Archivos de la categoría Edificios

Descubre la historia detrás de algunos de los edificios más emblemáticos de la CDMX…

Edificio La Nacional, conoce la historia del primer rascacielos de la CDMX

Justo en la esquina de Eje Central y Avenida Juárez, se alza un testigo silencioso de la historia y la modernidad: el Edificio La Nacional. Tal vez no sea tan alto como su vecino, la imponente Torre Latinoamericana, ni tan ornamentado como el Palacio de Bellas Artes, pero este rascacielos de 55 metros es una verdadera joya del pasado que aún se mantiene firme y elegante.

Construido entre 1929 y 1932, La Nacional fue el primer edificio en la ciudad en superar la barrera de los 50 metros de altura, un logro impresionante considerando que el suelo de la capital no es precisamente el más amigable para estructuras de gran tamaño. Pero gracias al talento del arquitecto Manuel Ortiz Monasterio y del ingeniero Bernardo Calderón, que diseñó una cimentación con 100 pilotes de concreto y acero hundidos a 55 metros de profundidad, este gigante art déco ha resistido más de 10 sismos sin perder el equilibrio. Ni el terremoto de 1957, ni el de 1985, ni el de 2017 han logrado tumbarlo, ¡es prácticamente un veterano de batalla!

El edificio fue mandado a construir por la Compañía Nacional de Seguros, de ahí su nombre. Y como todo pionero, abrió camino para el desarrollo de otros edificios altos en la ciudad. Su diseño se inspiró en el Templo Mayor de Tenochtitlán, una referencia sutil que lo enlaza con el pasado prehispánico de la capital. Con su estructura de acero, concreto y granito, y sus 13 pisos, La Nacional no solo fue un símbolo de modernidad en los años 30, sino también un experimento arquitectónico que ayudó a definir la forma en la que se construirían edificios en zonas sísmicas.

En 1949, su hermano menor, La Nacional II, se construyó justo al lado, ampliando el espacio de oficinas y consolidando esta esquina como un punto de referencia de la ciudad. Hoy, la tienda Sears que ocupa parte del anexo es famosa entre turistas y locales por ofrecer una de las mejores vistas del Palacio de Bellas Artes desde su cafetería en la última planta.

Además de ser un hito arquitectónico, el Edificio La Nacional marca una de las intersecciones más importantes del Centro Histórico, conectando la Alameda Central, la calle Madero y la zona de San Juan Moyotlan. Es un punto de encuentro, un testigo de la evolución de la ciudad y, sin duda, un superviviente digno de admiración. La próxima vez que camines por la zona, detente un momento y obsérvalo con nuevos ojos: este primer rascacielos de otra época sigue contando su historia.

Dirección: Eje Central esquina Juárez, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX, Ciudad de México, CDMX

Palacio de Axayácatl (Nacional Monte de Piedad), un secreto donde converge historia prehispánica y moderna en el Centro Histórico

En pleno corazón de la Ciudad de México, en la esquina noroeste del Zócalo, se encuentra un edificio con más historias que un libro de aventuras: el Nacional Monte de Piedad. Pero lo que pocos saben es que este emblemático inmueble se levanta sobre los restos del antiguo Palacio de Axayácatl, el hogar de un tlatoani mexica y, posteriormente, el primer hospedaje de Hernán Cortés en Tenochtitlan.

Axayácatl, quien gobernó entre 1469 y 1481, fue el padre de Moctezuma II. Su palacio era un imponente complejo con amplios patios y áreas arboladas, ubicado en lo que hoy delimitan las calles de Madero, Monte de Piedad, Tacuba e Isabel la Católica. Cuando los españoles llegaron en 1519, Moctezuma ordenó que Cortés y sus tropas se alojaran aquí. Parecía un gesto de hospitalidad, pero terminó siendo el epicentro de uno de los episodios más turbulentos de la Conquista.

