Archivos de la categoría Edificios

Descubre la historia detrás de algunos de los edificios más emblemáticos de la CDMX…

Baños de Moctezuma, un vestigio de la infraestructura hídrica prehispánica en Chapultepec

Los Baños de Moctezuma, ubicados en el emblemático Bosque de Chapultepec, son un pedazo de historia que sigue latente en la Ciudad de México. Estos antiguos embalses, también conocidos como las “piscinas de Chapultepec“, fueron construidos en 1466 por el tlatoani Nezahualcóyotl, uno de los más grandes líderes de los Mexicas. Parte de un sistema hidráulico mucho más amplio, estos baños fueron diseñados para mejorar el riego del bosque y abastecer de agua a la ciudad de Tenochtitlán, una de las metrópolis más avanzadas de su tiempo.

Hoy en día, los Baños de Moctezuma siguen siendo un testigo invaluable de esa era prehispánica. Aunque no se trataba de un “baño privado” de Moctezuma, como mucha gente cree, sí fueron parte de un sistema de riego y almacenamiento de agua esencial para la vida de la gran Tenochtitlán. Lo que hoy conocemos como los Baños de Moctezuma es solo una pequeña parte de la gigantesca red hidráulica que se construyó en Chapultepec desde tiempos de Moctezuma I, y que se mantenía gracias a los manantiales que brotaban en el cerro de Chapultepec.

Una de las características más destacadas de este sistema hidráulico es el uso de los manantiales de Chapultepec, que eran cuidadosamente dirigidos hacia los diferentes puntos del sistema, como los baños y albercas que servían tanto para el riego de las áreas circundantes como para el abastecimiento de agua potable. Esto no solo beneficiaba a Tenochtitlán, sino que ayudaba a mantener las tierras de los alrededores del bosque. Se dice que el mismo Nezahualcóyotl, gran poeta y líder, fue quien supervisó la construcción de los Baños de Moctezuma, asegurando que el agua fuera un recurso abundante y accesible para su pueblo.

A lo largo de los siglos, este lugar ha sufrido varias modificaciones. Durante la llegada de los conquistadores, Hernán Cortés ordenó destruir partes del sistema hidráulico, incluidos los embalses, durante el cerco a Tenochtitlán. Sin embargo, se reconstruyó poco después, aunque con algunos cambios. Fue en el siglo XIX cuando los Baños de Moctezuma adquirieron una nueva relevancia, al convertirse en un lugar de recreo popular. En 1870, se construyó la Casa Baños de Chapultepec, un conjunto de baños públicos que rápidamente se hicieron famosos entre la élite de la época. Su ubicación frente al antiguo contenedor de agua que aún persiste, y su cercanía con el manantial de Chapultepec, hizo que los visitantes acudieran en busca de un baño curativo y relajante. Este tipo de baños medicinales era muy común en esa época, pues se creía que el agua de Chapultepec tenía propiedades curativas.

El nombre Baños de Moctezuma no se le dio hasta principios del siglo XX, en 1900, cuando la zona fue remodelada para dar paso a la Primera Sección del Bosque de Chapultepec. En ese momento, el contenedor de agua, que había sido utilizado por siglos, comenzó a ser asociado con la leyenda de Moctezuma, quien, según se pensaba, guardaba sus tesoros en el sitio. Esta popularidad se vio aumentada por las excavaciones realizadas en 1744, que buscaban encontrar esos supuestos tesoros, pero que acabaron por dañar las estructuras y disminuir el flujo de agua. A pesar de ello, las piscinas continuaron siendo parte del paisaje de Chapultepec, aunque fueron cerradas definitivamente en 1929 debido a la disminución del volumen de agua.

Recientemente, en 2018, un equipo de arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrió vestigios de tres estanques curativos en la zona, lo que permitió confirmar la conexión entre los Baños de Moctezuma y las antiguas estructuras hidráulicas de la región. Estos hallazgos ayudaron a entender mejor cómo se distribuía el agua y cómo el sistema estaba conectado con el resto del bosque y la ciudad.

Los Baños de Moctezuma no solo representan una pieza clave de la historia prehispánica, sino también de la vida social y cultural de la Ciudad de México en el siglo XIX. Los vestigios de esta construcción nos invitan a reflexionar sobre cómo las antiguas civilizaciones sabían aprovechar los recursos naturales de manera sostenible y cómo, con el paso del tiempo, este lugar siguió siendo un punto de encuentro para las personas, desde los tlatoanis hasta las élites sociales del México independiente.

