Todas las entradas de: Rodrigo Delgado

Apasionado de la comida, siempre en busca de nuevos rincones donde disfrutar sabores únicos. Maestro de yoga y meditación, combina su espíritu tranquilo con su amor por la aventura como ciclista urbano. Admirador de la cultura mexicana, explora la magia de la Ciudad de México.

Plaza y Capilla Tlaxcoaque (Capilla de la Santísima Concepción), un rincón de historia, devoción y represión en el Centro de la CDMX

En medio del ajetreo urbano de la Ciudad de México, entre avenidas transitadas como la 20 de Noviembre y la Calzada de Tlalpan, se encuentra un pequeño oasis histórico: la Capilla de la Santísima Concepción, también conocida como La Concepción Tlaxcoaque, junto con la Plaza Tlaxcoaque, que marca el límite sur del Centro Histórico de la capital.

Un templo barroco con raíces indígenas

Este pintoresco templo barroco del siglo XVII no solo es una joya arquitectónica, sino también un testimonio del pasado indígena de la ciudad. Originalmente fue consagrado como Templo de la Sangre de Cristo, en el antiguo barrio de Tlaxcoaque, habitado principalmente por población indígena. En 1677, gracias al donativo de una imagen de la Inmaculada Concepción por parte de una mujer indígena llamada María Francisca, la capilla fue rededicada a esta advocación mariana.

La capilla tiene planta de cruz latina, una sola nave y una cúpula en el crucero. Su fachada, orientada al norte, cuenta con una única torre con campanario en el lado oriental, cuya cúpula estuvo recubierta de azulejos. Construida con piedra volcánica y decorada con relieves vegetales, figuras de ángeles y detalles artesanales, se sabe que artistas indígenas participaron en su construcción. Las puertas, por ejemplo, muestran representaciones de San José y la Inmaculada Concepción, mientras que las pilastras podrían representar a sus antiguos benefactores.

Plaza Tlaxcoaque: historia, memoria y transformación

La Plaza Tlaxcoaque es el espacio que rodea la capilla. Hasta principios del siglo XX, esta área formaba parte de un barrio popular lleno de callejuelas, que funcionaban como atrio natural del templo. Pero en los años 30, con la expansión vial, muchas construcciones fueron demolidas para dar paso a avenidas modernas, y la capilla quedó aislada en medio de un entorno más urbano y caótico.

La plaza también tiene un pasado oscuro. Durante décadas, albergó el edificio de Policía y Tránsito del entonces Departamento del Distrito Federal, que en las décadas de 1960 a 1980 funcionó como centro de detención y tortura de disidentes políticos, jóvenes marginados y personas en situación de calle. Tras el sismo de 1985, el edificio fue demolido, pero sus sótanos se preservan como un memorial a las víctimas de violaciones a los derechos humanos.

Restauración y nuevos símbolos

En el marco del bicentenario de la Independencia de México y del centenario de la Revolución, el Gobierno de la Ciudad de México firmó un convenio con la Embajada de Azerbaiyán para restaurar la capilla y remodelar la plaza. El proyecto, diseñado por lxs arquitectxs Antonio Sposito, Elena Bruschi y el mexicano René Caro, se llevó a cabo en 2012 con financiamiento azerí.

Durante esta intervención se rediseñó el pavimento, se añadieron jardines con agapandos y moros, y se instalaron fuentes modernas con chorros de agua iluminados. Se buscó transformar la plaza en un espacio más amable, convirtiéndola en una posible “puerta de entrada al Centro Histórico”.

Sin embargo, uno de los elementos más controversiales fue la colocación de una escultura conmemorativa de la masacre de Xocalı, ocurrida en Azerbaiyán en 1992. La estatua, de tres metros de altura, ha sido objeto de debate por las implicaciones diplomáticas entre México, Armenia y Azerbaiyán.

Un rincón para la reflexión y el encuentro

Hoy, la Capilla de la Santísima Concepción y la Plaza Tlaxcoaque forman un espacio donde se cruzan historia, espiritualidad, memoria y política internacional. Aunque rodeadas de tráfico y modernidad, estas construcciones nos invitan a mirar hacia el pasado, reflexionar sobre los errores del presente y, quizá, imaginar un futuro más justo.

Parroquia Purísimo Corazón de María Reina de la Paz, un tesoro arquitectónico y artístico en la Colonia Del Valle

En la Colonia Del Valle, al sur de la Ciudad de México, se alza imponente una joya poco conocida pero fascinante: la Parroquia Purísimo Corazón de María Reina de la Paz. Con su arquitectura monumental, historia profunda y belleza artística, este templo es mucho más que un punto de referencia urbano: es un símbolo de fe, arte y comunidad.

Una iglesia entre el art déco, el funcionalismo… y con un toque gótico

Con una silueta inconfundible que se divisa desde varias cuadras a la redonda, esta iglesia de 65 metros de altura destaca por su cúpula poligonal de 20 metros, coronada por una imponente escultura de la Virgen María con los brazos semiabiertos, que mide otros 10 metros. No es raro que muchos la confundan con el Cristo Redentor, y por su posición en la glorieta Mariscal Sucre, las y los capitalinos la apoden cariñosamente “Nuestra Señora del Tránsito”, como si estuviera ayudando a dirigir el tráfico en la concurrida intersección de División del Norte, Amores y Gabriel Mancera.

