Archivos de la categoría Arte y Cultura

Disfruta de un día lleno de arte con nuestras recomendaciones de museos, exposiciones, happenings y demás eventos artísticos que tienen lugar en la CDMX.

Que no muera la aspidistra, una crónica de George Orwell sobre la guerra contra el dios Dinero

Gordon Comstock era un hombre culto. Un poeta que, por necesidad, se había visto obligado a trabajar como redactor publicitario, escribiendo los copys de los grandes productos que arrasaban con el mercado inglés de la década de 1930. Aunque ganaba bien en la agencia New Albion, no se sentía realmente feliz ni cómodo con su trabajo. Y es que, desde hacía algún tiempo, Gordon había comprendido que su oficio solo contribuía a alimentar la devoción por el dios Dinero, contra el cual él había decidido declararse en abierta rebelión.

Pero, bajo la fina superficie del fraude comercial, se escondía una realidad mucho más profunda: se percató de que el culto al dinero había sido elevado a la categoría de religión. Y esta realidad se le antojó cada vez más evidente. Tal vez sea la única religión real que nos queda, la única que verdaderamente «practicamos». El dinero ocupa el lugar de Dios.

Por eso abandonó su prestigioso empleo y se refugió en una librería destartalada, donde apenas ganaba unos chelines a la semana, pero podía convivir con su más grande pasión: la poesía. Gordon era un poeta publicado y, aunque su primer libro fue bien recibido por la crítica, apenas logró vender unas cuantas copias. Sin embargo, eso no lo desanima: está convencido de que su nuevo proyecto, un poema épico titulado Los Placeres de Londres, marcará un antes y un después en la literatura inglesa.

El primer efecto de la pobreza es que mata el pensamiento.

Pero declararle la guerra al dinero en un mundo regido por el dios Dinero no es tarea fácil. Con un salario miserable, Gordon apenas puede cubrir sus necesidades más básicas. Y aunque esto era parte de su plan, pronto descubre que el dinero no solo compra comida o techo, sino también tiempo, libertad, relaciones y hasta amor. En su mundo, no se puede comer sin dinero, ni leer, ni tener amigos, ni siquiera amar sin que medie alguna transacción económica.

Porque, después de todo, ¿qué hay detrás de todo eso sino dinero? Dinero para una educación esmerada, dinero para trabar amistades influyentes, dinero para disfrutar de tiempo libre y de tranquilidad mental, dinero para los viajes a Italia. El dinero escribe libros y el dinero los vende. iOh, Señor, no me concedas rectitud, sino dinero, sólo dinero!

Que no muera la aspidistra es la tercera novela —cuarta obra literaria— de George Orwell. En ella relata la historia de un hombre que lucha por mantenerse fiel a sus convicciones, alejándose lo más posible del culto al capital. Como muchas de sus obras (salvo Rebelión en la granja y 1984), tiene un tono autobiográfico que nos permite entender mejor la vida de Orwell y los dilemas éticos que marcaron su pensamiento, obra y acciones.

El bien y el mal ya no importan, salvo cuando van ligados al éxito y al fracaso. De ahí la profunda conexión entre el bien, la bondad, y el éxito. Los diez mandamientos se reducen a dos: «ganarás dinero», dirigido a los jefes, que son los elegidos, los sumos sacerdotes del dios del dinero; y «no perderás tu trabajo», que atañe a los empleados, esa gran masa de esclavos y subordinados.

Más allá del valor autobiográfico —pues Orwell también trabajó en una librería y vivió en carne propia la precariedad económica—, Que no muera la aspidistra es una novela que vale la pena por su prosa ágil, su tono sombrío y su crítica mordaz a la modernidad. A través de la historia de Gordon, Orwell nos invita a reflexionar sobre los costos humanos del progreso industrial y del dominio de la publicidad: un mundo donde producir riqueza importa más que preservar la vida o la dignidad. Un mundo donde incluso los médicos, hospitales y farmacéuticas estarían dispuestos a dejarte morir si no puedes pagar por tu cura.

El tema del dinero todavía lo atormentaba. ¿Cómo se puede hacer el amor cuando tu mente sólo piensa en los ocho peniques que tienes en el bolsillo?

Lejos de ofrecer respuestas fáciles, Orwell nos deja frente a una pregunta inquietante: ¿es posible vivir fuera del sistema sin quedar excluido de todo lo que hace que valga la pena vivir? Que no muera la aspidistra no es solo una crítica al capitalismo; es también un retrato honesto del precio que se paga por querer ser libre.

