Archivos de la categoría Monumentos

Descubre la historia y simbolismos detrás de algunos de los monumentos más emblemáticos y menos conocidos de la CDMX.

Fuente de Petróleos Mexicanos, un homenaje a la expropiación petrolera en Periférico

La Fuente de Petróleos Mexicanos, también conocida como el Monumento a la Industria Petrolera de México, es un icónico monumento que muchas veces pasa desapercibido para los y las turistas y hasta para lxs mismxs capitalinos. Esta obra, aunque difícil de entender a simple vista, se encuentra en uno de los puntos más transitados de la ciudad, en el Paseo de la Reforma, junto con la Glorieta de Insurgentes. Sin embargo, su visibilidad se limita a unos pocos momentos, lo que hace que quienes pasan rápidamente por esa zona no logren captar toda la historia y simbología que encierra.

El monumento fue diseñado por el arquitecto Vicente Mendiola Quezada y el escultor Juan Fernando Olaguíbel Rosenzweig, quienes lo construyeron como un homenaje a la Expropiación Petrolera de 1938, un evento crucial en la historia de México que marcó la nacionalización de la industria petrolera del país. La obra fue inaugurada en 1952, durante el sexenio del presidente Miguel Alemán Valdés, en un contexto político y social marcado por la consolidación del poder del Estado post-revolucionario y la industrialización del país.

El Monumento a la Industria Petrolera destaca no solo por su tamaño, sino también por su diseño monumental. Con un diámetro de 55 metros y una altura de 18 metros, la fuente está conformada por una serie de fuentes superpuestas y un pilar central que sostiene un grupo escultórico que rinde homenaje a los obreros y al proceso de nacionalización del petróleo en México. El pilar, de cantera, se alza con un gran simbolismo: en sus caras se representan figuras alegóricas que hacen referencia al progreso económico de México tras la expropiación petrolera.

El conjunto escultórico está compuesto por varias figuras que narran una historia visual. En el centro, se encuentran torres petroleras y un ferrocarril, simbolizando la conexión entre la industria y la infraestructura del país. A su alrededor, en el norte, aparecen tres obreros perforando un pozo, mientras que un obrero de postura altiva representa la fuerza trabajadora mexicana. En el sur, se encuentra una figura de un indígena arrodillado, un símbolo de la dependencia económica previa a la nacionalización, mientras que un obrero que sostiene la ley de expropiación lo redime. A un costado de esta figura, se alza la Victoria, una figura desnuda que simboliza la liberación económica que trajo la nacionalización del petróleo. En lo alto, el agua que fluye desde la victoria representa el petróleo derramado, completando el ciclo de progreso.

Lo interesante de este monumento no solo radica en sus elementos escultóricos, sino también en su diseño arquitectónico. La fuente se ubicaba originalmente en una rotonda de tráfico, justo donde antes se encontraba una estación de gasolina. Debido a la topografía del terreno, el arquitecto Mendiola ideó una plataforma elevada para salvar el desnivel, lo que permitió que el monumento no solo tuviera una presencia impactante, sino que también no interfiriera con el paisaje del Bosque de Chapultepec, muy cercano a la zona. En 2012, la fuente fue rodeada por jardines y conjuntos florales que le dan un aire más moderno y accesible, haciendo que su simbología se complemente con el entorno urbano.

Una característica única de la Fuente de Petróleos es que Mendiola y Olaguíbel se representan a sí mismos en las figuras escultóricas. El arquitecto Mendiola aparece como el trabajador intelectual en el monumento, mientras que Olaguíbel, el escultor, toma el rol del obrero manual. Esta inclusión personal les da un toque especial a la obra, transformando lo que podría haber sido un homenaje general a la industria en una reflexión sobre el papel de los artistas y arquitectos en la creación de monumentos que marcan la historia de un país.

