Archivos de la categoría El origen de CDMX

Casa de los Marqueses de Uluapa, historia, encanto y buen sabor en el Centro Histórico

En pleno Centro Histórico de la Ciudad de México, un edificio del siglo XVIII guarda secretos y curiosidades que han marcado la historia de nuestra ciudad. Se trata de la Casa de los Marqueses de Uluapa, un lugar que combina arquitectura, historia y, en la actualidad, buena comida.

Aunque esta es la auténtica Casa de los Marqueses de Uluapa, a unas cuadras de distancia encontrarás otro edificio conocido como la Casa de la Marquesa de Uluapa, que nunca perteneció a una marquesa. Así que, si alguna vez te confundes, ahora ya sabes quién es quién en esta historia.

Una de las joyas de esta casa son sus ventanas ovaladas de cinco bordes de piedra, únicas en su tipo y verdaderas protagonistas de su fachada. Basta con caminar por la calle para notar que este lugar tiene algo especial.

Esta casa no solo llama la atención por su arquitectura, sino también por su historia. En 1799, el Libertador Simón Bolívar se hospedó aquí, un evento tan significativo que la calle donde se ubica lleva su nombre. Para conmemorar este hecho, en 2008, los gobiernos de Venezuela y la Ciudad de México colocaron una placa en su honor.

La Casa de los Marqueses de Uluapa fue construida a finales del siglo XVIII y ha pasado por diversas manos. Entre sus propietarios destacan Alejandro Acevedo y Cosío, marqués de Uluapa, quien en 1836 cedió la propiedad a su madre, y nada menos que el General Porfirio Díaz, quien la adquirió en 1881 mientras era presidente.

El título de marqués de Uluapa tiene raíces en Michoacán, donde Diego Estrada y Galindo, descendiente de un conquistador español, recibió el nombramiento de vizconde y marqués en 1710. Aunque la familia mantuvo la casa durante varias generaciones, finalmente fue vendida en la década de 1840.

Hoy, este histórico inmueble alberga La Esquina del Píbe, un restaurante que combina comida con un ambiente relajado y amigable. El nombre del lugar, que significa “amigo” o “hermano” en el español argentino, refleja su vibra acogedora, ideal para disfrutar un almuerzo o una cena con historia.

La Casa de los Marqueses de Uluapa es un testimonio vivo de la riqueza cultural de la Ciudad de México. No pierdas la oportunidad de visitarla, admirar su arquitectura y disfrutar de su atmósfera única. ¡Te espera con las puertas abiertas y un plato de comida en la mesa!

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Dirección:
 Simón Bolívar #51, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX

Casa de Hernán Cortés, de Axayácatl a tesoro colonial en el Centro Histórico

Si alguna vez paseas por el Centro Histórico de la Ciudad de México y alguien te señala una fachada diciendo: “Ahí vivió Hernán Cortés”, respóndele con un intrigante “¿Seguro?”. Porque, aunque el lugar se conozca como la Casa de Hernán Cortés, el infame conquistador nunca habitó lo que hoy vemos. Pero no te preocupes, la historia detrás de este sitio es mucho más fascinante que un simple hogar.

Vamos por partes. Este terreno era originalmente el Palacio de Axayácatl, conocido como las Casas Viejas de Moctezuma. Aquí mismo, el emperador mexica hospedó a los recién llegados españoles en 1519, y también fue testigo de los últimos días de Moctezuma. Tras la caída de Tenochtitlan, Cortés tomó el palacio, lo demolió y construyó una enorme Ciudad dentro de la Ciudad.

El complejo abarcaba cuatro manzanas: de la actual calle de Madero hasta Tacuba, y de Monte de Piedad hasta Isabel la Católica. ¡Imagínate eso! Era como tener un centro comercial del siglo XVI, con oficinas, viviendas y hasta la sede del Marquesado del Valle de Oaxaca. Pero los herederos de Cortés no pudieron conservar el lugar por mucho tiempo. Entre fraccionamientos, ventas y rentas, el espacio terminó dividido en calles y propiedades que hoy forman el corazón del Centro Histórico.

