Archivos de la categoría Edificios

Descubre la historia detrás de algunos de los edificios más emblemáticos de la CDMX…

Puente Virreinal de Los Limosneros, un vestigio histórico perdido en Vallejo (San Simón Toláhuac y Peralvillo)

El Puente Virreinal de Los Limosneros, aunque hoy se encuentra como una pequeña ruina, sigue siendo un testimonio fascinante de la historia de la Ciudad de México. Ubicado en el límite entre los barrios de San Simón Tolnáhuac y Peralvillo, este puente de piedra fue una parte fundamental del Camino Real de Tierra Adentro, una de las rutas más importantes de la Nueva España.

Construido en 1692 durante el virreinato del Conde de Galve, el Puente Virreinal de Los Limosneros se dedicó a los mendicantes, quienes pedían limosna en su camino hacia la Ciudad de México. Este puente no solo marcaba la entrada a la ciudad, sino también una etapa crucial para quienes recorrían el antiguo Camino a Tenayuca, uno de los tramos del Camino Real de Tierra Adentro, reconocido por la UNESCO en 2010 como Patrimonio de la Humanidad. Esta antigua ruta se extendía desde la Ciudad de México hasta Santa Fe, Nuevo México, recorriendo un impresionante total de 2.560 kilómetros.

A lo largo de los siglos, el Puente Virreinal de Los Limosneros ha sido testigo de muchos cambios. Los dos muros que aún permanecen en pie fueron desplazados para dar paso a la moderna Calzada Vallejo, pero siguen siendo una evocación de su pasado. A pesar de que este puente ya no conecta como antes, su presencia nos recuerda el legado de aquellos tiempos virreinales, cuando la ciudad era un punto de encuentro entre el Viejo y el Nuevo Mundo.

Hoy en día, el Puente Virreinal de Los Limosneros es un rincón de interés en la zona de La Raza, al norte de Tlatelolco. Este vestigio del pasado sigue siendo una pequeña joya que invita a las y los curiosos a conocer más sobre la historia de la Ciudad de México y su evolución a lo largo de los siglos. Aunque la modernidad ha transformado el lugar, el puente sigue siendo un símbolo de la conexión entre épocas, culturas y personas que a lo largo de los siglos han transitado por esta tierra.

Así que la próxima vez que estés cerca de La Raza o Tlatelolco, no dudes en hacer una parada en el Puente Virreinal de Los Limosneros, un pequeño pero significativo recordatorio del México colonial, del Camino Real y de la historia que sigue viva en las calles de la Ciudad de México.

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Dirección:
 Calz. Vallejo #132, San Simón Tolnahuac, Ciudad de México, CDMX

Centro Médico Nacional La Raza, un ícono de la medicina, arte y arquitectura en la Ciudad de México

Ubicado al norte de la Ciudad de México, el Centro Médico Nacional La Raza es mucho más que un hospital. Inaugurado en 1954 y administrado por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), este complejo hospitalario es uno de los más importantes y especializados del país. Con una rica historia y un compromiso constante con la investigación y el bienestar de las y los mexicanos, La Raza es un referente en la medicina tanto nacional como internacional.

Desde su creación, La Raza ha estado a la vanguardia en diversos procedimientos médicos, muchos de los cuales son exclusivos de este hospital. Sus unidades altamente especializadas y sus hospitales completos atienden a miles de derechohabientes cada día, realizando desde tratamientos complejos hasta investigaciones pioneras. Siendo un centro de investigación, el hospital ha sido sede de grandes avances médicos en México y América Latina.

Una de las características que hace aún más especial al Centro Médico La Raza son sus murales excepcionales. El mural El pueblo en demanda de salud, de Diego Rivera, y Por una seguridad completa y al servicio de todos los mexicanos, de David Alfaro Siqueiros, adornan sus paredes y son un testimonio del compromiso con la salud y el bienestar del pueblo mexicano. Ambos murales, que fueron pintados entre 1952 y 1954, están ubicados en espacios diseñados específicamente para ellos por el arquitecto Enrique Yáñez, responsable de la construcción del centro.

A lo largo de los años, el Centro Médico Nacional La Raza ha sido un testigo clave de la historia de México. En sus instalaciones se realizaron importantes hitos médicos, como la primera valvuloplastía abierta en 1961 y el primer trasplante de corazón, riñón e hígado en 1989. Además, el hospital ha sido pionero en la medicina, al realizar la primera procuración multiorgánica en 1989 y la primera aplicación de antídoto antiáracnido polivalente en 2009.