El diseño del templo es una singular mezcla de estilos: art déco, funcionalismo y un aire gótico, que lo hacen destacar entre las construcciones religiosas de la ciudad. Fue concebido por el arquitecto Luis Olvera y desarrollado por el ingeniero Miguel Rebolledo, pionero en el uso del concreto reforzado en México. Posteriormente, en 1947, Antonio Muñoz García, autor del Mercado Abelardo Rodríguez y del edificio de la Suprema Corte de Justicia, retomó el proyecto.

Un templo nacido de la fe comunitaria

La historia de esta iglesia comenzó en 1923 con la construcción de una capilla sencilla, impulsada por los Misioneros Claretianos y donaciones vecinales. A pesar de haber sido cerrada durante la Guerra Cristera (1926–1929), fue una de las pocas autorizadas para celebrar misa en esa época. En 1931 fue elevada a parroquia por el arzobispo Pascual Díaz.

En 1938 arrancó formalmente la construcción del templo actual. Con el apoyo económico de feligreses, que contribuían semanalmente mediante colectas casa por casa, se cimentó el santuario. La primera misa se celebró en 1954, año en que el cardenal José Garibi Rivera lo consagró como templo parroquial.

Un interior que te deja sin aliento

Más allá de su impactante exterior, el interior del templo es un espectáculo visual. Destacan sus vitrales multicolores, sus candelabros artísticos, un sagrario de bronce dorado con base giratoria, y su imagen principal: una escultura monumental de la Virgen María con el Niño, obra del artista Antonio Ballester.

Además, los murales del pintor Pedro Cruz cubren aproximadamente 1,400 metros cuadrados, representando pasajes bíblicos y temas marianos con una expresividad y belleza excepcionales. Todo esto convierte al templo en uno de los espacios sacros más ricamente decorados de la Ciudad de México.

Un set de cine internacional

El encanto de esta parroquia trascendió fronteras cuando fue elegida como una de las locaciones principales para la película Romeo + Julieta (1996), dirigida por Baz Luhrmann y protagonizada por Leonardo DiCaprio y Claire Danes. Su arquitectura dramática y luminosa fue el escenario ideal para esta moderna versión del clásico de Shakespeare.

¿Dónde se encuentra?

La Parroquia del Purísimo Corazón de María Reina de la Paz se ubica en Gabriel Mancera, entre Torres Adalid y Luz Saviñón, en plena Colonia Del Valle. Está rodeada por avenidas emblemáticas como División del Norte, Amores y Eje 5 Sur. Fácilmente visible desde lejos, es un sitio ideal para quienes disfrutan del turismo religioso, la arquitectura o el cine.

¿Por qué vale la pena visitarla?

Porque no se trata solo de una iglesia, sino de un símbolo de identidad barrial, una obra maestra del siglo XX, y un espacio donde se mezcla la espiritualidad con el arte monumental. Ya sea que vayas a misa, a tomar fotos, o a descubrir una locación de cine, esta parroquia te sorprenderá con su belleza e historia.

La Basílica de Guadalupe, historia viva de fe y tradición al norte de CDMX

Ubicada al pie del cerro del Tepeyac, en la alcaldía Gustavo A. Madero, la Basílica de Santa María de Guadalupe es mucho más que un templo: es uno de los lugares de peregrinación más visitados del mundo. Solo la supera la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Cada año, millones de personas —alrededor de 20 millones, para ser exactos— llegan desde todos los rincones del planeta para venerar a la Virgen de Guadalupe, especialmente el 12 de diciembre, su día festivo.

Un poco de contexto

El nombre completo de este recinto es Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe, y pertenece a la Arquidiócesis Primada de México. Actualmente está bajo el cuidado del canónigo Efraín Hernández Díaz, quien funge como rector y vicario general de la Vicaría Episcopal de Guadalupe desde noviembre de 2023.

La historia de la Antigua Basílica

La primera gran iglesia dedicada a la Virgen de Guadalupe fue la Antigua Basílica, cuya construcción comenzó en 1695 bajo la dirección del arquitecto Pedro de Arrieta. Se inauguró el 1 de mayo de 1709 con un solemne novenario. Este templo barroco fue diseñado con una impresionante fachada que simula un biombo y con torres octagonales coronadas con mosaicos de talavera, evocando la Jerusalén celestial mencionada en el Apocalipsis.

A lo largo de los siglos, la Antigua Basílica fue objeto de numerosas transformaciones. En el siglo XIX, sufrió daños por la construcción cercana de un convento y fue redecorada en estilo neoclásico por el célebre arquitecto Manuel Tolsá. Más adelante, en preparación para la Solemne Coronación Pontificia en 1895, el templo se restauró por completo: se amplió el espacio del cabildo, se colocó un espectacular retablo de mármol de Carrara y se decoraron los muros con grandes pinturas guadalupanas.

