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Metro Fray Servando: un homenaje subterráneo a un rebelde de la historia

Metro Fray Servando: un homenaje subterráneo a un rebelde de la historia

Si viajas por la Línea 4 del Metro de la Ciudad de México y pasas por la estación Fray Servando, puede que no sepas que estás pisando una pequeña cápsula del tiempo dedicada a uno de los personajes más intrépidos y polémicos de nuestra historia: el fraile dominico José Servando Teresa de Mier.

Esta estación debe su nombre a la avenida sobre la que se encuentra, la Fray Servando Teresa de Mier, y su ícono es la silueta de su busto, un símbolo que recuerda la fuerza de sus ideas y su lucha por la Independencia de México.

¿Quién fue Fray Servando?

Nacido en Monterrey en 1765, Fray Servando fue un fraile, orador, escritor y un espíritu rebelde. Su fama comenzó cuando, en 1794, durante las fiestas de la Virgen de Guadalupe, se le encargó dar un discurso. En él, se atrevió a decir que las apariciones de la Virgen a Juan Diego eran un mito. ¡Imagínate el escándalo! Esto le costó el exilio, cárcel y persecuciones, pero también marcó el inicio de su vida como incansable luchador por la independencia de la Nueva España.

De España a Londres, de Filadelfia a Veracruz, escapó al menos seis veces de prisión, escribió libros como Cartas de un americano a un español y La Revolución de Anáhuac, y colaboró con publicaciones como El Español. Fue tan polémico como apasionado: defendió un modelo de gobierno centralista en el Congreso de 1824, escribió sus memorias, y vivió al límite hasta su muerte en 1827.

La estación hoy

Ubicada en la alcaldía Venustiano Carranza, Fray Servando es una de esas estaciones que no se roban el protagonismo pero siempre están presentes. Forma parte de la Línea 4 del Metro y conecta con barrios importantes como El Parque, Merced Balbuena y la parte sur de la zona del Mercado de la Merced. También se encuentra cerca de sitios como el Mercado de Sonora y la Prepa 7 “Ezequiel A. Chávez”.

Aunque no es de las más transitadas, con poco más de 3 millones de usuarios en 2023, ha mostrado un crecimiento constante en los últimos años. Además, conecta de forma indirecta con la Línea 4 del Metrobús en la estación Cecilio Robelo, lo cual la vuelve útil para quienes se mueven por el centro-oriente de la ciudad.

Un punto de paso… y de historia

Muchas personas que llegan o se van del aeropuerto internacional cruzan por Fray Servando. Pero más allá de ser un punto de paso, esta estación nos recuerda que la historia de México está hecha no solo de batallas, sino también de palabras, ideas y rebeldías.

Así que la próxima vez que pases por ahí, detente un momento a mirar la silueta del fraile y recuerda que, bajo tierra, también se guarda la memoria de quienes pelearon por un país libre… aunque fuera desde el exilio.

Metro Jamaica, donde florece la historia y el sabor

Ubicado en la alcaldía Venustiano Carranza, Metro Jamaica es mucho más que un punto de correspondencia entre las líneas 4 y 9 del Metro de la Ciudad de México. Su nombre y su imagen —una mazorca de maíz— nos cuentan una historia muy sabrosa y colorida.

¿Por qué se llama Jamaica? La respuesta está justo encima de la estación: el famoso Mercado de Jamaica, uno de los más tradicionales de la ciudad. Este mercado no solo es conocido por su enorme variedad de flores, frutas y antojitos, sino también por su historia que se remonta a las antiguas “jamaicas”, fiestas populares que se celebraban en las plazas de toros.

Estas celebraciones eran verdaderos festines: se adornaban los alrededores con arcos de flores, hierbas y ramas aromáticas, y se vendían delicias como mole de guajolote, pato, quesadillas y tacos, acompañadas de aguas frescas de todos los colores —rojas, verdes, amarillas y hasta azules— servidas en enormes tinajas. En lugar de gradas, había mesas para comer y disfrutar del ambiente, y aunque estas fiestas casi han desaparecido en las plazas, el espíritu sigue vivo en mercados como el de Jamaica.

El logotipo de la estación, una mazorca de maíz, no es casualidad: representa un producto fundamental en la cultura mesoamericana y recuerda que esta zona fue, y sigue siendo, un centro clave para la distribución de productos que llegan desde lugares como Xochimilco y otras regiones del oriente de la ciudad.