Hoy, al visitar los Baños de Moctezuma, es posible caminar por la misma área que alguna vez recorrieron Nezahualcóyotl y Moctezuma, reflexionar sobre su vida y su legado y, por qué no, disfrutar de un paseo entre la historia y la naturaleza en uno de los espacios más emblemáticos de la capital mexicana. ¡Un lugar perfecto para disfrutar, aprender y conectar con el pasado!

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Dirección:
 Av. Heroico Colegio Militar S/N, Bosque de Chapultepec I Secc, Ciudad de México, CDMX

Puentes de Chimalistac, un Viaje en el Tiempo en la Ciudad de México

¿Alguna vez has caminado por un lugar donde el pasado parece no haber pasado? Así es Chimalistac, un barrio encantador de la Ciudad de México que, a pesar del bullicio que lo rodea, conserva su esencia de antaño. Y en este rincón lleno de historia, los Puentes de Chimalistac se erigen como silenciosos testigos de épocas pasadas, conectando a las y los habitantes de esta pintoresca colonia con su rica herencia colonial.

Estos puentes no son solo una serie de estructuras de piedra, sino una ventana al México colonial que fue marcado por la vida monástica y los huertos exuberantes de la zona. En el siglo XVII, los monjes carmelitas que habitaban en el cercano Monasterio del Carmen construyeron estos puentes para asegurar el flujo de agua del río Magdalena a los huertos y jardines que florecían en la zona. La historia del lugar está entrelazada con el agua, la agricultura y la espiritualidad, dando como resultado una de las rutas más misteriosas y cautivadoras de la ciudad.

Un Puente de Voces y Serenidad

Comencemos nuestro recorrido por el Puente del Púlpito, un nombre que no deja lugar a dudas sobre su propósito. Este puente, con sus estructuras robustas y su sonido sereno, fue el escenario donde los monjes carmelitas practicaban sus sermones. Imagina la escena: los aspirantes a sacerdotes, de pie sobre la roca volcánica, intentando hacer que su voz se elevara por encima del rugido del río para llegar a las orillas cercanas. No es solo un puente, es un lugar cargado de ecos, de palabras pronunciadas con fuerza y fe.

El Puente del Carmen: La Obra Maestra Colonial

Un poco más adelante, el Puente del Carmen nos recibe con su grandeza. Con 18 metros de largo y 2.8 metros de ancho, este puente es el más largo de todos y destaca por su arquitectura imponente, con contrafuertes que han resistido el paso de los siglos. Al cruzarlo, uno puede sentir la majestuosidad de una era que, aunque lejana, parece palpitar en el aire.

El Puente de Oxtopulco y Su Misterio

Si seguimos explorando, nos encontramos con el Puente de Oxtopulco, conocido como el puente sin nombre, aunque su encanto es indiscutible. Al igual que los otros puentes, está hecho de piedra volcánica, pero su misterio radica en la falta de un nombre que lo identifique. Quizás sea ese su secreto, el de ser uno de los elementos más enigmáticos de este paseo histórico.

Chimalistac: Un Pueblo con Historia

La historia de Chimalistac es tan fascinante como la de sus puentes. Su nombre, que proviene del náhuatl, significa “lugar del escudo blanco”, un nombre que ya nos habla de su importancia desde tiempos prehispánicos. Fue en este lugar donde los Tepanecas de Azcapotzalco encontraron un aliado en Chimalistac durante la formación de la Triple Alianza. Con el paso de los siglos, la zona se transformó en un vergel, alimentado por el río Magdalena y rodeado de manantiales cristalinos que le dieron un aire de paraíso natural.

Durante la colonia, los Carmelitas Descalzos se instalaron aquí, construyendo el Monasterio del Carmen y más tarde la Parroquia de San Sebastián Mártir. Y fue en este contexto que los puentes fueron levantados, como parte de un sistema hidráulico que proveía de agua a los huertos que florecían a su alrededor.

Hoy en día, Chimalistac sigue siendo un lugar lleno de magia. Caminar por sus calles empedradas, rodeado de casas coloniales y parques tranquilos, es una experiencia que invita a la reflexión. En cada rincón se siente la presencia de la historia, como si los monjes aún cruzaran los puentes y las fuentes siguieran alimentando los huertos que una vez fueron la joya de este pueblo.