La Fuente de Petróleos no es solo un símbolo de la industria, sino también una manifestación de la ideología del México post-revolucionario. En su contexto histórico, este monumento se inscribe dentro de una tradición de grandes esculturas que fueron levantadas durante las primeras décadas del siglo XX para conmemorar diversos logros de la Revolución Mexicana y la consolidación de la independencia económica y cultural del país. Junto a otras obras como la Diana Cazadora o el Monumento a los Niños Héroes, la Fuente de Petróleos se erige como un símbolo de la apoteosis de la Revolución Mexicana, y de la industrialización que transformó al país en esa época.

Aunque su complejidad pueda resultar confusa para quienes lo observan por primera vez, la Fuente de Petróleos se convierte en una ventana a la historia del México de mediados del siglo XX, un país que comenzaba a tomar sus primeros pasos hacia la modernidad y a consolidarse como una potencia económica regional.

Hoy en día, la Fuente de Petróleos no es uno de los monumentos más visitados de la ciudad, y probablemente tampoco lo sea en el futuro. Sin embargo, su historia y su simbolismo nos ofrecen una visión única sobre los procesos históricos, sociales y políticos que definieron a México en la mitad del siglo XX. Si tienes la oportunidad de detenerte y examinar con detalle este monumento, descubrirás no solo una fuente de agua, sino una profunda reflexión sobre la nacionalización del petróleo, la industria mexicana y la manera en que el Estado mexicano utilizó el arte monumental para glorificar su historia y sus logros.

Así, la Fuente de Petróleos sigue siendo un recordatorio de cómo la escultura monumental se convierte en un instrumento de poder y expresión ideológica, con un legado que perdura en el paisaje urbano de la Ciudad de México. ¡Una joya del arte y la historia que, aunque no tan visible, sigue teniendo mucho que contar!

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Anillo Perif. S/N, esquina Reforma, Polanco, Bosque de Chapultepec II Secc, Ciudad de México, CDMX

Glorieta de la Palma, un testigo silencioso de 160 años de transformación en la CDMX

La Glorieta de la Palma, una de las rotondas más conocidas de Paseo de la Reforma, es un lugar que, aunque muchas veces pasa desapercibido para lxs turistas, tiene una historia única y un lugar muy especial en el corazón de las y los habitantes de la Ciudad de México. Ubicada en la alcaldía Cuauhtémoc, conecta el Paseo de la Reforma con las calles Río Rhin y Niza. A lo largo de los años, esta glorieta ha sido testigo de una transformación sutil, pero significativa, y ha dejado una huella perdurable en la memoria colectiva de la ciudad.

La Glorieta de la Palma fue diseñada como parte del plan original del Paseo de la Reforma, elaborado por el arquitecto Louis Bolland en 1864. Esta rotonda fue inaugurada en 1865, siendo la cuarta de las famosas glorietas que adornan la avenida más emblemática de la ciudad. Aunque en sus primeras etapas se pensó en un monumento en honor a Miguel Hidalgo, la glorieta nunca llegó a albergar uno, lo que la convirtió en una de las pocas sin una escultura central. De hecho, muchxs habitantes de la ciudad la prefieren precisamente por su simplicidad.

Durante casi 100 años, la Glorieta de la Palma estuvo dominada por una imponente palmera, una Roystonea regia, conocida también como la palma real cubana. Aunque esta especie no es originaria del Valle de México, la palmera se adaptó muy bien al lugar. Con sus impresionantes 20 metros de altura, la palma se convirtió en un símbolo de la glorieta. Sin embargo, como todo en la vida, la palma llegó a su fin en 2022 debido a patógenos que afectaron su salud. En su lugar, la ciudad decidió plantar un ahuehuete (Taxodium mucronatum), un árbol nativo del Valle de México, conocido por su longevidad, pues algunos ejemplares pueden vivir más de 500 años.

