Archivos de la categoría Monumentos

Descubre la historia y simbolismos detrás de algunos de los monumentos más emblemáticos y menos conocidos de la CDMX.

Fuente Guardianes del Futuro, un monumento al cuidado del planeta y las nuevas generaciones en Chapultepec

La Fuente Guardianes del Futuro es una de esas pequeñas joyas ocultas en la vasta extensión del Bosque de Chapultepec. Aunque puede que no sea tan famosa como otras fuentes del parque, tiene un significado profundo y un diseño único que merece la pena descubrir. Ubicada cerca de la transitada calle Fernando Alencastre, a pocos pasos del monumento a George Washington, esta fuente es fácilmente identificable por su imponente estructura central: una pirámide de pequeños cuerpos infantiles que, con sus brazos levantados, sostienen una esfera azul que simboliza el planeta Tierra. Esta imagen evoca la idea de que lxs niñxs, con su pureza y energía, son los verdaderxs guardianxs del futuro de nuestro mundo.

La fuente fue creada en 1997 por el escultor Jesús Ricardo García Ortiz, y es una de las dos obras gemelas que el artista diseñó, la otra se encuentra en la famosa Costera de Acapulco. Ambas fuentes comparten el mismo espíritu: un llamado a la reflexión sobre el cuidado de nuestro planeta y la importancia de las nuevas generaciones en este esfuerzo. La estética de la fuente, con sus figuras infantiles que parecen sacadas de un cuento, tiene un aire lúdico que conecta tanto con los niñxs como con adultos, quienes pueden interpretar su mensaje de protección y esperanza.

Con el paso del tiempo, la fuente ha sido objeto de trabajos de restauración. En 2011, fue rehabilitada para asegurar su conservación y funcionamiento, incluyendo la instalación de nuevas bombas de agua y mejoras en los jardines que la rodean. Hoy en día, sigue siendo un rincón especial del bosque, donde lxs visitantes pueden sentarse, reflexionar y disfrutar de un momento de tranquilidad en medio del caos de la Ciudad.

La Fuente Guardianes del Futuro no solo es una obra de arte, sino también un recordatorio de que el futuro está en manos de las próximas generaciones, y que todos, en algún momento, debemos ser sus guardianxs. En medio del ajetreo de la ciudad y el bullicio del parque, esta fuente es un espacio de paz que invita a contemplar el papel que jugamos en la protección del planeta y en la construcción de un mejor mañana.

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Dirección:
 Bosque de Chapultepec II Secc, Ciudad de México, CDMX

Monumento a La Raza, un tributo a la Raza Cósmica mexicana

El Monumento a La Raza, ubicado en la transitada avenida Insurgentes Norte, justo en el cruce con Circuito Interior (Bicentenario), de la Ciudad de México, es una de esas joyas arquitectónicas que pasan desapercibidas para muchxs, pero que encierran una fascinante historia y un simbolismo profundo. Si alguna vez te has preguntado qué es esa imponente pirámide de 50 metros de altura (debo confesar que todas las fuentes consultadas dan esa altura, pero a mi me parece que es mucho menos), estás a punto de descubrir un rincón histórico que vale la pena admirar más de cerca.

Construido entre 1930 y 1940, este monumento es fruto del trabajo conjunto del ingeniero Francisco Borbolla y el arquitecto y escultor Luis Lelo de Larrea. Fue levantado en pleno Maximato, una etapa crucial en la historia de México tras la Revolución Mexicana, marcada por la consolidación del poder político y la búsqueda de una identidad nacional. En este contexto, el monumento rinde homenaje a la idea de “La Raza Cósmica“, una teoría promovida por el filósofo José Vasconcelos, quien proponía que las y los mexicanos eran descendientes de la mezcla de todas las razas, resultando en una nueva raza mestiza y trascendental. Aunque esta visión ha sido ampliamente debatida y reinterpretada con el tiempo, el Monumento a La Raza refleja ese deseo de unificar el pasado indígena y el presente mestizo de México.