Además de los puentes, Chimalistac ofrece otros tesoros, como la Parroquia de San Sebastián Mártir y la Ermita del Secreto, ambos vestigios de la época colonial que siguen siendo testigos de la vida en este barrio. Sin olvidar el hermoso Parque La Bombilla, que invita a pasear entre árboles y jardines, mientras el murmullo del río Magdalena, ya silenciado, sigue flotando en el aire.

Chimalistac no es solo un lugar para ver, sino para sentir. Es un rincón de la Ciudad de México que, aunque parece detenido en el tiempo, sigue vibrando con la historia de aquellos que vivieron aquí. Si tienes la oportunidad, no dejes de recorrer este barrio único, donde el pasado y el presente se encuentran en cada puente, cada calle, y cada susurro del viento. ¡Te aseguramos que será un viaje inolvidable!

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Dirección:
 Av. Paseo del Río, Chimalistac, Copilco el Bajo, Ciudad de México, CDMX

Edificio Ermita, un Icono Histórico y Arquitectónico de la Ciudad de México

¡Conoce el Edificio Ermita, una joya de la arquitectura moderna en el corazón de la Ciudad de México! Ubicado en el cruce de las avenidas Jalisco y Revolución, este emblemático edificio es el primer indicio de que estás entrando a la colonia Condesa, una de las zonas más vibrantes y bohemias de la ciudad. Su presencia, imponente y elegante, ha marcado la pauta en el desarrollo urbano de la zona desde su construcción en la década de 1930.

Diseñado por el arquitecto Juan Segura Gutiérrez, el Edificio Ermita es un ejemplo perfecto del estilo Art Decó, un movimiento que destacó por su enfoque en la modernidad y la vanguardia. Con su fachada única, que se ha mantenido relevante a lo largo de los años, el edificio fue concebido desde el principio como una obra multifuncional. Aquí se combinaron comercios, viviendas y hasta un cine, lo que lo convirtió en el primer edificio de usos mixtos en México, y marcó un hito en el urbanismo de la ciudad. A lo largo de sus 66 departamentos, distribuidos en apenas 35 metros cuadrados, se podía encontrar todo lo necesario para una vida cómoda y moderna para la época: recámara, cocina, baño con tina y un recibidor. ¡Un ejemplo de eficiencia y diseño!

Lo que hace aún más especial al Edificio Ermita es su profunda relación con la historia de México. Durante la Guerra Civil Española, el edificio se convirtió en un refugio para las familias exiliadas que llegaron al país buscando un nuevo hogar. Fue aquí donde muchas de estas personas encontraron consuelo, seguridad y una comunidad de apoyo, convirtiéndose en un importante punto de encuentro para la diáspora española. Este simbolismo lo ha convertido en un lugar de memoria, no solo para quienes habitaron allí, sino también para todos los que valoran la historia del exilio republicano español en México.

Pero el Edificio Ermita no es solo historia; también es cultura. A lo largo de los años, ha sido hogar de numerosas personalidades del mundo de la literatura, el arte y la música. Figuras como los poetas Rafael Alberti y Manuel Altolaguirre, el escritor Langston Hughes, e incluso la cantante Ana Torroja, han vivido entre sus paredes, contribuyendo al ambiente creativo y cultural que siempre ha rodeado al edificio. Con el paso de los años, el Edificio Ermita ha sido testigo de la evolución de la Ciudad de México, sirviendo no solo como residencia, sino también como espacio de interacción y crecimiento cultural.

Actualmente, el Edificio Ermita sigue siendo parte de la Fundación Mier y Pesado, una institución de asistencia privada creada en memoria de Isabel Pesado de Mier, quien fundó la organización para continuar con las obras altruistas de su familia. Esta fundación ha mantenido el edificio a lo largo de los años, preservando su estructura y su importancia histórica. Además de los departamentos, que siguen siendo habitados, el edificio alberga comercios en la planta baja y ha sido un lugar de gran dinamismo urbano.