Para el siglo XVII, sobre este terreno se levantó un nuevo complejo bajo la dirección de Sebastián Zamorano. ¿Y luego? Pues el paso del tiempo y los rediseños dejaron huella. El Monte de Piedad, por ejemplo, se instaló en una de las esquinas a mediados del siglo XVIII, y la apertura de la Avenida 5 de Mayo en el siglo XIX dio forma al trazado que conocemos actualmente.

Aunque ya no podemos ver las casas originales, caminar por estas calles es como hojear un libro de historia. Entre Madero, 5 de Mayo, Tacuba e Isabel la Católica, puedes imaginar la grandeza de este lugar que, aunque no conserva sus cimientos originales, sigue contando historias de conquista, comercio y cultura.

Así que, la próxima vez que pases por ahí, respira profundo, imagina las voces del pasado y déjate envolver por la magia de una historia que combina glorias mexicas, conquistas españolas y la evolución de una ciudad que nunca deja de sorprendernos.

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Dirección:
 Esquina de Tacuba e Isabel La Católica, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX

Casa del Conde de la Torre Cosío, historia, leyendas y un toque de misterio en el Centro Histórico

En plena calle República de Uruguay, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, se encuentra la Casa del Conde de la Torre Cosío, una joya arquitectónica del siglo XVIII que guarda más de un secreto entre sus muros de tezontle y cantera. Aunque actualmente alberga locales comerciales y ha perdido mucho de su interior original, su fachada sigue siendo un espectáculo digno de admirar, con detalles que cuentan historias de riqueza, poder y una que otra tragedia.

Construida en 1781, esta casona destaca por su simetría, su imponente portal de piedra tallada y los marcos de chiluca, esa roca blanca que aporta elegancia y solidez. Si levantas la vista, te sorprenderán sus balcones de hierro forjado, un friso decorado con flores de lis y, coronando todo, una torreta cubierta de tejas. Ah, y no olvidemos las gárgolas en forma de cañón que, además de protegerla de la lluvia, evocan los tiempos de los conquistadores.

Esta casa no era solo una residencia; también era una declaración de estatus. Sus pernos metálicos originales en la puerta principal son testigos mudos de la opulencia del Conde de la Torre Cosío, quien recibió su título nobiliario en 1773.

Si bien su arquitectura impresiona, es su historia la que le da un aire místico y tenebroso. Se dice que antes de ser construida, el terreno perteneció a Juan Manuel Solórzano, un hombre consumido por los celos que llegó a hacer un pacto con el diablo. Según cuenta la leyenda, el diablo le sugirió que matara al primer hombre que pasara frente a su casa cada noche después de las 11. Y así lo hizo, no sin antes preguntarle a cada víctima: “Dichoso tú, que sabes la hora exacta de tu muerte”.

Tras un tiempo de terror, Solórzano se arrepintió y buscó redención, pero el precio de sus crímenes fue alto. Murió misteriosamente mientras cumplía su penitencia, rezando frente a la horca. Hoy, dicen que su espíritu ronda el lugar, lo que ha ganado a la casa una reputación como uno de los sitios más embrujados de la ciudad.

Aunque no está abierta al público, la Casa del Conde de la Torre Cosío es un recordatorio de la grandeza y los misterios que habitan en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Su rica historia, que incluye personajes como José Justo Gómez de la Cortina, una figura clave en la Nueva España, la convierte en una parada obligatoria para los y las amantes de la arquitectura, las leyendas y el encanto colonial.

La próxima vez que camines por el Centro, detente un momento frente a esta casa. Déjate envolver por su atmósfera, escucha los ecos del pasado y, si tienes suerte, puede que hasta sientas el escalofrío de una historia que se niega a desaparecer.

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Dirección:
 República de Uruguay #90, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX

Casa del Obispo de Madrid, un espacio de historia, arte y encanto en San Ángel

¿Sabías que en el corazón de San Ángel, uno de los barrios más pintorescos de la Ciudad de México, se esconde un lugar donde la historia y el arte popular mexicano convergen? Hablamos de la Casa del Obispo de Madrid, un edificio del siglo XVII que, pese a su nombre, nunca fue hogar de un obispo relacionado con Madrid. Sin embargo, su historia y belleza la convierten en un imperdible para quienes pasean por esta zona.