Durante la guerra cristera, en los años 20, un atentado con bomba causó daños al altar mayor. Sorprendentemente, el ayate con la imagen de la Virgen salió ileso, lo que se interpretó como un milagro. Desde entonces, la imagen ha sido tratada con especial cuidado, siendo incluso resguardada temporalmente fuera del templo.

Ya en la década de 1930, se realizaron más mejoras: se amplió la nave, se colocó un nuevo piso de mármol y se instaló un órgano monumental. También se embelleció el presbiterio con mosaicos venecianos, vitrales con escenas bíblicas y un sagrario de plata inspirado en el convento de San Agustín de Acolman.

Sin embargo, hacia mediados del siglo XX, la estructura de la Antigua Basílica ya no podía sostener el paso del tiempo ni la creciente cantidad de peregrinos. El suelo inestable del Tepeyac provocó hundimientos desiguales y, como medida de precaución, el templo fue cerrado.

La Nueva Basílica: un nuevo hogar para el ayate

Ante la urgencia, se decidió construir una nueva sede para la Virgen. Así nació la Nueva Basílica de Guadalupe, un templo moderno con capacidad para albergar a miles de fieles. El 12 de octubre de 1976, el ayate fue trasladado a su nueva casa, un edificio de planta circular que permite una vista perfecta de la imagen desde cualquier punto. Fue un momento histórico, marcando el fin de 267 años de veneración en el edificio antiguo.

La Nueva Basílica no solo ofrecía más espacio y seguridad estructural, sino también una experiencia espiritual más cercana para las y los peregrinos. La imagen original de la Virgen se encuentra detrás del altar mayor, protegida por un vidrio blindado, y puede ser vista de cerca gracias a una banda transportadora que permite la circulación constante de visitantes.

El renacer de la Antigua Basílica

Afortunadamente, la historia de la Antigua Basílica no terminó ahí. En 1979, el INAH, la Conferencia del Episcopado Mexicano y Conaculta iniciaron un ambicioso proyecto de restauración. Gracias al uso de tecnología avanzada como gatos hidráulicos y pilotes de concreto, lograron estabilizar el edificio y evitar su colapso. En el año 2000, justo a tiempo para el Jubileo, fue reabierta bajo el nuevo nombre de Templo Expiatorio a Cristo Rey.

Hoy en día, esta joya arquitectónica se encuentra completamente restaurada: cuenta con un nuevo piso de mármol, un órgano histórico Wurlitzer que volvió a sonar después de 34 años de silencio, y una agenda activa de actividades religiosas y culturales, como conciertos y retiros.

Un ícono espiritual y cultural

Más allá de su impresionante arquitectura y valor histórico, la Basílica de Guadalupe es símbolo de identidad, fe y unidad para millones de personas. La devoción a la Virgen de Guadalupe trasciende fronteras, idiomas y culturas. Su imagen es emblema de consuelo y esperanza no solo en México, sino en todo el continente americano.

Por su relevancia espiritual y social, este recinto mariano se ha convertido en un fenómeno sin igual. Su historia, que entrelaza milagros, arte, arquitectura y resistencia, sigue viva y vibrante. Ya sea en la solemnidad de la Antigua Basílica o en la majestuosidad de la nueva, visitar este lugar es adentrarse en el corazón mismo de la fe guadalupana.

Conjunto Religioso del Tepeyac, un tesoro espiritual e histórico en la CDMX

Enclavada al pie del cerro del Tepeyac, al norte de la Ciudad de México, la Basílica de Guadalupe no solo es uno de los santuarios marianos más visitados del mundo, sino el corazón de un conjunto religioso con siglos de historia, fe y arte. Más allá del emblemático templo moderno que resguarda la imagen de la Virgen de Guadalupe, el recinto alberga una serie de edificios que narran la historia de la devoción guadalupana y de México mismo.

Un conjunto con siglos de historia

El conjunto religioso del Tepeyac está formado por diversos templos, capillas, conventos, museos y espacios de devoción que ofrecen una mirada profunda al sincretismo religioso, la arquitectura virreinal y el fervor popular.

Antigua Parroquia de Indios

Construida en 1649 por Luis Lasso de la Vega, esta parroquia fue originalmente destinada al culto de la población indígena. Según la tradición, albergó la imagen de la Virgen entre 1695 y 1709, y más tarde el estandarte de Miguel Hidalgo. Debajo de sus cimientos se encuentran los vestigios de los primeros templos dedicados a la Virgen, mandados construir por fray Juan de Zumárraga. También fue el hogar de san Juan Diego, y se resguardan ahí sus reliquias.

Capilla del Cerrito

Ubicada en la cima del Tepeyac, esta capilla conmemora la primera aparición de la Virgen y el milagro de las flores. La actual construcción data de 1740, y en su interior se pueden admirar frescos del muralista Fernando Leal que narran el encuentro cultural y espiritual entre el mundo indígena y el europeo. En la plazoleta frente al templo destacan esculturas de los arcángeles Miguel, Rafael, Gabriel y Uriel, obra de Ernesto Tamariz.

Panteón del Tepeyac

Este cementerio virreinal sigue en operación y resguarda los restos de figuras históricas como Xavier Villaurrutia, José María Velasco y Antonio López de Santa Anna. Se considera zona de monumentos históricos y está protegido por ley.