Si alguna vez te encuentras en la colonia Condesa, no puedes dejar de visitar el Edificio Ermita. Su imponente estructura no solo te recordará el pasado de la Ciudad de México, sino que también te invitará a reflexionar sobre el papel que los edificios juegan en la formación de una identidad colectiva. ¡Un verdadero testimonio de la evolución arquitectónica, histórica y cultural de la ciudad!

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Dirección:
 Av. Jalisco 125, Hidalgo, Ciudad de México, CDMX

Museo de los Ferrocarrileros, un viaje por la modernización de México en la estación La Villa

¡Bienvenidx al Museo de los Ferrocarrileros! Este encantador recinto, lleno de historia y nostalgia, te invita a explorar cómo el ferrocarril transformó a México y marcó el ritmo de su modernización. Ubicado en la antigua estación de La Villa, construida en 1907 sobre terrenos que alguna vez formaron parte de la Hacienda de Santa Ana de Aragón, este lugar es mucho más que un museo: es un portal al pasado que honra a los hombres y mujeres que hicieron del ferrocarril el alma de una nación en movimiento.

El museo se encuentra en la estación ferroviaria más antigua que se conserva en la Ciudad de México. Este histórico edificio dejó de operar en 1990, pero su legado sigue vivo gracias a un esfuerzo conjunto entre la Secretaría de Cultura y la Delegación Gustavo A. Madero, quienes lo inauguraron como museo en 2006. Desde entonces, sus cuatro pabellones han sido el hogar de exposiciones que muestran cómo el ferrocarril transformó los negocios, el comercio y las comunicaciones durante los siglos XIX y XX. Pero el museo también destaca otro aspecto crucial: la valentía y las luchas de los ferrocarrileros, quienes jugaron un papel clave en los movimientos sociales y políticos de México.

Entre sus tesoros, destaca la locomotora “Sin Fuego”, una pieza única en el país. Esta locomotora eléctrica fue fabricada por la compañía Davenport Locomotive Works en Iowa y adquirida por PEMEX en los años 40. Trabajó incansablemente en la refinería de Azcapotzalco hasta la década de los 90. Su funcionamiento, que producía vapor a través de un generador eléctrico externo, le da su curioso nombre, pues no necesita fogón. Desde 2014, esta maravilla tecnológica es parte esencial del museo, atrayendo a visitantes curiosxs y apasionadxs por la ingeniería ferroviaria.

El Museo de los Ferrocarrileros no solo exhibe objetos históricos; también es un vibrante espacio cultural. Cada sábado, el cine club ofrece películas relacionadas con el mundo ferroviario, ideales para quienes disfrutan del séptimo arte y la historia. Además, el museo organiza presentaciones de libros, conciertos, talleres, obras de teatro, danza, y hasta espectáculos de títeres, asegurando que siempre haya algo emocionante por descubrir.

Para las y los interesados en aprender más, el museo cuenta con un Centro de Documentación en formación, que alberga libros, fotografías, planos, audios y documentos históricos relacionados con el ferrocarril y los movimientos obreros. Este espacio es un verdadero tesoro para investigadorxs, estudiantes o cualquier curiosx que desee adentrarse en los detalles de esta fascinante era.

El edificio del museo, con su hermosa bóveda de piedra y hierro construida con rieles ferroviarios, conserva su balaustrada de piedra y espacios originales como la sala de espera, la oficina del jefe de estación y hasta su casa habitación. Caminar por sus pasillos es transportarte a una época donde los trenes eran el corazón de las ciudades y la promesa de un México moderno. Además, el patio exterior del museo exhibe imponentes máquinas ferroviarias, que seguramente serán un deleite para lxs amantes de la fotografía y la historia industrial.

Ubicado al norte de la Ciudad de México, el Museo de los Ferrocarrileros se encuentra a solo unos de la Basílica de Guadalupe y La Villa (y del metro del mismo nombre) , lo que lo convierte en una excelente opción para complementar un paseo cultural por esta histórica zona.

Este museo no solo preserva la historia del ferrocarril en México, sino que también honra a los obreros que dedicaron su vida a mantenerlo en marcha. Aquí se recuerda a los héroes, las huelgas, los sacrificios y las victorias que definieron el carácter de una industria fundamental en la construcción del México moderno.

Así que, si buscas un lugar donde la historia cobre vida y el pasado te hable con el silbato de una locomotora, ¡no dudes en visitar el Museo de los Ferrocarrileros! Es un destino que promete aprendizaje, emoción y una experiencia inolvidable.

