Todas las entradas de: Rodrigo Delgado

Apasionado de la comida, siempre en busca de nuevos rincones donde disfrutar sabores únicos. Maestro de yoga y meditación, combina su espíritu tranquilo con su amor por la aventura como ciclista urbano. Admirador de la cultura mexicana, explora la magia de la Ciudad de México.

Bacalar, un paraíso con la laguna de los siete colores en Quintana Roo

¡Bienvenidx a Bacalar, un rincón mágico en el corazón de Quintana Roo que te robará el aliento! Este pueblo, conocido como el Pueblo Mágico de la laguna de los siete colores, es mucho más que un destino turístico: es una experiencia que combina naturaleza, historia, aventura y sabores únicos. Si buscas un lugar para desconectarte, maravillarte y disfrutar, Bacalar es tu destino ideal. A continuación, te contamos todo lo que puedes hacer en este paraíso y un poquito de su fascinante historia, ¡para que te animes a visitarlo!

Un chapuzón en la laguna de los siete colores

El alma de Bacalar es, sin duda, su impresionante laguna, famosa por sus aguas cristalinas que reflejan tonos de azul y turquesa, que van cambiando hasta alcanzar siete colores distintos, y que parecen sacados de un cuadro. Nadar en la laguna es como flotar en un sueño: el agua es cálida, transparente y perfecta para relajarte o practicar actividades como kayak o paddleboard. Puedes rentar una tabla o un kayak en los muelles locales y remar hasta los estromatolitos, formaciones rocosas vivas que son un tesoro natural. Si prefieres algo más tranquilo, simplemente recuéstate en una hamaca junto al agua y déjate envolver por la paz del lugar.

Para lxs más aventurerxs, un paseo en velero o una lancha te llevará a explorar los puntos más icónicos de la laguna, como el Canal de los Piratas, un paso natural que conecta la laguna con el mar y que guarda historias de corsarios; el Cenote Negro, un misterioso remolino de agua profunda; y la Isla de los Pájaros, un santuario para aves locales donde el amanecer o el atardecer son un espectáculo inolvidable.

Cenotes: joyas escondidas

Además de la laguna, Bacalar está rodeado de cenotes que son perfectos para las y los amantes de la naturaleza. El Cenote Azul, a pocos minutos del centro, es uno de los más populares. Este cenote de aguas profundas y cristalinas es ideal para nadar, bucear o simplemente disfrutar de un día en familia. También está el Cenote Cocalitos, famoso por sus estromatolitos y su ambiente tranquilo, perfecto para un chapuzón relajante. Si buscas algo más íntimo, el Cenote Esmeralda te sorprenderá con su belleza y su conexión directa con la laguna.

Sabores que conquistan

¡Bacalar también es un deleite para el paladar! El pueblo cuenta con una oferta gastronómica que combina lo mejor de la cocina yucateca, mexicana y propuestas más modernas. En el centro, encontrarás restaurantes como La Playita, donde puedes disfrutar de mariscos frescos con vista a la laguna, o Mestizos Cocina de Origen, que ofrece platillos con un toque gourmet inspirados en la región. Si buscas algo más relajado, no te pierdas los antojitos locales en el mercado, como los tacos de cochinita pibil o los tamales, perfectos para un desayuno o comida rápida. Y para cerrar con broche de oro, prueba un postre en Mango y Chile, un lugar que combina sabores dulces y picantes en un ambiente súper acogedor.

Aventuras y relax en el pueblo

Bacalar no es solo laguna y cenotes; el pueblo tiene un encanto propio que invita a recorrerlo. Camina por sus calles coloridas, descubre murales llenos de vida y visita el Fuerte de San Felipe, un ícono histórico que hoy alberga un museo donde puedes aprender sobre la historia de Bacalar y su papel en la lucha contra los piratas. Si te gusta el ecoturismo, hay tours en bicicleta o caminatas por la selva cercana, donde puedes avistar aves y conocer la flora local. Y para lxs que buscan relajarse, muchos hoteles y cabañas ofrecen sesiones de yoga o masajes con vista a la laguna, ¡una experiencia inolvidable!