Capilla del Pocito

Construida entre 1777 y 1791 sobre un pozo de aguas consideradas milagrosas, esta joya del barroco mexicano fue diseñada por Francisco Guerrero y Torres. Su planta circular y su cúpula con decoración en zigzag ofrecen una experiencia visual única. En su interior destaca un púlpito sostenido por una escultura de san Juan Diego. Aquí, José María Morelos oró antes de ser ejecutado en 1815.

Templo y Exconvento de las Capuchinas

Diseñado por Ignacio Castera y construido entre 1792 y 1797, este templo fue ocupado por madres capuchinas. Durante años, albergó la imagen de la Virgen cuando la basílica principal se encontraba cerrada por restauraciones. Aunque el templo fue estabilizado en los años 70, el convento aún sufre hundimientos debido a la inestabilidad del subsuelo.

Espacios de conocimiento y cultura

El recinto guadalupano no solo es un centro de fe, sino también un espacio para la investigación y la conservación del patrimonio.

  • Archivo Histórico: Resguarda documentos novohispanos de gran valor, divididos en los fondos Clavería, Parroquia y Secretaría Particular.
  • Biblioteca Teológica Lorenzo Boturini: Con más de 22,000 volúmenes, es una de las bibliotecas religiosas más importantes del país.
  • Museo de la Basílica de Guadalupe: Inaugurado en 1941, conserva una vasta colección de arte virreinal con obras de artistas como Villalpando, Cabrera y Juan Correa. Su vestíbulo alberga más de 2,000 exvotos, testimonio de la devoción popular.

Templo Expiatorio a Cristo Rey (Antigua Basílica de Guadalupe)

La antigua basílica, hoy conocida como Templo Expiatorio a Cristo Rey, fue construida entre 1695 y 1709 por Pedro de Arrieta. Con su cúpula de talavera y sus torres octagonales, fue el principal templo guadalupano hasta 1976. En su interior se conservan elementos neoclásicos como el altar diseñado por Manuel Tolsá y un órgano monumental de origen alemán. Esta iglesia también ha sido escenario de hechos históricos, como el atentado con bomba en 1921 y su cierre temporal durante la Guerra Cristera.

La Villa de Guadalupe, un barrio lleno de historia, cultura y fe al norte de CDMX

A diferencia de lo que todo mundo suele pensar, La Villa de Guadalupe no es la Basílica de Guadalupe; La Villa es realmente el barrio (conformado por cuatro colonias) donde se encuentra la Basílica y el Conjunto Religioso del Tepeyac. Ubicada al norte de la Ciudad de México, en la Alcaldía Gustavo A. Madero, La Villa de Guadalupe es mucho más que un barrio: es un lugar cargado de historia, tradición y espiritualidad. Conocida por ser el hogar de la Basílica de Guadalupe, uno de los centros de peregrinación más importantes del mundo, esta zona también guarda una riqueza cultural que se remonta a la época prehispánica.

¿Dónde está La Villa de Guadalupe?

Actualmente, La Villa comprende colonias como Villa Gustavo A. Madero, Martín Carrera, 15 de Agosto y Triunfo de la República. Aunque oficialmente es parte de una zona urbana de la capital, su identidad como pueblo originario sigue muy viva, tanto en su traza urbana como en las tradiciones que se celebran a lo largo del año.

De Tepeyac a Guadalupe

Antes de llamarse Guadalupe, este lugar era conocido como Tepeyácac, que en náhuatl significa “nariz del cerro”. Aquí, en tiempos mexicas, existía un pequeño templo dedicado a Tonantzin, la madre de los dioses. Todo cambió en 1531, según la tradición, cuando la Virgen María se apareció en este cerro a Juan Diego Cuauhtlatoatzin, un indígena chichimeca. A partir de entonces, comenzó la construcción de templos dedicados a la Virgen de Guadalupe, lo que transformó este rincón en un punto clave de devoción.

Nombres que cuentan su historia

Desde el siglo XVI, el lugar ha tenido varios nombres: Tepeaquilla, Tepeyac, Guadalupe, Villa de Guadalupe, y en 1822, en honor al héroe independentista, se convirtió en la Villa de Guadalupe Hidalgo. En 1931 recibió su nombre actual: Villa Gustavo A. Madero, en homenaje al revolucionario asesinado durante la Decena Trágica.

Auge virreinal y desarrollo urbano

En el siglo XVIII, con la construcción de la Basílica Vieja en 1709, la Villa se convirtió en un punto de reunión de comerciantes, peregrinos y autoridades eclesiásticas. El crecimiento fue tal que en 1751 se le otorgó oficialmente la categoría de villa y se constituyó un gobierno municipal propio, aunque fuertemente influido por el clero. Para evitar inundaciones, se construyó el Albarradón del Tepeyac en 1769, y en 1789 recibió su escudo heráldico.

Un sitio clave en la historia de México

Durante el siglo XIX, la Villa de Guadalupe Hidalgo fue testigo de momentos fundamentales de la historia nacional. En 1848, aquí se firmó el famoso Tratado de Guadalupe Hidalgo, que puso fin a la guerra entre México y Estados Unidos. Incluso fue sede del gobierno federal de manera provisional, albergando a presidentes como Santa Anna y Manuel de la Peña y Peña.