Ahoradespués, el monólogo con Jesús Zavala que reflexiona sobre lo que no dijimos a tiempo en La Teatrería

21 de junio de 2009. Ese Día del Padre, las Chivas se enfrentaron a los Tuzos del Pachuca en el Estadio Jalisco. Diego asistió al partido con su papá para apoyar al Rebaño Sagrado, solo para verlo perder por un gol de un jugador desconocido. Era la primera vez que iban juntos al estadio… y también sería la última. Tres meses antes, al padre de Diego le habían diagnosticado cáncer de pulmón, ya en etapa de metástasis.

Ese mismo domingo, justo ese Día del Padre, su papá se descompensó. Fue ingresado a cuidados intensivos y falleció horas más tarde en el hospital.

Durante todo el partido, Diego lloró por dentro al sentir que su padre se le escapaba. Esa noche tuvo sueños extraños, y al día siguiente —mientras su padre seguía en terapia intensiva— tuvo que ir a la escuela a presentar su examen final de biología, aunque no tenía cabeza para nada. Para colmo, su vecino lo regañó porque la enredadera del jardín había invadido su terreno. Diego, furioso y abrumado, solo pudo responder que tenían una emergencia y que la recortaría “ahoradespués“.

Ahoradespués, esa expresión tan mexicana que funciona como un sinónimo de ahorita, ese tiempo indefinido entre el presente y el nunca.

Ahoradespués es también el título del monólogo escrito por Guido Zappacosta, donde Diego —interpretado por Jesús Zavala (sí, el mismo Hugo Sánchez de Club de Cuervos)— nos lleva a revivir las últimas 24 horas de vida de su padre, aquel domingo 21 de junio. Pero el recuerdo no se queda solo en el hospital o en el momento en que su papá se descompensa; también nos transporta a otros episodios de su vida, que ayudan a entender mejor a Diego y su relación con su padre.

Es una puesta en escena íntima y sencilla, pero profundamente conmovedora. Un viaje emocional sostenido por la actuación de Jesús Zavala, quien interpreta con sensibilidad y matices a un personaje entrañable, complejo y lleno de humanidad. La escenografía, aunque sencilla, cumple una función poderosa: una cama de hospital, asientos de estadio, un aro de basquetbol, una mesita con teléfono, un letrero de cerveza Corona… todo envuelto por una jungla de plantas. Al principio, estos elementos parecen no tener relación entre sí, pero conforme avanza la obra, revelan su significado y se integran de forma orgánica al relato.

Ahoradespués es un monólogo emocional, una obra que no solo nos cuenta la muerte del padre de Diego, sino que nos permite sentir lo que él sintió: la tristeza, el enojo, la ternura, la confusión, la felicidad, la nostalgia y el amor. Es también una invitación a reflexionar sobre el duelo, la memoria y los momentos —buenos y malos— que nos han formado como personas.

Datos Generales
Lugar: La Teatrería – Tabasco #152, Colonia Roma Nte, Ciudad de México, CDMX
Costo del Boleto: $350 y $500 pesos
Funciones: Lunes 20:30 hrs.
Fecha de la temporada: Del 5 de mayo al 4 de agosto de 2025.
Dramaturgia: Guido Zappacosta
Dirección: Alonso Íñiguez
Actuaciones: Jesús Zavala

Casa Luis Barragán, un rincón de arte y magia en la CDMX

En el corazón de la colonia Daniel Garza, al poniente de la Ciudad de México, hay un pequeño tesoro que guarda la esencia de uno de los arquitectos más queridos de México: la Casa Luis Barragán. Construida en 1948, esta casa-taller fue el refugio, laboratorio de ideas y hogar de Luis Barragán, un creador que supo mezclar lo tradicional y lo moderno como pocos en el mundo.

Esta joya arquitectónica ocupa 1162 metros cuadrados —entre construcción y áreas verdes— y está tan bien conservada que parece que Barragán todavía anda por ahí pensando en su próximo proyecto. De hecho, es uno de los pocos lugares en América Latina que la UNESCO ha nombrado Patrimonio Mundial, ¡y no es para menos! Cada rincón de esta casa refleja el genio de Barragán: sus muros sobrios y sus espacios íntimos te invitan a desconectarte del bullicio y a conectar con la belleza sencilla y profunda.

La elección de su ubicación dice mucho: en lugar de instalarse en los exclusivos Jardines del Pedregal (que él mismo ayudó a diseñar), Barragán prefirió el ambiente popular de Tacubaya, rodeado de vecindades, tienditas y talleres. Su fachada discreta se camufla entre las construcciones del barrio, pero basta cruzar la puerta para descubrir un mundo de colores, texturas y luces pensado para la contemplación.