Dentro del complejo, se encuentran varios hospitales especializados, como el Hospital de Obstetricia y Ginecología Número 3, inaugurado en 1963 para atender embarazos de alto riesgo, o el Hospital de Especialidades “Dr. Antonio Fraga Mouret”, donde se realizan procedimientos de alta complejidad, como la cirugía de tiroides y de cuello con abordaje endoscópico transoral, único en el IMSS. También se cuenta con un Banco de Tejidos Corneales, inaugurado en 2017, que es clave para procedimientos de trasplante de córnea.

Más allá de ser un centro de atención médica, el Centro Médico Nacional La Raza es un símbolo de la salud y la solidaridad en México. Con su misión de brindar atención médica de calidad a todxs, ha acompañado a generaciones de mexicanxs. Además, su influencia va más allá de sus paredes: la Virgen del IMSS (también conocida como Madonna IMSS), obra de Federico Cantú, se encuentra en todas las instalaciones del IMSS a nivel nacional, siendo un emblema de protección y esperanza.

Con su historia, sus innovaciones y su imponente presencia, el Centro Médico Nacional La Raza sigue siendo un faro de salud, investigación y compromiso social en la Ciudad de México. Sin duda, es un lugar donde la medicina y la humanidad se dan la mano para ofrecer un futuro más saludable a todos.

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Dirección:
 Paseo de las Jacarandas S/N, La Raza, Ciudad de México, CDMX

Antigua Casa de Moneda de Tlalpan, una historia entre monedas y arcos en el Centro de Tlalpan

En mero Centro Histórico de Tlalpan, un edificio del siglo XVII guarda siglos de historia en sus elegantes arcos y muros. Se trata de la Antigua Casa de Moneda, un espacio que ha visto pasar desde monarcas hasta revolucionarios, y que hoy continúa siendo testigo del paso del tiempo como sede de la Escuela Secundaria No. 29.

Construida hacia finales del siglo XVII, esta edificación comenzó como un hospicio misionero, pasando luego a ser conocida como la Casa de la Cadena cuando se convirtió en residencia privada. Tras la Independencia de México, su historia dio un giro cuando fue adquirida por el Estado y se transformó en la Casa de Moneda Estatal en 1828.

Aunque su tiempo como casa de moneda fue breve (solo operó hasta 1830), dejó su huella en la historia al dar nombre a la calle Moneda, donde se encuentra. Algunas de las monedas acuñadas en este lugar todavía se exhiben en el Museo Numismático Nacional, como un recordatorio de su legado económico.

El edificio no solo resguarda historias de monedas, sino también de conflictos y personajes emblemáticos. Durante la invasión estadounidense, las tropas ocuparon el lugar, al igual que lo hicieron las fuerzas juaristas en las Guerras de Reforma y las tropas zapatistas durante los primeros años de la Revolución Mexicana. Incluso se dice que la emperatriz Carlota pasó aquí algunas noches en su camino hacia Cuernavaca.

A partir de 1957, el edificio asumió una nueva identidad como la Escuela Secundaria No. 29, acogiendo a generaciones de estudiantes que dan vida al inmueble. Sin embargo, sus arcos invertidos y su ubicación estratégica en la esquina de Moneda y Benito Juárez siguen recordando a los transeúntes su rica historia.

Hoy, la Antigua Casa de Moneda presta su imponente presencia al encanto de Tlalpan. Aunque sus puertas no están abiertas al público, no deja de ser un punto de referencia para quienes pasean por este barrio lleno de historia. Así que la próxima vez que visites Tlalpan, no olvides pasar por la calle Moneda y admirar este lugar que ha sido testigo de los capítulos más apasionantes de México.

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Dirección:
 Calle Moneda #13, Tlalpan Centro, Ciudad de México, CDMX

Casa del Sol, hogar de Miguel Ángel de Quevedo “el Apóstol del Árbol” en Coyoacán

En el pintoresco barrio de Coyoacán, entre calles empedradas y árboles centenarios, se encuentra la Casa del Sol, un lugar envuelto en historia y naturaleza. Aunque actualmente es una residencia privada y no está abierta al público, esta casa tiene mucho que contar sobre su ilustre residente: Miguel Ángel de Quevedo, conocido como el “Apóstol del Árbol” por su incansable labor en favor de la conservación forestal en México.

