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Descubre la historia detrás de algunos de los edificios más emblemáticos de la CDMX…

Pyramid Center, una pirámide egipcia en medio del caos de la Ciudad de México

Entre los cientos de edificios que pueblan la capital mexicana, hay uno que no pasa desapercibido por ninguna razón… aunque tal vez no por las razones que imaginas. Se trata del Pyramid Center, un edificio con forma de pirámide egipcia que se alza, no a orillas del Nilo, sino del Río Churubusco, en la colonia Portales, alcaldía Benito Juárez.

Sí, leíste bien: una pirámide egipcia en la CDMX. Esta extraña joya de la arquitectura capitalina fue construida en los años 80 por el arquitecto Ibáñez Gill, de quien no se tienen muchos más registros en el ámbito arquitectónico, pero cuyo legado vive (y resiste) en esta estructura de siete pisos con forma triangular que recuerda a las monumentales construcciones de Guiza… aunque con un estilo muy “chilango”.

Un diseño único que no deja a nadie indiferente

El Pyramid Center está recubierto con cristales tornasolados en tonos azules, lilas y verdes, que, con el paso del tiempo, se han ido deslavando, dándole un aire melancólico, casi poético. En la cima, flanqueado por dos tradicionales tinacos blancos, se lee el nombre del edificio en letras que imitan jeroglíficos egipcios: Pyramid Center.

Su forma piramidal, con cada piso más pequeño que el anterior, lo convierte en un punto de referencia inconfundible desde el Circuito Interior, pero también ha sido motivo de innumerables memes, críticas y hasta concursos. En redes sociales, muchxs lo han calificado como “el edificio más feo de la CDMX”, “una broma arquitectónica” o simplemente “una locura ochentera que se salió de control”. Incluso, en una encuesta recreativa realizada por el arquitecto EXA, ganó el primer lugar como el edificio más feo de la ciudad.

Más que una fachada excéntrica: un edificio con vida propia

Aunque en internet abunden los comentarios que aseguran que está abandonado, la realidad es que el Pyramid Center sigue vivo. Alberga una variedad de negocios y oficinas: desde talleres automotrices, asesorías de negocios y tiendas de componentes electrónicos, hasta un consultorio psicológico y una tienda de plantas.

Por cierto, si visitas el edificio y subes al último piso, no te olvides de saludar a los emblemáticos tinacos, que se han convertido en los verdaderos faraones del lugar.

¿Por qué tanto odio?

La arquitectura, como cualquier arte, es subjetiva. Lo que a unos les parece feo, a otros les puede parecer encantador, o al menos interesante. El Pyramid Center representa esa mezcla entre la nostalgia ochentera, la funcionalidad urbana, y una creatividad sin filtros que también es parte de la identidad visual de la CDMX.

En una ciudad donde conviven maravillas coloniales como la Catedral Metropolitana o el Palacio Nacional, con íconos modernos como la Torre Reforma o el Museo Soumaya, el Pyramid Center ocupa su lugar como un símbolo de la arquitectura ecléctica y sin complejos que caracteriza a la capital mexicana.

¿Vale la pena visitarlo?

Si te apasiona la historia del antiguo Egipto, los edificios fuera de lo común o simplemente te gusta explorar las rarezas urbanas de la CDMX, el Pyramid Center es un must. Además, está muy bien ubicado: lo encuentras en Av. Río Churubusco 59, colonia Portales, justo en medio del caos, los cláxones y el eterno flujo de autos del Circuito Interior.

Quizá no sea bonito para todos los ojos, pero definitivamente es inolvidable. ¿Y quién sabe? Tal vez al visitarlo termines encontrando belleza en lo que muchos consideran feo.

La Basílica de Guadalupe, historia viva de fe y tradición al norte de CDMX

Ubicada al pie del cerro del Tepeyac, en la alcaldía Gustavo A. Madero, la Basílica de Santa María de Guadalupe es mucho más que un templo: es uno de los lugares de peregrinación más visitados del mundo. Solo la supera la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Cada año, millones de personas —alrededor de 20 millones, para ser exactos— llegan desde todos los rincones del planeta para venerar a la Virgen de Guadalupe, especialmente el 12 de diciembre, su día festivo.

Un poco de contexto

El nombre completo de este recinto es Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe, y pertenece a la Arquidiócesis Primada de México. Actualmente está bajo el cuidado del canónigo Efraín Hernández Díaz, quien funge como rector y vicario general de la Vicaría Episcopal de Guadalupe desde noviembre de 2023.

La historia de la Antigua Basílica

La primera gran iglesia dedicada a la Virgen de Guadalupe fue la Antigua Basílica, cuya construcción comenzó en 1695 bajo la dirección del arquitecto Pedro de Arrieta. Se inauguró el 1 de mayo de 1709 con un solemne novenario. Este templo barroco fue diseñado con una impresionante fachada que simula un biombo y con torres octagonales coronadas con mosaicos de talavera, evocando la Jerusalén celestial mencionada en el Apocalipsis.