Dentro de este palacio, los españoles descubrieron el Teucalco, una impresionante colección de jade, oro y objetos valiosos acumulados por generaciones de tlatoanis. Y, bueno, como ya sabemos, la tentación fue demasiado grande: Cortés ordenó fundir el oro, lo que incrementó las tensiones con los mexicas. Poco después, el asesinato de Moctezuma y la feroz resistencia indígena derivaron en la huida de los españoles durante la famosa Noche Triste, dejando tras de sí el palacio en ruinas.

Tras la caída de Tenochtitlan en 1521, los españoles no tardaron en aprovechar las estructuras prehispánicas como cantera para sus nuevos edificios. Hernán Cortés usó los cimientos del palacio para construir su casa, que luego se convirtió en la residencia de los primeros virreyes de la Nueva España. Con el tiempo, este espacio fue sede del primer Cabildo y del Marquesado del Valle de Oaxaca. En este lugar también se instaló el primer reloj público de la ciudad, dando nombre a la actual calle de Monte de Piedad, antes conocida como la Calle del Rélox.

En 1775, el filántropo Pedro Romero de Terreros, primer conde de Regla, fundó aquí el Nacional Monte de Piedad, inspirado en la tradición europea de préstamos accesibles a quienes más lo necesitan. La fachada actual del edificio data de esa época y aún conserva el escudo de armas del conde sobre su entrada principal. Desde entonces, el Monte de Piedad ha crecido hasta contar con más de 200 sucursales en todo el país, integrándose al sector financiero nacional.

A lo largo de los siglos, el edificio ha sido remodelado varias veces: en 1948 se le agregó un tercer piso, en 1984 fue restaurado, y en 2004 sufrió un incendio que requirió nuevas intervenciones. Además, en la antigua capilla del edificio ahora se encuentra un museo que cuenta la historia de esta emblemática institución.

Aunque la mayor parte del Palacio de Axayácatl desapareció con la construcción de la ciudad virreinal, los arqueólogos han encontrado vestigios en excavaciones recientes, como muros de basalto y restos del antiguo edificio cortesiano. Así que la próxima vez que pases por el Nacional Monte de Piedad, recuerda que estás pisando el mismo suelo donde convivieron mexicas y conquistadores, un lugar donde el pasado sigue vivo bajo nuestros pies.

Dirección: Monte de Piedad #7, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX, Ciudad de México, CDMX

Palacio del Conde de Regla, un vestigio de grandeza en el Centro Histórico

En pleno corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, entre calles bulliciosas y el ir y venir de la vida citadina, se esconde un palacio que en su tiempo fue el epítome del lujo y la ostentación: el Palacio del Conde de Regla. Hoy, este edificio sigue en pie como un testimonio de la opulencia novohispana, aunque ya no brille con la misma intensidad que en sus días de gloria.

Corría el siglo XVIII cuando Pedro Romero de Terreros, el hombre más rico de América, decidió construir su residencia en un terreno que había comprado al Convento de San Bernardo. ¿El resultado? Una mansión barroca espectacular, tan impresionante que se decía que dentro de ella todo estaba hecho de plata: platos, copas, cubiertos e incluso elementos de la decoración. No por nada la gente la llamaba la “Casa de Plata“.

Pero Romero de Terreros no solo era famoso por su fortuna amasada con las minas de Real del Monte, sino también por su generosidad. Fundó el Monte de Piedad para ayudar a las y los más necesitados y, según cuentan, dentro de su casa tenía un cofre lleno de plata al que podían recurrir quienes atravesaban momentos difíciles. Todo un personaje.

El tiempo no perdona y, como muchas joyas arquitectónicas de la ciudad, el Palacio del Conde de Regla sufrió modificaciones que cambiaron su esencia. En 1928, la casa fue transformada en vecindad y se añadieron negocios en la planta baja. Para lograrlo, se demolió gran parte de su interior y se construyó un edificio de tres pisos dentro de su antigua estructura. Sus majestuosos balcones desaparecieron y sus enormes ventanas fueron convertidas en puertas comerciales.