La Casa del Obispo de Madrid tiene raíces que se remontan a 1631, cuando en el lugar había una sencilla construcción de adobe. Con el paso de los años, el edificio tomó forma hasta convertirse en la joya arquitectónica que conocemos hoy. En 1707, fue adquirida por el canónigo de la Catedral de México, Andrés Fernández de Madrid, quien probablemente le dio su nombre.

Entre los propietarios de la casa también figura Joaquín Fernández de Madrid y Canal, un polémico personaje del siglo XIX. Aunque no hay evidencia de que viviera en la casa, su figura está rodeada de historias fascinantes. Fue un obispo desterrado durante la Reforma, y mientras unos lo consideraban benevolente, otros lo veían como un manipulador que se beneficiaba a costa de los demás.

En el siglo XIX, la casa también fue habitada por José María Agreda y Sánchez, un apasionado bibliófilo que desempeñó importantes cargos como encargado de la biblioteca de la Catedral Metropolitana y bibliotecario oficial del Museo Nacional.

Hoy, esta casona histórica tiene un propósito diferente: albergar la Galería de Arte Popular Mexicano, una tienda de artesanías cuidadosamente curada. Desde textiles coloridos hasta piezas únicas de cerámica, encontrarás un tesoro en cada esquina. Y aunque San Ángel cuenta con muchas tiendas de productos artesanales, esta destaca por su cuidada selección y el encanto que solo un edificio con historia puede ofrecer.

Al recorrer sus amplios zaguanes y cruzar el arco que da al patio, es imposible no detenerse a admirar su hornacina esquinera, uno de los elementos más característicos de la construcción.

Ubicada en la Plazuela de Juárez, esquina con Aureliano Rivera, esta casa es un tesoro cultural que no solo cuenta historias del pasado, sino que también conecta a los y las visitantes con las tradiciones vivas de México.

La Casa del Obispo de Madrid no es solo una construcción histórica; es un puente entre siglos de historia y las expresiones más auténticas del arte popular mexicano. Si estás en busca de un rincón lleno de encanto, tradición y cultura, este es tu lugar. ¿Listx para explorarlo?

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Dirección:
 Benito Juárez 1, San Ángel, Ciudad de México, CDMX

Puerta de Tlaltenco, una ventana al pasado colonial de Tláhuac

En el encantador pueblo de San Francisco Tlaltenco, en la alcaldía Tláhuac, se encuentra un testigo de la historia que ha desafiado al tiempo: la Puerta de Tlaltenco, un majestuoso arco de piedra que alguna vez fue un bullicioso puesto de control aduanero durante el periodo colonial tardío.

Construido en 1789, este arco no solo marcaba el tránsito de mercancías y ganado entre Chalco, Mixquic y Tetelco, sino que también formaba parte de un antiguo sistema de diques diseñado por el gran Cuitláhuac II. Sí, ¡la ingeniería hidráulica prehispánica aún resuena aquí! Más que un simple portal, la Puerta de Tlaltenco controlaba el comercio en el canal que conectaba los pueblos ribereños del lago de Xochimilco.

Curiosidades del arco

  • Impuestos por huella: Durante la época colonial, quienes transportaban ganado debían pagar una cuota según el tipo de pezuña, completa o partida. Incluso el célebre explorador Alexander von Humboldt tomó nota de este peculiar sistema.
  • Hermana perdida: La Puerta de Tlaltenco tenía una gemela en Tulyehualco, que lamentablemente fue dañada durante la Revolución Mexicana. Hoy, esta es la única estructura de su tipo que sobrevive.
  • Monumento histórico: Reconocida como patrimonio histórico, esta estructura representa una conexión tangible con las dinámicas económicas y sociales de la Nueva España.