A lo largo de los siglos, la Antigua Basílica fue objeto de numerosas transformaciones. En el siglo XIX, sufrió daños por la construcción cercana de un convento y fue redecorada en estilo neoclásico por el célebre arquitecto Manuel Tolsá. Más adelante, en preparación para la Solemne Coronación Pontificia en 1895, el templo se restauró por completo: se amplió el espacio del cabildo, se colocó un espectacular retablo de mármol de Carrara y se decoraron los muros con grandes pinturas guadalupanas.

Durante la guerra cristera, en los años 20, un atentado con bomba causó daños al altar mayor. Sorprendentemente, el ayate con la imagen de la Virgen salió ileso, lo que se interpretó como un milagro. Desde entonces, la imagen ha sido tratada con especial cuidado, siendo incluso resguardada temporalmente fuera del templo.

Ya en la década de 1930, se realizaron más mejoras: se amplió la nave, se colocó un nuevo piso de mármol y se instaló un órgano monumental. También se embelleció el presbiterio con mosaicos venecianos, vitrales con escenas bíblicas y un sagrario de plata inspirado en el convento de San Agustín de Acolman.

Sin embargo, hacia mediados del siglo XX, la estructura de la Antigua Basílica ya no podía sostener el paso del tiempo ni la creciente cantidad de peregrinos. El suelo inestable del Tepeyac provocó hundimientos desiguales y, como medida de precaución, el templo fue cerrado.

La Nueva Basílica: un nuevo hogar para el ayate

Ante la urgencia, se decidió construir una nueva sede para la Virgen. Así nació la Nueva Basílica de Guadalupe, un templo moderno con capacidad para albergar a miles de fieles. El 12 de octubre de 1976, el ayate fue trasladado a su nueva casa, un edificio de planta circular que permite una vista perfecta de la imagen desde cualquier punto. Fue un momento histórico, marcando el fin de 267 años de veneración en el edificio antiguo.

La Nueva Basílica no solo ofrecía más espacio y seguridad estructural, sino también una experiencia espiritual más cercana para las y los peregrinos. La imagen original de la Virgen se encuentra detrás del altar mayor, protegida por un vidrio blindado, y puede ser vista de cerca gracias a una banda transportadora que permite la circulación constante de visitantes.

El renacer de la Antigua Basílica

Afortunadamente, la historia de la Antigua Basílica no terminó ahí. En 1979, el INAH, la Conferencia del Episcopado Mexicano y Conaculta iniciaron un ambicioso proyecto de restauración. Gracias al uso de tecnología avanzada como gatos hidráulicos y pilotes de concreto, lograron estabilizar el edificio y evitar su colapso. En el año 2000, justo a tiempo para el Jubileo, fue reabierta bajo el nuevo nombre de Templo Expiatorio a Cristo Rey.

Hoy en día, esta joya arquitectónica se encuentra completamente restaurada: cuenta con un nuevo piso de mármol, un órgano histórico Wurlitzer que volvió a sonar después de 34 años de silencio, y una agenda activa de actividades religiosas y culturales, como conciertos y retiros.

Un ícono espiritual y cultural

Más allá de su impresionante arquitectura y valor histórico, la Basílica de Guadalupe es símbolo de identidad, fe y unidad para millones de personas. La devoción a la Virgen de Guadalupe trasciende fronteras, idiomas y culturas. Su imagen es emblema de consuelo y esperanza no solo en México, sino en todo el continente americano.

Por su relevancia espiritual y social, este recinto mariano se ha convertido en un fenómeno sin igual. Su historia, que entrelaza milagros, arte, arquitectura y resistencia, sigue viva y vibrante. Ya sea en la solemnidad de la Antigua Basílica o en la majestuosidad de la nueva, visitar este lugar es adentrarse en el corazón mismo de la fe guadalupana.

Conjunto Religioso del Tepeyac, un tesoro espiritual e histórico en la CDMX

Enclavada al pie del cerro del Tepeyac, al norte de la Ciudad de México, la Basílica de Guadalupe no solo es uno de los santuarios marianos más visitados del mundo, sino el corazón de un conjunto religioso con siglos de historia, fe y arte. Más allá del emblemático templo moderno que resguarda la imagen de la Virgen de Guadalupe, el recinto alberga una serie de edificios que narran la historia de la devoción guadalupana y de México mismo.

Un conjunto con siglos de historia

El conjunto religioso del Tepeyac está formado por diversos templos, capillas, conventos, museos y espacios de devoción que ofrecen una mirada profunda al sincretismo religioso, la arquitectura virreinal y el fervor popular.

Antigua Parroquia de Indios

Construida en 1649 por Luis Lasso de la Vega, esta parroquia fue originalmente destinada al culto de la población indígena. Según la tradición, albergó la imagen de la Virgen entre 1695 y 1709, y más tarde el estandarte de Miguel Hidalgo. Debajo de sus cimientos se encuentran los vestigios de los primeros templos dedicados a la Virgen, mandados construir por fray Juan de Zumárraga. También fue el hogar de san Juan Diego, y se resguardan ahí sus reliquias.