La Casa del Sol, ubicada en el número 402 de la calle Francisco Sosa, formaba parte del antiguo rancho Panzacola, regado por el río Magdalena. Fue construida por los señores Aguilar y Quevedo, y sirvió como un oasis de descanso para Miguel Ángel de Quevedo, quien dedicó su vida a proteger los bosques de México. Además, de 1909 a 1959, esta casa albergó la Sociedad Forestal Mexicana, un bastión en la lucha por la preservación ambiental.

Un detalle curioso de esta casa es la placa colocada en honor a Venustiano Carranza, el presidente que redactó en este lugar parte del proyecto de la Constitución de 1917. La placa, instalada por la Sociedad Forestal Mexicana, también rinde homenaje al apoyo que Carranza brindó a los proyectos forestales de Quevedo, entre ellos los famosos Viveros de Coyoacán, ubicados a pocos metros de la casa.

Nacido en Guadalajara en 1862, Miguel Ángel de Quevedo tuvo una vida marcada por su amor a la naturaleza. Tras quedar huérfano a temprana edad, se trasladó a Francia, donde desarrolló su fascinación por los bosques mientras exploraba los Pirineos. Más tarde, estudió ingeniería civil y regresó a México, donde comenzó a trabajar en proyectos relacionados con el drenaje del Valle de México y la energía hidráulica.

Fue en ese contexto que descubrió el impacto devastador de la deforestación, lo que lo llevó a fundar la Sociedad Forestal Mexicana y a convertir su rancho en un Arboretum, plantando miles de árboles. Su incansable labor culminó con la creación del Parque Nacional Viveros de Coyoacán, un pulmón verde que sigue siendo un símbolo de su visión ambientalista.

Aunque no es accesible al público, la Casa del Sol sigue siendo un lugar de interés histórico y cultural. Su conexión con figuras como Miguel Ángel de Quevedo y Venustiano Carranza, además de su importancia en la conservación ambiental, la convierten en un punto clave del patrimonio de Coyoacán.

Así que, la próxima vez que pasees por Francisco Sosa, no olvides detenerte frente a esta casa histórica. Es un recordatorio de cómo la pasión por la naturaleza puede dejar raíces profundas en la historia de un país.

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Dirección:
 Francisco Sosa #412, Colonia Santa Catarina, Coyoacán, Ciudad de México, CDMX

Casa de la Marquesa de Uluapa, historia, azulejos y misterioso en el Centro Histórico

En pleno Centro Histórico de la Ciudad de México, sobre la calle 5 de febrero, se encuentra una joya arquitectónica que no pasa desapercibida: la Casa de la Marquesa de Uluapa. Aunque su nombre podría llevarnos a imaginar a una marquesa viviendo entre sus muros, la realidad es que esta elegante residencia nunca perteneció a ninguna marquesa. ¡Pero no por eso su historia es menos fascinante!

El origen del nombre tiene más que ver con el linaje que con la propiedad. El título de marqués de Uluapa fue otorgado en 1710 a Diego Estrada y Galindo, un hombre bien conectado y descendiente de conquistadores. Su hija, María Luisa, heredó el título, pero ninguno de ellos habitó esta casa. La confusión quedó, pero la gente empezó a llamar a esta casa Casa de la Marquesa de Uluapa, probablemente por la cercanía con la verdadera Casa de los Marqueses de Uluapa.

Construida entre 1762 y 1766 por el alférez Nicolás Cobián y Valdés, la casa que vemos hoy es un ejemplo perfecto de la arquitectura virreinal. Su fachada de dos niveles con entrepiso llama la atención por su elegancia y detalles únicos: esculturas de plantas, conchas de moluscos, cadenas, máscaras grotescas y gárgolas decoran su entrada principal.

El entrepiso, típico del siglo XVIII, servía como una oficina privada con entrada independiente. Aunque el exterior es impresionante, la verdadera magia está dentro.

En el segundo piso, se encuentra el tesoro más valioso de esta residencia: seis murales de azulejos hechos en la Ciudad de México. Estos murales no representan escenas religiosas, como era común en su época, sino a sirvientes de la casa en tamaño natural, incluyendo mayordomos, lavanderas y apateros.

Uno de los murales más destacados muestra a una mujer, quien, según se cree, era la esposa del alférez Nicolás Cobián y Valdés. Estos azulejos únicos convierten la Casa de la Marquesa de Uluapa en una verdadera joya cultural.