Metro Jamaica no solo tiene historia, también tiene movimiento. En 2023, por ejemplo, la línea 9 registró más de 3.7 millones de usuarios, mientras que la línea 4 superó los 2.3 millones, reflejando su importancia como nodo de conexión y acceso al mercado.

Las salidas del metro te conectan directamente con avenidas clave como Eje 2 Oriente y Eje 3 Sur, y desde aquí puedes abordar rutas de RTP y la Línea 2 del Trolebús. Si bajas por la línea 9, estarás a un paso del mercado de flores, ideal para una visita exprés o una gran compra; la estación de la línea 4 está un poco más al norte, pero también bien conectada.

Y como en muchas otras estaciones del Metro de la CDMX, aquí también es común ver bolsas con elotes, cajas con comida o arreglos florales bajando por las escaleras. No es raro encontrar comerciantes, floristas y cocinerxs moviéndose entre estaciones como Merced, La Viga o Salto del Agua, todas unidas por ese hilo invisible que conecta los mercados públicos de la ciudad.

Así es Metro Jamaica: un punto de encuentro entre el pasado festivo y el presente bullicioso, entre las flores y el maíz, entre la historia y el movimiento diario de miles de chilangxs. Un lugar donde el Metro y la tradición caminan de la mano.

Metro Santa Anita, un viaje al pasado entre chinampas y canoas

La estación de metro Santa Anita del Metro de la Ciudad de México no solo es un punto de correspondencia entre las líneas 4 y 8, también es una ventana al pasado lacustre de nuestra ciudad. Su nombre y su ícono —un vendedor en su canoa— nos recuerdan la época en que esta zona era un vibrante centro de comercio sobre el agua.

¿Sabías que este barrio debe su nombre a una antigua colonia ubicada junto al canal de La Viga? En tiempos pasados, los habitantes de Santa Anita cultivaban flores y legumbres en chinampas, esas famosas islas flotantes del Valle de México. Sus productos los transportaban en canoas por los canales, desde la laguna de Chalco hasta el lago de Texcoco, llegando al centro de la ciudad. Todo un mercado flotante que cruzaba la ciudad a ritmo de remo.

Pero Santa Anita no era solo comercio: también era uno de los paseos favoritos de la capital. Durante la Cuaresma, el canal de La Viga se llenaba de vida. Las familias alquilaban canoas en el embarcadero, pasaban por el famoso Puente de Dos Ojos y disfrutaban de un paisaje lleno de color: mujeres con faldas brillantes, soldados impecables, rancheros elegantes… Todo un espectáculo sobre el agua.

Hoy en día, aunque ya no hay paseos en trajinera como en Xochimilco, la estación Santa Anita guarda esos recuerdos en sus muros y alrededores. Por ejemplo, en la terminal de la Línea 4 podrás ver dos conjuntos de murales: uno del artista francés Gerard Economus, titulado Un paisaje de color para todos, y otro del mexicano David Lachse, que incluye ocho obras con nombres de estrellas como Antares y Altair.

Santa Anita también es una de las estaciones menos concurridas del sistema, ideal para quienes prefieren evitar aglomeraciones. En días laborales, apenas la usan unos seis mil pasajeros al día. Su tranquilidad contrasta con su rica historia.

En los alrededores puedes visitar la Parroquia de Nuestra Señora de Santa Ana, un templo del siglo XVIII con uno de los retablos mejor conservados de la ciudad, además de una notable colección de arte sacro. Y si eres amante de la gastronomía, el barrio es famoso por sus tamales, ¡así que no olvides probar uno!

Finalmente, no muy lejos de ahí, encontrarás el Mercado de Jamaica, uno de los más emblemáticos de la ciudad. Su cercanía no es casual: es parte del legado de ese pasado chinampero en el que Santa Anita floreció —literalmente— como punto de conexión entre el campo y la ciudad.

Así que la próxima vez que pases por la estación Santa Anita, recuerda que estás pisando un antiguo embarcadero, donde la ciudad navegaba entre flores, sabores y colores.