Un poco de historia

Bacalar tiene una historia tan rica como sus paisajes. Fundado en 1545 por los españoles, su nombre viene del maya “Bakhalal”, que significa “lugar rodeado de carrizos”. Durante la época colonial, fue un punto estratégico en la ruta comercial, lo que lo convirtió en blanco de ataques piratas, de ahí la construcción del Fuerte de San Felipe en el siglo XVIII. Además, Bacalar fue escenario clave durante la Guerra de Castas en el siglo XIX, cuando los mayas se rebelaron contra la opresión. Hoy, el pueblo conserva ese legado en sus calles, su cultura y la calidez de su gente, que te hará sentir como en casa.

¿Por qué visitar Bacalar?

Bacalar es el destino perfecto para quienes buscan un equilibrio entre aventura, naturaleza y tranquilidad. Aquí puedes despertarte con el canto de las aves, nadar en aguas cristalinas, deleitarte con comida deliciosa y caminar por un pueblo que respira historia y encanto. A diferencia de otros destinos más concurridos, Bacalar conserva un aire auténtico y relajado, ideal para desconectarte del ajetreo diario.

Así que, ¿qué esperas? Prepara tu traje de baño, tu cámara y tu espíritu aventurero, y descubre por qué Bacalar es uno de los secretos mejor guardados de México. ¡Te aseguramos que querrás volver una y otra vez!

El Mesón del Cid, un viaje a la España Medieval en el Centro Histórico de CDMX

¿Te gustaría viajar al pasado y conocer la España medieval sin necesidad de una máquina del tiempo? No necesitas un DeLorean con condensador de flujo, solo dirigirte a la calle de Humboldt, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, donde se encuentra El Mesón del Cid, un impresionante restaurante español que parece salido de un cuento de castillos y caballeros.

Desde el momento en que te acercas, la experiencia comienza: el edificio, con sus altos muros de piedra, recuerda a las antiguas fortalezas españolas. Al cruzar la puerta, te reciben armaduras medievales que decoran el interior, junto con un patio empedrado y enormes vitrales que te transportan directamente a otro tiempo. Es como entrar a un castillo en pleno siglo XXI.

¿Qué se come en El Mesón del Cid?

¿La comida es medieval? Sí… pero no exactamente. Aunque se conoce poco sobre la gastronomía medieval española, se sabe que fue una mezcla fascinante de tradiciones cristianas, judías y árabes. Ingredientes como el pan, las especias y la carne eran fundamentales, aunque esta última estaba reservada para las clases altas.

En El Mesón del Cid, puedes probar algunos platillos inspirados en esa época, como el lechón al horno o el estofado de jabalí al romesco con piñones. Pero también encontrarás una variedad de recetas tradicionales de la cocina española más reconocida, como:

  • Cocido madrileño (¡súper recomendado!)
  • Caracoles a la riojana
  • Morcilla
  • Pulpo a la gallega
  • Gazpacho andaluz
  • Bacalao pil-pil
  • Róbalo a la koxkera
  • Chipirones en su tinta
  • Cordero estilo Burgos
  • Fabada asturiana

Una carta sencilla pero auténtica, perfecta para un festín digno de reyes y reinas.

Uno de los mayores atractivos de este restaurante es su compromiso con la tradición. Por ejemplo, si vas en grupo o con tu familia y pides un lechón completo, vivirás el ritual segoviano del cochinillo: el platillo se trincha (corta) con un plato en lugar de cuchillo, mientras se recitan frases tradicionales, y al final… ¡el plato se rompe contra el suelo!

Y si quieres una experiencia aún más inmersiva, no te pierdas sus noches medievales. En estas veladas, el restaurante se transforma para ofrecer un menú temático con vino servido en porrón y un espectáculo lleno de música, malabaristas, magia, juglares, danza árabe y mucho más. Te sentirás como parte de la corte de un antiguo reino, pero en pleno corazón de la CDMX.