A pesar de estas alteraciones, aún es posible admirar su imponente fachada barroca en la calle República del Salvador 59. Aunque su brillo de antaño se ha desvanecido, el Palacio del Conde de Regla sigue siendo una joya oculta del Centro Histórico que invita a imaginar los días en los que la plata lo cubría todo y su dueño recibía con generosidad a quienes llamaban a su puerta.

Dirección: República de Salvador #59, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX, Ciudad de México, CDMX

Torre Insignia o Torre Banobras, un titán que vigila el norte de CDMX desde Tlatelolco

Si alguna vez has pasado por la Avenida Insurgentes Norte o la Avenida Ricardo Flores Magón, seguro te has topado con un imponente prisma triangular que domina el horizonte de Tlatelolco. Se trata de la Torre Insignia, un coloso de concreto armado que no solo es el edificio más alto de la zona, sino también un testigo silencioso de la historia y la transformación de la Ciudad de México.

Diseñada por el renombrado arquitecto Mario Pani y terminada en 1962, esta torre de 127 metros de altura y 25 pisos se convirtió en un símbolo de la modernidad de su época. Originalmente, fue la sede del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras), un reflejo de la creciente urbanización de la capital. Y por si fuera poco, durante años ostentó el título de ser el segundo edificio más alto de la ciudad, solo por debajo de la Torre Latinoamericana.

Pero la Torre Insignia no solo destaca por su altura y diseño geométrico. En su punto más alto resguarda un carillón con 47 campanas, un regalo del gobierno de Bélgica a la Ciudad de México en conmemoración del 150 aniversario de la Independencia. Este es, ni más ni menos, el carillón más grande de América y la torre de carillón más alta del mundo. Aunque su sonido no es tan frecuente, cuando sus campanas repican, llenan de historia y nostalgia el aire de Tlatelolco.

A lo largo de los años, la torre ha tenido una vida un tanto ajetreada. A pesar de haber sido abandonada tras el sismo de 1985, se comprobó que su estructura estaba intacta y se le ha considerado uno de los edificios más seguros de la ciudad. Ha resistido múltiples terremotos, incluyendo el de 2017, sin presentar daños significativos. Luego de varias remodelaciones, en 2011 reabrió sus puertas como un corporativo de oficinas, demostrando que la modernidad y la historia pueden convivir bajo un mismo techo.

Hoy en día, la Torre Insignia sigue siendo un referente visual inconfundible en el paisaje urbano de la capital. Ya sea que la observes desde el Metro Tlatelolco (que, por cierto, usa su silueta como logotipo) o desde la estación Manuel González del Metrobús, esta joya arquitectónica sigue en pie, desafiando el tiempo y recordándonos la audaz visión de Mario Pani y la evolución de la Ciudad de México.

La próxima vez que pases por Tlatelolco, levanta la vista y saluda a la Torre Insignia, un gigante de concreto que, con su peculiar forma triangular y su carillón dormido, sigue contando historias a quienes están dispuestos a escuchar.

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Dirección:
 Torre Insignia (a un costado de Insurgentes), Tlatelolco, Ciudad de México, CDMX, Ciudad de México, CDMX

Polyforum Siqueiros, un espacio de arte mural, teatro y cultura en la Colonia Nápoles

El Polyforum Siqueiros es uno de los espacios más impresionantes y únicos de la Ciudad de México, y no solo por su ubicación estratégica junto al World Trade Center, sino por la riqueza cultural y artística que alberga. Este centro cultural es conocido mundialmente, especialmente por su monumental mural La Marcha de la Humanidad, pintado por David Alfaro Siqueiros. Con su fascinante arquitectura y su enorme relevancia en el arte mexicano, el Polyforum es un lugar imperdible para las y los amantes de la historia, la cultura y el arte.