El reemplazo de la palma por el ahuehuete generó una respuesta inesperada. Mientras que algunxs vieron en este cambio una forma de preservar el simbolismo de la glorieta, otrxs decidieron darle un giro más profundo al espacio. Grupos activistas, preocupados por el elevado número de personas desaparecidas en el país, instalaron un antimonumento, llenando la glorieta de fotografías de las personas desaparecidas. Esta intervención simbólica fue acompañada por un cambio de nombre, renombrando la glorieta como la “Glorieta de las y los Desaparecidos”, en un esfuerzo por visibilizar esta grave problemática social.

Hoy en día, la Glorieta de la Palma, o Glorieta del Ahuehuete, se mantiene como un lugar de tránsito cotidiano, pero con una carga simbólica más fuerte que nunca. El ahuehuete no solo representa un símbolo de la resistencia de la naturaleza, sino que también se ha convertido en un lugar de memoria. Lxs activistas continúan utilizando el espacio para rendir homenaje a las y los desaparecidos y seguir luchando por la justicia en México.

Este cambio de nombre y su conexión con los movimientos de derechos humanos, junto con la presencia del árbol de ahuehuete, que da un nuevo aire al lugar, nos invita a reflexionar sobre los cambios que pueden ocurrir en los espacios públicos y cómo estos se cargan de significado a medida que pasan los años.

Así, la Glorieta de la Palma se mantiene como una de las rotondas más queridas por lxs capitalinxs, un símbolo de la historia de la ciudad que, a pesar de los cambios y las transformaciones, sigue siendo un punto de referencia fundamental en el Paseo de la Reforma.

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Paseo de la Reforma esquina Rio Rhin #18, Colonia Cuauhtémoc, Ciudad de México, CDMX

Monumento a Cuauhtémoc, un paseo por la historia de México y la CDMX en Reforma

Si paseas por el majestuoso Paseo de la Reforma, seguramente te encontrarás con el imponente Monumento a Cuauhtémoc, un tributo a la valentía y resistencia del último tlatoani mexica. Este monumento no solo destaca por su arte y simbolismo, sino también por su fascinante historia de mudanzas y transformaciones.

Inaugurado en 1887, este monumento es una obra maestra de la época porfiriana. La estatua de bronce, creada por el talentoso escultor Miguel Noreña, representa a Cuauhtémoc con una actitud firme y desafiante. A sus pies, los nombres de sus aliados más leales, como Cuitláhuac, Cacama, Tetlepanquetzal y Coanacoch, adornan la base, recordándonos a quienes se unieron en la lucha contra los invasores españoles.

Por cierto, Cuitláhuac tiene un lugar especial aquí, ya que lideró una de las victorias más importantes contra los conquistadores. Si te detienes a leer los nombres, estarás frente a una lección de historia envuelta en arte.

El monumento no ha sido un espectador estático de la ciudad; ¡ha tenido una vida muy movida! Construido originalmente en 1877, su primera gran mudanza ocurrió en 1949 para dar paso a los proyectos urbanísticos de Mario Pani, como el famoso Hotel Plaza y el Hotel Reforma. Pero eso no fue todo: en 2004, el monumento fue trasladado nuevamente, regresando casi a su ubicación original después de una restauración en el Jardín Luis Pasteur.

Hoy en día, técnicamente ya no es una glorieta, pero sigue siendo uno de los puntos más emblemáticos del Paseo de la Reforma.

Además de su relevancia histórica, este lugar tiene un aire especial. Aunque ya no conserva los bancos y linternas originales que lo rodeaban, el Monumento a Cuauhtémoc sigue siendo un sitio de respeto y admiración, donde el pasado mexica y el arte porfiriano convergen en perfecta armonía.

Así que, la próxima vez que camines por Reforma, tómate un momento para visitar este histórico rincón. Quién sabe, quizá también encuentres inspiración en la firmeza y valentía que Cuauhtémoc representa.