El Mesón del Cid abrió sus puertas el 28 de octubre de 1972, siendo el primer restaurante de cocina española ortodoxa en la Ciudad de México. ¿Qué? Debes saber que, hasta ese momento, la mayoría de los restaurantes ofrecían versiones adaptadas al gusto mexicano. Desde sus inicios, contó con el respaldo de Cándido López Sáez, el renombrado Mesonero Mayor de Castilla, famoso por su propio restaurante en Segovia, España.

Y como toque artístico, los tres vitrales que decoran los arcos del restaurante fueron elaborados por el maestro vitralista Don José de las Peñas, curador de los vitrales de la Catedral de León.

Visitar El Mesón del Cid no es solo salir a comer, es vivir una experiencia inmersiva en la historia, el arte y la gastronomía de la España medieval sin salir del Centro Histórico de la Ciudad de México. Ya sea que vayas por curiosidad, por antojo de un buen lechón o para celebrar una ocasión especial en sus famosas noches temáticas, este restaurante te ofrece una mezcla única de sabor, tradición y espectáculo. Así que ya lo sabes: si buscas un lugar donde cada comida cuente una historia, El Mesón del Cid es una parada obligada en tu recorrido gastronómico por la CDMX.

Prepara tu Visita
Dirección: Humboldt #61, Centro Histórico, Ciudad de México, CDMX
Costo por persona: De $300 a $500 pesos
Horario: Domingo y lunes de 12:00 a 18:0 hrs., martes a sábado de -12:00 a 22:30 hrs.
Página Web: mesondelcid.com.mx
Instagram: instagram.com/mesondelcid
Twitter: x.com/meson_del_cid

Huasca de Ocampo, naturaleza, leyendas y duendes a solo unas horas de la CDMX

Soy fan de la Ciudad de México y del caos que impera en ella. Pero, aunque le tengo un cariño profundo a la capital, de vez en cuando necesito escapar de la jungla de concreto y perderme en un bosque o en algún pueblito escondido en medio de la nada. Es justo en esos momentos cuando Huasca de Ocampo aparece en mi mente. Y es que este Pueblo Mágico de Hidalgo logra combinar naturaleza, historia y leyendas de una forma única. Lo mejor: está a solo unas dos horas de la CDMX (si tienes suerte con el tráfico en Indios Verdes, claro).

Huasca de Ocampo, el primer Pueblo Mágico de México

Ubicado entre los bosques de niebla de la Sierra de Pachuca, Huasca de Ocampo fue el primer Pueblo Mágico nombrado en México. Aunque su tamaño es modesto, este sitio está repleto de historia y tradiciones. Para entender su relevancia, hay que remontarse al vecino Real del Monte, un pueblo minero donde se asentaron los ingleses a finales del siglo XVIII para explotar las minas de la región.

Aquí fue donde nacieron los famosos pastes y se jugó (dicen) el primer partido oficial de futbol en el país. Pero lo importante para esta historia es que, entre 1760 y 1780, Pedro Romero de Terreros —el hombre más rico de su época y fundador del Monte de Piedad— llegó a la región para explotar los minerales. Fue él quien mandó construir las haciendas de Santa María Regla, San Miguel Regla y San Antonio Regla en las inmediaciones de Huasca.

Tras su muerte en 1781, las haciendas entraron en decadencia. Para mediados del siglo XIX ya estaban prácticamente en ruinas. No fue sino hasta el siglo XX cuando dos de ellas —Santa María Regla y San Miguel Regla— fueron restauradas y convertidas en hoteles. San Antonio Regla, en cambio, quedó bajo el agua tras la construcción de una presa.

¿Y los duendes?

Uno de los grandes encantos de Huasca de Ocampo es su halo de misterio. Varixs locales y visitantes afirman haber visto duendes en los bosques. Incluso se han encontrado los llamados columpios de duendes, pequeños aros formados en el cabello de caballos y niñas, que según la tradición, son el rastro que dejan estos seres traviesos.

¿Qué hacer en Huasca de Ocampo?

Aunque el centro del pueblo se recorre en minutos, los alrededores están llenos de maravillas naturales, actividades al aire libre y experiencias culturales. Aquí te comparto algunos imperdibles:

Prismas Basálticos

Las columnas hexagonales de piedra que forman los Prismas Basálticos son una de las joyas geológicas más impresionantes de México. Estas formaciones naturales se crearon por el enfriamiento lento de lava y solo existen en unos pocos lugares del mundo: Huasca, Irlanda, Islandia, Hawái y California.