La historia de este emblemático edificio comenzó en 1960, cuando se pensó como un espacio para albergar un mural que reflejara la evolución de la humanidad. Sin embargo, el proyecto fue tomando una dimensión aún más ambiciosa, convirtiéndose no solo en un mural, sino en un edificio completo que integrara arquitectura, pintura, escultura y acústica. El diseño original fue el trabajo conjunto de un equipo internacional de arquitectos, ingenieros, pintores, escultores y expertos en acústica provenientes de varios países como Japón, Italia y Argentina. A pesar de los desafíos políticos y financieros que retrasaron su apertura hasta 1971, el Polyforum finalmente se inauguró y rápidamente se consolidó como un espacio cultural clave en la ciudad.

Uno de los aspectos más sorprendentes del Polyforum Siqueiros es su mural La Marcha de la Humanidad, considerado el mural más grande del mundo. Este mural cubre por completo las paredes y el techo del Foro Universal, un espacio circular que se asemeja a un anfiteatro griego. La obra, que mide unos impresionantes 2400 metros cuadrados, narra la evolución de la humanidad desde el pasado hasta el presente, con una visión futurista que invita a la reflexión. El mural está dividido en varias escenas que abordan temas como la lucha social, la esperanza, la guerra y la transformación de la humanidad a lo largo del tiempo.

Dentro de los murales de la fachada del Polyforum, cada panel cuenta una historia diferente. Uno de los más impactantes es El Liderato, donde Siqueiros muestra a un líder levantando las manos hacia la victoria mientras una multitud lo sigue. Este mural simboliza la lealtad y la proyección hacia el futuro, invitando al espectador a entrar en el interior del Polyforum y ser parte de la narrativa del mural.

Otro mural destacado es Árbol seco y árbol renacido, que representa el contraste entre la esperanza y la desesperanza de la humanidad. Este mural refleja el proceso de renacimiento, un tema recurrente en las obras de Siqueiros, y simboliza cómo la humanidad puede encontrar la esperanza incluso en los momentos de crisis.

En El Circo, Siqueiros presenta a una figura realizando un acto de equilibrio en una cuerda floja, una representación de la transición del entretenimiento hacia la cultura como valor integral. Este mural es particularmente interesante por su simbolismo, ya que muestra el tránsito de lo superficial a lo profundo en la cultura humana.

El Decálogo, que representa a Moisés sosteniendo las tablas de la ley, refleja un fuerte simbolismo religioso y moral. La obra, que en sus inicios iba a incluir una figura femenina llamada “Madre Dinamita“, muestra la importancia de la firmeza moral y ética en tiempos de conflicto.

Por otro lado, el mural Alto a la agresión tiene un mensaje directo contra la violencia y la guerra, específicamente en relación con el conflicto de Vietnam. Aquí, una pareja se une para rechazar la agresión, levantando sus manos en señal de paz.

Quizás uno de los murales más dramáticos sea El Cristo Líder, que muestra a un Cristo agonizante, con las manos atadas, mirando desesperadamente al mundo que se destruye a su alrededor. Este mural refleja la angustia del sacrificio y la reflexión sobre el dolor humano.

Otro mural, La danza, hace referencia a un ritual prehispánico en el que los bailarines realizan una danza antes del sacrificio. La velocidad del movimiento está representada de manera abstracta, y se puede ver la tensión entre lo espiritual y lo físico, una característica muy particular de Siqueiros.

En La Huida, el mural muestra a una mujer huyendo desesperada de un holocausto, simbolizando la liberación frente a un sistema económico opresivo que lleva a la destrucción. Este mural es una invitación al espectador a escapar junto con la figura, una llamada a la acción ante las injusticias sociales.

El mural El Invierno y el Verano simboliza la dualidad entre la desesperanza (el invierno) y la esperanza (el verano), representando las dos caras de la humanidad en su lucha constante por la supervivencia y la transformación.

El mestizaje: drama de la conquista aborda la figura de Hernán Cortés y la Malinche, pero originalmente se pensó como una crítica a la intervención estadounidense en Vietnam. La figura de Cortés marcha desnudo sobre una pirámide, mientras que la Malinche lo sigue distraída, representando el complejo mestizaje cultural en México.