Hoy, la Casa Luis Barragán funciona como museo. Eso sí, solo puedes visitarla en recorridos guiados para grupos —porque este lugar se cuida con todo el cariño que merece. Si quieres lanzarte, la estación de Metro más cercana es Constituyentes, así que no hay pretexto para perderte esta experiencia única.

Además, visitar la casa es también un homenaje a la vida de su autor. Nacido en Guadalajara en 1902, Barragán recorrió Europa y se enamoró de los jardines mediterráneos, lo que marcó para siempre su manera de concebir el espacio. A lo largo de su carrera, no solo diseñó casas hermosas, sino que también dejó huella en proyectos como Jardines del Pedregal, Las Arboledas y hasta las famosas Torres de Satélite (en colaboración con Mathias Goeritz).

En 1980, su talento fue reconocido a lo grande con el Premio Pritzker —el “Nobel” de la arquitectura—, y aunque el Parkinson limitó sus últimos años, su legado sigue vivo en cada muro, cada jardín y cada juego de luz que diseñó con maestría.

Así que ya sabes: si quieres sumergirte en la mente de un genio y ver de cerca una verdadera obra de arte habitable, no dejes de visitar la Casa Luis Barragán. ¡Te prometemos que vas a salir inspiradx!

Prepara tu Visita
Dirección:
 Gral. Francisco Ramírez #12, Ampliación Daniel Garza, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: Desde $400 pesos
Horario: Lunes a jueves de 12:00 a 14:30 hrs. (solo previa cita)
Página Web: casaluisbarragan.org
Instagram: instagram.com/casaluisbarragan
Facebook: facebook.com/www.casaluisbarragan.org

Museo Tamayo, arte contemporáneo en pleno Bosque de Chapultepec

¿Te imaginas caminar entre árboles, toparte con un edificio que parece salir de la tierra y descubrir adentro arte de grandes genios como Picasso, Warhol o Miró? Así es el Museo Tamayo, un lugar donde el arte contemporáneo se respira en cada rincón del Bosque de Chapultepec, en la Ciudad de México.

Este museo fue el sueño hecho realidad del gran artista Rufino Tamayo, quien junto a su esposa Olga Flores Rivas, no solo reunió una colección impresionante de arte moderno y contemporáneo, sino que también la donó para que todos pudiéramos disfrutarla. Desde 1981, el Museo Tamayo ha sido ese espacio vibrante que conecta a México con el arte internacional de su tiempo… ¡y de todos los tiempos!

Su colección original incluye más de 300 obras de titanes como Salvador Dalí, Francis Bacon, Georgia O’Keeffe y Roy Lichtenstein, y sigue creciendo con nuevos artistas contemporáneos que desafían lo que creemos saber sobre el arte.

Pero no solo las obras adentro son asombrosas: el propio edificio es una joya. Diseñado por los arquitectos Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky, el museo se integra al bosque como si fuera parte natural del paisaje, con formas piramidales que rinden homenaje a nuestras raíces prehispánicas. ¡Hasta ganó el Premio Nacional de Ciencias y Artes por su arquitectura!

Después de 30 años de vida, el museo se renovó y amplió en 2012, manteniendo su icónica forma pero añadiendo más espacios para exposiciones, talleres, conciertos, conferencias y actividades para todas las edades. Ahora, además de recorrer sus salas, puedes participar en programas públicos, investigar en su centro de documentación, asistir a un performance o simplemente relajarte en un entorno donde el arte y la naturaleza se abrazan.

Hoy, el Museo Tamayo sigue siendo un punto de encuentro para quienes buscan nuevas ideas, para quienes aman el arte o simplemente para quienes desean descubrir un pedazo de mundo diferente en plena ciudad. Un lugar diverso, abierto y siempre sorprendente.

Así que la próxima vez que pasees por Chapultepec, no lo dudes: entra al Museo Tamayo y deja que el arte contemporáneo despierte tu curiosidad.

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Dirección:
 Paseo de la Reforma #51, Polanco, Bosque de Chapultepec I Secc., Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: $95 pesos
Horario: Martes a domingo de 10:00 a 18:00 hrs.
Página Web: museotamayo.org
Instagram: instagram.com/eneltamayo
Facebook: facebook.com/museotamayo
Twitter: x.com/museotamayo
YouTube: youtube.com/channel/UCpM2k11OVKuBv9LSWwHsDIw

Museo Nacional de Historia, un viaje por el corazón de México en el Castillo de Chapultepec

¿Te imaginas recorrer siglos de historia en un solo lugar? Eso es justamente lo que ofrece el Museo Nacional de Historia, ubicado nada más y nada menos que en el icónico Castillo de Chapultepec. Este museo es como una máquina del tiempo que nos lleva desde la Conquista de Tenochtitlan hasta los vibrantes días de la Revolución Mexicana. Y lo mejor: todo esto sucede dentro de un castillo que, por sí mismo, tiene una historia digna de película.