Bosque de las Truchas

Este parque recreativo es ideal para caminar, correr, pescar o pasar un día de campo. Ofrece actividades como tirolesa, paseo en lancha, gotcha, cuatrimotos, parque acuático, y hasta una visita a la misteriosa Cueva del Conde.

Parroquia de San Juan Bautista

Construida en el siglo XVI por monjes agustinos, esta iglesia pequeña pero significativa conserva altares del siglo XVIII. Aunque está dedicada a San Juan Bautista, muchxs la asocian con San Miguel Arcángel por un relieve que donó el Conde de Regla.

Hacienda de Santa María Regla

Esta hacienda histórica, hoy convertida en hotel, se puede visitar de día y de noche en recorridos guiados. Explora su capilla, túneles subterráneos, jardines y un “jardín secreto” que conecta con una zona poco conocida de los Prismas Basálticos.

Hacienda de San Miguel Regla

Más sencilla pero igual de encantadora, esta hacienda te ofrece un vistazo al pasado colonial y a la vida de lujo de los antiguos hacendados.

Hacienda de San Antonio Regla

Aunque se encuentra sumergida bajo una presa, aún puedes ver la torre de su iglesia mediante un paseo en lancha desde los alrededores de los Prismas. La historia del lugar es contada por los guías locales.

Museo de los Duendes

Este pequeño museo es perfecto para adentrarte en el imaginario mágico de la región. Aquí encontrarás fotografías, objetos curiosos y muchas historias sobre la supuesta presencia de duendes en la zona.

Centros Ecoturísticos

Además del Bosque de las Truchas, en los alrededores de Huasca hay opciones como El Huariche o la Peña del Aire, donde puedes practicar senderismo, disfrutar de vistas espectaculares y lanzarte en tirolesas gigantes. También hay opciones de glamping y camping para dormir bajo las estrellas.

Un escape mágico cerca de la CDMX

Huasca de Ocampo es mucho más que un pueblo pintoresco: es un portal a la historia minera del país, a leyendas que siguen vivas y a paisajes que te quitan el aliento. Ya sea que busques aventura, descanso, conexión con la naturaleza o un toque de misticismo, este destino tiene algo para ti. Así que ya lo sabes: la próxima vez que necesites escapar del caos citadino, Huasca te espera con los brazos abiertos… y quizás con algún duende curioso entre los árboles.

Metro Universidad, una puerta al conocimiento en el sur de la CDMX

Si alguna vez has viajado al sur de la Ciudad de México, seguramente conoces el Metro Universidad, terminal de la Línea 3 del Metro capitalino. Su nombre no es casualidad: está ubicado justo al lado de la Ciudad Universitaria de la UNAM, una de las instituciones educativas más importantes de América Latina.

El ícono de esta estación representa el escudo oficial de la Universidad Nacional Autónoma de México, con el cóndor y el águila que simbolizan el espíritu latinoamericano. Ese mismo espíritu quedó plasmado en el lema que propuso José Vasconcelos, primer secretario de Educación Pública y rector de la UNAM: “Por mi raza hablará el espíritu”, una frase que refleja la vocación humanista con la que nació esta casa de estudios.

La estación fue inaugurada en agosto de 1983, convirtiéndose en un gran alivio para miles de estudiantes que, hasta entonces, tenían menos opciones de transporte para llegar al campus. Desde entonces, Metro Universidad se volvió una parada clave para la comunidad universitaria y para quienes se desplazan al sur de la ciudad por Insurgentes.

Arte en movimiento

Una de las joyas escondidas en esta estación es el mural “La Universidad en el umbral del siglo XXI”, del artista Arturo García Bustos, quien fue discípulo de Frida Kahlo. Realizado en 1989, este mural de 55 metros cuadrados muestra escenas y personajes históricos que han marcado la historia científica y cultural del país. También aparecen el cóndor y el águila, presentes en el escudo de la UNAM, reforzando la identidad de la estación.