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Av. Paseo de la Reforma S/N, Colonia Juárez, Ciudad de México, CDMX

Tribuna Monumental, un rincón homenaje al Escuadrón 201 en Chapultepec

¿Alguna vez te has topado con un lugar en el Bosque de Chapultepec que parece salido de la Antigua Roma? Si no, es hora de que conozcas la Tribuna Monumental, también conocida como el Monumento a las Águilas Caídas. Este impresionante espacio, al estilo de un anfiteatro romano, está ubicado en la Primera Sección de Chapultepec y guarda un homenaje muy especial: es un tributo a los héroes del Escuadrón 201, los valientes pilotos mexicanos que combatieron en el teatro del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial.

El monumento, diseñado originalmente en 1905 por el arquitecto Nicolás Mariscal, tenía otro propósito: recordar las batallas de 1847 en Molino del Rey y Chapultepec. Pero en 1990, la Tribuna fue rededicada para honrar a los caídos del Escuadrón 201.

¿Sabías que este escuadrón fue el único contingente militar mexicano en servicio activo durante la Segunda Guerra Mundial? Sus logros en combate son impresionantes: realizaron 96 misiones y volaron más de 1,900 horas en operaciones de combate con sus aviones Republic P-47D Thunderbolt. Aunque cinco de sus integrantes perdieron la vida, su legado sigue vivo en este monumento.

El hemiciclo está adornado con placas de bronce que llevan los nombres de los más de 200 miembros del Escuadrón 201. Además, está ubicado detrás de El Sargento, un legendario ahuehuete que, según cuenta la historia, fue plantado por el mismísimo Nezahualcóyotl en 1460. Aunque el árbol murió en 1969, sigue siendo un punto de referencia importante en la Calzada del Rey Nezahualcóyotl.

Lo mágico de la Tribuna Monumental es su tranquilidad. Aunque su historia está llena de valentía y sacrificio, el lugar es perfecto para desconectarte del bullicio citadino y reflexionar. Si tienes suerte, quizá incluso te encuentres con una obra de teatro al aire libre, pues la plaza ha servido como escenario en el pasado.

Así que ya lo sabes, la próxima vez que estés explorando el Bosque de Chapultepec, date una vuelta por la Tribuna Monumental. No sólo disfrutarás de un rincón lleno de historia, sino que también rendirás homenaje a aquellos que dieron su vida por un ideal de libertad.

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Calz. del Rey, Bosque de Chapultepec I Secc, Ciudad de México, CDMX

Glorieta de las Mujeres que Luchan, símbolo vivo del movimiento feminista en la CDMX

En pleno Paseo de la Reforma, la Glorieta de las Mujeres que Luchan se ha convertido en un espacio cargado de historia, lucha y esperanza. Este emblemático sitio no solo marca un punto en el mapa, sino también en la memoria colectiva de quienes buscan justicia y equidad.

Antes de ser tomado por las mujeres, este lugar albergaba la estatua de Cristóbal Colón, retirada en octubre de 2020 en medio de controversias y debates. Lo que parecía ser una restauración más se convirtió en una oportunidad para replantear el simbolismo del espacio. Fue así como el 25 de septiembre de 2021, un grupo de mujeres feministas ocupó el pedestal vacío e instaló una antimonumenta de madera morada que representa a una mujer con el puño en alto. Desde ese día, la glorieta fue rebautizada simbólicamente como La Glorieta de las Mujeres que Luchan.

Este espacio ha sido testigo de marchas, protestas y acciones civiles que buscan visibilizar la violencia de género y exigir justicia para miles de mujeres. El antimonumenta se alza como un recordatorio de que las voces femeninas, aunque históricamente silenciadas, hoy resuenan con fuerza.

El gobierno de la Ciudad de México propuso en varias ocasiones reemplazar el antimonumento por obras como la colosal cabeza olmeca Tlalli o una réplica de la Joven de Amajac, figura huasteca que representa liderazgo femenino. Sin embargo, colectivos feministas y Amnistía Internacional defendieron la permanencia de la glorieta como símbolo de lucha. En junio de 2023, su carácter de antimonumenta quedó protegido, asegurando que este espacio continuaría siendo un tributo a las mujeres que luchan.