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Dirección:
 Alberto Herrera s/n, Aragón La Villa (Aragón), Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: Entrada Libre
Horario: Martes a domingo de 10:00 a 17:00 hrs.

Museo del Cuartel Zapatista, el cuartel donde se creó el Plan de Ayala en Milpa Alta

Si buscas adentrarte en la historia de la Revolución Mexicana, no necesitas viajar lejos. En San Pablo Oztotepec, Milpa Alta, se encuentra el Museo Comunitario Cuartel Zapatista, un lugar donde el pasado cobra vida en cada rincón. Este museo está ubicado en una casona que, en 1914, sirvió como cuartel temporal para Emiliano Zapata y su ejército durante su lucha por la justicia agraria.

La casona pertenecía a Hermenegildo Brígido Molina, un cacique local, y fue elegida por Zapata debido a su ubicación estratégica en lo alto de un monte. Desde aquí, era posible vigilar los movimientos enemigos en el valle, mientras se planificaban estrategias para tomar la capital y enfrentar al dictador Victoriano Huerta.

Fue en este mismo lugar donde el 19 de julio de 1914, Zapata ratificó el famoso Plan de Ayala, un documento que exigía la devolución de tierras a las y los campesinos. Hoy, el museo resguarda facsímiles de este documento histórico, junto con fotografías, cartas, armas, y objetos personales como las espuelas del caudillo del sur.

El museo cuenta con seis salas que relatan tanto la vida de los zapatistas como la cotidianidad de San Pablo Oztotepec en la época revolucionaria. Entre los objetos más destacados se encuentran:

  • Fotografías del archivo Casasola, incluyendo la icónica imagen de Zapata con Francisco Villa en Palacio Nacional.
  • Objetos personales de Zapata, como sus espuelas y documentos relacionados con la Revolución.
  • Artículos de uso cotidiano de los campesinos, como metates, temazcales y ollas de barro.
  • Una pequeña biblioteca con textos sobre la historia de México.

En el patio central, encontrarás un aljibe que se usaba para recolectar agua de lluvia y alimentar a los caballos, rodeado por un gran maguey que parece guardar secretos de la Revolución.

El Museo del Cuartel Zapatista no es solo un lugar para admirar objetos antiguos; es un espacio vivo donde la comunidad comparte sus conocimientos. Los y las habitantes locales, expertxs en la historia y tradiciones del pueblo, ofrecen visitas guiadas cargadas de anécdotas y leyendas.

Además, el museo ha sido un punto de encuentro para el zapatismo de ayer y de hoy. En 2001, recibió a la caravana del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), encabezada por el Subcomandante Marcos, quienes reafirmaron aquí su lucha por los derechos de las culturas indígenas.

El museo está abierto entre semana, pero debido a la falta de personal, es recomendable agendar una cita con anticipación. La entrada es gratuita, aunque se agradecen las aportaciones voluntarias para su mantenimiento.

No pierdas la oportunidad de visitar este rincón lleno de historia y cultura en la Ciudad de México. Además, muy cerca del museo, podrás explorar otras joyas como la Iglesia y Santuario del Señor de Chalma o descubrir los secretos del volcán Teutli, que alguna vez fue un refugio estratégico.

¡Anímate a conocer el legado de Emiliano Zapata y su lucha por la justicia social en el Museo del Cuartel Zapatista!

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Dirección:
 Hermenegildo Galeana Sur s/n, San Pablo Oztotepec, San Miguel, Milpa Alta, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: Cooperación Voluntaria
Horario: Lunes a viernes de 10:00 a 15:00 hrs.
Facebook: facebook.com/MuseoCuartelZapatistaOficial

Museo Soumaya Carso, un viaje por 30 siglos de arte en “Nuevo Polanco”

Si estás buscando un lugar donde el arte y la arquitectura se encuentren para dejarte sin aliento, ¡el Museo Soumaya Carso es tu destino! Este museo privado, que además es una institución sin fines de lucro, es uno de los íconos culturales de la Ciudad de México. Con dos impresionantes sedes en Plaza Carso y Plaza Loreto, y la encantadora Casa Museo Guillermo Tovar de Teresa en la colonia Roma, el Soumaya es un imperdible para los amantes del arte y la historia.