Mucho movimiento y conexiones clave

Esta estación es una de las más transitadas de toda la red del Metro. Tan solo en 2023, registró más de 17 millones y medio de pasajeros, con un promedio diario de casi 49 mil usuarios. Si eres de lxs que viajan seguido por la Línea 3, probablemente sabes cuándo hay vacaciones en la UNAM porque… ¡el vagón viene mucho más vacío!

Además del Metro, en Universidad también puedes encontrar:

  • Rutas del Pumabús, el transporte gratuito dentro del campus universitario.
  • Conexión con autobuses y RTP que van hacia el sur de la ciudad.
  • Estaciones de bicicletas y paradas de taxis.
  • Un CETRAM, que facilita el intercambio entre diferentes medios de transporte.

Un punto de entrada a la Ciudad Universitaria

Desde aquí, es muy fácil llegar a distintos puntos de Ciudad Universitaria, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Ya sea para asistir a clases, visitar museos, admirar murales, caminar por sus jardines o simplemente pasar una tarde entre árboles y cultura, Metro Universidad es la mejor forma de comenzar el recorrido.

Así que la próxima vez que bajes en esta estación, recuerda que no solo estás entrando a una terminal del Metro, sino a un espacio cargado de historia, arte y conocimiento.

Metro Copilco, un punto de encuentro entre la educación y la historia

Ubicada al sur de la Ciudad de México, en la alcaldía Coyoacán, Copilco es una de las estaciones más emblemáticas de la Línea 3 del Metro. Su nombre proviene del náhuatl copilli (corona o tocado) y el sufijo -co, que indica lugar, por lo que significa “En la corona real”. Una forma poética de nombrar esta zona que, aunque hoy está llena de estudiantes, oficinistas y viajerxs, también guarda secretos bajo tierra.

Un pasado entre lava y ofrendas

¿Sabías que Copilco fue un antiguo cementerio cubierto por lava? La historia geológica de esta zona se remonta a la erupción del volcán Xitle, alrededor del año 500 a. C., que formó los Pedregales del sur. Durante la construcción del metro, se encontraron esqueletos y piezas de cerámica, vestigios de antiguas ofrendas fúnebres protegidas por metros de roca volcánica.

El ícono de la estación representa una serpiente dentro de un cuerpo de agua, una figura inspirada en el arte olmeca del periodo Preclásico medio. Esta imagen fue interpretada como una especie de dragón celeste relacionado con la lluvia, que más adelante se convirtió en una representación del Dios del Agua.

Una galería bajo tierra

Aunque muchxs pasan de prisa, en Copilco hay una obra que merece una pausa: el mural “El perfil del tiempo”, del artista mexicano Guillermo Ceniceros. Con mil metros cuadrados distribuidos en los andenes, este mural es una ventana a la historia universal y al arte de distintas culturas. Desde las pinturas rupestres mexicanas hasta la Gioconda, pasando por Quetzalcóatl, Marco Polo, Posada, Diego Rivera y Picasso, es un recorrido visual por el tiempo y el espacio.

Ceniceros, quien fue discípulo de David Alfaro Siqueiros, dijo alguna vez que “Copilco no es un museo, pero se convirtió en un lugar de musas”. Y tiene razón. Esta estación es una galería en movimiento, donde las musas viajan en vagones naranja.

Gracias a su cercanía con Ciudad Universitaria de la UNAM, Copilco es una de las estaciones con más tránsito estudiantil. En 2023, registró más de 11 millones de usuarios, lo que la colocó entre las 20 estaciones más concurridas de todo el sistema.

Además de su mural y su historia, la estación conecta con importantes avenidas como el Eje 10 Sur, y desde aquí puedes explorar lugares como la colonia Copilco-Universidad o la Unidad Habitacional Integración Latinoamericana.

¿Te imaginas caminar todos los días sobre una antigua lava volcánica, mientras el arte y la historia te acompañan a cada paso? Eso es lo que pasa en Metro Copilco: un punto donde el pasado y el presente viajan juntos.