Tlaltenco: Historia que trasciende

San Francisco Tlaltenco no es solo hogar de este emblemático arco, sino también de una rica historia que se remonta al Preclásico Medio (1200-400 a.C.). Con una fundación oficial en 1435 y la llegada de Cortés en 1519, este pueblo ha sido escenario de momentos clave de nuestra historia.

Los y las visitantes de hoy pueden combinar un recorrido por la Puerta de Tlaltenco con una visita al Lago de los Reyes Aztecas, donde se puede disfrutar de paseos en barco y deliciosa comida tradicional.

La Puerta de Tlaltenco está a un corto trayecto del Metro Tlaltenco o el Metro Tláhuac de la Línea 12. Perfecta para las y los aventureros que buscan sumergirse en el pasado mientras disfrutan de la hospitalidad y tradiciones de los pueblos originarios de la Ciudad de México.

La Puerta de Tlaltenco no es solo una estructura; es un recordatorio de cómo los caminos y los canales unieron culturas y forjaron nuestra historia. ¿Qué esperas para descubrir este fascinante rincón de Tláhuac?

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Dirección:
 Morena #36, Pueblo San Francisco Tlaltenco, Tláhuac, Ciudad de México, CDMX

Casa de los Camilos, un rincón lleno de historia y gastronomía en Coyoacán

Justo frente al encantador Parque Frida Kahlo, la Casa de los Camilos te invita a un viaje por el tiempo. Esta joya arquitectónica del siglo XVIII tiene un pasado tan fascinante como sus muros cargados de historias. Aunque hoy en día funciona como un restaurante y hotel boutique, sus orígenes están profundamente ligados a la Orden de los Camilos, un grupo religioso dedicado al cuidado de enfermos y desahuciados.

Los Camilos llegaron a México en 1755 y se establecieron en este rincón de Coyoacán. Aquí no solo atendían a los enfermos, sino que cultivaban un hermoso jardín de rosas que le valió el apodo de El Rosedal. Por si fuera poco, la propiedad albergaba un manantial conocido como el Ojo de los Camilos, cuyo nombre náhuatl, Momolulco, significa “lugar donde el agua fluye o brota”. Hasta la década de 1960, este manantial seguía dando vida al entorno.

Tras la nacionalización de bienes religiosos en el siglo XIX, la Casa de los Camilos tuvo una transformación radical. Fue una correccional para menores, un teatro, un cine, oficinas, y más. Desde 1957, se convirtió en el restaurante El Convento, famoso por su deliciosa comida mexicana con un toque internacional. ¡Un verdadero deleite para los sentidos!

El edificio conserva su esencia histórica: un patio interior con una fuente, habitaciones que alguna vez fueron refugio de meditación, y una fachada adornada con tres arcos distintivos. Además, sus alrededores están llenos de árboles frutales y recuerdos de los viajeros que pasaban por este lugar en su camino hacia Oaxaca.

La Casa de los Camilos está a solo una cuadra de la Plaza de la Conchita, otro punto icónico de Coyoacán. No pierdas la oportunidad de conocer este rincón único, donde cada rincón cuenta una historia y cada platillo del restaurante es un tributo a su rico pasado.

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Dirección:
 Fernández Leal #96, La Concepción, Coyoacán, Ciudad de México, CDMX

Casas de los Camilos o las Calderas, un rincón histórico en el corazón de la CDMX

¿Sabías que en plena calle de San Jerónimo, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, se esconde un pedacito de historia barroca? Se trata de la Casa de los Camilos, también conocida como Las Calderas, un conjunto de edificios que han sido testigos de siglos de cambios y transformaciones.

Construidas entre los siglos XVIII y XIX con tezontle y cantera, estas casas nacieron como una fuente de ingresos para el convento del Sagrado Corazón de Jesús, fundado por la orden de los camilianos. Esta orden, dedicada al cuidado de los enfermos, llegó a la Nueva España gracias al último deseo de Doña María Teresa de Medina y Saravia, quien dejó un generoso legado para traer a estos religiosos.