La historia del Castillo de Chapultepec comienza en 1785, durante el mandato del virrey Bernardo de Gálvez, quien mandó construirlo como casa de descanso (sí, tal cual, como una cabaña… ¡pero en versión de lujo!). Sin embargo, su destino sería mucho más movido: fue colegio militar, residencia imperial de Maximiliano y Carlota, hogar presidencial y, desde 1939, sede del Museo Nacional de Historia.

Cada rincón del castillo guarda secretos. Imagina caminar por pasillos que alguna vez recorrieron emperadores, presidentes y cadetes heroicos. Desde sus terrazas, no sólo se contempla una de las mejores vistas de la Ciudad de México, también se siente el eco de los momentos que marcaron a todo un país.

El museo cuenta con 12 salas de exposición permanente que te llevan de la mano por la historia de México, desde el encuentro de dos mundos hasta las luchas por la independencia y la revolución. ¡Cada sala es una cápsula del tiempo!

Además, en el área del Alcázar —la parte más señorial del castillo— puedes visitar 22 salas que recrean cómo vivían Maximiliano y Carlota y, más tarde, Porfirio Díaz. Sí, puedes asomarte a las recámaras, salones y hasta el baño donde estos personajes vivieron parte de sus vidas. ¡Es como colarse en la casa de la historia!

También hay una sala especial dedicada a la famosa Batalla de Chapultepec, donde los valientes Niños Héroes defendieron el castillo en 1847. De verdad, es imposible no emocionarse al recorrerla.

Como si todo esto fuera poco, el museo también es hogar de espectaculares murales que convierten la historia en arte a gran escala. ¡Aquí te contamos algunos imperdibles!

  • La fusión de dos culturas, de Jorge González Camarena, nos muestra el dramático encuentro entre el mundo náhuatl y el español, un choque que, aunque doloroso, dio vida a nuestra identidad actual.
  • En el Retablo de la Independencia, Juan O’Gorman retrata de forma vibrante el paso de México de la opresión colonial a la lucha por la libertad, con figuras como Hidalgo y Morelos encabezando la transformación.
  • José Clemente Orozco en La Reforma y la caída del Imperio nos regala un impresionante retrato de Benito Juárez, símbolo del triunfo liberal sobre el Segundo Imperio mexicano.
  • Otro mural impactante es El feudalismo porfirista (también de O’Gorman), que no se anda con rodeos para mostrar las desigualdades y los abusos durante la dictadura de Porfirio Díaz, preludio necesario para entender la Revolución.
  • Retablo de la Revolución y La Constitución de 1917 —ambos de O’Gorman y González Camarena respectivamente— nos llevan al clímax de los cambios sociales, políticos y económicos que sacudieron a México en el siglo XX.
  • La intervención norteamericana, de Gabriel Flores, dramatiza la épica caída de Juan Escutia envuelto en la bandera mexicana, un acto de heroísmo que aún conmueve.
  • No podemos olvidar el mural Del Porfirismo a la Revolución de David Alfaro Siqueiros, que, con su estilo inconfundible, plasma las tensiones y los sueños de un México que clamaba por justicia y transformación.

Cada mural es como un libro abierto lleno de personajes, batallas y esperanzas que se siente casi como estar ahí, viviendo los momentos que forjaron nuestro país.

Pero el Museo Nacional de Historia no es solo un paseo nostálgico. Su misión es clara: preservar, difundir e investigar los bienes históricos que resguarda para que podamos entender mejor nuestro pasado, comprender nuestro presente y construir un mejor futuro.

Su visión va más allá: busca ser un centro vivencial, un lugar donde la historia no esté encerrada en vitrinas, sino que se viva, se respire y se cuestione, inspirándonos a ser ciudadanos más conscientes.

Así que ya sabes: si quieres recorrer salones que fueron testigos de decisiones que cambiaron a México, admirar arte monumental que cuenta nuestra historia, y vivir una experiencia que mezcla la belleza, la reflexión y el orgullo nacional, el Museo Nacional de Historia en el Castillo de Chapultepec te espera.

¿Te animas a visitarlo y caminar entre los ecos de la historia?