La música es otro mural que destaca en el Polyforum, representando el arte de la música a través de tres grupos de círculos concéntricos, simbolizando el sonido y la creación musical. Debajo de ellos, un compositor con varias caras refleja las distintas etapas de la música a lo largo de la historia.

Por último, El átomo presenta tanto el lado positivo como el negativo de la energía atómica. A un lado, una explosión atómica ilumina el mural, mientras que al otro, un grupo de hombres se prepara para usar el átomo para el bien de la humanidad, ofreciendo un mensaje de esperanza y responsabilidad.

Además de los murales, el Polyforum Siqueiros alberga el Teatro Polyforum, uno de los pocos teatros circulares al estilo griego en el mundo. Este teatro ha sido el escenario de numerosas obras de teatro, incluidas representaciones taquilleras como Diario de un loco, que se presentó en este espacio durante años.

El Polyforum Siqueiros es, sin lugar a dudas, uno de los recintos culturales más completos de la Ciudad de México. Además de su mural más famoso, ofrece una amplia variedad de exposiciones de arte y eventos culturales, todo ello en un edificio que integra arte, arquitectura y tecnología de una forma asombrosa. Si tienes la oportunidad de visitarlo, no te lo puedes perder: es un lugar donde el arte, la historia y la cultura se dan la mano para ofrecerte una experiencia inolvidable.

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Dirección:
  Av. Insurgentes Sur #701, Nápoles, Ciudad de México, CDMX

Café de Tacuba, un rincón de historia, gastronomía y misterio en el Centro Histórico

¡Acompáñame a conocer el Café de Tacuba! Este restaurante no solo es famoso por sus delicias culinarias, sino por su historia que comienza en un majestuoso edificio del siglo XVII. Aquí, entre vitrales coloridos, murales que cuentan la historia del mole y muebles con aroma a tiempos pasados, las paredes susurran secretos de más de cuatro siglos de vida.

El edificio que hoy alberga al Café de Tacuba fue originalmente una de las grandes casas palaciegas del centro, construida en el siglo XVII. Antes de convertirse en restaurante en 1912, tuvo una breve vida como lechería y, mucho antes, fue parte del Hospital del Divino Salvador, un espacio dedicado a mujeres en la época colonial. Su ubicación frente a la que hoy es la Biblioteca del Congreso de la Unión (antigua capilla del Convento de las Clarisas) lo conecta con una rica herencia histórica que pareciera impregnarse en cada rincón.

¿Te has preguntado qué ocurre cuando cae la noche? Según cuentan los relatos, entre los escalones del Salón Mexicano aparece la Monja Claris. Esta figura espectral, que parece flotar suavemente, deja escapar un suspiro profundo que puede estremecer hasta al más valiente. La leyenda dice que su espíritu habita en esta casona desde los días en que era un hospital, y lejos de ser aterradora, es vista como una guardiana silenciosa que cuida el lugar y a sus visitantes.

Desde sus inicios, el Café de Tacuba se convirtió en un lugar de reunión para personajes históricos y eventos memorables. Aquí, Diego Rivera y Guadalupe Marín celebraron su banquete de bodas, y se dice que todos los presidentes de México han disfrutado de su cocina. Incluso, el restaurante fue testigo de momentos trágicos como el asesinato de Manlio Fabio Altamirano en 1936. Pero más allá de los eventos históricos, las mesas del café han sido cómplices de innumerables romances, tertulias y encuentros familiares.

Por las mañanas, el aroma del café veracruzano, chiapaneco y oaxaqueño se mezcla con el brillo del almíbar de los postres en las vitrinas, invitando a las y los visitantes a comenzar su día con el sabor de México. Las noches, en cambio, son un remanso de paz, donde la serenata de músicos ambulantes se convierte en la banda sonora perfecta para una cena inolvidable.

El Café de Tacuba no es solo un lugar para comer, es un viaje al pasado en pleno presente. Sus murales, talavera y cuadros coloniales transportan a sus visitantes a épocas de esplendor. Y aunque ha superado incendios y modernizaciones, conserva la autenticidad de sus recetas y el alma que lo ha mantenido como un referente en la Ciudad de México.