Capilla del Cerrito

Ubicada en la cima del Tepeyac, esta capilla conmemora la primera aparición de la Virgen y el milagro de las flores. La actual construcción data de 1740, y en su interior se pueden admirar frescos del muralista Fernando Leal que narran el encuentro cultural y espiritual entre el mundo indígena y el europeo. En la plazoleta frente al templo destacan esculturas de los arcángeles Miguel, Rafael, Gabriel y Uriel, obra de Ernesto Tamariz.

Panteón del Tepeyac

Este cementerio virreinal sigue en operación y resguarda los restos de figuras históricas como Xavier Villaurrutia, José María Velasco y Antonio López de Santa Anna. Se considera zona de monumentos históricos y está protegido por ley.

Capilla del Pocito

Construida entre 1777 y 1791 sobre un pozo de aguas consideradas milagrosas, esta joya del barroco mexicano fue diseñada por Francisco Guerrero y Torres. Su planta circular y su cúpula con decoración en zigzag ofrecen una experiencia visual única. En su interior destaca un púlpito sostenido por una escultura de san Juan Diego. Aquí, José María Morelos oró antes de ser ejecutado en 1815.

Templo y Exconvento de las Capuchinas

Diseñado por Ignacio Castera y construido entre 1792 y 1797, este templo fue ocupado por madres capuchinas. Durante años, albergó la imagen de la Virgen cuando la basílica principal se encontraba cerrada por restauraciones. Aunque el templo fue estabilizado en los años 70, el convento aún sufre hundimientos debido a la inestabilidad del subsuelo.

Espacios de conocimiento y cultura

El recinto guadalupano no solo es un centro de fe, sino también un espacio para la investigación y la conservación del patrimonio.

  • Archivo Histórico: Resguarda documentos novohispanos de gran valor, divididos en los fondos Clavería, Parroquia y Secretaría Particular.
  • Biblioteca Teológica Lorenzo Boturini: Con más de 22,000 volúmenes, es una de las bibliotecas religiosas más importantes del país.
  • Museo de la Basílica de Guadalupe: Inaugurado en 1941, conserva una vasta colección de arte virreinal con obras de artistas como Villalpando, Cabrera y Juan Correa. Su vestíbulo alberga más de 2,000 exvotos, testimonio de la devoción popular.

Templo Expiatorio a Cristo Rey (Antigua Basílica de Guadalupe)

La antigua basílica, hoy conocida como Templo Expiatorio a Cristo Rey, fue construida entre 1695 y 1709 por Pedro de Arrieta. Con su cúpula de talavera y sus torres octagonales, fue el principal templo guadalupano hasta 1976. En su interior se conservan elementos neoclásicos como el altar diseñado por Manuel Tolsá y un órgano monumental de origen alemán. Esta iglesia también ha sido escenario de hechos históricos, como el atentado con bomba en 1921 y su cierre temporal durante la Guerra Cristera.

Centro Nacional de las Artes (CENART), un corazón de arte y la cultura en la Ciudad de México

¿Buscas un lugar donde el arte, la educación y la tecnología se den la mano? El Centro Nacional de las Artes (CENART) es uno de los espacios culturales más completos e innovadores de la Ciudad de México. Ubicado en la colonia Country Club, sobre el Circuito Interior, en la alcaldía Coyoacán, este complejo de 12 hectáreas es un punto de encuentro para amantes del arte, estudiantes, creadorxs y curiosxs de todas las edades.

Un espacio para aprender, crear y disfrutar

El CENART fue concebido como un espacio interdisciplinario para la difusión, investigación, formación y enseñanza de las artes. Desde su fundación, ha albergado escuelas profesionales, centros de investigación, foros escénicos, galerías, plazas y áreas verdes que invitan a explorar todas las formas de expresión artística.

Aquí se imparten talleres para niñas y niños, cursos especializados y estudios de posgrado, mientras que las escuelas de formación profesional del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) ofrecen programas en danza, teatro, música, artes plásticas y cine.

Escuelas del CENART

  • Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC)
  • Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT)
  • Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea (ENDCC)
  • Escuela Superior de Música (ESM)
  • Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” (ENPEG)

Centros Nacionales de Investigación (INBAL)

  • CENIDIM (Música)
  • CITRU (Teatro)
  • CENIDI-Danza (Danza)
  • CENIDIAP (Artes Plásticas)

Centro Multimedia: Arte y tecnología

Uno de los pilares del CENART es el Centro Multimedia, un espacio dedicado a la experimentación artística con medios digitales y tecnológicos. Ofrece laboratorios especializados, programas de residencias, cursos, talleres y exposiciones como el Festival Transitio_MX, que impulsa el arte electrónico y multimedia.