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Dirección:
 Av. Revolución #1608, San Ángel, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: $100 pesos
Horario: Martes a domingo de 9:00 a 17:00 hrs.
Página Web: mnh.inah.gob.mx
Instagram: instagram.com/museodehistoria
Facebook: facebook.com/museodehistoria
Twitter: x.com/museodehistoria

Castillo de Chapultepec, un pedacito de historia en las alturas de la CDMX

Si hay un lugar que guarda siglos de historias, batallas, sueños imperiales y paseos de virreyes, ese es el Castillo de Chapultepec. Ubicado en la primera sección del famoso bosque del mismo nombre, este imponente edificio se alza a 2325 metros sobre el nivel del mar, dominando con orgullo una vista espectacular del Valle de México (que en realidad es una cuenca). Nada mal para un castillo que comenzó su vida como una simple casa de descanso.

La historia del Castillo arranca allá por 1785, cuando Bernardo de Gálvez, virrey de la Nueva España, ordenó su construcción sobre los restos de una antigua ermita dedicada al Arcángel Miguel. Ingenieros como Francisco Bambitelli y Manuel Agustín Mascaró pusieron manos a la obra, pero las cosas no salieron como esperaban: problemas financieros y la muerte de Gálvez dejaron el proyecto abandonado. Durante años, el sitio fue más un cascarón de piedra que otra cosa, hasta que en 1806 el Ayuntamiento de México decidió hacerse cargo.

No pasó mucho tiempo antes de que el Heroico Colegio Militar encontrara en el castillo el lugar perfecto para instalarse. A partir de 1843, el edificio se llenó de jóvenes cadetes, y se construyó el famoso torreón “Caballero Alto“, que le dio esa apariencia de fortaleza que tanto lo caracteriza. Y justo fue en esta etapa cuando el Castillo de Chapultepec escribió una de las páginas más épicas de su historia: la Batalla de Chapultepec de 1847, durante la intervención estadounidense. El castillo se convirtió en el último bastión de defensa nacional, y aunque finalmente cayó tras un feroz asedio, su resistencia quedó grabada en la memoria colectiva de México. ¡Sí, esta fue la batalla de los Niños Héroes!

¿Y qué pasó después? Bueno, el castillo pasó de ser escenario de guerra a convertirse en el hogar de presidentes y emperadores. Miguel Miramón fue el primero en usarlo como residencia presidencial, pero quienes realmente dejaron huella fueron Maximiliano de Habsburgo y Carlota. Al llegar a México durante el Segundo Imperio, se enamoraron perdidamente de las vistas desde Chapultepec y decidieron convertirlo en su “Palacio Imperial“. Para darle un toque europeo, mandaron a remodelarlo al estilo neoclásico parisino, añadiendo jardines, balcones y murales que aún hoy se pueden admirar.

Con la restauración de la República, el castillo siguió siendo hogar de varios presidentes, incluyendo a Sebastián Lerdo de Tejada, Porfirio Díaz y Francisco I. Madero. De hecho, fue durante el porfiriato que el edificio recibió varios de sus toques más elegantes: ascensores de época, un precioso corredor de vitrales conocido como la Galería de Emplomados, y la emblemática “escalera de los leones“, hecha de mármol blanco y con pasamanos de latón. Todo un derroche de estilo.

Finalmente, en 1944, bajo el mandato de Lázaro Cárdenas, el Castillo de Chapultepec encontró su vocación definitiva: convertirse en el Museo Nacional de Historia. Desde entonces, sus salones albergan más de cien mil piezas históricas y artísticas que cuentan la historia de México, desde la época prehispánica hasta el siglo XX.

Hoy en día, recorrer el Castillo de Chapultepec es como viajar en el tiempo: caminar por sus pasillos adornados, asomarse a sus terrazas que miran a la ciudad, y maravillarse con sus jardines y vitrales, es una experiencia que conecta pasado y presente. Así que ya sabes, la próxima vez que pases por el Bosque de Chapultepec, no olvides mirar hacia las alturas… porque allá arriba, entre nubes de historia, te espera un castillo como ningún otro.

Prima Facie, un monólogo con Regina Blandón sobre las leyes y la justicia en el Teatro Helénico

Durante siglos, los hombres se han dedicado a crear y perfeccionar un sistema de justicia que busca mantener el orden de manera justa. Un conjunto de leyes diseñado para definir y deslindar responsabilidades ante cualquier acusación. Así, ante un caso de fraude, el sistema pretende determinar de manera imparcial si el acusado o la acusada es verdaderamente culpable del delito que se le imputa. En otras palabras, podríamos decir que el sistema de justicia busca siempre alcanzar la “verdad legal” para preservar el orden social. Pero… ¿realmente es un sistema justo? ¿La justicia es verdaderamente ciega? ¿Puede aplicarse de manera equitativa en todos los casos?

Tessa es una abogada litigante ejemplar. A diferencia de muchos de sus colegas, ella no proviene de una familia de alcurnia ni de un linaje de abogados; ni siquiera tuvo la oportunidad de asistir a una escuela privada. Tessa viene de una familia humilde y tuvo que luchar toda su vida, destacando académicamente, para lograr ingresar a la facultad de derecho.