El Museo Soumaya Carso resguarda una colección de más de 66,000 obras que abarca 30 siglos de arte americano y europeo. Aquí puedes maravillarte con esculturas prehispánicas, obras maestras novohispanas y grandes nombres del arte moderno como Auguste Rodin, Salvador Dalí, Van Gogh, Monet y muchos más. ¿Sabías que el Soumaya tiene las únicas obras de Van Gogh que puedes encontrar en México? ¡Así es, una joya exclusiva!

La sede de Plaza Carso es todo un espectáculo arquitectónico. Diseñada por el arquitecto mexicano Fernando Romero, su estructura curva y cubierta con más de 16,000 hexágonos de aluminio te hará sentir como si entraras en un museo del futuro. Además, su rampa en espiral y su techo semitransparente permiten que disfrutes cada rincón con luz natural.

¿Qué encontrarás en cada nivel?

  • Vestíbulo: Aquí te recibe El Pensador de Rodin, el último mural de Diego Rivera (Río Juchitán) y otras piezas impactantes.
  • Primer nivel: Descubre tesoros de oro, plata, marfil y piedras preciosas.
  • Tercer nivel: Sumérgete en el arte europeo y novohispano con nombres como Tintoretto, Murillo y Villalpando.
  • Cuarto nivel: Déjate llevar por los paisajes del impresionismo y la vanguardia de artistas como Renoir, Monet y Miró.
  • Sexto nivel: Un homenaje a Rodin y sus discípulos, además de las surrealistas esculturas de Dalí.

¿Lo mejor? El acceso al museo es completamente gratuito y está abierto los 365 días del año. Aprovecha para visitar también el cercano Museo Jumex, el Acuario Inbursa y disfrutar de las tiendas en Plaza Carso.

El Museo Soumaya Carso no solo conserva arte, sino que lo comparte con el mundo, honrando la memoria de Soumaya Domit, esposa de Carlos Slim, el fundador. Su misión es promover la reflexión y el diálogo a través de sus exposiciones y actividades culturales.

Así que ya lo sabes, prepárate para un día lleno de inspiración y belleza en el Museo Soumaya Carso.

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Dirección:
 Cervantes Saavedra esquina Presa Falcón, Colonia Ampliación Granada (a un costado de Plaza Carso), Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: Entrada Libre
Horario: Lunes a domingo de 10:00 a 18:30 hrs.
Página Web: soumaya.com.mx
Instagram: instagram.com/elmuseosoumaya
Facebook: facebook.com/elmuseosoumaya
Twitter: x.com/ElMuseoSoumaya
TikTok: tiktok.com/@elmuseosoumaya
YouTube: youtube.com/channel/UC3z9vbkQNv2WmVD2pxsBFuA

Edificio del Senado, un ícono moderno en el corazón de la CDMX

En el cruce de dos de las avenidas más emblemáticas de la Ciudad de México, Paseo de la Reforma e Insurgentes Norte, se erige el majestuoso edificio del Senado de México, inaugurado en 2011. Este moderno inmueble no solo es un centro de decisiones políticas fundamentales, sino también un recordatorio del legado histórico y cultural que define a la ciudad.

¿Sabías que el lugar donde hoy se encuentra el Senado era anteriormente el Cine Roble? Este mítico espacio fue sede de las Muestras Internacionales de Cine, un evento inolvidable para las y los cinéfilos. Ahora, el Senado se alza como un emblema del diseño contemporáneo, rescatando en cierta forma la visión del arquitecto Mario Pani, quien soñó con una “ciudad del futuro” en esta zona. Como parte de esta transformación, el Monumento a Cuauhtémoc fue estratégicamente colocado frente al edificio, creando un diálogo visual entre el pasado y el presente.

Aunque el edificio actual es relativamente joven, la historia del Senado se remonta a 1825, cuando los senadores se reunieron por primera vez en el Antiguo Colegio Jesuita de San Pedro y San Pablo, hoy convertido en el Museo de las Constituciones. Después, la Cámara Alta pasó por la Capilla Real del Palacio Nacional y, por casi un siglo, ocupó la Antigua Casona de Xicontécatl, que aún puedes visitar para explorar su biblioteca y centro cultural.