Espacios escénicos de primer nivel

El CENART cuenta con una red de foros y teatros que lo convierten en uno de los complejos culturales más versátiles del país:

  • Teatro de las Artes: Capacidad para 606 espectadores, ideal para danza, ópera y teatro.
  • Teatro Raúl Flores Canelo: Especializado en danza, con foso para orquesta.
  • Teatro Salvador Novo: Versátil y vanguardista, para propuestas experimentales.
  • Foro de las Artes, Foro Antonio López Mancera y Black Box: Espacios tipo caja negra, perfectos para propuestas escénicas íntimas.
  • Auditorio Blas Galindo: Con 693 butacas, es un recinto de gran acústica para conciertos y festivales.
  • Aula Magna José Vasconcelos: Obra de Ricardo Legorreta, con diseño del artista Vicente Rojo.
  • Plaza de las Artes y Plaza de la Danza: Escenarios al aire libre para espectáculos masivos.

Festivales que no te puedes perder

Eurojazz

Desde 1998, el Festival Eurojazz convierte los jardines del CENART en una gran fiesta del jazz europeo. Cada marzo, artistas de países como Francia, Italia, Polonia o Suecia ofrecen conciertos gratuitos en un ambiente familiar y festivo.

Festival Internacional de Piano En Blanco y Negro

El Auditorio Blas Galindo es sede de este festival que desde 1997 reúne a los más destacados pianistas del mundo. Con más de 25 años de historia, es el evento pianístico más importante de México.

Cineteca Nacional de las Artes

En 2023 se inauguró la Cineteca Nacional de las Artes, un moderno complejo con 12 salas de cine dedicadas a lo mejor del cine nacional e internacional. Una nueva sede para los cinéfilos en el sur de la ciudad.

Arquitectura que inspira

El diseño del CENART es obra de grandes arquitectos como Ricardo Legorreta, Teodoro González de León y Enrique Norten, quienes crearon un espacio contemporáneo y funcional donde cada rincón invita a la creatividad. Desde sus coloridos edificios hasta sus plazas y jardines, el CENART es un lugar que estimula los sentidos.

Manzanares 25, descubre la casa más antigua de la CDMX que hoy es un Centro Cultural

En pleno corazón del barrio de La Merced se encuentra una joya arquitectónica que ha resistido más de 400 años de historia: Manzanares 25, la casa habitación más antigua de la Ciudad de México. Construida en el siglo XVI, esta casona es un raro testimonio de la arquitectura indígena mesoamericana, y desde 2018, tras una cuidadosa restauración, se ha convertido en el Centro Cultural Manzanares 25, un espacio dedicado a las infancias y a la reconstrucción del tejido social.

Un testigo de la historia viva de México-Tenochtitlan

Según las investigaciones del arquitecto Juan Benito Artigas, Manzanares 25 conserva la disposición típica de las viviendas indígenas: una sola planta, patio central y habitaciones distribuidas alrededor (en este caso, 12 cuartos). Los materiales de construcción—tezontle, adobe, roca volcánica y piedra—confirman su origen mesoamericano, con un estilo que combina elementos novohispanos como los marcos de cantera en puertas y ventanas.

Durante siglos, la casa fue habitada por comerciantes y artesanos que seguían el modelo de casa-tienda-taller, y en sus primeros años incluso contó con acceso directo a la Acequia Real, el antiguo canal que conectaba La Merced con la actual Suprema Corte de Justicia. Se cree que perteneció a una familia indígena prominente dedicada al comercio, lo cual explica su privilegiada ubicación y sofisticada estructura.

De ruinas al renacimiento cultural

En 2010, el inmueble fue redescubierto por Artigas en un estado ruinoso. Gracias a un esfuerzo conjunto del Fideicomiso Centro Histórico y el INAH, fue restaurado durante ocho años y transformado en un centro cultural abierto al público, inaugurado el 3 de diciembre de 2018. El objetivo: ofrecer un espacio seguro y creativo para niñas y niños de zonas como La Merced, Tepito y Candelaria de los Patos.

Hoy, Manzanares 25 es mucho más que una casa antigua: es un símbolo de resiliencia que ha sobrevivido a terremotos, epidemias, invasiones y al paso del tiempo. Además de conservar su valor patrimonial como parte del Catálogo de Monumentos Históricos del INAH, ahora es un lugar de encuentro comunitario.

¿Qué encontrarás en el Centro Cultural Manzanares 25?

Este acogedor espacio está equipado con:

  • Talleres artísticos y culturales
  • Ludoteca para actividades recreativas
  • Salón de música
  • Cocina para clases y dinámicas culinarias
  • Comedor comunitario

El centro busca no sólo preservar la memoria histórica, sino también mejorar la calidad de vida de las infancias mediante el arte, el juego y el aprendizaje colectivo.