Lo que hacía de Tessa una excelente abogada era su fe ciega en el sistema. Creía firmemente que la justicia existía y funcionaba. Para ella, no era necesario preguntarle a su cliente si era culpable o inocente; su labor consistía en estudiar el caso a fondo y construir una narrativa sólida y fidedigna que no pudiera ser rebatida por el jurado. No le importaba si defendía a alguien acusado de fraude, robo, corrupción o agresión sexual: su único objetivo era defender a su cliente con tal ferocidad que el propio sistema terminara por declararlo inocente. Al final, la “inocencia” era una cuestión de verdad legal. Sin embargo, un hecho desafortunado la llevará a cambiar de lugar en la sala: pasará de ser defensora a víctima. Este giro radical la obligará a cuestionar su fe casi religiosa en el sistema de justicia.

Prima Facie es una expresión latina que significa “a primera vista” o “de entrada”, y se utiliza para indicar que algo parece cierto o válido, aunque podría ser refutado con más evidencia. Este concepto da nombre al monólogo donde Regina Blandón interpreta a Tessa, una abogada que nos relata su historia personal: su emoción al ejercer la abogacía, su confianza inquebrantable en el sistema y el momento decisivo que la llevó a poner en duda todas sus creencias.

El monólogo, escrito por Suzie Miller y dirigido por Camila Brett, no solo nos cuenta la historia de Tessa, sino que también nos invita a reflexionar sobre un sistema judicial creado por hombres y para hombres; un sistema que, a pesar de proclamarse justo, no ha contemplado verdaderamente la justicia para las mujeres. A través de Tessa —un personaje que inicia lleno de confianza y que, poco a poco, se desmorona interna y externamente—, Regina Blandón nos guía por el mundo de las leyes y la abogacía, mostrándonos las distintas caras de la justicia: cómo puede absolver a culpables y condenar a inocentes. Sin duda, una historia poderosa que deja una profunda reflexión en todas las personas espectadoras.

En cuanto a la puesta en escena, la actuación de Regina Blandón es simplemente impresionante. Se aleja por completo de los papeles que la han hecho conocida a lo largo de los años y construye un personaje que explora todas las dimensiones del ser humano, llevándonos por la confianza, la comedia y el drama de una forma única. A lo largo del monólogo, Blandón logra retomar conversaciones con otros personajes dotándolos de personalidades propias, lo que además demuestra su enorme rango actoral.

Prima Facie es mucho más que una historia contada en solitario: es una experiencia que nos invita a adentrarnos en el mundo de las leyes y cuestionar la ceguera del sistema judicial que, muchas veces, impide alcanzar una verdadera justicia.

Datos Generales
Lugar: Teatro Helénico, Centro Cultural Helénico – Av. Revolución 1500, Guadalupe Inn, Ciudad de México, CDMX
Costo del Boleto: $504 planta baja zona A, $410 planta baja zona B y $360 Balcón
Funciones: Sábados a las 19:00 y domingos a las 18:00
Fecha de la temporada: del 26 de abril al 11 de mayo de 2025.
Dramaturgia: Suzie Miller
Dirección: Camilla Brett
Actuaciones: Regina Blandón

Museo de la Ciudad de México, arte e historia en un palacio con mucha vida en el Centro Histórico

En el corazón del Centro Histórico, a solo unas cuadras del Zócalo, hay un lugar que guarda siglos de historia entre muros de tezontle y cantera. Se trata del Museo de la Ciudad de México, un espacio que no solo celebra el arte y la cultura capitalina, sino que habita un antiguo palacio virreinal con una historia digna de novela.

El museo se encuentra en el antiguo Palacio de los Condes de Santiago de Calimaya, una joya de la arquitectura barroca novohispana que comenzó su historia en 1536 como una “casa-fuerte”, con torreón y todo, construida por orden del licenciado Juan Gutiérrez Altamirano, primo político de Hernán Cortés. En esa época, la calle donde se ubica era la elegante calzada de Iztapalapa, ideal para que la nobleza construyera sus residencias justo frente al Palacio Virreinal.

Con el paso de los siglos, la casona fue heredada por generaciones de la familia Altamirano Velasco, quienes en 1616 recibieron oficialmente el título de Condes de Santiago de Calimaya. El séptimo conde, en plena época de reformas borbónicas, fue quien mandó reconstruir por completo la casa a finales del siglo XVIII. Así nació el palacio que hoy conocemos, obra del reconocido arquitecto criollo Francisco Antonio de Guerrero y Torres.