La estructura principal del monumento es una pirámide escalonada, que evoca las formas arquitectónicas prehispánicas, pero también está cargada de simbolismo moderno. En la cúspide se encuentra una enorme escultura de un águila, de 5.75 metros de altura, creada originalmente para coronar un edificio del Congreso en 1910 (hoy es el Monumento a la Revolución), pero que terminó siendo parte de este monumento. El águila, un símbolo de fuerza y poder, está acompañada por relieves que hacen referencia a la serpiente emplumada, una figura clave en las culturas prehispánicas como la teotihuacana y mexica. De hecho, las enormes cabezas de serpiente talladas que adornan las escaleras del monumento son un tributo a esa poderosa deidad.

Alrededor del monumento, en sus lados este y oeste, hay esculturas que representan momentos clave en la historia de México: al este, la fundación de Tenochtitlan, y al oeste, un grupo defensivo de figuras. Estas esculturas, también obra de Luis Lelo de Larrea, capturan la esencia de la lucha y la creación de la nación mexicana, recordándonos que el pasado indígena sigue siendo parte fundamental de la identidad del país.

Aunque no es uno de los monumentos más visitados de la ciudad, el Monumento a La Raza ha ganado un lugar en el corazón de muchxs capitalinxs. La zona que lo rodea ha adoptado su nombre, desde la estación de metro hasta el famoso hospital “La Raza”. El monumento es un homenaje no solo a la historia del país, sino a su gente, su cultura y su evolución. Hoy en día, mirar con más profundidad este monumento nos invita a reflexionar sobre la mezcla de culturas que define a México y sobre cómo el pasado indígena sigue vivo en el presente mestizo.

Así que la próxima vez que te encuentres por la zona, tómate un momento para admirar este colosal homenaje a la historia mexicana. ¡Es mucho más que un simple punto de referencia en la ciudad, es un símbolo de la diversidad y fortaleza del pueblo mexicano!

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Dirección:
 Av. Insurgentes Norte #280, San Simón Tolnahuac, Ciudad de México, CDMX

El Gran Basamento de Tenochtitlán, una ventana al México prehispánico en el Centro Histórico

Si alguna vez paseas por el Centro Histórico de la Ciudad de México, específicamente por la calle República de Argentina, te llevarás una gran sorpresa arqueológica: el Gran Basamento. Este increíble yacimiento se encuentra justo al norte del Templo Mayor, uno de los sitios más sagrados de la antigua Tenochtitlan, y te da la oportunidad de echar un vistazo a siglos de historia a través de sus ventanas arqueológicas. ¿Qué mejor manera de conectarte con el pasado mientras paseas por las calles modernas de la ciudad?

A solo dos metros bajo el nivel actual de la calle, las y los visitantes pueden asomarse a un pedazo impresionante de la antigua capital mexica. ¡Es como un balcón arqueológico hacia el pasado! A través de cristales templados y con sistemas de control de humedad e iluminación, puedes observar los restos de un enorme basamento de más de 40 metros, construido entre 1440 y 1521, justo antes de la llegada de los conquistadores españoles. La estructura que ves hoy es solo la punta del iceberg, ya que los arqueólogos han identificado al menos cinco etapas de construcción, cada una más fascinante que la anterior.

El Gran Basamento es una parada obligada para cualquier amante de la historia y la cultura. Imagina pararte justo donde hace más de 500 años los mexicas construían, ampliaban y reverenciaban sus templos. Lo mejor de todo es que, al estar ubicado en una de las calles peatonales más vibrantes del centro, puedes combinar tu visita con una parada en el Museo del Templo Mayor o en alguna de las tantas cafeterías cercanas. ¡Una experiencia imperdible en el corazón de la ciudad!

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Dirección:
 República de Argentina s/n, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX

Huei Tzompantli, la pared de cráneos Mexica en el Corazón de Tenochtitlán (CDMX)

Un Tzompantli era una estructura escalofriante pero fascinante en las antiguas culturas mesoamericanas, especialmente entre los mexicas. Imagina un “estante” o altar donde se exhibían cráneos, generalmente de guerreros enemigos, víctimas de sacrificios o incluso jugadores de pelota que habían perdido. Los tzompantlis no eran solo muestras de poder militar o religioso, sino también símbolos de la conexión entre la vida, la muerte y el ciclo cósmico en la cosmovisión de estas culturas. Aunque puede sonar un poco aterrador, estos estantes eran esenciales para las ceremonias y rituales más importantes de Tenochtitlan.