Metro Martín Carrera, un homenaje al presidente interino

Ubicada en el norte de la Ciudad de México, en la alcaldía Gustavo A. Madero, la estación de metro Martín Carrera es un punto clave dentro de la red del Metro capitalino. Su nombre y su logotipo —un busto— rinden homenaje al general Martín Carrera Sabat, un personaje poco recordado pero muy importante en la historia de México.

Nacido en Puebla en 1806, Martín Carrera se unió a la causa independentista siendo muy joven. Durante el asedio de San Juan de Ulúa, ya dirigía una batería de artillería. Con el tiempo, llegó a ser Director General del cuerpo de artillería y más adelante, senador en 1844. Su papel más destacado vino en 1855, cuando, tras la renuncia de Antonio López de Santa Anna, fue elegido presidente interino de la República, cargo que ocupó brevemente a partir del 15 de agosto de ese año. Falleció en la Ciudad de México en 1871.

La estación se localiza en la colonia Martín Carrera, lo que refuerza el vínculo con este personaje histórico. Es una terminal de correspondencia estratégica, ya que conecta la Línea 4 (de norte a sur) y la Línea 6 (de oriente a poniente). Además, cuenta con un importante CETRAM (Centro de Transferencia Modal), lo que permite transbordar fácilmente entre diferentes medios de transporte como el Metrobús Línea 6, el Trolebús Línea 5, rutas del RTP y otras opciones de transporte local.

En términos de afluencia, esta estación tiene una actividad considerable. En 2023, la Línea 4 movilizó más de 6.7 millones de pasajeros, mientras que la Línea 6 registró más de 8.6 millones, lo que la convierte en un punto neurálgico del transporte público en el norte de la ciudad.

Con accesos distribuidos sobre importantes avenidas como el Eje 1 Oriente (Ferrocarril Hidalgo) y el Eje 5 Norte (Calzada San Juan de Aragón), Metro Martín Carrera facilita la movilidad de miles de personas cada día. Su nombre y su icono no solo ayudan a orientarse, sino que también recuerdan la figura de un militar y político que, aunque con un paso breve por la presidencia, dejó huella en la historia de México.

Metro Bondojito, un viaje entre nopales y palabras otomíes

La estación de Metro Bondojito, en la Línea 4 del Metro de la Ciudad de México, no solo es una parada en tu trayecto: es también una ventana al pasado natural y lingüístico del Valle de México. Su nombre proviene de la palabra otomí bondo, que significa “nopal pelón”. De ahí surge “Bondojito”, que se puede traducir como “nopalito”. ¡Y vaya que tiene sentido! Antes de que esta zona fuera parte de la ciudad, aquí abundaban los nopales pequeños que crecían en terrenos pantanosos.

El logotipo de la estación, una nopalera, nos recuerda precisamente eso: la presencia ancestral del cactus más querido de México, el Opuntia ficus-indica, que además forma parte del escudo nacional. De hecho, los frutos carmesí de esta planta eran conocidos como tenochtli por los mexicas, y están ligados al mito fundacional de Tenochtitlán.

La estación Bondojito se encuentra en la alcaldía Gustavo A. Madero, en la colonia del mismo nombre. También da servicio a otras colonias vecinas como Tablas de San Agustín y Belisario Domínguez, conectando a miles de personas cada día con el resto de la ciudad. Aunque no es una de las más transitadas del sistema, cumple una función esencial para quienes viven o trabajan en la zona.

Se trata de una estación elevada, al estilo “tren espacial”, como muchas otras de la Línea 4. Desde sus andenes, los visitantes pueden disfrutar de una vista aérea del oriente de la ciudad, una experiencia curiosa para quienes no están acostumbrados a viajar en metro a esas alturas.

La estación cuenta con salidas hacia el Eje 2 Oriente, justo en la esquina con la calle Oriente 103. Desde ahí, puedes caminar unos minutos hacia el Mercado Río Blanco, ideal para una parada gastronómica rápida. Si tienes más tiempo, puedes aventurarte a conocer el Mercado Bondojito, ubicado a unos 15 minutos a pie sobre la Avenida Henry Ford. O, también puedes pasarte por una buena birria a La Perla Tapatía, a solo unos pasos del metro.

Además, hay conexión con la Línea 4 del Trolebús y algunas rutas de RTP, lo que hace de Bondojito una parada estratégica para la movilidad local.