Así que ya lo sabes, si quieres probar un poco de la historia, mezclada con leyendas y un toque de mole, el Café de Tacuba te espera con las puertas abiertas… y quizás, con la Monja Clarisa cuidando que todo esté en su lugar. ¡Date una vuelta y crea tus propias historias en este clásico chilango!

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Dirección:
 Tacuba #28, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX
Costo promedio por persona: De $300 a $500 pesos
Horario: Lunes a domingo de 8:00 22:30 hrs.
Página Web: cafedetacuba.mx
Instagram: instagram.com/cafedetacubarestaurante

Hostería de Santo Domingo, un viaje por la historia y el sabor de México en el Centro Histórico

Imagina entrar a un lugar donde las paredes te cuentan historias, donde los aromas te transportan al México de antaño y cada bocado es un homenaje a nuestras raíces. Así era la Hostería de Santo Domingo, un restaurante que, por más de 160 años, fue un tesoro del Centro Histórico de la Ciudad de México.

Ubicada en la calle Belisario Domínguez 70, en un rincón que alguna vez formó parte del Convento de Santo Domingo de Guzmán, esta joya comenzó su historia culinaria en 1860, ¡antes de que Maximiliano llegara a México! Su arquitectura, con raíces del siglo XVI, y su decoración colorida con mosaicos coloniales, vitrales de la casa Derflingher y un mural de Antonio Albanés que incluso apareció en los billetes de mil pesos, hacían que comer aquí fuera mucho más que una experiencia gastronómica: era un viaje en el tiempo.

Entre sus muros se escucharon risas, canciones y anécdotas de personajes como Agustín Lara, Salvador Novo, Lola Beltrán y hasta Cantinflas. Y cómo no, si su menú era una celebración de la cocina mestiza: el famoso chile en nogada disponible todo el año, el pollo manchamantel con su mezcla dulce-picante, las enfrijoladas molidas en metate y hasta los escamoles en mantequilla, deleitaron a generaciones.

La Hostería no solo ofrecía platos deliciosos, sino que integraba elementos prehispánicos como el maíz, el chile y el frijol, fusionándolos con ingredientes llegados de otros continentes. Cada semana, más de 70 platillos llenaban las mesas con historia y sabor.

Lamentablemente, la pandemia del COVID-19 marcó el final de esta institución culinaria. Después de sobrevivir sismos, varias intervenciones, la revolución mexicana y la tecnológica y otras epidemias, la Hostería cerró sus puertas en 2020, dejando un hueco en el corazón de la ciudad y de todxs aquellxs que alguna vez probaron su sazón.

Hoy, recordamos a la Hostería de Santo Domingo como un símbolo de la riqueza cultural y gastronómica de México, un lugar donde cada visita era una celebración del pasado que nunca olvidaremos. Y, aunque ya no podemos entrar al restaurante, siempre podemos darnos unos minutos para admirar su impresionante fachada, rodeada de todo el folclor de la Plaza Santo Domingo.

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Dirección:
 Calle Belisario Domínguez #70-72, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX

Edificio Guardiola, arquitectura resilente y funcional en el Centro Histórico

El Edificio Guardiola es uno de esos lugares que, a simple vista, podría pasar desapercibido entre el bullicio de la Ciudad de México. Su apariencia podría confundirse con la de cualquier otro inmueble, pero en realidad, se trata de una joya arquitectónica que ha resistido el paso del tiempo. Diseñado por Carlos Obregón Santacilia en 1947, este edificio representa la última obra de uno de los arquitectos más importantes de la época. Obregón, quien según cuenta fue el bisnieto de Benito Juárez y nieto en segundo grado de Álvaro Obregón, dejó una huella indeleble en la arquitectura mexicana, destacándose por sus restauraciones y por ser uno de los grandes exponentes del funcionalismo. Entre sus proyectos más conocidos se encuentran el Hotel Del Prado y la restauración del Monumento a la Revolución. El Edificio Guardiola, con su mezcla de estilos, es una de sus obras más representativas y una de las más complejas en cuanto a su diseño. En él, se pueden apreciar elementos del funcionalismo combinados con detalles ornamentales propios del art decó, lo que lo convierte en un testimonio de la época en la que fue construido.