Los camilianos no solo construyeron su convento en 1756, sino también este conjunto de viviendas, diseñadas para alquilarse y generar fondos para su obra. Originalmente, había 13 casas: seis en la actual calle Regina y siete en San Jerónimo. Aunque el tiempo y las reformas del siglo XIX redujeron el conjunto, lo que queda sigue siendo un ejemplo maravilloso del barroco novohispano.

Tras la Independencia y con la aplicación de las Leyes de Reforma, los camilianos tuvieron que abandonar el convento. Con los años, el edificio principal se demolió en gran parte para dar paso al seminario conciliar, y después, en 1928, se convirtió en la primera secundaria federal del país: la Escuela César A. Ruiz.

Por su parte, las casas de Las Calderas siguieron en pie, adaptándose a los tiempos como viviendas populares. En 2014, una parte del conjunto, incluida la Escuela Primaria España, recibió una restauración que devolvió el brillo a su fachada de tezontle y cantera, recordándonos la elegancia de su pasado.

Hoy, aunque el acceso es limitado, la Casa de los Camilos sigue siendo un tesoro arquitectónico y cultural. Declarada monumento histórico en 1931, es un recordatorio de cómo la ciudad ha evolucionado, sin perder del todo sus raíces coloniales.

Así que, la próxima vez que pasees por el Centro Histórico, date una vuelta por la calle de San Jerónimo y déjate maravillar por este rincón donde la historia sigue viva. ¡La Casa de los Camilos tiene muchas historias que contar!

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Dirección:
 San Jerónimo #108-128, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX

Plaza del Estudiante y Honorable Casa Nacional del Estudiante, un rincón universitario escondido en el límite de Tepito y la Lagunilla

Enclavada entre los vibrantes barrios de La Lagunilla y Tepito, la Plaza del Estudiante guarda siglos de historia y cultura que te transportan a la época del México colonial. ¿Sabías que este espacio comenzó como la Plaza del Carmen? Su nombre original se debe al antiguo convento carmelita que ocupaba la zona hasta 1862, cuando las Leyes de Reforma llevaron a la expulsión de la orden. Aunque el convento desapareció casi por completo, el Templo del Carmen, su última pieza sobreviviente, sigue en pie como testigo del pasado.

La historia de este rincón cambió con la apertura de la calle Aztecas en 1868, que dividió los terrenos del antiguo convento. Más tarde, la intervención de José Yves Limantour, un influyente ministro del Porfiriato, dejó su huella. Limantour no solo adquirió propiedades en la zona, sino que ayudó a abrir la Tercera Calle del Carmen y a dar vida a un proyecto que marcaría un antes y un después: la Honorable Casa Nacional del Estudiante.

Construida bajo la dirección del arquitecto Mauricio María y Campos Elguero, esta obra ecléctica de estilo renacentista no solo es un deleite para lxs amantes de la arquitectura, sino también un símbolo del acceso a la educación. Desde su inauguración, ha servido como dormitorio para jóvenes de toda la República que llegan a la capital en busca de estudios superiores. ¿Lo mejor? ¡Hasta hoy se mantienen sus puertas abiertas para dos estudiantes de cada estado!

El edificio tiene una vibra nostálgica y elegante, y comparte crédito con otras obras de su arquitecto, como el rediseño del Palacio Legislativo (hoy Congreso de la Unión) y la majestuosa construcción que actualmente alberga la Embajada de Rusia.

La Plaza del Estudiante era el lugar predilecto de los alumnos de la Universidad Nacional, que durante años tuvo su sede en el Centro Histórico. Aunque la universidad migró a Ciudad Universitaria en el siglo XX, el espíritu estudiantil sigue vivo en esta emblemática plaza.

Hoy, la Plaza del Estudiante y la Casa Nacional del Estudiante sobreviven al bullicio del tianguis que se extiende por la zona. Aunque el ambiente ha cambiado, la esencia del lugar permanece intacta: un espacio que ha sido y seguirá siendo un refugio para los jóvenes que construyen sus sueños en la Ciudad de México.

¡Date una vuelta y siéntete parte de la historia estudiantil de México!