¿Sabías que…?

  • La casa fue construida sobre un terreno que había sido parte de un mayorazgo del siglo XVI.
  • Antes de su actual construcción, una casa anterior en este lugar perteneció a Hernando de Ávila, un conquistador español.
  • Aunque no está abierta al público, la casa sigue siendo un punto de interés para los y las amantes de la historia y la arquitectura.

La Casa de la Marquesa de Uluapa, ubicada en el número 18 de la calle 5 de febrero, es un rincón lleno de historia, arte y curiosidades que merece ser conocido. ¡Una parada imperdible para quienes desean explorar el pasado de la Ciudad de México!

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Dirección:
 5 de Febrero #18, Centro Histórico , Ciudad de México, CDMX

Casa de los Marqueses de Uluapa, historia, encanto y buen sabor en el Centro Histórico

En pleno Centro Histórico de la Ciudad de México, un edificio del siglo XVIII guarda secretos y curiosidades que han marcado la historia de nuestra ciudad. Se trata de la Casa de los Marqueses de Uluapa, un lugar que combina arquitectura, historia y, en la actualidad, buena comida.

Aunque esta es la auténtica Casa de los Marqueses de Uluapa, a unas cuadras de distancia encontrarás otro edificio conocido como la Casa de la Marquesa de Uluapa, que nunca perteneció a una marquesa. Así que, si alguna vez te confundes, ahora ya sabes quién es quién en esta historia.

Una de las joyas de esta casa son sus ventanas ovaladas de cinco bordes de piedra, únicas en su tipo y verdaderas protagonistas de su fachada. Basta con caminar por la calle para notar que este lugar tiene algo especial.

Esta casa no solo llama la atención por su arquitectura, sino también por su historia. En 1799, el Libertador Simón Bolívar se hospedó aquí, un evento tan significativo que la calle donde se ubica lleva su nombre. Para conmemorar este hecho, en 2008, los gobiernos de Venezuela y la Ciudad de México colocaron una placa en su honor.

La Casa de los Marqueses de Uluapa fue construida a finales del siglo XVIII y ha pasado por diversas manos. Entre sus propietarios destacan Alejandro Acevedo y Cosío, marqués de Uluapa, quien en 1836 cedió la propiedad a su madre, y nada menos que el General Porfirio Díaz, quien la adquirió en 1881 mientras era presidente.

El título de marqués de Uluapa tiene raíces en Michoacán, donde Diego Estrada y Galindo, descendiente de un conquistador español, recibió el nombramiento de vizconde y marqués en 1710. Aunque la familia mantuvo la casa durante varias generaciones, finalmente fue vendida en la década de 1840.

Hoy, este histórico inmueble alberga La Esquina del Píbe, un restaurante que combina comida con un ambiente relajado y amigable. El nombre del lugar, que significa “amigo” o “hermano” en el español argentino, refleja su vibra acogedora, ideal para disfrutar un almuerzo o una cena con historia.

La Casa de los Marqueses de Uluapa es un testimonio vivo de la riqueza cultural de la Ciudad de México. No pierdas la oportunidad de visitarla, admirar su arquitectura y disfrutar de su atmósfera única. ¡Te espera con las puertas abiertas y un plato de comida en la mesa!

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Dirección:
 Simón Bolívar #51, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX

Casa de Hernán Cortés, de Axayácatl a tesoro colonial en el Centro Histórico

Si alguna vez paseas por el Centro Histórico de la Ciudad de México y alguien te señala una fachada diciendo: “Ahí vivió Hernán Cortés”, respóndele con un intrigante “¿Seguro?”. Porque, aunque el lugar se conozca como la Casa de Hernán Cortés, el infame conquistador nunca habitó lo que hoy vemos. Pero no te preocupes, la historia detrás de este sitio es mucho más fascinante que un simple hogar.

Vamos por partes. Este terreno era originalmente el Palacio de Axayácatl, conocido como las Casas Viejas de Moctezuma. Aquí mismo, el emperador mexica hospedó a los recién llegados españoles en 1519, y también fue testigo de los últimos días de Moctezuma. Tras la caída de Tenochtitlan, Cortés tomó el palacio, lo demolió y construyó una enorme Ciudad dentro de la Ciudad.