Se ubica en el corazón de La Merced, en la alcaldía Cuauhtémoc. Su visita no solo te conecta con el pasado prehispánico y virreinal de la ciudad, también te permite ver cómo el patrimonio puede ser una herramienta viva para el cambio social.

Manzanares 25 es un rincón único de la CDMX donde la historia, la cultura y el futuro de las infancias se entrelazan en un solo espacio. Si quieres descubrir la casa más antigua de la ciudad convertida en un faro cultural, ¡este es el lugar!

Nuestra Señora Aparecida de Brasil, un espacio de fe, arte y arquitectura en Jardín Balbuena

En el corazón de la colonia Jardín Balbuena, al inicio de la calle Lorenzo Boturini y frente a las famosas viviendas Kennedy, se alza una de las iglesias más sorprendentes de la Ciudad de México: Nuestra Señora Aparecida de Brasil, una obra que combina arquitectura moderna, historia latinoamericana y arte sacro.

Este templo fue diseñado a finales de los años 50 por el arquitecto Jorge Molina Montes, discípulo del célebre Félix Candela. Siguiendo la tradición de su maestro, Molina empleó paraboloides hiperbólicos —esas curvas tan características del modernismo mexicano— para crear una estructura monumental que, aún hoy, domina el paisaje urbano de la zona.

La iglesia celebró su primera misa en 1959, en una época en que gran parte del área aún no había sido urbanizada. Décadas más tarde, en 2020, sufrió un fuerte incendio, pero fue restaurada con gran cuidado, y actualmente sigue siendo un punto de referencia tanto espiritual como arquitectónico en Venustiano Carranza.

Inspirada en la patrona de Brasil

La parroquia está dedicada a Nuestra Señora Aparecida, advocación mariana profundamente venerada en Brasil. La historia cuenta que, en 1717, unos pescadores encontraron una pequeña imagen de barro de la Virgen María en sus redes, en el río Paraíba, cerca de São Paulo. Aquella aparición se convirtió en un símbolo nacional, y en 1929 fue proclamada oficialmente como patrona del país.

Vitrales que cuentan 500 años de fe

Uno de los mayores tesoros del templo son sus vitrales monumentales, diseñados por Fray Gabriel Chávez de la Mora, un arquitecto y monje benedictino que ha dejado huella en varios recintos religiosos de México. A petición del padre Francisco Cipriani en 1983, Fray Gabriel creó una obra que cubre 600 metros cuadrados de ventanales con una narrativa visual de la evangelización en América Latina.

Estos vitrales no solo llenan el templo de luz y color, sino que están diseñados para ser una sola obra continua. Cada sección representa pasajes clave de la expansión del cristianismo en el continente, desde la cruz redentora hasta la Trinidad, pasando por momentos esenciales como el Acontecimiento Guadalupano y el Sínodo de Aparecida, ambos pilares fundamentales del catolicismo latinoamericano.

La iglesia se encuentra en Francisco del Paso y Troncoso 307, a tan solo unos minutos caminando de la Esplanada Venustiano Carranza y el Centro Cultural Carranza. Es un sitio ideal para quienes buscan un momento de paz, admirar la arquitectura moderna o contemplar una de las expresiones más bellas de arte sacro contemporáneo en la ciudad.

La Profesa, Oratorio de San Felipe Neri, un rincón lleno de historia, arte y cultura en el Centro Histórico

La Profesa, conocida cariñosamente como “la otra catedral” de la Ciudad de México, se erige de manera austera en la esquina de las calles Madero e Isabel la Católica, en el corazón del centro histórico. Aunque no se conoce con exactitud la fecha de su construcción, su presencia ha marcado una parte importante de la historia de la ciudad por siglos, siendo una de las joyas del barroco mexicano. Si bien hoy en día es menos visitada, sigue siendo un símbolo de serenidad y majestuosidad, tranquila y discreta a tan solo unos metros de la imponente Catedral Metropolitana.

Este templo barroco del siglo XVIII, oficialmente llamado Oratorio de San Felipe Neri, es un lugar lleno de historia. En sus orígenes, fue parte de un complejo arquitectónico más grande conocido como Casa Profesa, donde los jesuitas vivieron y realizaron su labor misionera. Aquí, los sacerdotes hicieron un voto de obediencia exclusiva al Papa, comprometiéndose a trabajar en la evangelización. La primera iglesia en este sitio, conocida como el Templo de San José el Real, fue inaugurada en 1610, pero fue reemplazada por el templo que hoy conocemos, diseñado por el arquitecto Pedro de Arrieta entre 1714 y 1720, con el patrocinio del marqués de Villapuente y su esposa.

Un capítulo crucial en la historia de La Profesa ocurrió en 1767, cuando los jesuitas fueron expulsados de los dominios españoles, y el templo pasó a manos de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri. A partir de ese momento, la iglesia adoptó una nueva identidad y continuó siendo un importante centro de oración y cultura. Incluso, tras un devastador terremoto en 1768 que destruyó la iglesia original, La Profesa se mantuvo como un símbolo de resistencia y fe.