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Dirección:
 Plaza del Estudiante #11, Colonia Centro, Ciudad de México, CDMX

Pensil Mexicano, un rincón barroco olvidado en la Ciudad de México

En el corazón de la colonia Pensil, entre el bullicio de bodegas y calles ajetreadas, yace un vestigio histórico que alguna vez fue sinónimo de esplendor: el Pensil Mexicano. Este jardín barroco, creado en el siglo XVIII, es un recuerdo vivo (aunque muy maltratado) de las glorias de la Nueva España y de los primeros años de la vida independiente de México.

El Pensil Mexicano nació como un espacio dedicado al ocio y la recreación de la élite novohispana. Imagina un vasto terreno de 11,000 m² lleno de glorietas, fuentes, esculturas, jardines exuberantes y una capilla churrigueresca que daba al lugar un aire de cuento de hadas. De hecho, en sus inicios fue conocido como el Pensil Americano, pero tras la invasión estadounidense en 1847, su nombre cambió al que conocemos hoy, para dejar claro su arraigo nacional.

El término “pensil” puede sonar peculiar, pero en el castellano antiguo hacía referencia a un jardín elaborado, el equivalente novohispano de un “Six Flags” del siglo XVIII. No por nada era un punto de referencia para quienes buscaban un respiro verde fuera del centro de la ciudad.

Este espléndido rincón fue hogar de nombres célebres, como Matías de Gálvez y Gallardo, virrey de la Nueva España, y más tarde de su hijo Bernardo de Gálvez, quien es recordado no solo por ser virrey, sino también por su apoyo a George Washington durante la guerra de independencia de Estados Unidos. Bernardo trabajó en la mejora del jardín, aunque su atención estaba más centrada en su otra joya: el Castillo de Chapultepec.

Con el paso del tiempo, el Pensil Mexicano perdió su brillo. Declarado monumento histórico en 1932, lo que alguna vez fue un oasis barroco hoy se encuentra rodeado de bodegas y afectado por el vandalismo. Su fachada, decorada con un escudo de armas, y su capilla churrigueresca han sufrido los estragos del tiempo y la falta de mantenimiento.

A pesar de esto, vecinos y organizaciones como el Comité para el Rescate y Restauración de El Pensil Mexicano luchan por devolverle su antiguo esplendor. Sueñan con transformarlo en un Centro Cultural, donde la comunidad pueda reconectar con este fragmento de la historia de la ciudad.

El Pensil Mexicano es más que un jardín en ruinas: es un testimonio vivo del pasado barroco de la Ciudad de México. Con su rica historia, desde su creación hasta los días de Maximiliano y Carlota, sigue siendo un recordatorio de la importancia de preservar nuestro patrimonio.

Así que, si alguna vez paseas por la calle Lago Chiem, detente un momento y contempla este rincón olvidado. Quién sabe, quizá algún día vuelva a ser un lugar donde la belleza y la historia se den la mano.

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Dirección:
 Lago Chiem #45, San Juanico, Ciudad de México, CDMX

Mixcoac, un viaje por la historia y rincones de un barrio encantador de la CDMX

¡Bienvenidxs a Mixcoac! Este pintoresco rincón de la Ciudad de México, ubicado en la Alcaldía Benito Juárez, es mucho más que un conjunto de calles y avenidas. Es un barrio con raíces profundas que nos cuenta historias de nubes, serpientes y la transformación de un pequeño asentamiento en un vibrante vecindario urbano.

El nombre Mixcoac proviene del náhuatl y significa algo como Lugar de la serpiente de nubes. Esta poética referencia conecta al barrio con Mixcóatl, el dios de la cacería y las estrellas, recordándonos que el cielo y la tierra siempre han estado entrelazados en la cultura de nuestrxs antepasadxs.

Hace más de mil años, Mixcoac era un pequeño asentamiento tepaneca que floreció junto al lago de Texcoco. Para 1420, ya era una provincia tributaria del imperio mexica, y con la llegada de los españoles, su importancia se mantuvo. Hernán Cortés lo menciona en sus cartas, estimando una población de 6,000 habitantes en ese entonces.