El complejo abarcaba cuatro manzanas: de la actual calle de Madero hasta Tacuba, y de Monte de Piedad hasta Isabel la Católica. ¡Imagínate eso! Era como tener un centro comercial del siglo XVI, con oficinas, viviendas y hasta la sede del Marquesado del Valle de Oaxaca. Pero los herederos de Cortés no pudieron conservar el lugar por mucho tiempo. Entre fraccionamientos, ventas y rentas, el espacio terminó dividido en calles y propiedades que hoy forman el corazón del Centro Histórico.

Para el siglo XVII, sobre este terreno se levantó un nuevo complejo bajo la dirección de Sebastián Zamorano. ¿Y luego? Pues el paso del tiempo y los rediseños dejaron huella. El Monte de Piedad, por ejemplo, se instaló en una de las esquinas a mediados del siglo XVIII, y la apertura de la Avenida 5 de Mayo en el siglo XIX dio forma al trazado que conocemos actualmente.

Aunque ya no podemos ver las casas originales, caminar por estas calles es como hojear un libro de historia. Entre Madero, 5 de Mayo, Tacuba e Isabel la Católica, puedes imaginar la grandeza de este lugar que, aunque no conserva sus cimientos originales, sigue contando historias de conquista, comercio y cultura.

Así que, la próxima vez que pases por ahí, respira profundo, imagina las voces del pasado y déjate envolver por la magia de una historia que combina glorias mexicas, conquistas españolas y la evolución de una ciudad que nunca deja de sorprendernos.

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Dirección:
 Esquina de Tacuba e Isabel La Católica, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX

Centro SCOP, un legado monumental de arte, historia y resiliencia en la Narvarte

En la colonia Narvarte de la Ciudad de México, una joya modernista descansa como un testigo silencioso del esplendor arquitectónico del siglo XX: el Centro SCOP. Este icónico complejo, que alguna vez albergó a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, tiene una historia que mezcla ambición, arte y resiliencia frente a la naturaleza.

Inaugurado en 1954, el Centro SCOP nació de la visión del arquitecto Carlos Lazo Barreiro, quien soñó con un espacio que uniera funcionalidad y belleza. Con el respaldo de grandes talentos como Juan O’Gorman, José Chávez Morado y Francisco Zúñiga, el complejo se cubrió de murales espectaculares y esculturas imponentes, logrando una integración plástica que todavía conmueve a quienes lo visitan.

Más de 6,000 metros cuadrados de murales policromos adornaron los edificios del SCOP, representando la historia de las comunicaciones en México y celebrando nuestras raíces indígenas. Cada rincón del lugar exudaba creatividad, gracias al trabajo de artistas que capturaron la esencia de la identidad mexicana en piedra y color.

La historia del Centro SCOP también está marcada por tragedias. Los sismos de 1985 y 2017 dejaron cicatrices profundas en el complejo, derribando estructuras y dañando algunas de sus obras de arte más preciadas. Sin embargo, su legado sigue vivo gracias a los esfuerzos de conservación liderados por autoridades, artistas y colectivos ciudadanos.

Aunque hoy el Centro SCOP se encuentra casi en ruinas y vallado, no ha perdido su magia. Muchos de sus murales han sido desmontados y resguardados, y los planes de restauración siguen en marcha. Colectivos como “En defensa de los murales del Centro SCOP” trabajan incansablemente para preservar este patrimonio, con la esperanza de convertirlo en un espacio cultural que celebre su historia y su arte.

El Centro SCOP no es solo un edificio; es un símbolo del esfuerzo por integrar las comunicaciones, la cultura y el arte en un solo lugar. Es un homenaje a una visión del futuro que sigue inspirando, incluso en su estado actual. Si alguna vez pasas por la colonia Narvarte, detente un momento frente a este gigante dormido. Aunque herido, su espíritu sigue siendo un reflejo del México que siempre busca levantarse.

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Dirección:
 Eje Central/U Hab IMSS Narvarte, Col. Narvarte Oriente, Ciudad de México, CDMX

Torre Pemex, un gigante invencible en el horizonte de la CDMX

¿Sabías que la Torre Ejecutiva Pemex es mucho más que un simple rascacielos? Este coloso de 211 metros de altura, ubicado en la colonia Verónica Anzures de la Ciudad de México, no solo forma parte del paisaje urbano, sino que también cuenta historias de resistencia, tecnología y orgullo nacional.