Este edificio no solo se distingue por su estilo arquitectónico, sino también por su ubicación privilegiada. Se encuentra en el Centro Histórico de la Ciudad de México, justo al norte del Banco de México, con el cual comparte no solo el entorno, sino también una conexión histórica. La construcción de ambos edificios fue parte de un proceso de modernización y expansión de la zona. El Edificio Guardiola fue diseñado para complementar otras importantes estructuras a su alrededor, como el Palacio Postal, un edificio emblemático, y el propio Banco de México. Su diseño, que toma elementos del renacimiento italiano, es un claro ejemplo de la arquitectura ecléctica de la época.

El terreno sobre el cual se erige el Edificio Guardiola tiene una rica historia que data de la época colonial. En el siglo XVI, fue parte del Convento de San Francisco, uno de los puntos de referencia más importantes en la Ciudad de México. Durante el siglo XVII, el terreno fue ocupado por la casa de Juan Ildefonso de Padilla, segundo marqués de Santa Fe de Guardiola, de quien el edificio toma su nombre. A lo largo de los siglos, este espacio fue escenario de eventos históricos significativos, incluyendo la entrada del Ejército Trigarante en 1821, cuando se consumó la Independencia de México. En el siglo XIX, el área pasó a ser conocida por la Casa de los Perros, famosa por las esculturas de perros que adornaban su techo. Sin embargo, en 1937, el Banco de México adquirió el terreno y, tras demoler la casa, encargó a Carlos Obregón la construcción de un nuevo edificio que sirviera como oficinas y almacenes para el banco.

A pesar de su modernidad, el Edificio Guardiola está estrechamente relacionado con los cambios que ha experimentado la Ciudad de México a lo largo de los años, incluyendo el fenómeno del hundimiento de la ciudad. A pesar de que muchas construcciones han sido afectadas por este fenómeno, el Edificio Guardiola ha logrado mantenerse firme gracias a su sólida cimentación, que fue diseñada específicamente para soportar las irregularidades del terreno. Esto ha permitido que la estructura se conserve intacta, incluso cuando otras construcciones en las cercanías han mostrado signos de hundimiento.

De hecho, este fenómeno geológico ha dado lugar a una de las características más interesantes del edificio: el andador elevado de piedra negra que conecta la entrada del edificio con la calle. Este andador no solo es una solución práctica al problema del hundimiento, sino que también le da un toque estético distintivo, integrando la arquitectura moderna con los elementos históricos del lugar. Gracias a este acceso elevado, las y los visitantes pueden ingresar al edificio sin dificultades, a pesar del hundimiento de las calles circundantes, lo que subraya la resiliencia del diseño original y la adaptación a los cambios del entorno urbano.

El Edificio Guardiola es mucho más que una simple construcción; es un símbolo de la historia y la evolución arquitectónica de la Ciudad de México. A través de su diseño y ubicación, refleja la transición de una ciudad colonial a una urbe moderna, adaptándose a las necesidades del tiempo sin perder su identidad. Hoy en día, aunque muchas personas que caminan por la zona pueden no detenerse a admirarlo, este edificio sigue siendo un testigo silente de los cambios que han marcado el desarrollo de la capital mexicana.

En conjunto, el Edificio Guardiola es un lugar donde convergen la historia, la arquitectura y la resiliencia de una ciudad que, a pesar de sus desafíos, sigue adelante. Es una prueba de la capacidad de la arquitectura para adaptarse a los tiempos, y un recordatorio de que, incluso en medio del ajetreo y el bullicio de la vida cotidiana, hay construcciones que cuentan historias profundas que nos conectan con el pasado.