Entre todos los tzompantlis, el más impresionante fue sin duda el Huei Tzompantli o Gran Tzompantli de Tenochtitlan. Este gigantesco estante de cráneos fue descubierto en 2015, justo al norte de la Catedral Metropolitana en la calle de Guatemala. Aunque el sitio no está abierto al público, las excavaciones han revelado datos fascinantes sobre la vida y las creencias mexicas. Se cree que este tzompantli era el principal de la ciudad, un monumento imponente donde los cráneos de las víctimas de sacrificios y guerreros derrotados eran colocados temporalmente en estantes de madera, para luego ser trasladados a enormes torres construidas con cráneos en el complejo ceremonial.

Un cronista de la época, Andrés de Tapia, describió haber visto esta torre y estimó que contenía alrededor de 136,000 cráneos, una cifra que nos deja con la boca abierta. Aunque hoy en día, gracias a las excavaciones del INAH, se han identificado unos 650 cráneos en total, el hallazgo ha revelado algo sorprendente: alrededor del 25% de estos cráneos pertenecen a mujeres y niños, lo que desafía la idea de que solo eran guerreros capturados. ¡Una revelación que nos deja pensando en el papel que jugaban diferentes personas en estos rituales!

El Gran Tzompantli es una ventana directa al pasado mexica, una estructura que refleja las creencias profundas sobre la vida y la muerte en la antigua capital de Tenochtitlan. Aunque no podemos caminar entre sus restos aún, nos recuerda lo impresionante y a veces aterrador que era el poder de este imperio. ¡Definitivamente una historia que te hará ver el centro histórico de la Ciudad de México con otros ojos!

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Dirección:
 República de Guatemala 24, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX

Fuente de Cibeles, un pedacito de Madrid en la Colonia Roma

¿Sabías que la Ciudad de México tiene su propia Fuente de la Cibeles? Así es, y aunque no estemos en Madrid, aquí también tenemos un pedacito de España en pleno corazón de la colonia Roma. Esta réplica exacta de la famosa fuente madrileña, ubicada en la Plaza de Cibeles, ha sido testigo de la historia y de las emocionadas celebraciones de la afición del Real Madrid en México. Porque sí, si eres mexicanx y te consideras “madrileñx de corazón“, este es el lugar a donde vienes a celebrar cada vez que los merengues ganan un partido.

La fuente original en Madrid fue encargada por Carlos III a finales del siglo XVIII como parte de un proyecto urbanístico para embellecer la ciudad. Diseñada por el arquitecto Ventura Rodríguez y esculpida por Francisco Gutiérrez y Roberto Michel, la Fuente de la Cibeles representa a la diosa Cibeles, hija del cielo y la tierra, esposa de Saturno y madre de Júpiter, quien, montada en un carro tirado por dos leones, gobierna sobre la naturaleza y las estaciones. Su majestuosidad ha hecho que sea un símbolo icónico de la capital española y, por supuesto, el centro de reunión para los seguidores del Real Madrid.

La réplica mexicana no se queda atrás. Fue donada por la comunidad española residente en México como un símbolo de la hermandad entre ambos países. Se inauguró en 1980, con una ceremonia que contó con la presencia del presidente José López Portillo, el alcalde de Madrid y varias otras personalidades, quienes sellaron con este gesto la amistad entre las dos naciones. La fuente se encuentra en un punto privilegiado de la ciudad, en una glorieta que conecta las calles Durango, Oaxaca y Medellín, muy cerca de la Glorieta de Insurgentes. Desde entonces, esta plaza ha sido no solo un punto de encuentro para las y los vecinos de la Roma, sino un rincón donde las emociones futbolísticas explotan cada vez que el Real Madrid levanta un trofeo.