Construida entre 1979 y 1984 bajo la dirección del ingeniero Roberto Ramírez Guevara y el arquitecto Pedro Moctezuma Díaz Infante, esta torre fue el edificio más alto del país durante 19 años, hasta que la Torre Mayor tomó el trono en 2003. Pero no te confundas: lo que le falta en altura, ¡lo compensa con fortaleza!

La Torre Pemex está preparada para resistir sismos de hasta 8.5 grados en la escala de Richter, gracias a sus 164 pilotes de acero y concreto que se hunden 32 metros en el suelo, pasando por el antiguo lecho lacustre de la ciudad hasta llegar a un terreno firme. Además, sus 90 amortiguadores sísmicos son un escudo frente a los movimientos telúricos. Sí, ha sobrevivido a más de diez terremotos, incluido los devastadores del 19 de septiembre de 1985 y 2017.

Este edificio no solo es fuerte, también es un ejemplo de tecnología avanzada. Sus sistemas inteligentes controlan la iluminación, el aire acondicionado y hasta los elevadores, que se detienen automáticamente en caso de sismo. Además, sus cristales reflejantes “inteligentes” regulan el calor y la luz solar.

Con sus 27 ascensores de alta velocidad, el edificio aloja a unas 7,000 personas diariamente. Y aunque su helipuerto es poco usado (culpa del viento), este rascacielos es un modelo de eficiencia y diseño moderno.

Aunque no está abierta al público, la Torre Pemex sigue siendo un punto de referencia para locales y visitantes. Desde casi cualquier ángulo de la ciudad, es posible admirar su imponente figura. Este gigante no solo representa a una de las empresas más grandes de Latinoamérica, sino que también es un símbolo del ingenio y la resiliencia de las y los mexicanos.

Así que, la próxima vez que pases por Marina Nacional, no olvides mirar hacia arriba y saludar a este guardián eterno del horizonte chilango. ¡La Torre Pemex siempre está ahí, firme y lista para lo que venga!

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Dirección:
 Av. Marina Nacional #263, Colonia Veronica Anzures, Ciudad de México, CDMX

Palacio de Cobián, un rincón histórico en Bucareli que pocxs conocen en la Juárez

Si pasas por la Avenida Bucareli, lo más probable es que lo reconozcas como “Gobernación“. Pero, ¿sabías que este edificio tiene una historia fascinante que se remonta a principios del siglo XX? Sí, estamos hablando del Palacio de Cobián, una joya arquitectónica que esconde más de lo que imaginas.

Antes de sumergirnos en el palacio, hablemos un poco de su vecindario. La Avenida Bucareli, inaugurada en 1775 como el “Paseo Nuevo“, era el lugar para pasear en la Ciudad de México. Con sus carriles para coches, caballos y caminantes, más de dos mil fresnos y glorietas con fuentes impresionantes, era el destino ideal para sentir los latidos de la ciudad. Aunque hoy se ha transformado, sigue siendo testigo de importantes momentos históricos.

En 1902, Feliciano Cobián, un próspero comerciante español, decidió comprar un lote en esta icónica avenida para construir su hogar. Encargó el diseño al arquitecto Emilio Dondé, quien no solo cumplió con la tarea, sino que reutilizó los cimientos de un antiguo cobertizo de tranvías. ¿El resultado? Un espectacular edificio de estilo neoclásico que, en solo ocho meses, ya estaba listo para recibir a la familia Cobián en 1903.

La historia del Palacio de Cobián dio un giro en 1909, cuando el Gobierno Federal lo adquirió. Durante el Centenario de la Independencia de México, el edificio incluso albergó temporalmente a la Embajada de los Estados Unidos. Aunque los eventos de la Revolución Mexicana lo dejaron algo maltrecho, el palacio se consolidó como sede de la Secretaría de Gobernación, ganando su apodo actual: “Gobernación“.

Hoy, el Palacio de Cobián es una fortaleza resguardada, pero aún se puede apreciar su imponente fachada que mezcla historia, arquitectura y el dinamismo de una ciudad que nunca se detiene. Aunque su pasado glamuroso como residencia se ha transformado, su legado sigue vivo en cada piedra y detalle.

Así que la próxima vez que pases por Bucareli, imagínate esta avenida con carruajes y fresnos, y visualiza al Palacio de Cobián como un testigo de los cambios de México. Porque, más allá de ser un lugar de oficinas gubernamentales, es un fragmento del alma histórica de la Ciudad de México.

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Dirección:
 Abraham González #48, Colonia Juárez, Ciudad de México, CDMX