En el siglo XIX, el templo experimentó una transformación significativa. Fue en esta época cuando se introdujo el estilo neoclásico en su interior, con la intervención del célebre arquitecto Manuel Tolsá, quien diseñó el retablo mayor dedicado a San Felipe Neri. A partir de ese momento, La Profesa se llenó de una nueva energía artística, con frescos en la cúpula, esculturas y una colección de arte religioso impresionante que hoy día sigue siendo uno de sus mayores atractivos.

Además de su arquitectura, La Profesa se distingue por su galería de arte, conocida como la Pinacoteca, que alberga obras de los siglos XVII, XVIII y XIX. Esta galería, inaugurada en 1978 tras una lujosa rehabilitación, sigue siendo un espacio para apreciar la riqueza de la pintura mexicana y europea, con obras que abarcan tanto la devoción religiosa como la riqueza cultural de la época virreinal.

Un episodio peculiar en la historia de La Profesa tuvo lugar en 1821, cuando fue escenario de una importante conspiración contra el movimiento independentista de México. En sus muros se gestaba una conspiración para instaurar una monarquía en el país, impulsada por quienes simpatizaban con la idea de un monarca absoluto nacido en España. Afortunadamente, el plan no prosperó, pero la memoria de esos encuentros secretos quedó impregnada en la historia de este templo.

A lo largo de los siglos, La Profesa también ha sido testigo de momentos de tensión en la historia del país. Durante la Guerra Cristera de 1926-1929, cuando la persecución contra las iglesias y clérigos se intensificó, La Profesa asumió temporalmente el rol de catedral provisional de la Ciudad de México. Más tarde, en 1931, un atentado con una bomba casera en sus instalaciones no causó grandes daños, pero subrayó la relevancia de este templo como un punto de resistencia y fe en tiempos difíciles.

Hoy en día, La Profesa sigue siendo un lugar de culto y un centro cultural vital en el centro histórico de la Ciudad de México. Su biblioteca, con más de 8,000 libros antiguos, y su pinacoteca continúan resguardando el legado de los siglos pasados, ofreciendo a las y los visitantes un espacio de reflexión y aprendizaje. Aunque no es tan conocida como otros monumentos emblemáticos de la ciudad, La Profesa sigue siendo un recordatorio del pasado religioso y cultural de la capital mexicana, un lugar que invita a las y los transeúntes a detenerse y sumergirse en su historia profunda y su belleza atemporal.

La próxima vez que pases por la calle Madero, no olvides mirar hacia La Profesa y rendir homenaje a este silencioso guardián de la historia, un templo que, con su serenidad y majestuosidad, continúa siendo una de las piezas clave en el corazón de la Ciudad de México.

Dirección: Isabel La Católica #21 (esquina Madero), Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX

Templo Metodista de la Santísima Trinidad, historia, arquitectura y secretos en una joya del Centro Histórico

En el bullicio del Centro Histórico de la Ciudad de México, en la tranquila calle de Gante, se esconde un lugar lleno de historia, espiritualidad… ¡y hasta circo! Hablamos del Templo Metodista de la Santísima Trinidad, una joya arquitectónica que guarda secretos de más de 400 años.

Este templo ocupa nada menos que el terreno que perteneció al antiguo claustro del Monasterio de San Francisco, fundado en 1524 sobre las ruinas de la mismísima Tenochtitlan. Aquí llegaron los primeros doce franciscanos encabezados por fray Martín de Valencia, y también Pedro de Gante, quien venía con una misión evangelizadora. De hecho, justo donde hoy se alza el templo, Moctezuma tenía su casa de las fieras, una especie de zoológico imperial. ¡Qué tal la transformación de espacio!

El claustro que vemos hoy fue reconstruido en 1649 por fray Buenaventura de Salinas y llegó a tener trescientas celdas, dos comedores gigantescos y un sinfín de actividades religiosas y administrativas que marcaron la vida virreinal de la Nueva España. Más tarde, en 1701, el cantero Antonio de Rojas amplió el conjunto y Pedro de Arrieta (sí, el mismo que hizo la Iglesia de la Profesa y el Hospicio de los Pobres) diseñó su elegante escalera principal.

Pero los tiempos cambian… y los usos también. En pleno siglo XIX, con las Leyes de Reforma, el claustro se dividió y fue pasando de mano en mano. En 1866, el famoso cirquero italiano Giuseppe Chiarini lo convirtió en un espectáculo de entretenimiento —literalmente— y hasta abrió la entrada por la calle de Gante, que más tarde sería usada por la iglesia. ¡Imagina elefantes caminando donde hoy hay bancas y vitrales!

Finalmente, en 1873, el edificio fue adquirido por la Iglesia Metodista Episcopal de Nueva York, que lo dedicó a la Santísima Trinidad. El arquitecto Luis G. Carrillo diseñó su fachada, de inspiración neogótica, que recuerda a los templos ingleses: tres niveles, un campanario central, ventanas ojivales, columnas románicas y relieves que evocan castillos medievales. El interior es igual de impresionante: arcos labrados en cantera, columnas toscanas, relieves decorativos y un patio cubierto con estructura metálica.