Ahora bien, ¿cómo llegó esta fuente a México? Todo comenzó con la fuerte presencia de la comunidad española en el país. A finales del siglo XIX y principios del XX, muchos españoles emigraron a México, creando una comunidad vibrante que aportó mucho a la economía del país. Como un símbolo de este legado, en 1980 decidieron regalar esta réplica, que ocupa nada menos que 17,670 metros cuadrados de espacio en la antigua plaza Miravalle, justo donde antes se encontraba el pozo Pimentel, que abastecía de agua a la Roma. ¡Y qué mejor manera de honrar esas raíces que con una réplica exacta de uno de los monumentos más queridos de Madrid!

En 2011, la Fuente de Cibeles en la Ciudad de México fue restaurada como parte de un proyecto del gobierno local. Se le reintegraron piezas faltantes, se restauraron las esculturas de bronce y se mejoró el sistema de iluminación, haciéndola más eficiente energéticamente. De hecho, la renovación fue tan exitosa que el embajador de España en México, Manuel Alabart, reconoció este esfuerzo como una muestra más de los profundos lazos entre ambas naciones.

Hoy, la Fuente de Cibeles es más que un monumento: es un símbolo de amistad, un espacio de encuentro y, para los fans del Real Madrid, un santuario de celebraciones. ¡Así que ya sabes! La próxima vez que te sientas un poco madrileñx, no tienes que cruzar el Atlántico. Solo ve a la colonia Roma, camina hacia la fuente, y únete a los festejos cuando el equipo merengue levante la copa.

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Dirección:
 Plaza Villa de Madrid, Colonia Roma Norte, Ciudad de México, CDMX

Monumento a José María Velasco, un tributo al maestro del Paisaje en la Ciudad de México

En la agitada Calzada de los Misterios, entre el tráfico y la energía constante de la ciudad, se encuentra un oasis inesperado: la glorieta del Monumento a José María Velasco. Este rincón tranquilo rinde homenaje al célebre pintor, cuyo legado artístico sigue presente en la cultura visual de México. Velasco, nacido en 1840 en el Estado de México, fue un pionero en el género del paisaje, capturando con sus pinceles la belleza natural de la geografía mexicana. Sus obras no solo encantaron a sus contemporáneos, sino que también consolidaron una identidad nacional, proyectando un sentido de orgullo y pertenencia a través de los paisajes de su patria.

A lo largo de su carrera, Velasco logró destacar en un contexto donde el arte estaba dominado por temáticas religiosas y retratos de la élite. Sin embargo, él decidió mirar hacia los majestuosos valles, montañas y volcanes de México, haciéndolos protagonistas de su obra. La naturaleza, en su esplendor, se convirtió en un símbolo de la recién nacida nación mexicana. Velasco vivió la última mitad de su vida en la Villa de Guadalupe Hidalgo, en lo que hoy es la alcaldía Gustavo A. Madero, donde el entorno natural que lo inspiró aún era visible a diario.

El monumento que lo honra fue diseñado por Lorenzo Rafael, un escultor reconocido, quizás más famoso por haber creado las medallas para los Juegos Olímpicos de 1968 en México. Rafael plasmó en su obra una representación solemne y serena del pintor, capturando su legado en bronce. Inaugurado en 1977, el monumento fue un generoso obsequio del Estado de México a la Ciudad de México, como símbolo de gratitud por haber dado a su más ilustre paisajista un hogar y un lugar de inspiración. La estatua, inicialmente ubicada en otro punto de la glorieta, fue reubicada a su posición actual para darle mayor protagonismo.

Hoy en día, la glorieta del Monumento a José María Velasco ofrece un respiro en medio del caos urbano, un sitio donde las y los transeúntes pueden detenerse y reflexionar sobre la vida de un hombre que, a través del arte, redefinió la forma en que los y las mexicanas ven su tierra. Entre la calma de los árboles y el bullicio distante, el monumento sigue en pie como un recordatorio de que la belleza de México, al igual que las pinceladas de Velasco, nunca pasa desapercibida.