Aunque en 2023 recibió poco menos de 2 millones de usuarios, y ocupa el lugar 162 de 195 en afluencia, sigue siendo una pieza importante del rompecabezas urbano que es el Metro. Es una estación modesta, sí, pero llena de historia natural y cultural, y con raíces que se hunden profundamente en la lengua otomí y en los suelos donde alguna vez reinaron los nopales.

Metro Consulado, una estación entre ríos, tubos y transbordos

Ubicada al norte de la Ciudad de México, en el límite de las alcaldías Venustiano Carranza y Gustavo A. Madero, la estación Metro Consulado es uno de esos puntos clave donde se cruzan historias, infraestructura y movilidad. Esta estación forma parte de las Líneas 4 y 5 del Sistema de Transporte Colectivo y, aunque puede que no sea de las más transitadas, tiene una historia interesante que vale la pena contar.

¿Por qué se llama Consulado?

La estación toma su nombre de la avenida Río Consulado, una vialidad muy transitada que corre de poniente a oriente por el centro-norte de la ciudad. Pero lo curioso es que esa avenida fue construida sobre el cauce de un antiguo río: el Río Consulado.

Este canal natural recolectaba las aguas de los ríos San Joaquín y Morelos, que bajaban desde las laderas de la Sierra de las Cruces. Durante años, ese río fue una vía importante para el desagüe de la ciudad, pero con el crecimiento urbano, fue entubado y ahora corre bajo tierra, justo por donde pasa la avenida y, claro, la estación de metro. Por eso, el ícono de la estación es una sección de tubo, representando ese sistema oculto por el que aún fluyen las aguas.

Y si te lo preguntabas, el término “consulado” también hace referencia a la jurisdicción de un cónsul, ese funcionario diplomático que representa a su país en el extranjero. Aunque en este caso, el nombre no tiene que ver con diplomacia, sino con geografía urbana e ingeniería hidráulica.

Un nodo entre líneas

La estación Consulado fue inaugurada en 1981 como parte de la Línea 5, y durante unos meses funcionó como terminal hasta que la línea se extendió a La Raza en 1982. También es especial porque aquí se construyó la primera conexión visible al aire libre entre dos líneas del metro, mediante una rampa que une los andenes de las líneas 4 y 5. Hoy en día, solo hay otra conexión similar: en la estación Oceanía.

Aunque su afluencia no es muy alta comparada con otras estaciones —en 2023, la usaron en promedio poco más de 7 mil personas al día entre ambas líneas—, sigue siendo una conexión útil para los usuarios que viajan por el norte de la ciudad.

¿Qué hay cerca?

Además del movimiento típico de una estación de correspondencia, en los alrededores de Consulado hay sitios curiosos para quienes se animan a explorar. Uno de ellos es el parque Charles Chaplin, una pequeña área verde con una escultura dedicada al icónico actor, realizada en 1982 por el artista mexicano Víctor Gutiérrez.

También está el Mercado Río Blanco, al norte de la estación, sobre la Avenida Congreso de la Unión, donde se puede disfrutar de antojitos y ambiente tradicional. Y si caminas un poco más, encontrarás el Deportivo Plutarco Elías Calles y el Hospital Materno Infantil de Inguarán, dos servicios clave de la zona.

Metro Canal del Norte, un viaje por aguas del pasado de la CDMX

La estación del metro Canal del Norte, ubicada en la Línea 4 del Metro de la Ciudad de México, no sólo conecta a miles de personas cada día: también nos conecta con el pasado acuático de la capital. Su nombre y símbolo —una acequia seccionada— son un homenaje a una de las vías de comunicación más importantes de la época colonial.

Un canal virreinal muy transitado

Durante el Virreinato, en 1780, se inauguró un canal que unía el centro de la Ciudad de México con la Villa de Guadalupe. Este canal se convirtió en uno de los paseos favoritos de la época. Antes de eso, ya desde tiempos mexicas, el valle era una red impresionante de lagos, canales y acequias, ya que los aztecas no contaban con animales de tiro y dependían de las canoas para moverse y transportar mercancías.

Este famoso Canal del Norte complementaba rutas como la Calzada de Misterios, decorada desde la década de 1670, y antecedía a la Calzada de Guadalupe, abierta en 1786. Su importancia no sólo era práctica, sino también simbólica: conectaba el corazón político y comercial de la ciudad con su centro religioso más visitado, la Basílica de Guadalupe.