Aunque la Joven de Amajac finalmente fue instalada en una mediana cercana en julio de 2023, su presencia complementa el mensaje de la glorieta. Ambas esculturas representan la resistencia y fuerza de las mujeres mexicanas, especialmente de aquellas que han sido relegadas en la historia oficial.

Hoy, la Glorieta de las Mujeres que Luchan es un lugar de encuentro y reflexión, un recordatorio de que la lucha por la justicia y la equidad es un camino que todas y todos podemos recorrer. Así que, si paseas por Reforma, no olvides detenerte aquí, contemplar su significado y dejarte inspirar por este espacio que grita: Vivas nos queremos.

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Av. Paseo de la Reforma #96, Col Tabacalera, Ciudad de México, CDMX

El Caballito de Sebastián, la obra monumental de Paseo de la Reforma que amamos odiar

En la entrada de la antigua Ciudad de México, justo en la intersección de Paseo de la Reforma y Bucareli, se alza una escultura que no pasa desapercibida: El Caballito de Sebastián, aunque su nombre oficial es Cabeza de caballo. Esta obra monumental, con su vibrante color amarillo y su diseño moderno, ha sido desde 1979 un punto de referencia y un tema constante de conversación.

Para entender a El Caballito, es importante mirar atrás, a la escultura ecuestre de Carlos IV realizada por Manuel Tolsá, que ocupó este mismo lugar durante más de un siglo antes de ser trasladada al frente del MUNAL. Sebastián, cuyo verdadero nombre es Enrique Carbajal González, reinterpretó la figura del caballo con un estilo completamente moderno: líneas geométricas, acero y un esmalte de acrílico brillante que refleja la vitalidad de la ciudad.

Aunque la obra se inspira en el trabajo de Tolsá, no tiene jinete. Esto es más que una decisión artística; es un mensaje: aquí no hay reyes ni conquistadores, solo el imponente perfil de un caballo que mira al futuro. Sebastián incluso menciona que usó proporciones olmecas para diseñar la cabeza, logrando un equilibrio entre respeto al pasado y visión contemporánea.

Esta escultura de 28 metros de altura no es solo un deleite visual; también cumple una función práctica. Los propietarios de la Torre El Caballito, ubicada detrás de la obra, la encargaron para ventilar humos de una alcantarilla. ¡Y vaya que superó las expectativas! Hoy es un ícono del paisaje urbano, tanto por su diseño como por su versatilidad.

Sebastián, originario de Chihuahua, es uno de los artistas más reconocidos de México. Sus esculturas, siempre en acero y con formas abstractas inspiradas en la naturaleza, están presentes en los horizontes de muchas ciudades mexicanas. Desde el Coyote Hambriento en Nezahualcóyotl hasta La Fluorita Roja en la UAM Azcapotzalco, cada una de sus piezas tiene una personalidad única, aunque todas comparten su monumentalidad y estilo modernista.

Con casi cuatro décadas en su ubicación, El Caballito de Sebastián sigue siendo un tema de debate y admiración. Su diseño audaz y su mensaje atemporal lo han convertido en una obra que, como la ciudad misma, combina historia, modernidad y una buena dosis de controversia. Así que, la próxima vez que pases por Reforma, detente un momento para contemplarlo. ¡Seguro te arrancará una sonrisa y, quizás, una nueva perspectiva!

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Av. Paseo de la Reforma esquina con calle de Rosales, Colonia Tabacalera, Ciudad de México, CDMX

Monumento a Simón Bolívar, un pedacito de Venezuela en Paseo de la Reforma

Entre las emblemáticas glorietas del Paseo de la Reforma hay una joya menos visitada, pero no por eso menos interesante: la glorieta dedicada a Simón Bolívar. Ubicada en el tradicional barrio de Guerrero, justo al suroeste de la iglesia de Santa María la Redonda, esta glorieta combina historia, arte y urbanismo en un rincón que merece ser descubierto.