Pero los condes no disfrutaron mucho tiempo su nuevo hogar: apenas en 1781 dejaron de habitarlo, y el edificio pasó por una larga etapa como vecindad y espacio comercial. No fue sino hasta 1960 que el entonces Departamento del Distrito Federal decidió rescatarlo y convertirlo en un museo. Tras una remodelación dirigida por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, el Museo de la Ciudad de México abrió sus puertas el 31 de octubre de 1964.

Hoy, el museo no solo cuenta la historia de la ciudad, también la celebra a través de exposiciones temporales que nos muestran cómo la ven y la sienten artistas plásticos contemporáneos. Es un espacio que da cabida a todas las miradas y que se mantiene activo con conciertos, obras de teatro, conferencias, presentaciones de libros, talleres y hasta visitas guiadas especializadas.

En sus once salas permanentes puedes encontrarte con verdaderas joyas, como el estudio del pintor impresionista Joaquín Clausell —sí, ¡con mural incluido!—, una capilla y sacristía que cuentan la historia del edificio, y una muestra llamada Miradas a la Ciudad, que desde 2018 reflexiona sobre la vida urbana chilanga con ayuda de arte, objetos, tecnología y datos históricos. También puedes visitar la biblioteca Jaime Torres Bodet, con más de 1,500 volúmenes sobre la capital mexicana, y la librería Guillermo Tovar de Teresa del Fondo de Cultura Económica.

El Museo de la Ciudad de México no le teme a los temas profundos. Aquí se han presentado exposiciones memorables como El exilio español en la Ciudad de México (2014), A 30 años del sismo del 85 (2015) o Imágenes para ver-te (2016), una potente reflexión sobre el racismo en México. También ha sorprendido con experiencias sensoriales como Luz e Imaginación y exposiciones monumentales como La Ciudad de México en el arte. Travesía de ocho siglos, que recorrió la historia capitalina a través de pintura, cine, arquitectura y más.

El Museo de la Ciudad de México no es solo un espacio para mirar; es un lugar para sentir, cuestionar y redescubrir lo que significa vivir en la Ciudad de México. Así que si andas por el Centro Histórico, no dudes en darte una vuelta por este palacio lleno de historias, arte y corazón chilango.

Prepara tu Visita
Dirección:
 José María Pino Suárez #30, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: $40 pesos
Horario: Martes a domingo de 10:00 a 18:00 hrs.
Instagram: instagram.com/museociudadmx
Facebook: facebook.com/museumciudadmx
Twitter: x.com/MuseoCiudadMX

Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), un rincón de arte en Ciudad Universitaria

Si estás en busca de una experiencia cultural fresca, estimulante y muy, muy contemporánea, el MUAC es tu lugar. Este museo, que forma parte del Centro Cultural Universitario de la UNAM, abrió sus puertas en 2008 y desde entonces ha sido un imán para las y los amantes del arte y la arquitectura moderna. Lo encuentras justo donde el paisaje volcánico del Pedregal de San Ángel se convierte en escenario artístico, y sí, ¡es tan impresionante como suena!

Desde el primer vistazo, el MUAC deslumbra: un edificio minimalista, lleno de cristal, concreto blanco y luz natural. Fue diseñado por el legendario arquitecto Teodoro González de León, quien también estuvo detrás del Museo Tamayo y Reforma 222. El MUAC no es cualquier museo: fue el primer recinto público en México concebido totalmente para el arte contemporáneo, desde la arquitectura hasta la curaduría.

¿Qué tiene de especial?

Primero, el espacio. El museo ocupa casi 14,000 m² de pura inspiración. Tiene nueve galerías, un Espacio de Experimentación Sonora, librería, tienda, restaurante (¡hola, Nube Siete!), salas de conferencias y hasta su propio centro de documentación y conservación de arte contemporáneo, llamado Arkheia.

Todo esto distribuido en dos pisos, con patios, terrazas y pasillos amplios donde respirar arte y diseño es parte del paseo. Incluso el piso de vidrio te da la sensación de flotar. Literalmente.

El MUAC resguarda una colección que arranca en 1952 (año de la inauguración de Ciudad Universitaria) y sigue hasta nuestros días. Son más de 1,800 obras de más de 300 artistas, entre pintura, instalación, videoarte, sonido, performance y más. Siempre hay algo nuevo: las exposiciones temporales, muchas de ellas internacionales, son parte clave del encanto.

Además, aquí no solo se mira arte: se vive y se conversa. El museo cuenta con espacios como el Espacio Experimental de Construcción de Sentido (sí, suena denso, pero es genial), donde hay charlas, talleres y encuentros para reflexionar sobre lo que vemos y sentimos frente a una obra.