Una estación con historia… y mucha conexión

Hoy en día, Canal del Norte se ubica en la alcaldía Venustiano Carranza, entre dos colonias que también hablan de historia y cultura: Janitzio y Ampliación Michoacana. Janitzio es un topónimo purépecha que significa “flor de maíz” o “seda de maíz” y hace referencia a la famosa isla del lago de Pátzcuaro, mientras que Michoacana proviene del náhuatl y puede traducirse como “lugar de pescadores”.

Estas referencias a Michoacán están presentes a lo largo de esta zona, y dan un aire especial al recorrido por este tramo del metro.

¿Cómo llegar y qué hay cerca?

La estación tiene salidas tanto al oriente como al poniente, sobre el Eje 2 Oriente, Avenida Congreso de la Unión y Talabarteros. Además, se conecta con algunas rutas de RTP y con la Línea 5 del Metrobús, lo que facilita el traslado entre diferentes zonas de la ciudad.

En sus alrededores también se pueden encontrar lugares interesantes, como el Mercado Minillas, al norte, que recuerda el pasado industrial de la zona como planta procesadora de carne; y al sur, un amplio complejo educativo con primarias y un centro del Instituto Politécnico Nacional dedicado a la ciencia y la tecnología.

Afluencia y vida cotidiana

Aunque no es una de las estaciones más transitadas del sistema, Canal del Norte mantiene una afluencia constante. En 2023, recibió más de 2.4 millones de pasajeros, con un promedio diario de 6,667 usuarios. Esto la coloca entre las estaciones menos saturadas, lo cual es una ventaja para quienes prefieren trayectos más tranquilos.


Canal del Norte no es sólo una parada más del metro: es una ventana al pasado lacustre de la ciudad, una muestra de cómo la historia vive debajo de nuestros pies. Así que la próxima vez que pases por ahí, piensa en las canoas deslizándose por las acequias y en los viajeros del virreinato navegando rumbo a la Villa. La ciudad sigue en movimiento… y su historia también.

Metro Morelos: una estación con historia y corazón bravo

Ubicada en el corazón de la alcaldía Venustiano Carranza, la estación de metro Morelos es mucho más que una parada del Metro de la Ciudad de México: es un homenaje a uno de los grandes héroes de nuestra historia, José María Morelos y Pavón. Su silueta —inspirada en el rostro que aparecía en las antiguas monedas de 1 peso de los años 80— adorna los accesos y señalizaciones de la estación, recordándonos su legado.

El nombre de la estación proviene de la colonia Morelos, una de las más emblemáticas de la capital, donde también se encuentran zonas tan conocidas como Tepito y La Lagunilla. Pero ¿por qué se llama así esta colonia? Todo se remonta a finales del siglo XIX, cuando se trasladó un monumento dedicado a Morelos a esta zona. Desde entonces, el nombre del insurgente se quedó impregnado en las calles y, más adelante, en la estación del Metro.

Morelos fue un líder clave en la lucha por la Independencia de México. Nació en Morelia en 1765 y murió fusilado en Ecatepec en 1815, luego de haber convocado el Congreso de Chilpancingo, donde se proclamó la Independencia de México bajo un sistema republicano. Su valentía y visión siguen siendo fuente de inspiración, especialmente en barrios como este, llenos de historia, lucha y resistencia.

Mucho más que una estación

Metro Morelos conecta dos importantes líneas: la Línea 4, que es elevada, y la Línea B, subterránea. A pesar de su ubicación céntrica, no es una de las estaciones más concurridas del sistema: en 2023, por ejemplo, registró poco más de 2.3 millones de usuarios en la Línea 4 y 1.8 millones en la Línea B. Sin embargo, su papel como punto de conexión y acceso a zonas comerciales es clave para la vida diaria de muchos capitalinos.

La estación tiene varias salidas que te llevan directamente a las calles de la colonia Morelos, especialmente al Eje 1 Norte y Eje 2 Oriente, donde el movimiento es constante y se respira la energía del llamado Barrio Bravo. Tepito, en particular, ha sido cuna de grandes boxeadores, músicos y comerciantes, y su historia de resistencia la convierte en una zona emblemática y con mucho orgullo.

¿Qué hay cerca?