Afuera, una escultura de la Biblia, hecha por la reconocida artista Tosia Malamud, da la bienvenida a las y los visitantes. Y no muy lejos de ahí, una figura de Pedro de Gante —regalo del gobierno belga— recuerda los orígenes de esta historia de fe y transformación.

Este templo no solo representa un capítulo importante en la historia del metodismo en México (que arrancó con mineros ingleses en Real del Monte allá por 1826), sino también en la historia de la arquitectura, la evangelización y hasta el entretenimiento popular. Hoy, sigue en pie como un espacio de encuentro, oración y memoria. Fue declarado monumento histórico en 1931, así que si andas por el Centro, no dudes en darte una vuelta: cada piedra aquí tiene algo que contar.

Dirección: Fray Pedro de Gante #5, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX

Templo y Exconvento de San Francisco, lo que queda del monasterio más grande de Latinoamérica en el Centro Histórico

Si caminas por la siempre animada calle Madero, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, es muy probable que hayas pasado junto a un lugar que guarda siglos de historia bajo su sobria fachada: el Templo y Exconvento de San Francisco. Aunque hoy solo queda una parte del complejo original, este sitio fue, en su época, nada menos que el monasterio más grande de toda la Nueva España.

La historia del lugar comienza en 1525, cuando los primeros frailes franciscanos, recién llegados de Europa, establecieron aquí su sede principal. Ocupaban nada menos que los antiguos jardines zoológicos de Moctezuma II y desde ahí impulsaron la evangelización en todo el territorio. ¡Imagínate eso! En su mejor momento, el complejo se extendía por más de 32 mil metros cuadrados, abarcando desde la actual calle de Madero hasta Venustiano Carranza y de Gante hasta el Eje Central.

Aquí también floreció el conocimiento. La Biblioteca del Convento Grande de San Francisco, considerada una de las más antiguas y grandes de la Nueva España, albergaba colecciones únicas, como la Laurea Evangélica Americana, y al menos 20 incunables —esos libros rarísimos impresos antes del año 1501—. Hoy, parte de ese tesoro se conserva en la Biblioteca Nacional de México.

El templo actual, que aún puedes visitar, no fue el primero ni el segundo… sino el tercero que se construyó en este terreno difícil por su suelo lacustre. La obra que vemos hoy se levantó entre 1710 y 1716, iniciando simbólicamente un 4 de noviembre, día de San Carlos. A un costado, en 1766, se construyó la hermosa capilla de Balvanera, que hoy sirve como entrada principal, ya que la entrada original del templo está bloqueada por otro edificio sobre la calle Gante.

¿Y qué hay de su arquitectura? La fachada de la capilla de Balvanera se atribuye al gran Lorenzo Rodríguez, el genio del barroco novohispano que también diseñó el Sagrario Metropolitano. Aunque sobria por fuera, al entrar al templo quedarás deslumbradx por su interior y especialmente por el retablo, que es simplemente espectacular.

Pero este lugar no solo fue importante para los frailes o los estudiosos. También fue testigo de momentos muy curiosos de la historia. Por ejemplo, ¿sabías que aquí se bautizaron varios japoneses que llegaron a Nueva España en las primeras expediciones del siglo XVII? En 1611 y 1614, durante la embajada del samurái Tsunenaga Hasekura, más de 20 japoneses fueron bautizados en esta iglesia como parte de una misión diplomática que los llevó hasta España y Roma. ¡Una historia digna de película!

Lamentablemente, tras las Leyes de Reforma y la venta del inmueble en 1868, gran parte del exconvento fue demolido y su terreno se fraccionó. Hoy, en lo que alguna vez fueron sus patios y corredores, se alzan edificios tan emblemáticos como la Torre Latinoamericana, el Templo Expiatorio Nacional de San Felipe de Jesús, la iglesia metodista de la Santísima Trinidad y hasta una librería del Fondo de Cultura Económica.

Así que la próxima vez que camines por Madero, date un momento para asomarte a esta joya del pasado. El atrio de la Capilla de Balvanera, que da justo a la avenida, sigue siendo punto de encuentro y espacio de exposiciones. Aunque el gigantesco monasterio ya no esté, su historia sigue muy viva, entre retablos dorados, muros centenarios y el bullicio del Centro Histórico.