En 1857, la Villa vivió otro hito: se inauguró el primer tramo de ferrocarril en el país, entre Tlatelolco y Guadalupe, con la locomotora “Guadalupe” al frente. Esta conexión impulsó aún más su desarrollo y consolidó su importancia dentro del Valle de México.

La Villa hoy

Aunque hoy en día forma parte del entramado urbano de la Ciudad de México, La Villa de Guadalupe mantiene su esencia como un barrio histórico y centro de fe. Cada año, millones de peregrinos la visitan, especialmente el 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe, convirtiéndola en uno de los lugares más emblemáticos de México.

Además de su importancia religiosa, La Villa es un punto de interés para quienes desean conocer la historia viva de la ciudad, desde sus raíces indígenas hasta su evolución moderna. Calles, plazas y edificaciones antiguas siguen contando la historia de un pueblo que, desde tiempos prehispánicos, ha sido punto de encuentro entre culturas, creencias y tradiciones.

Centro Nacional de las Artes (CENART), un corazón de arte y la cultura en la Ciudad de México

¿Buscas un lugar donde el arte, la educación y la tecnología se den la mano? El Centro Nacional de las Artes (CENART) es uno de los espacios culturales más completos e innovadores de la Ciudad de México. Ubicado en la colonia Country Club, sobre el Circuito Interior, en la alcaldía Coyoacán, este complejo de 12 hectáreas es un punto de encuentro para amantes del arte, estudiantes, creadorxs y curiosxs de todas las edades.

Un espacio para aprender, crear y disfrutar

El CENART fue concebido como un espacio interdisciplinario para la difusión, investigación, formación y enseñanza de las artes. Desde su fundación, ha albergado escuelas profesionales, centros de investigación, foros escénicos, galerías, plazas y áreas verdes que invitan a explorar todas las formas de expresión artística.

Aquí se imparten talleres para niñas y niños, cursos especializados y estudios de posgrado, mientras que las escuelas de formación profesional del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) ofrecen programas en danza, teatro, música, artes plásticas y cine.

Escuelas del CENART

  • Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC)
  • Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT)
  • Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea (ENDCC)
  • Escuela Superior de Música (ESM)
  • Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” (ENPEG)

Centros Nacionales de Investigación (INBAL)

  • CENIDIM (Música)
  • CITRU (Teatro)
  • CENIDI-Danza (Danza)
  • CENIDIAP (Artes Plásticas)

Centro Multimedia: Arte y tecnología

Uno de los pilares del CENART es el Centro Multimedia, un espacio dedicado a la experimentación artística con medios digitales y tecnológicos. Ofrece laboratorios especializados, programas de residencias, cursos, talleres y exposiciones como el Festival Transitio_MX, que impulsa el arte electrónico y multimedia.

Espacios escénicos de primer nivel

El CENART cuenta con una red de foros y teatros que lo convierten en uno de los complejos culturales más versátiles del país:

  • Teatro de las Artes: Capacidad para 606 espectadores, ideal para danza, ópera y teatro.
  • Teatro Raúl Flores Canelo: Especializado en danza, con foso para orquesta.
  • Teatro Salvador Novo: Versátil y vanguardista, para propuestas experimentales.
  • Foro de las Artes, Foro Antonio López Mancera y Black Box: Espacios tipo caja negra, perfectos para propuestas escénicas íntimas.
  • Auditorio Blas Galindo: Con 693 butacas, es un recinto de gran acústica para conciertos y festivales.
  • Aula Magna José Vasconcelos: Obra de Ricardo Legorreta, con diseño del artista Vicente Rojo.
  • Plaza de las Artes y Plaza de la Danza: Escenarios al aire libre para espectáculos masivos.

Festivales que no te puedes perder

Eurojazz

Desde 1998, el Festival Eurojazz convierte los jardines del CENART en una gran fiesta del jazz europeo. Cada marzo, artistas de países como Francia, Italia, Polonia o Suecia ofrecen conciertos gratuitos en un ambiente familiar y festivo.

Festival Internacional de Piano En Blanco y Negro

El Auditorio Blas Galindo es sede de este festival que desde 1997 reúne a los más destacados pianistas del mundo. Con más de 25 años de historia, es el evento pianístico más importante de México.

Cineteca Nacional de las Artes

En 2023 se inauguró la Cineteca Nacional de las Artes, un moderno complejo con 12 salas de cine dedicadas a lo mejor del cine nacional e internacional. Una nueva sede para los cinéfilos en el sur de la ciudad.

Arquitectura que inspira

El diseño del CENART es obra de grandes arquitectos como Ricardo Legorreta, Teodoro González de León y Enrique Norten, quienes crearon un espacio contemporáneo y funcional donde cada rincón invita a la creatividad. Desde sus coloridos edificios hasta sus plazas y jardines, el CENART es un lugar que estimula los sentidos.