La estatua que adorna el lugar tiene una historia fascinante. Fue fundida en 1962 en la famosa Fundición Bruni de Roma, bajo la dirección de Francesco Bruni, y es idéntica a la realizada por el escultor Pietro Canonica en 1934, que aún se encuentra en Roma frente a la Academia Británica. Este monumento fue un regalo del gobierno venezolano al pueblo mexicano y llegó a su ubicación actual en 1976, como parte del proyecto de ampliación del Paseo de la Reforma hacia el este. La instalación estuvo a cargo del arquitecto Joaquín Álvarez Ordoñez, jefe de Obras Públicas de la Ciudad de México en ese momento.

Aunque esta glorieta no recibe tanto tráfico como otras en Reforma, su ubicación en la intersección con las calles Violeta, Pedro Moreno, Valerio Trujano y Lerdo la convierte en un sitio tranquilo para admirar el arte y reflexionar sobre el legado de Bolívar, el libertador venezolano.

Un dato curioso: esta no es el único monumento de Bolívar en Reforma. Hay otro más al oeste, frente a Campo Marte en la colonia Polanco, el Obelisco a Simón Bolívar. Sin embargo, esta segunda versión, en el barrio de Guerrero, tiene su encanto particular, rodeada de un vecindario que ha cambiado con el tiempo, pero que conserva su esencia.

Así que, la próxima vez que explores Reforma, haz una parada en esta glorieta y descubre un pedacito de la conexión histórica entre México y Venezuela. ¡Seguro te sorprenderá!

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Paseo de la Reforma #41, Colonia Guerrero, Ciudad de México, CDMX

El Sargento, el ahuehuete con más historias que contar de Chapultepec

¿Sabías que uno de los árboles más famosos y queridos de la Ciudad de México está en Chapultepec? Se trata de El Sargento, un ahuehuete que, aunque fue declarado muerto en 1969, sigue cautivando a las y los visitantes con su imponente presencia y rica historia.

Este noble árbol, cuyo nombre científico es Taxodium mucronatum, podría haber sido plantado por nada menos que Nezahualcóyotl allá por 1460, ¡hace más de cinco siglos! Según cuenta la historia, este tlatoani de Texcoco ayudó a Moctezuma I a embellecer la zona con ahuehuetes, conocidos en náhuatl como “árboles viejos de agua“. Desde entonces, han sido símbolo de autoridad y naturaleza viva en nuestra ciudad.

Ubicado frente a la Tribuna Monumental dedicada al Escuadrón 201, que participó en la Segunda Guerra Mundial, El Sargento es todo un punto de referencia en la Calzada del Rey. Aunque su vida llegó a su fin después de 509 años, sus restos se conservan como un recordatorio de su grandeza. Además, en los alrededores encontrarás otros majestuosos ahuehuetes y monumentos que hacen de este rincón del bosque un lugar mágico para explorar.

Dato curioso: el ahuehuete fue declarado árbol nacional en 1921, y El Sargento es considerado el segundo más famoso de México, solo detrás del Árbol de la Noche Victoriosa. Así que, la próxima vez que pasees por Chapultepec, no olvides saludar a este venerable gigante. ¡Te espera con mil historias por contar!

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Bosque de Chapultepec I Secc, Ciudad de México, CDMX

Memorial de las Víctimas de la Violencia del Estado, un espacio de reflexión en Chapultepec

¿Sabías que en el Bosque de Chapultepec hay un rincón que combina arte, memoria y arquitectura para recordarnos los momentos más oscuros de la violencia en México? Se trata del Memorial de las Víctimas de la Violencia del Estado, también conocido simplemente como Memorial de las Víctimas de la Violencia. Este lugar, aunque polémico, invita a la reflexión sobre la historia reciente del país.