Durante la época virreinal, Mixcoac fue un punto clave de la doctrina de los dominicos, quienes establecieron la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán. El pueblo, rodeado de ranchos y haciendas, fue también parte del vasto Marquesado del Valle de Oaxaca, otorgado a Cortés.

En el siglo XIX, Mixcoac comenzó a transformarse. Su proximidad a Tacubaya, San Ángel y Coyoacán lo convirtió en un destino de descanso para las y los habitantes de la ciudad, quienes construyeron elegantes casas de veraneo. A pesar de las crecidas del río Mixcoac, que a veces causaban desastres, el lugar conservó su encanto campirano.

El siglo XX trajo consigo el crecimiento urbano y la integración de Mixcoac a la metrópoli. Ranchos y haciendas dieron paso a edificios y avenidas, pero el barrio no perdió su esencia. Sus plazas, como la de Agustín Jáuregui y Valentín Gómez Farías, son un oasis de tranquilidad entre el bullicio citadino, rodeadas de arquitectura tradicional que nos transporta al pasado.

Otro ícono de su historia es el lugar que ocupó el famoso Hospital de La Castañeda, un edificio monumental que fue demolido en 1968. Hoy, en ese espacio se encuentran la Preparatoria 8 de la UNAM y la Unidad Habitacional Torres de Mixcoac.

Mixcoac no es solo un barrio; es un libro abierto. Sus plazas, jardines y calles con nombres de artistas internacionales cuentan historias de un pasado glorioso. Lugares como la Plaza Jáuregui, el Centro Vlady y la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán nos invitan a descubrir cada rincón con calma.

Para que te des una idea de todo lo que puedes encontrar en el barrio de Mixcoac, aquí tienes una lista de los más destacados:

  1. Zona Arqueológica de Mixcoac
    Un recordatorio de su origen prehispánico. Este sitio ofrece un vistazo al recinto ceremonial que dio vida al asentamiento tepaneca, ideal para quienes aman conectarse con el pasado ancestral.
  2. Plaza Jáuregui
    El corazón del barrio, donde el tiempo parece detenerse. Con su encantador quiosco, bancas y jardines, esta plaza es perfecta para disfrutar de un momento de tranquilidad. En sus alrededores, podrás admirar casas antiguas y visitar la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán, una joya del periodo virreinal.
  3. Plaza Valentín Gómez Farías
    Este espacio, rodeado de casas que ahora son centros educativos, está acompañado de la Parroquia de San Juan Evangelista y Nuestra Señora de Guadalupe. Es ideal para pasear bajo sus árboles y disfrutar de la atmósfera serena del lugar.
  4. El Centro Cultural Juan Rulfo
    Antes un Palacio Municipal, hoy es un espacio dedicado a la cultura, donde se organizan actividades que mantienen vivo el espíritu artístico del barrio.
  5. Centro Vlady y la Biblioteca BS-IBBY México
    Un rincón para los y las amantes de la lectura y el arte. Aquí encontrarás libros, exposiciones y un ambiente único.
  6. Parque Hundido
    Aunque no está en el núcleo de Mixcoac, este espacio verde es un pulmón cercano que ofrece un respiro del bullicio urbano. Con sus jardines y esculturas, es un lugar muy visitado por locales y turistas.
  7. Mercado de Mixcoac
    Si te gusta explorar la vida cotidiana de un barrio, el mercado es un imperdible. Encontrarás flores frescas y una amplia oferta gastronómica, destacando los mariscos preparados con sazón única.

Por otro lado, vale mucho la pena hablar de el río Mixcoac; aunque canalizado en gran parte, sigue siendo parte de la identidad del barrio. Su curso, que nace en las laderas del cerro de San Miguel, conecta simbólicamente al Mixcoac de antaño con el Mixcoac moderno.

Así que ya sabes, Mixcoac es más que un barrio; es un paseo por la historia, una mezcla de tradición y modernidad que siempre tiene algo nuevo que contar. ¿Te animas a explorar?