Si bajas en esta estación, no dejes de darte una vuelta por el Mercado Morelos, que está a solo unos minutos a pie. Aunque no tan grande como otros mercados de la zona, tiene lo suyo y ofrece un vistazo auténtico a la vida cotidiana de este barrio. Además, muchos visitantes llegan a esta estación buscando conocer de cerca Tepito, con sus famosos tianguis, su gente aguerrida y su intensa vida cultural.

Metro Morelos es una muestra más de cómo el transporte público en la Ciudad de México también puede ser una ventana a la historia, a la identidad y a la riqueza cultural de sus barrios.

Metro Talismán, un viaje al pasado prehistórico de la CDMX

El Metro Talismán es una de esas estaciones que, más allá de ser un simple punto de tránsito en la rutina diaria de miles de capitalinxs, es un portal hacia un capítulo fascinante de la historia de la Ciudad de México. Ubicada en la Línea 4 del Sistema de Transporte Colectivo (STC), entre las estaciones Bondojito y Valle Gómez, Talismán no solo destaca por su funcionalidad, sino por el enigma que envuelve su nombre y la particularidad de su diseño.

El nombre Talismán evoca la idea de amuletos y objetos cargados de poder, esos pequeños artefactos que las culturas antiguas valoraban por su capacidad para atraer la buena fortuna y alejar las malas vibras. Sin embargo, el origen del nombre de esta estación no se debe a creencias esotéricas, sino a un hallazgo prehistórico que ocurrió durante la construcción de la Línea 4 a finales de la década los 70.

En 1978, durante los trabajos de excavación para la construcción del metro, los obreros se toparon con algo extraordinario: restos fósiles de un mamut. Este gigante de la prehistoria, que habitó la región hace más de 10,000 años, fue descubierto cerca de la actual ubicación de la estación. Los restos fueron identificados como los de un Mammuthus columbi, una especie que vagaba por las llanuras de lo que hoy conocemos como el Valle de México. La sorpresa fue mayúscula, y la relevancia del descubrimiento inspiró la idea de que este hallazgo se convirtiera en una especie de “talismán” o amuleto protector para la ciudad y su gente.

En honor a este increíble descubrimiento, las autoridades decidieron que la estación llevaría el nombre de Talismán. Y, como dato curioso, en diferentes culturas orientales se considera que los elefantes con la trompa apuntando al cielo se consideran de buena suerte, por lo mismo, el logotipo de la estación muestra al mamut con la trompa hacia arriba. Pero la cosa no quedó solo en el nombre; los restos fósiles del mamut fueron incorporados al diseño de la estación, y desde su inauguración en 1981, lxs usuarixs pueden admirar una réplica del mamut en el vestíbulo de la estación. Este pequeño museo subterráneo no solo rinde homenaje al animal que alguna vez habitó estas tierras, sino que también convierte a Talismán en una especie de cápsula del tiempo, un recordatorio del pasado remoto del Valle de México.

Transitar por el Metro Talismán es, en cierto sentido, realizar un viaje a través del tiempo. Mientras esperas el convoy, puedes contemplar la réplica del mamut y dejarte llevar por la imaginación: pensar en un México cubierto de pastizales, con manadas de mamuts recorriendo la región, bajo un clima muy diferente al que conocemos hoy. Es un rincón de la ciudad que nos invita a reflexionar sobre lo efímero de nuestra existencia en comparación con las eras geológicas y los seres que habitaron el planeta mucho antes de que siquiera existiera el concepto de civilización.

Además, el nombre Talismán no deja de tener un aire místico y protector, recordándonos la importancia de valorar y preservar los hallazgos arqueológicos que enriquecen nuestra comprensión del pasado. El Metro de la Ciudad de México no es solo un medio de transporte; en estaciones como Talismán, es también un museo vivo, un espacio donde el pasado y el presente se encuentran para ofrecernos una perspectiva más amplia de nuestra historia compartida.

El Metro Talismán, más que un simple punto de tránsito, es una ventana al pasado prehistórico de la Ciudad de México. Su nombre, inspirado por el descubrimiento de un mamut durante su construcción, es un recordatorio constante de las raíces profundas de la región y de la importancia de preservar y honrar nuestro patrimonio. Así que la próxima vez que pases por esta estación, tómate un momento para reflexionar sobre el gigante que una vez pisó estas tierras y el legado que ha dejado para las generaciones presentes y futuras.