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Dirección:
 Av. 5 de Mayo #1, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX

Claustro de La Merced, Historia, Arte Mudéjar y la Defensa del Dr. Atl

¡El Claustro de La Merced es una joya del Centro Histórico de la Ciudad de México que sigue sorprendiendo con su historia y belleza! Este edificio es el único vestigio que queda del antiguo Convento de la Merced, y es un testigo viviente de una época colonial cada vez más distante. Originalmente considerado uno de los conventos más ornamentados y lujosos de la ciudad, el claustro se ha salvado de muchas adversidades, incluido el paso del tiempo y varios intentos de demolición.

El convento fue fundado por los mercedarios en 1595, con una construcción que continuó durante casi 60 años. El claustro, que fue levantado entre 1676 y 1703, se erige como un magnífico ejemplo del estilo mudéjar, una fusión de tradiciones arquitectónicas de la España medieval y el mundo árabe. Este es un lugar lleno de detalles únicos, desde sus arcos adornados con piñas y conchas hasta sus impresionantes gárgolas con la forma de cabezas de león.

Después de la aplicación de las Leyes de Reforma en 1861, que ordenaron la demolición de muchos templos y conventos, el Claustro de La Merced fue uno de los pocos edificios que se salvaron. En 1927, el célebre pintor Dr. Atl habitó en el lugar para evitar su destrucción, e incluso hoy sigue siendo un testimonio de su época. Este histórico lugar ha sido escenario de eventos culturales como la apertura de la Escuela Libre de Escultura y Talla Directa, lo que lo ha vinculado estrechamente con la cultura y el arte en México.

Hoy en día, el Claustro de La Merced sigue siendo un espacio vibrante dentro del Barrio de La Merced, un barrio lleno de vida y tradición. Si alguna vez tienes la oportunidad de pasear por sus alrededores, no dejes de disfrutar de esta maravilla arquitectónica, que sigue siendo un referente de la historia y el arte mudéjar en América. ¡Es un lugar que no puedes dejar de visitar!

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Dirección:
 República de Uruguay #170, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX

Casa Chata, un cuartel zapatista en el Centro de Tlalpan

La Casa Chata, un edificio histórico que se ubica en el corazón de Tlalpan, es una construcción que ha jugado varios papeles a lo largo de los siglos. Su nombre, que podría parecer un tanto peculiar, hace referencia a su arquitectura única, especialmente a su entrada en ángulo de 45 grados, un rasgo que lo distingue al instante. Construido en el siglo XVIII, el edificio comenzó como una casa de campo rodeada de huertos y jardines excepcionales. Aunque en sus inicios no era más que una elegante residencia, con el tiempo se transformó en un sitio clave durante la Revolución Mexicana, albergando a los combatientes zapatistas.

La historia de la Casa Chata no se limita a sus vínculos con la Revolución. A lo largo de los años, el edificio tuvo varias funciones, incluyendo la de seminario protestante y, hasta 1960, un museo dedicado a la charrería, una disciplina que mezcla la cría de ganado con elementos de lo que conocemos como rodeo. Esta faceta le dio un toque único al lugar, convirtiéndolo en un espacio que celebraba las tradiciones y habilidades ecuestres del país.

Hoy en día, la Casa Chata alberga el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), una de las instituciones más prestigiosas en el ámbito de la investigación social y cultural en México. El centro es reconocido por su formación avanzada en áreas como la antropología social, la historia y la lingüística, ofreciendo programas de doctorado, maestría y diplomados. Además, el CIESAS organiza seminarios y conferencias abiertas al público, lo que mantiene al edificio como un espacio de reflexión y aprendizaje.

Aunque la Casa Chata no suele estar abierta al público, su impresionante fachada es un atractivo que destaca en el Centro de Tlalpan, invitando a quienes pasan por allí a imaginar las múltiples historias que ha albergado entre sus muros a lo largo de los siglos. Con su diseño octogonal y la memoria histórica que lleva consigo, la Casa Chata sigue siendo un punto importante, no solo por su arquitectura, sino también por el legado cultural y académico que representa.

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Dirección:
 Miguel Hidalgo s/n, Tlalpan Centro I, Ciudad de México, CDMX