El edificio del Senado no solo es importante por su función legislativa, sino también por su ubicación privilegiada. Situado en una de las intersecciones más transitadas de la ciudad, es un símbolo de la modernidad que coexiste con la rica historia de México. Además, conecta de manera casi simbólica con la Cámara de Diputados en el Palacio Legislativo de San Lázaro, trazando una línea que cruza el corazón de la CDMX.

Visitar el Edificio del Senado, aunque solo sea para admirar su imponente arquitectura, es una oportunidad para reflexionar sobre la evolución de la ciudad y los espacios donde se escriben las leyes que rigen el país. ¡Anímate a explorar esta esquina llena de historia y modernidad!

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Dirección:
 Av. P.º de la Reforma #135, Tabacalera, Ciudad de México, CDMX

Antigua Alhóndiga (Casa del Diezmo), un recorrido por la historia de La Merced

La Antigua Alhóndiga, o también conocida como la Casa del Diezmo, es un rincón lleno de historia en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, que ha presenciado siglos de transformación. Su origen remonta a 1573, cuando se creó el primer almacén de granos de la capital. Sin embargo, el edificio que vemos hoy comenzó a tomar forma en el siglo XVIII, específicamente en 1711, como lo indica la inscripción en su fachada.

Ubicada en la calle Alhóndiga, este inmueble desempeñó un papel crucial en la economía novohispana, ya que en él se almacenaban los diezmos (tributos) que los habitantes debían entregar a la Iglesia. Los granos y semillas destinados a la Catedral Metropolitana de México eran almacenados aquí, hasta que la función del edificio cambió con el paso de los años. Con la reducción de los diezmos, el lugar se transformó en una vecindad, y en 1857 pasó a manos del gobierno. Hoy en día, alberga oficinas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), además de ser sede de la Sección de Bioarqueología, que estudia los restos óseos encontrados en excavaciones de todo el país.

En sus alrededores, puedes pasear por el barrio de La Merced, que mantiene ese vibrante ambiente comercial de antaño, lleno de vendedores ambulantes y una energía única. El patio interior de la Alhóndiga, con sus columnas de estilo toscano, sigue intacto, invitándote a imaginar cómo era la vida hace siglos. Además, si eres curioso, podrás conocer la reconstrucción de un viejo puente que conecta el edificio con la Acequia Real, un canal que una vez facilitó el transporte de granos hacia la ciudad.

Hoy, la Antigua Alhóndiga no solo es un testigo del pasado colonial, sino también un centro de investigación que sigue desenterrando secretos del México antiguo. Entre los 1,600 esqueletos que se analizan en el edificio, se pueden encontrar historias que nos conectan con los pueblos que habitaron este territorio antes que nosotros, desde los tiempos prehispánicos hasta la época colonial y moderna. ¡Un lugar lleno de historia que te invita a explorar el pasado de México, sin dejar de ser un vibrante núcleo de actividad en pleno siglo XXI!

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Dirección:
 Alhóndiga #12, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX

Hacienda de San Nicolás Tolentino, un testigo de la historia de Iztapalapa

La Hacienda de San Nicolás Tolentino, ubicada en la zona sur de la Ciudad de México, es uno de esos lugares llenos de historia, pero que a veces pasa desapercibida entre las sombras del tiempo. A pesar de que hoy se confunda con un salón de eventos con el mismo nombre, la hacienda es mucho más que un espacio para celebraciones, pues alberga una rica historia que se remonta al siglo XVIII.

Originalmente conocida como “Hacienda de San Nicolás Buenavista”, fue fundada en 1580 por Pedro Ortiz de Valdivia, quien reclamó grandes extensiones de tierras que abarcaban desde el Cerro de la Estrella hasta lo que hoy conocemos como la colonia La Nopalera en Tláhuac. En 1705, la hacienda pasó a manos de los jesuitas, quienes la renombraron como “Hacienda de la Sagrada Compañía de Jesús“. Sin embargo, tras la expulsión de esta orden en 1767, recuperó su nombre original. Durante la época de la independencia, este lugar fue escenario de grandes momentos históricos, como el refugio de Vicente Guerrero, quien se escondió aquí de los realistas.

En el siglo XIX, la hacienda perdió parte de sus terrenos y, en 1908, Íñigo Noriega Lasso la adquirió y la renombró definitivamente como “Hacienda de San Nicolás Tolentino“. Fue después de la Revolución Mexicana cuando el gobierno expropió la propiedad y decidió construir sobre sus tierras el actual Panteón Civil de San Lorenzo Tezonco.