Lindavista, descubre la historia y presente del “Beverly Hills mexicano” al norte de la CDMX

Ubicada al norte de la Ciudad de México, en la alcaldía Gustavo A. Madero, la colonia Lindavista es mucho más que un conjunto de calles bien trazadas y casas elegantes. Su historia comienza en la década de 1930 como un proyecto urbano de clase alta inspirado en los suburbios californianos, y hoy en día es una zona vibrante, con una mezcla de historia, educación, cultura y vida cotidiana que la hacen única en la capital mexicana.

Un nombre con vista linda

¿Sabías que el nombre “Lindavista” surgió por la belleza natural de sus terrenos? Quienes la visitaban en sus primeros años no podían dejar de comentar lo hermosa que era la vista del lugar. De ahí que, naturalmente, comenzaran a llamarla así: Linda Vista. Esta apreciación fue adoptada oficialmente cuando se fraccionaron los antiguos terrenos del Rancho “Los Pirineos” (era un rancho lechero) para dar vida a esta nueva colonia residencial.

De rancho lechero a colonia de estrellas

Antes de que existieran sus avenidas y escuelas, Lindavista era parte del extenso Rancho “Los Pirineos”, propiedad de los hermanos Martín y Miguel Oyamburu Arce. Estos empresarios vascos fueron figuras clave en el desarrollo económico de México: dueños de la Cervecería Modelo, la Cía. Hulera Euzkadi y otros grandes negocios. Fue precisamente por temor a la expropiación de sus tierras tras la Revolución Mexicana que decidieron fraccionar su propiedad y, en colaboración con el empresario Teodoro Gildred y el expresidente Pascual Ortiz Rubio, fundaron Lindavista en 1932.

Gildred tomó como inspiración las colonias de lujo de California, como Beverly Hills, por lo que muchas casas originales se construyeron en grandes lotes con un estilo colonial californiano. Algunas de estas joyas arquitectónicas aún se conservan, sobre todo en el nororiente de la colonia.

Un viaje por América Latina

Al recorrer las calles de la Colonia Lindavista, lo primero que notarás es que las calles tienen nombres curiosos como Salaverry, Ticomán, Latacunga, Pujato o Ambato. A primera vista, podrían ser nombres raros o extraños para muchas personas; pero si continúas paseando por la colonia te encontrarás con nombres un poco más conocidos como Caracas, Montevideo, Manizales o Quito. ¡Son nombres de ciudades Latinoamericanas! Y sí, todas las calles de la colonia, o casi todas, llevan el nombre de alguna ciudad de Centro y Suramérica.

Según cuentan las y los vecinos que llevan décadas viviendo en la zona, esto es solo una leyanda porque nunca he encontrado información oficial al respecto (aunque tiene sentido y me gusta la versión), estos nombres se eligieron basándose en las ciudades que habían visitado los hermanos Oyamburu en sus viajes; y no creas que en cualquier viaje, sino que eran ciudades en las que ellos habían aterrizado piloteando su avión.

Época de Oro y vecinos ilustres

Gracias a su cercanía con los Estudios Tepeyac, Lindavista se convirtió en un punto clave del Cine de Oro mexicano. La colonia fue hogar temporal o permanente de estrellas como Pedro Infante, María Félix e Ignacio López Tarso. Por su ambiente residencial, su estética cuidada y su cercanía a los estudios, fue apodada el “Beverly Hills mexicano”.

Entre sus habitantes más destacados también figuran la actriz Iran Eory, el periodista Iñaki Manero, el escritor Roberto Bolaño, la activista María Elena Morera, el exfutbolista y entrenador Javier Aguirre, el presidente del Consejo Mundial de Boxeo José Sulaimán, y hasta la ex primera dama Angélica Rivera.

El escritor Juan Villoro, quien también vivió en Lindavista, la retrata con nostalgia y crítica en su libro El Tiempo Transcurrido, como un reflejo de la clase media mexicana del siglo XX.

Educación, comercio y conectividad

Lindavista destaca por tener una de las mayores concentraciones de instituciones educativas privadas por kilómetro cuadrado en toda América Latina, desde kínder hasta universidad. Aquí se encuentran colegios como el Guadalupe y el Tepeyac, así como el Plantel 9 de la UNAM y la Unidad Profesional Adolfo López Mateos del IPN.

Además, es una zona muy bien equipada con hospitales, cines, librerías, restaurantes, supermercados, bancos, iglesias y plazas comerciales como Parque Lindavista. Por si fuera poco, está excelentemente conectada mediante importantes avenidas como Insurgentes Norte, Instituto Politécnico Nacional, Montevideo y Ticomán, además de contar con estaciones de Metro como Lindavista, Deportivo 18 de Marzo e Indios Verdes.

El corazón de la colonia: la Iglesia de San Cayetano

Uno de los íconos arquitectónicos y espirituales de la colonia es la Iglesia de San Cayetano, ubicada en la avenida Montevideo. Su silueta incluso fue elegida como símbolo para la estación del Metro Lindavista. Es un punto de referencia obligado y un sitio de encuentro para la comunidad.