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Dirección:
 Calz. de los Misterios s/n, Colonia Vallejo (Entre Euzkadi y Schumann), Ciudad de México, CDMX

Glorieta de los Hongos, un rincón secreto a simple vista en la Ciudad de México

La Glorieta de los Hongos es ese rincón curioso que todxs lxs automovilistas han visto, pero no saben de su existencia a pesar de su historia. Con su icónico diseño en forma de trébol y fuentes que parecen hongos gigantes, este lugar se convierte en un oasis visual en medio del tránsito de la avenida Ejército Nacional y el Circuito Interior. Aunque no es el típico parque al que acudirías a hacer un picnic, sus cuatro fuentes son un homenaje a la historia y al arte urbano que no pasan desapercibidos.

Originalmente conocida como la “Fuente de la Nereida”, este espacio fue creado en 1949 por el arquitecto Enrique Martínez del Campo, inspirado por las fuentes de Carlo Maderna en la Plaza de San Pedro en Roma. Las cuatro enormes “setas” que dan forma a las fuentes replican el mismo efecto que el agua crea al caer sobre sus superficies semiesféricas, un diseño clásico que ha perdurado en el tiempo. La escultura de la Nereida, que antaño coronaba la glorieta, fue trasladada en 1975 al Jardín de la Ninfa en Azcapotzalco, dejando a los “hongos” como protagonistas de este peculiar lugar.

Hoy en día, la glorieta no solo es un atractivo visual para los conductores que pasan de largo, sino que también divide cuatro emblemáticos barrios de la ciudad: Granada, Anáhuac, Anzures y Polanco. Cada uno de los pequeños parques en los extremos del trébol cuenta con una de estas impresionantes fuentes, que aunque pasan desapercibidas para las y los peatones locales, son una joya oculta en plena metrópoli.

Así que, la próxima vez que estés atrapadx en el tráfico por esta zona, date un momento para observar las fuentes de la Glorieta de los Hongos y transportarte, aunque sea por un segundo, a una Ciudad de México que honra el arte y la historia con toques tan mágicos como estos. ¡Es una vista inesperada que vale la pena apreciar!

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Dirección:
 Av. Río San Joaquín s/n, Anáhuac I Secc, Miguel Hidalgo, Ciudad de México, CDMX, Ciudad de México, CDMX

Animal de Pedregal, una escultura de Mathias Goeritz escondida en el Pedregal

Si paseas por Jardines del Pedregal, un vecindario famoso por su arquitectura moderna y elegante, es posible que te topes con una escultura intrigante que parece vigilar la entrada: el Animal de Pedregal. Esta obra, creada en 1951 por el escultor alemán Mathias Goeritz, es un ícono local que representa más que solo una curiosidad visual, es una pieza clave en la historia del arte y la arquitectura de la Ciudad de México.

El famoso arquitecto Luis Barragán, encargado del diseño del desarrollo de Jardines del Pedregal, le pidió a Goeritz que creara una escultura para adornar la Plaza de las Fuentes, una de las entradas principales del fraccionamiento. Goeritz, quien había llegado a México en 1949, presentó varios modelos, pero fue la “serpiente” de concreto, inspirada en el expresionismo alemán, la que terminó adornando este rincón de la ciudad. Curiosamente, el modelo original de madera, más pequeño, se exhibe hoy en el Museo Amparo de Puebla.

El Animal de Pedregal es una obra que, a pesar de su origen abstracto, se integró perfectamente al entorno volcánico del Pedregal, evocando una criatura prehistórica que emerge del paisaje rocoso. A lo largo de los años, ha sobrevivido al cambio urbano y a la modernización del vecindario, sirviendo como un guardián silencioso que resiste al tiempo.

Restaurado hace algunos años, este peculiar monumento sigue siendo un símbolo del Pedregal y de la influencia del arte modernista en la Ciudad de México. Es un testimonio del trabajo colaborativo entre Barragán y Goeritz, y una invitación a descubrir la riqueza artística escondida en cada esquina de la ciudad. ¡Si alguna vez pasas por el Pedregal, asegúrate de saludar al Animal!

