del siglo XX, en 1900, cuando la zona fue remodelada para dar paso a la Primera Sección del Bosque de Chapultepec. En ese momento, el contenedor de agua, que había sido utilizado por siglos, comenzó a ser asociado con la leyenda de Moctezuma, quien, según se pensaba, guardaba sus tesoros en el sitio. Esta popularidad se vio aumentada por las excavaciones realizadas en 1744, que buscaban encontrar esos supuestos tesoros, pero que acabaron por dañar las estructuras y disminuir el flujo de agua. A pesar de ello, las piscinas continuaron siendo parte del paisaje de Chapultepec, aunque fueron cerradas definitivamente en 1929 debido a la disminución del volumen de agua.

Recientemente, en 2018, un equipo de arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrió vestigios de tres estanques curativos en la zona, lo que permitió confirmar la conexión entre los Baños de Moctezuma y las antiguas estructuras hidráulicas de la región. Estos hallazgos ayudaron a entender mejor cómo se distribuía el agua y cómo el sistema estaba conectado con el resto del bosque y la ciudad.

Los Baños de Moctezuma no solo representan una pieza clave de la historia prehispánica, sino también de la vida social y cultural de la Ciudad de México en el siglo XIX. Los vestigios de esta construcción nos invitan a reflexionar sobre cómo las antiguas civilizaciones sabían aprovechar los recursos naturales de manera sostenible y cómo, con el paso del tiempo, este lugar siguió siendo un punto de encuentro para las personas, desde los tlatoanis hasta las élites sociales del México independiente.

Hoy, al visitar los Baños de Moctezuma, es posible caminar por la misma área que alguna vez recorrieron Nezahualcóyotl y Moctezuma, reflexionar sobre su vida y su legado y, por qué no, disfrutar de un paseo entre la historia y la naturaleza en uno de los espacios más emblemáticos de la capital mexicana. ¡Un lugar perfecto para disfrutar, aprender y conectar con el pasado!

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Dirección:
 Av. Heroico Colegio Militar S/N, Bosque de Chapultepec I Secc, Ciudad de México, CDMX

Acueducto de Guadalupe, un paseo por la ingeniería colonial al norte de la CDMX

El Acueducto de Guadalupe es una de esas joyas históricas que te hacen imaginar cómo era la Ciudad de México hace siglos. Este canal de piedra, construido a mediados del siglo XVII, fue una solución para llevar agua potable desde el río Tlalnepantla hasta la Villa de Guadalupe, ¡todo un desafío en aquella época! Iniciado en 1743 y terminado en 1751, el acueducto fue un verdadero hito en la ingeniería colonial, extendiéndose por 10 kilómetros hasta una fuente cercana a la antigua Basílica de Guadalupe.

Aunque hoy es solo un recordatorio de su época dorada, con su famoso tramo de arcos de piedra que atraviesa las colonias de la zona norte, el acueducto todavía guarda mucha historia. ¡Hasta José María Morelos bebió de su agua en 1815 antes de ser ejecutado! Durante el Porfiriato, el acueducto fue reemplazado por tuberías de hierro, y finalmente, en 1932, fue declarado Monumento Histórico.

Hoy, a lo largo de los arcos restaurados, puedes disfrutar de un bonito paseo en el que se combina historia y naturaleza. La zona del acueducto cuenta con senderos para caminar, correr o hacer ciclismo, y en ocasiones se convierte en un lugar de descanso para los y las miles de peregrinas que llegan a la Basílica de Guadalupe, la cual, por cierto, es uno de los destinos más visitados del país.

Con sus más de 2,300 arcos, el Acueducto de Guadalupe no solo es un monumento arquitectónico, sino también un testigo del paso del tiempo y de los cambios en la Ciudad de México. Ya sea que busques un paseo tranquilo o quieras aprender más sobre nuestra historia, este es un lugar que vale la pena visitar. Y si eres fan del cine, quizás reconozcas sus arcos en alguna de las películas clásicas del “Cine de Oro” de México. ¡Un lugar lleno de historia, tradición y mucha vida!

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Dirección:
Ciudad de México, CDMX

Puente Virreinal de Los Limosneros, un vestigio histórico perdido en Vallejo (San Simón Toláhuac y Peralvillo)

El Puente Virreinal de Los Limosneros, aunque hoy se encuentra como una pequeña ruina, sigue siendo un testimonio fascinante de la historia de la Ciudad de México. Ubicado en el límite entre los barrios de San Simón Tolnáhuac y Peralvillo, este puente de piedra fue una parte fundamental del Camino Real de Tierra Adentro, una de las rutas más importantes de la Nueva España.

Construido en 1692 durante el virreinato del Conde de Galve, el Puente Virreinal de Los Limosneros se dedicó a los mendicantes, quienes pedían limosna en su camino hacia la Ciudad de México. Este puente no solo marcaba la entrada a la ciudad, sino también una etapa crucial para quienes recorrían el antiguo Camino a Tenayuca, uno de los tramos del Camino Real de Tierra Adentro, reconocido por la UNESCO en 2010 como Patrimonio de la Humanidad. Esta antigua ruta se extendía desde la Ciudad de México hasta Santa Fe, Nuevo México, recorriendo un impresionante total de 2.560 kilómetros.

A lo largo de los siglos, el Puente Virreinal de Los Limosneros ha sido testigo de muchos cambios. Los dos muros que aún permanecen en pie fueron desplazados para dar paso a la moderna Calzada Vallejo, pero siguen siendo una evocación de su pasado. A pesar de que este puente ya no conecta como antes, su presencia nos recuerda el legado de aquellos tiempos virreinales, cuando la ciudad era un punto de encuentro entre el Viejo y el Nuevo Mundo.