Un barrio con historia… y también con desafíos

Con el paso del tiempo, Lindavista también ha enfrentado retos. A partir de los años noventa, muchas casas se convirtieron en escuelas u oficinas, lo que transformó su dinámica urbana. Además, el crecimiento poblacional en las zonas aledañas y el aumento del tráfico en horas pico han complicado la movilidad. A esto se sumaron momentos difíciles de inseguridad, particularmente en los años 90, que llevaron a los vecinos a instalar rejas en varias calles.

Sin embargo, Lindavista ha sabido adaptarse. Su comunidad, su oferta educativa, su cercanía con importantes centros laborales y su historia la mantienen como una de las colonias más emblemáticas del norte de la ciudad.

Metro Politécnico, la puerta de entrada al conocimiento técnico al norte de CDMX

Si has llegado al norte de la Ciudad de México a bordo de la Línea 5 del Metro, seguramente conoces la estación Politécnico, una de las más emblemáticas del sistema de transporte capitalino. Su nombre y su logotipo no son casualidad: hacen honor al Instituto Politécnico Nacional (IPN), una de las instituciones de educación superior más importantes del país.

Un nombre con historia

La estación toma su nombre por estar muy cerca del campus Zacatenco del IPN, un enorme complejo universitario dedicado a la enseñanza técnica y científica. El emblema que adorna la estación es una versión simplificada del escudo del Politécnico, y recuerda a todos los usuarios la vocación educativa que define a esta zona de la ciudad.

La historia del IPN comienza en 1932, cuando surge la idea de crear un sistema integrado de educación técnica para apoyar el desarrollo industrial y social del país. Figuras clave como Narciso Bassols, Luis Enrique Erro y Carlos Vallejo Márquez dieron forma a esta visión, que finalmente se hizo realidad en 1936, gracias al impulso del presidente Lázaro Cárdenas del Río y del entonces senador Juan de Dios Bátiz.

Desde sus inicios, el IPN agrupó escuelas ya existentes desde el siglo XIX, como la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, la Escuela Superior de Comercio y Administración (ESCA), la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) y la de Construcción, entre otras. Sus primeros edificios se levantaron en el Casco de Santo Tomás, pero fue hasta 1959 cuando se inauguró el gran campus Zacatenco, el mismo que hoy se extiende al este de la estación del metro.

Patrimonio y arte en movimiento

Pocxs saben que los terrenos donde hoy se encuentra el Politécnico fueron donados por los hermanos Martín y Miguel Oyamburu Arce, importantes empresarios que en su tiempo fueron dueños de bancos, lecherías, cines, cervecerías y hasta estudios cinematográficos. Gracias a su generosidad, el IPN pudo expandirse en una zona estratégica de la ciudad.

Además de su importancia educativa, la estación también alberga arte. Uno de sus atractivos principales es el mural La técnica al servicio de la patria, obra del artista José Luis Elías Jáuregui, que muestra en cuatro paneles las distintas áreas de trabajo y conocimiento que forman parte del mundo politécnico: ciencia, arte, industria y cultura.

Una estación muy conectada

Politécnico es la terminal norte de la Línea 5 del Metro y se encuentra en la alcaldía Gustavo A. Madero, dando servicio a colonias como Industrial Vallejo y Nueva Industrial Vallejo. Cuenta con salidas hacia el Eje Central Lázaro Cárdenas y se conecta con otras formas de transporte, como la Línea 8 del Trolebús, varias rutas de RTP y un CETRAM que recibe autobuses del Estado de México, provenientes de lugares como Tlalnepantla, Cuautitlán Izcalli o Zumpango.

Y si eso no fuera suficiente, muy cerca también se encuentra la estación Ticomán del Cablebús Línea 1, que ofrece vistas espectaculares del campus y la ciudad.

Una estación con mucha vida

Con casi 9.5 millones de pasajeros en 2023, Metro Politécnico es una de las estaciones más concurridas de la red. Todos los días, miles de estudiantes, profesorxs, trabajadorxs y visitantes pasan por sus andenes rumbo a las aulas, laboratorios o al famoso Centro Cultural Jaime Torres Bodet, uno de los espacios más visitados del campus.

Así que ya lo sabes: si te bajas en Politécnico, no sólo estás llegando a una estación de metro, sino a uno de los centros del conocimiento técnico y científico más grandes de América Latina.

Metro Autobuses del Norte, puerta de entrada y salida del norte de la ciudad

Si alguna vez has viajado desde la Ciudad de México hacia el norte del país —o viceversa—, es muy probable que hayas pasado por la estación Autobuses del Norte, en la Línea 5 del Metro. Su ícono, una silueta de autobús foráneo, deja claro que esta estación está pensada para conectarte con destinos lejanos… y con muchas historias en camino.

¿Por qué se llama así?

El nombre de la estación viene de su cercanía inmediata con la Terminal Central de Autobuses del Norte, inaugurada el 13 de diciembre de 1973. Esta terminal fue construida por los propios autotransportistas del país para dar servicio a la capital, con una inversión de 120 millones de pesos de aquel entonces. Hoy es uno de los nodos de transporte más importantes del país.

El edificio, también conocido oficialmente como Central Camionera Terminal J. Guadalupe López Velarde, ocupa más de 100 mil metros cuadrados y conecta la Ciudad de México con 27 estados del territorio nacional, desde Baja California y Sonora hasta Oaxaca y Veracruz.