Dirección: Avenida Madero #7, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX

Casa de los Azulejos (Sanborns), una joya de talavera en pleno corazón de la CDMX

Si caminas por la calle peatonal de Madero en el Centro Histórico de la Ciudad de México, hay un edificio que inevitablemente roba miradas: se trata de la Casa de los Azulejos o el Sanborns de los Azulejos, una verdadera obra de arte arquitectónica que brilla con miles de azulejos de talavera poblana. Su fachada azul y blanca, que parece sacada de un cuento barroco, la ha convertido en uno de los lugares más emblemáticos y fotografiados del centro de la capital mexicana.Una mansión con linaje (y un toque de drama

Aunque todxs la conocen como Casa de los Azulejos, su nombre original es mucho más formal: el Palacio de los Condes del Valle de Orizaba. Sí, como suena: condes, títulos nobiliarios y todo el glamour virreinal que eso implica. Este elegante palacio fue construido en el siglo XVI, pero tomó su forma actual en el siglo XVIII, cuando Graciana Suárez de Peredo, séptima condesa del Valle de Orizaba, decidió embellecer la casona familiar recubriendo su fachada con azulejos poblanos y finos detalles en cantera. El resultado fue tan espectacular que el edificio pasó a llamarse en aquel entonces el “Palacio Azul”.

La historia de esta casa comienza con la unión de dos propiedades señoriales: una al norte y otra al sur de un antiguo callejón, justo frente a lo que hoy es el convento de San Francisco. Las casas pasaron por varias manos hasta que llegaron a la familia Vivero, que con el tiempo heredó el título de condes del Valle de Orizaba. Uno de los primeros en vivir aquí fue Luis de Vivero, hijo del primer conde y nieto del importante virrey y gobernador de Filipinas, Rodrigo de Vivero y Aberrucia. Aunque Luis unió las dos casas, fue su descendiente Graciana quien las transformó en el icónico palacio que admiramos hoy.

Los trabajos de remodelación en 1737 estuvieron a cargo del maestro Diego Durán Berruecos, quien no solo colocó los azulejos de talavera en la fachada, sino que también talló en cantera los arcos, balcones, columnas, puertas y ventanas. Todo para que la Casa de los Azulejos no pasara desapercibida entre las calles más transitadas del virreinato.

Y vaya que no pasó desapercibida. El 27 de septiembre de 1821, cuando Agustín de Iturbide hizo su entrada triunfal a la ciudad al frente del Ejército Trigarante, un arco de flores y guirnaldas fue levantado justo frente al edificio, y los balcones de la casa se engalanaron con terciopelos carmesí para celebrar la consumación de la Independencia. El momento quedó inmortalizado en una acuarela anónima, donde la Casa de los Azulejos aparece como testigo silencioso de la historia.

No todo ha sido esplendor y decoración. La Casa de los Azulejos también ha sido escenario de tragedias dignas de una novela. Durante el Motín de la Acordada, un evento caótico que sacudió la ciudad, Andrés Diego Suárez de Peredo, descendiente de los condes, fue asesinado en las escaleras del patio por el oficial Manuel Palacios. ¿La razón? Palacios estaba enamorado de una joven de la familia y, al no recibir el visto bueno, optó por la peor de las venganzas. Fue ejecutado por garrote vil frente a la Plaza de Guardiola.

Con el paso del tiempo, los títulos nobiliarios fueron suprimidos en México, y muchos de los escudos de armas que decoraban palacios como este fueron eliminados. Sin embargo, uno sobrevivió: el que está dentro del edificio, justo debajo del mural “Omnisciencia”, el cual conserva una frase digna de bordarse en un cojín: Fuerza ajena ni le toca ni le prende, solo su virtud le ofende.

Después de la Independencia, la Casa de los Azulejos pasó de mano en mano: fue residencia de la familia Yturbe Idaroff, sede del exclusivo Jockey Club de México en tiempos de Porfirio Díaz (ese que amaba todo lo francés), y hasta albergó por un corto periodo a la Casa del Obrero Mundial. El poeta Manuel Gutiérrez Nájera la inmortalizó en su poema La Duquesa Job, aludiendo a sus salones como parte del paisaje social de la ciudad.

Finalmente, en el siglo XX, el edificio encontró su vocación más democrática: convertirse en la casa matriz de Sanborns. Desde entonces, es café, restaurante, tienda y salón para el brunch dominical de miles de chilangos y chilangas, así como de turistas por igual. ¿Quién no se ha tomado un chocolate caliente con pan dulce bajo su impresionante techo de vitrales?

Hoy, la Casa de los Azulejos sigue brillando en plena esquina de Madero y Cinco de Mayo, no solo como símbolo del pasado virreinal, sino como un punto de encuentro cultural, histórico y gastronómico. Su fachada cubierta de talavera, su elegante patio interior, sus escaleras majestuosas y ese aire de “he visto siglos pasar” la convierten en una parada obligatoria para quien quiera entender —y saborear— un pedacito del alma de la Ciudad de México.

Así que la próxima vez que pases por ahí, no olvides mirar hacia arriba, admirar los detalles, y tal vez entrar por un café quemado… porque pocos lugares combinan tan bien el barroco novohispano con un club sándwich.

Dirección: Av. Francisco I. Madero #4, Centro Histórico, Ciudad de México,CDMX