En la entrada, un muro inclinado de cristal de 45° y un espejo de agua te dan la bienvenida. Frente a eso, La Espiga, una escultura de 18 metros de Rufino Tamayo, marca el inicio de la aventura. Todo está pensado para que el arte no se quede dentro, sino que salga a dialogar con la plaza, el paisaje y con nosotrxs.

📚 Dato curioso: El MUAC convive con otros espacios increíbles de la UNAM, como el teatro, el cine y hasta una mega biblioteca. De hecho, Ciudad Universitaria es Patrimonio Mundial de la UNESCO, así que sí: estás en un lugar especial.

Prepara tu Visita
Dirección:
 Av. Insurgentes Sur #3000, C.U., Coyoacán, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: $40 pesos
Horario: Miércoles a domingo de 11:00 a 18:00 hrs.
Página Web: muac.unam.mx
Instagram: instagram.com/muac_unam
Facebook: facebook.com/MUAC.UNAM
TikTok: tiktok.com/@museo_muac
YouTube: youtube.com/@muacunam
Twitter: x.com/muac_unam

Museo del Caracol, un recorrido interactivo por la historia de México en Chapultepec

¿Sabías que la historia de México puede ser tan fascinante como divertida? Si quieres descubrirla de una manera diferente y emocionante, el Museo del Caracol es el lugar perfecto para ti. Situado justo al lado del Castillo de Chapultepec, este museo ha estado abriendo sus puertas al público durante más de 60 años, y su misión ha sido clara desde el principio: enseñar la historia de nuestro país de una manera divertida y accesible, especialmente para las y los niños. ¡Así que si tienes curiosidad por conocer más sobre las grandes etapas de la historia de México, este es tu sitio!

Con su diseño único en forma de espiral de caracol, el Museo del Caracol es mucho más que un simple edificio; es un viaje a través del tiempo. Aquí, a través de maquetas, fotos y cuadros, podrás adentrarte en momentos cruciales de nuestra historia, desde los primeros días de la Independencia hasta la creación de la Constitución de 1917. Imagina poder ver con tus propios ojos cómo se dieron las conspiraciones, los levantamientos armados, las grandes batallas, y sí, también las derrotas y momentos trágicos que marcaron el rumbo de nuestro país.

Una de las grandes características de este museo es su capacidad para hacer que todo esto sea fácil de entender y muy entretenido. Su fundador, el entonces secretario de Educación Pública Jaime Torres Bodet, lo concibió como un “libro de texto abierto” que fuera accesible para todos y todas las mexicanas. Y para lograrlo, el museo se apoya en un diseño muy interactivo: cada diorama, además de mostrar escenas históricas detalladas, tiene su propio audio y sistema de iluminación, creando una experiencia inmersiva que captura la atención de lxs visitantes, ¡incluso de lxs más pequeñxs!

El Museo del Caracol no solo se dedica a las exposiciones permanentes, sino que también ofrece una gran variedad de actividades y eventos. ¿Te gustaría escuchar una historia fascinante sobre la independencia o disfrutar de un taller creativo? ¡Aquí puedes hacerlo! Además de sus exposiciones, el museo organiza conciertos, cuentacuentos y hasta cursos de verano, asegurando que la historia se viva de formas nuevas y emocionantes.

Pero el Museo del Caracol no es solo importante por sus exposiciones y actividades. También es una joya arquitectónica. Diseñado por el renombrado arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, este edificio fue construido en solo 10 meses, a principios de la década de 1950. Su forma espiral, que recuerda a un caracol, no solo es impresionante visualmente, sino que también refleja la armonía con el entorno del cerro de Chapultepec, uno de los pulmones verdes más importantes de la Ciudad de México.

Dentro del museo, te esperan más sorpresas: escenas en 3D con audio, obras escultóricas del artista Chávez Morado, y un camino de bronce que te guía hacia la entrada, representando la fusión de las culturas europea y americana. Es un espacio único que, además de contar la historia de México, también te invita a reflexionar sobre el pasado y cómo ha influido en la sociedad actual.

Así que, si eres amante de la historia, o si estás buscando una actividad divertida y educativa para toda la familia, el Museo del Caracol es una parada obligatoria. Además, su cercanía al Castillo de Chapultepec lo convierte en el complemento perfecto para un recorrido cultural completo.

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Dirección:
 Bosque de Chapultepec, Sección 1, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: $100 pesos
Horario: Martes a domingo de 9:00 a 16:15 hrs.
Página Web: caracol.inah.gob.mx/index.php/iquienes-somos/informacion-general
Instagram: instagram.com/m_caracol
Facebook: facebook.com/museo.delcaracol