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Dirección:
 Av. de Las Fuentes 115, Jardines del Pedregal, Ciudad de México, CDMX

Monumento a La Familia Proletaria, un dejo de esperanza perdido en la Ciudad de México

Si caminas por la colonia Plutarco Elías Calles en la Alcaldía Miguel Hidalgo, te encontrarás con un monumento que, a pesar de su sobriedad, cuenta una historia fascinante: el Monumento a La Familia Proletaria. Esta escultura, aunque discreta, fue concebida con el propósito de representar la esperanza de una vida mejor para las y los trabajadores industriales de México en los años 30.

Creada por el reconocido escultor Ignacio Asúnsolo (más conocido por el Monument a Cuitláhuac en Reforma y las figuras del Monumento a Álvaro Obregón en el Parque de la Bombilla), la obra fue originalmente inaugurada en 1934 bajo el nombre “Una vida mejor“. En su momento, era parte de un programa de embellecimiento urbano que buscaba llevar el arte a los espacios públicos y, al mismo tiempo, reflejar el compromiso social del gobierno. La escultura fue instalada en una de las primeras colonias planificadas para obreros, respondiendo al artículo 123 de la Constitución, que obligaba a los patrones a ofrecer viviendas dignas y saludables a sus trabajadores.

El Monumento a La Familia Proletaria simboliza la unión y fortaleza de las familias trabajadoras que, con esfuerzo, aspiraban a un mejor futuro. Sin embargo, su historia tuvo algunos giros: en los años 50, cuando se construyó el Casco de Santo Tomás y el Instituto Politécnico Nacional, la estatua fue desplazada y almacenada durante décadas.

Fue hasta 2009 que este conmovedor monumento encontró su nuevo hogar en su ubicación actual. Ahora, con la iglesia de San Salvador de las Flores Xochimancas de fondo, La Familia Proletaria sigue siendo un recordatorio de las aspiraciones de aquellos y auuellas que ayudaron a construir la Ciudad de México. ¡Si estás por la zona, no dudes en echarle un vistazo y reflexionar sobre su legado histórico!

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Dirección:
 Intersection de Calz de los Gallos y Eje 3 Nte Camarones, Colonia Plutarco Elías Calles, Ciudad de México, CDMX

Energía, el legado de Mathias Goeritz en el Bosque de Chapultepec

Energía de Mathias Goeritz es una de esas esculturas que te dejan sin aliento, y no solo por su imponente altura de 18 metros, sino por la fuerza que emana en pleno corazón del Bosque de Chapultepec. Inaugurada en 1982, esta obra se encuentra en un interesante diálogo con los alrededores: al otro lado del camino, por ejemplo, se encuentra la obra de Diego Rivera en el Cárcamo, que también reflexiona sobre el agua y la naturaleza. A su vez, Energía parece reflexionar sobre el espacio y el tiempo, muy en línea con el estilo expresionista de Goeritz.

Esta escultura, que se erige como una torre abstracta con seis partes cruzadas en ángulos dispares, es todo un referente del legado de Goeritz. Aunque fue concebida en sus últimos años de vida, tiene esa vitalidad que caracteriza su obra, similar a la que mostró en las famosas Torres de Satélite. A pesar de haber sido olvidada por un tiempo, Energía fue restaurada en 2017, justo en el centenario del nacimiento del artista, para devolverle su esplendor y asegurarse de que sigue irradiando la misma potencia que el día de su inauguración.

Lo más interesante de Energía es cómo, en su aparente simplicidad, encierra tantas capas de interpretación. Es una obra que invita a la reflexión, que te hace mirar hacia el cielo y pensar en la relación entre el arte y la arquitectura. Además, su ubicación en la entrada de Chivatito en Chapultepec la convierte en un punto de encuentro perfecto para quienes quieren apreciar un pedazo de la historia del arte contemporáneo en la Ciudad de México.

Así que la próxima vez que pasees por Chapultepec, no olvides echar un vistazo a esta majestuosa escultura. ¡Seguro te sorprenderá la energía que transmite!

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Dirección:
 Bosque de Chapultepec, Av H. Colegio Militar I (entrada por Chivatito), Ciudad de México, CDMX