En el corazón de la Colonia Doctores, una de las zonas más conflictivas de la Ciudad de México, encontramos una avenida con un nombre que guarda una historia fascinante: la avenida Doctor Balmis (Eje 2 Sur). Lejos de ser solo una dirección más en el mapa urbano, esta vialidad rinde homenaje a uno de los héroes menos conocidos pero más importantes de la historia médica mundial: Francisco Javier de Balmis, el médico que lideró la primera gran campaña internacional de vacunación.
¿Quién fue el doctor Francisco Javier de Balmis?
Nacido en Alicante, España, en 1753, Francisco Javier de Balmis y Berenguer fue un cirujano militar, médico de la corte del rey Carlos IV y un apasionado por la salud pública. Se formó en medicina en hospitales de España, Cuba y México, donde además investigó remedios naturales como el agave y la begonia. Sin embargo, su mayor legado llegó cuando decidió encabezar una misión sin precedentes: llevar la vacuna contra la viruela desde Europa hasta América y Asia, en una época en la que ni siquiera existía la refrigeración ni los frascos de vidrio sellados.
La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna
En 1803, Balmis convenció al rey Carlos IV de la urgencia de proteger a las colonias del devastador virus de la viruela. Así nació la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, conocida también como la Expedición Balmis. El objetivo era claro: transportar el virus atenuado de la viruela vacuna (desarrollado por Edward Jenner) y aplicarlo de forma gratuita a miles de personas en América, Asia y África.
¿Pero cómo transportar una vacuna en el siglo XIX? Balmis ideó una solución ingeniosa, pero que hoy sería poco ética: 22 niños huérfanos servirían como “cadena viva” del virus. A uno se le inoculaba la vacuna; diez días después, cuando aparecían las pústulas, se extraía el fluido y se aplicaba al siguiente niño. Así, de brazo en brazo, la vacuna sobrevivió el largo viaje en barco desde La Coruña, España, hasta Veracruz y la Ciudad de México, pasando por Puerto Rico, Venezuela, Cuba y Filipinas.
De Europa al Nuevo Mundo (y más allá)
Balmis llegó a la Ciudad de México en 1804, donde tuvo que convencer al virrey José de Iturrigaray de los beneficios de la vacuna. Finalmente, lo logró, y tanto el virrey como su hijo fueron vacunados, lo que abrió la puerta a la inmunización masiva en el virreinato de la Nueva España. Posteriormente, Balmis llevó la vacuna aún más lejos: a Manila, en las Filipinas, a Macao y Cantón en China, y hasta a la isla de Santa Elena en el Atlántico Sur.
Gracias a esta expedición —que muchxs consideran el inicio de la salud pública global— más de medio millón de personas fueron vacunadas directamente, y millones más fueron protegidas por las instituciones de salud creadas tras su paso: Juntas Sanitarias y Casas de Vacunación.
Un legado que vive en la CDMX
En reconocimiento a esta gesta médica y humanitaria, la Ciudad de México decidió nombrar una de las calles de la Colonia Doctores como Doctor Balmis. Es un pequeño pero poderoso recordatorio de que la ciencia, el coraje y la compasión pueden salvar vidas, incluso en las condiciones más difíciles.
Así que la próxima vez que camines por la calle Doctor Balmis, recuerda que estás pisando terreno con historia. No solo es una vialidad más: es un homenaje a un hombre que, con ingenio y determinación, llevó la esperanza de vida a miles de personas a través del Atlántico y más allá.
Apasionado de la comida, siempre en busca de nuevos rincones donde disfrutar sabores únicos. Maestro de yoga y meditación, combina su espíritu tranquilo con su amor por la aventura como ciclista urbano. Admirador de la cultura mexicana, explora la magia de la Ciudad de México.