El memorial, inaugurado en 2013, está compuesto por 70 paredes de acero que no pasan desapercibidas. Algunas muestran un tono oxidado que evoca cicatrices, mientras que otras son de acero inoxidable, como espejos que reflejan tanto a los y las visitantes como el entorno. ¿Y sabes qué es lo más especial? El diseño permite que cualquier persona escriba los nombres de las víctimas, convirtiendo este espacio en un proyecto vivo y en constante transformación.

Las paredes también llevan grabadas unas 40 frases de figuras históricas como Gandhi, Martin Luther King Jr. y Carlos Fuentes, reflexionando sobre temas como la memoria, la violencia y el amor.

Por la noche, la experiencia se transforma gracias a un sistema de iluminación LED que baña las paredes, los senderos y hasta un estanque con agua. Los tonos cálidos y las sombras proyectadas crean una atmósfera que combina esperanza y melancolía. Es un recordatorio visual de que, incluso en los momentos más obscuros, siempre hay luz.

Este memorial no solo cuenta con una arquitectura impactante, también está rodeado de debates. Concebido durante la presidencia de Felipe Calderón y terminado bajo Enrique Peña Nieto, su construcción fue cuestionada por organizaciones de derechos humanos que criticaron la falta de reconocimiento explícito de la responsabilidad del Estado en los hechos que llevaron a la violencia.

A pesar de las críticas, ha recibido elogios en el mundo del diseño. En 2014, ganó un premio por el uso del color, destacando su impacto visual y simbólico.

El memorial está ubicado cerca de Campo Marte, en una zona del bosque que no es tan transitada por peatones (pero sí por automóviles), lo que le da un aire de tranquilidad en medio del caos… aunque también lo hace un tanto inaccesible para quienes no conocen bien la zona. Sin embargo, su ubicación resalta el contraste entre la solemnidad del lugar y la vida agitada de la Ciudad de México.

Si visitas este sitio, prepárate para una experiencia introspectiva y profunda. Más que un simple monumento, es un espacio para recordar, reflexionar y quizás, dejar tu huella en sus paredes.

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Av. Paseo de la Reforma y Periférico, Ciudad de México, CDMX

Monumento a José María Morelos, un homenaje histórico en el Bosque de Chapultepec

En medio del camino que lleva al icónico Castillo de Chapultepec, justo en una curva pronunciada, encontrarás el Monumento a José María Morelos, una joya de bronce que guarda la memoria de uno de los héroes más importantes de la Guerra de Independencia de México. Este lugar no solo te da un respiro en tu ascenso, sino que también te conecta con el pasado.

José María Morelos y Pavón, nacido en 1765, fue un sacerdote que se convirtió en líder del movimiento independentista tras la ejecución de Miguel Hidalgo en 1811. Organizó las fuerzas insurgentes y dejó un legado imborrable en la historia de México. Aunque fue capturado y ejecutado en 1815, su valentía sigue siendo recordada en monumentos, calles y barrios que llevan su nombre.

La estatua fue fundida en bronce en 1969 por el escultor Ángel Tarrach, un artista español que llegó a México tras la Guerra Civil Española. Tarrach dejó huella en ambos países con su arte, y esta pieza es una muestra de su maestría. El bronce de Morelos no solo rinde homenaje al héroe mexicano, sino también a la resiliencia del propio escultor, quien encontró en México un nuevo hogar para su creatividad.

El monumento está estratégicamente ubicado en un punto donde los y las caminantes pueden detenerse, admirar su detalle y prepararse para continuar hacia el castillo. Y si te interesa aprender más sobre la historia de México, a unos pasos está la entrada al Museo del Caracol, otro imprescindible de Chapultepec.

Así que, ya sabes, cuando subas al Castillo de Chapultepec, aprovecha para saludar a Morelos, un gigante de la independencia que vigila este histórico camino. ¡Es el spot perfecto para un descanso con vista al pasado!

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Rampa de acceso al Castillo de Chapultepec s/n, Col. Bosque de Chapultepec, Ciudad de México, CDMX