Un metro que te lleva lejos… literalmente

La estación del Metro Autobuses del Norte comenzó a operar en 1982, como parte de una ampliación de la Línea 5 que va de La Raza a Politécnico. Su principal función es servir como punto de conexión para lxs viajerxs que se dirigen a otras ciudades. De hecho, es común ver gente con mochilas, maletas o simplemente esperando la hora de salida de su autobús.

Aunque es una estación clave para el transporte foráneo, no es de las más transitadas del sistema: en 2023 registró casi siete millones de usuarios, ocupando el lugar 59 de 195 estaciones. Aun así, su papel como conexión nacional le da un valor simbólico muy especial.

Entre salinas y autobuses

Quizá no lo sabías, pero la terminal de autobuses y la estación del metro se encuentran en lo que fue el Pueblo de Magdalena de las Salinas, una comunidad originaria que llegó a contar con 14 barrios en el siglo XIX. Su nombre viene de los antiguos salares que se encontraban en el norte del lago de Texcoco. Hoy, en cambio, es un cruce de caminos modernos, lleno de movimiento y con muchas historias que se entrelazan cada día.

Conectividad y alrededores

La estación tiene salidas hacia la avenida de los 100 Metros y conecta fácilmente con el trolebús (Línea 1, Central Norte–Central Sur) y rutas de transporte como la Ruta 23, Ruta 103 y el Corredor 15.

Entre los sitios de interés cercanos están la propia Terminal de Autobuses, el Hospital Juárez de México, y si caminas unos 20 minutos, puedes llegar al centro comercial Encuentro Fortuna, Parque Lindavista y Vía Vallejo.

Ya sea que vayas a visitar a la familia, conocer un nuevo rincón del país o simplemente estés de paso, Autobuses del Norte es un punto de partida (o de llegada) que resume muy bien lo que significa moverse por México: un país conectado por caminos, historias y muchas ganas de seguir viajando.

Metro Misterios, una estación de peregrinajes prehispánicos y contemporáneos

Ubicada al norte de la Ciudad de México, justo en el límite entre las alcaldías Gustavo A. Madero y Cuauhtémoc, Metro Misterios es una de las estaciones que conforman la Línea 5 del Metro capitalino. Aunque su nombre suena intrigante, en realidad proviene de un pedazo fascinante de historia: la Calzada de los Misterios, una antigua vía de peregrinación que conectaba la Ciudad de México con la Villa de Guadalupe.

¿Por qué se llama “Misterios”?

La estación toma su nombre de la Calzada de los Misterios, una avenida trazada en tiempos coloniales con el objetivo de comunicar el centro de la ciudad con el cerro del Tepeyac. En 1675, los religiosos Francisco Marmolejo e Isidro Zuriñana propusieron adornar esta calzada con 15 ermitas de cantera, dedicadas a los misterios del Rosario católico. La idea era que los fieles pudieran ir rezando en su trayecto hacia la Basílica de Guadalupe, pasando por cada una de estas pequeñas construcciones.

Cada ermita, de estilo barroco, medía aproximadamente cuatro metros de largo, 1.5 de ancho y ocho de alto, y estaba compuesta por tres cuerpos: una base, un relieve con la representación de uno de los misterios, y una figura en forma de estatua. Aunque hoy sólo se conservan ocho de las originales, otras siete fueron reconstruidas en 1999 para preservar este importante legado histórico.

El logotipo del Metro Misterios representa precisamente la silueta de una de estas ermitas, en homenaje a la tradición religiosa y cultural que le dio nombre.

¿Y dónde están los misterios?

Curiosamente, aunque la estación se llama Misterios, la calzada se encuentra a unas cinco cuadras de distancia (unos 350 metros). Aun así, sigue siendo un punto clave para quienes quieren explorar esta antigua ruta o simplemente conocer una parte poco conocida del pasado virreinal de la ciudad.

Un punto con historia y movimiento

La calzada no solo fue usada por peregrinos: también fue remodelada en 1854 y, más adelante, sirvió como trazo para un ferrocarril que viajaba hacia Puebla y Veracruz. Con el paso del tiempo se fue modernizando hasta convertirse en la gran avenida que hoy conocemos, una de las arterias más importantes del norte de la ciudad.

Por su parte, la estación Metro Misterios, inaugurada como parte de la Línea 5, corre paralela al Circuito Interior y está muy cerca de zonas emblemáticas como la antigua Guarnición de Peralvillo (hoy Museo Indígena).

Conectividad y uso

La estación conecta con la Línea 7 del Metrobús y la Línea 5 del Trolebús, lo que facilita el acceso desde diferentes puntos de la ciudad. Aunque no es de las más concurridas del sistema, en 2023 registró más de 2.5 millones de usuarios, con un promedio diario de casi 7 mil pasajeros.

Metro Misterios no solo es una estación más en la red del Metro: es una entrada a la historia colonial de la ciudad, a las tradiciones de fe y a los caminos que, desde hace siglos, han unido a los habitantes de la Ciudad de México con el corazón espiritual del Tepeyac.