Hoy en día, las ruinas de la hacienda, especialmente su casco y su gran troje, pueden ser vistas dentro del panteón. Estos restos sirven como testigos de una época colonial llena de disputas, como los conflictos legales con los pueblos cercanos, como San Lorenzo Tezonco y Zapotitlán, que buscaban recuperar sus tierras. A pesar de su caída en el tiempo, la Hacienda de San Nicolás Tolentino sigue siendo un vestigio fascinante de la historia de Iztapalapa, cargado de secretos y anécdotas que, con un poco de imaginación, nos transportan a épocas pasadas llenas de historia y batallas.

Si algún día te encuentras cerca, no olvides pasar por este rincón histórico y observar desde fuera los restos que, aunque deteriorados, cuentan muchas historias de la vida cotidiana y los conflictos de antaño.

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Dirección:
 Av. Tlahuac S/N, Pueblo de San Lorenzo Tezonco, Ciudad de México, CDMX

Palacio de Lecumberri, un obscuro monumento a la Historia de México y su personajes

Ubicado al noreste de la Ciudad de México, el Palacio de Lecumberri es un lugar lleno de historia, misterio y contrastes. Conocido como el “Palacio Negro“, este edificio, que hoy alberga el Archivo General de la Nación, fue inaugurado en 1900 como una prisión, y su función carcelaria se extendió hasta 1976. En 1980, el gobierno decidió transformarlo en un centro de resguardo de los documentos históricos más importantes del país.

El Palacio de Lecumberri no solo es un ejemplo impresionante de arquitectura ecléctica, sino que también es un testigo de la historia social y política de México. Durante sus años de funcionamiento como penitenciaría, fue hogar de miles de prisioneros, entre los que se incluyen personajes de gran relevancia en la historia del país.

Entre los más conocidos, destaca José Agustín, un escritor mexicano que pasó por Lecumberri durante la persecución política que se desató en los años 60 y 70. También estuvo encarcelado en este lugar el famoso José Revueltas, escritor y activista político, quien se convirtió en un símbolo de la lucha por los derechos humanos en México. Pancho Villa, el legendario líder revolucionario, también pasó por Lecumberri, aunque en su caso, la historia de su encarcelamiento ha sido un tanto confusa, ya que fue transferido a otra prisión poco después de su ingreso.

Otros nombres que marcaron la historia de Lecumberri son el de David Alfaro Siqueiros, uno de los más grandes muralistas mexicanos, que fue encarcelado durante la persecución política de los años 30; Juan Gabriel, el icónico cantante mexicano, cuya estancia en el penal se debe a cuestiones relacionadas con su juventud; y Ramón Mercader, el hombre que asesinó a León Trotski, quien cumplió su condena en Lecumberri antes de ser liberado y deportado.

El Palacio de Lecumberri también fue escenario de eventos dramáticos, como la decena trágica de 1913, cuando Francisco I. Madero y José María Pino Suárez fueron asesinados en sus alrededores, marcando un episodio oscuro en la historia de México.

A lo largo de los años, las paredes de Lecumberri guardaron las historias de figuras como Heberto Castillo, Gilberto Guevara Niebla, y Luis González de Alba, quienes fueron parte del Movimiento Estudiantil de 1968. Todos ellos pasaron por las celdas de este lugar que, más que una prisión, se convirtió en un símbolo de resistencia, represión y cambio en la sociedad mexicana.

Aunque su historia como prisión tiene tintes oscuros, especialmente por las condiciones de sobrepoblación y las historias macabras que circularon, el edificio fue cerrado en 1977. A partir de 1982, pasó a ser la sede del Archivo General de la Nación (AGN), un importante repositorio de documentos históricos que cubren siglos de historia mexicana.

Hoy, al recorrer el Palacio de Lecumberri, no solo se pueden explorar los archivos históricos que resguarda, sino también la memoria de todos aquellos que, de una u otra manera, dejaron su huella en este emblemático edificio. A pesar de su oscuro pasado, el Palacio de Lecumberri es hoy un símbolo de transformación, tanto en el ámbito físico como en el cultural, y un lugar que invita a reflexionar sobre la historia reciente de México.

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Dirección:
 Eduardo Molina #113, Colonia Penitenciaria, Ciudad de México, CDMX