Hoy en día, el Puente Virreinal de Los Limosneros es un rincón de interés en la zona de La Raza, al norte de Tlatelolco. Este vestigio del pasado sigue siendo una pequeña joya que invita a las y los curiosos a conocer más sobre la historia de la Ciudad de México y su evolución a lo largo de los siglos. Aunque la modernidad ha transformado el lugar, el puente sigue siendo un símbolo de la conexión entre épocas, culturas y personas que a lo largo de los siglos han transitado por esta tierra.

Así que la próxima vez que estés cerca de La Raza o Tlatelolco, no dudes en hacer una parada en el Puente Virreinal de Los Limosneros, un pequeño pero significativo recordatorio del México colonial, del Camino Real y de la historia que sigue viva en las calles de la Ciudad de México.

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 Calz. Vallejo #132, San Simón Tolnahuac, Ciudad de México, CDMX

Centro SCOP, un legado monumental de arte, historia y resiliencia en la Narvarte

En la colonia Narvarte de la Ciudad de México, una joya modernista descansa como un testigo silencioso del esplendor arquitectónico del siglo XX: el Centro SCOP. Este icónico complejo, que alguna vez albergó a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, tiene una historia que mezcla ambición, arte y resiliencia frente a la naturaleza.

Inaugurado en 1954, el Centro SCOP nació de la visión del arquitecto Carlos Lazo Barreiro, quien soñó con un espacio que uniera funcionalidad y belleza. Con el respaldo de grandes talentos como Juan O’Gorman, José Chávez Morado y Francisco Zúñiga, el complejo se cubrió de murales espectaculares y esculturas imponentes, logrando una integración plástica que todavía conmueve a quienes lo visitan.

Más de 6,000 metros cuadrados de murales policromos adornaron los edificios del SCOP, representando la historia de las comunicaciones en México y celebrando nuestras raíces indígenas. Cada rincón del lugar exudaba creatividad, gracias al trabajo de artistas que capturaron la esencia de la identidad mexicana en piedra y color.

La historia del Centro SCOP también está marcada por tragedias. Los sismos de 1985 y 2017 dejaron cicatrices profundas en el complejo, derribando estructuras y dañando algunas de sus obras de arte más preciadas. Sin embargo, su legado sigue vivo gracias a los esfuerzos de conservación liderados por autoridades, artistas y colectivos ciudadanos.

Aunque hoy el Centro SCOP se encuentra casi en ruinas y vallado, no ha perdido su magia. Muchos de sus murales han sido desmontados y resguardados, y los planes de restauración siguen en marcha. Colectivos como “En defensa de los murales del Centro SCOP” trabajan incansablemente para preservar este patrimonio, con la esperanza de convertirlo en un espacio cultural que celebre su historia y su arte.

El Centro SCOP no es solo un edificio; es un símbolo del esfuerzo por integrar las comunicaciones, la cultura y el arte en un solo lugar. Es un homenaje a una visión del futuro que sigue inspirando, incluso en su estado actual. Si alguna vez pasas por la colonia Narvarte, detente un momento frente a este gigante dormido. Aunque herido, su espíritu sigue siendo un reflejo del México que siempre busca levantarse.

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Dirección:
 Eje Central/U Hab IMSS Narvarte, Col. Narvarte Oriente, Ciudad de México, CDMX

Torre de Rectoría de la UNAM, un ícono de historia y arte en Ciudad Universitaria

Si alguna vez has visitado Ciudad Universitaria, seguro que la Torre de Rectoría te ha dejado sin palabras. Este emblemático edificio, diseñado por los talentosos arquitectos Mario Pani, Enrique del Moral y Salvador Ortega, no solo es el corazón administrativo de la Universidad Nacional Autónoma de México, sino también una joya del modernismo arquitectónico mexicano.

Con su imponente estructura de hormigón armado, fachadas de vidrio y cubos ciegos que enmarcan sus escaleras y ascensores, la Torre de Rectoría refleja la influencia de Le Corbusier, pero con un toque auténticamente mexicano. Lo más impresionante es cómo este edificio logra integrar arte y funcionalidad, gracias a los espectaculares murales de David Alfaro Siqueiros.

La Rectoría es una verdadera galería al aire libre. Aquí puedes admirar tres obras monumentales de Siqueiros que reflejan el espíritu y la misión de la UNAM:

  • Fechas en la historia de México o el derecho a la cultura
  • Nuevo símbolo universitario
  • El pueblo a la universidad, la universidad al pueblo

Estas piezas no solo son un deleite visual, sino que también plasman valores como el acceso al conocimiento y la cultura para todxs.

La Torre de Rectoría no solo es famosa por su diseño, ¡también tiene mucha historia que contar! En su explanada han ocurrido momentos que marcaron la memoria colectiva, como el emblemático discurso del rector Javier Barros Sierra en 1968, donde defendió la autonomía universitaria y repudió la violencia. Y, por supuesto, en sus muros también se han proyectado mensajes que claman por justicia, como el inolvidable “68 nunca más” en el 50 aniversario del movimiento estudiantil.

Desde 2007, la Torre de Rectoría forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Es un símbolo de la riqueza cultural y artística que la UNAM comparte con México y el mundo.

Así que, la próxima vez que pasees por Ciudad Universitaria y veas este edificio rodeado de Las Islas y la Biblioteca Central, tómate un momento para apreciar todo lo que representa. Es mucho más que concreto y vidrio; es historia, arte y el alma misma de la universidad más importante de México.

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Dirección:
 Escolar, C.U., Coyoacán, Ciudad de México, CDMX