Metro Coyoacán, historia y significado de un ícono del Metro CDMX

Ubicada en la Línea 3 del Metro, Coyoacán es una estación cuyo nombre y diseño evocan un pasado lleno de tradiciones y leyendas. Su ícono representa la silueta de un coyote, símbolo que rinde homenaje al vocablo náhuatl “Coyohuacán”, que significa “Lugar de Coyotes“. El círculo en el centro del coyote, semejante a un ojo de agua, rememora los antiguos manantiales que una vez alimentaron estas tierras.

Coyoacán fue fundada por los toltecas entre los siglos X y XII d.C., y más tarde, tras la caída de Tenochtitlán, se convirtió en la capital de la Nueva España. Fue aquí donde Hernán Cortés estableció uno de sus campamentos mientras la ciudad se reconstruía, y donde el último emperador azteca, Cuauhtémoc, sufrió terribles infortunios. Esta rica historia le da a la estación un profundo significado cultural y ancestral, conectándola con las raíces de la Ciudad de México.

Originalmente, la estación casi se llamó Centro Bancomer, debido a la proximidad con el edificio principal de este banco. Sin embargo, para facilitar la identificación y aprovechar la relevancia histórica y cultural de la zona, las autoridades optaron por el nombre de Coyoacán. Aunque la estación se ubica sobre Avenida Universidad en la alcaldía Benito Juárez —y no en el centro histórico de Coyoacán—, sigue sirviendo como un importante enlace hacia el corazón de la tradición cultural mexicana.

La estación Coyoacán abrió sus puertas como parte de la última etapa de la ampliación de la Línea 3 en 1983 y, a lo largo de los años, se ha convertido en tendencia en redes sociales. Un video viral en TikTok puso de manifiesto la confusión que genera su ubicación, ya que muchxs se preguntan: “¿Por qué la estación Coyoacán no está en Coyoacán?” Esta polémica, lejos de restar valor, ha puesto de relieve la importancia simbólica y la historia detrás de su nombre.

Con salidas estratégicamente ubicadas a través de avenidas cercanas como Real de Mayorazgo y Martín Mendalde, la estación es un punto de conexión para diversas rutas de la Red de Transporte de Pasajeros, facilitando el acceso tanto a los habitantes de la zona como a quienes buscan acercarse a sitios de interés en el centro histórico de Coyoacán.

Metro Coyoacán es mucho más que una simple parada: es un pedazo de la historia y la cultura que definen a la Ciudad de México. La próxima vez que lo utilices, recuerda que detrás de la silueta de ese coyote se esconde la tradición de un “Lugar de Coyotes“, lleno de historia y legado ancestral.

Metro Miguel Ángel de Quevedo, una estación con raíces profundas

Ubicada al sur de la Ciudad de México, justo en la frontera entre Coyoacán y Álvaro Obregón, la estación Miguel Ángel de Quevedo de la Línea 3 del Metro no solo es un punto clave de movilidad urbana, también es un homenaje vivo a uno de los grandes ecologistas del país. Su ícono —un árbol— no es casualidad: representa la profunda conexión entre este lugar y la figura de Miguel Ángel de Quevedo, conocido como el Apóstol del Árbol.

Miguel Ángel de Quevedo nació en Guadalajara en 1862 y, aunque su infancia fue acomodada, la vida le presentó grandes desafíos desde joven. Tras la muerte de su madre y el trágico secuestro de su padre, emigró a Francia, donde estudió ingeniería civil con especialidad en hidráulica en la prestigiosa Escuela Politécnica de París. Ahí conoció a científicos de talla mundial, como Louis Pasteur, y aprendió la importancia de integrar la naturaleza al crecimiento urbano.

De regreso en México, trabajó para el gobierno como jefe del Departamento Forestal y promovió incansablemente la protección de los bosques, incluso cuando la política del momento favorecía la explotación de los recursos naturales. Gracias a su visión, la Ciudad de México aumentó su superficie verde en un 800%.

Una de sus obras más emblemáticas fue la creación de los Viveros de Coyoacán en 1907, proyecto que nació con árboles plantados en terrenos que él mismo donó. El vivero creció tanto que en 1938 fue declarado Parque Nacional por el presidente Lázaro Cárdenas, gran amigo de Quevedo. Hoy en día, este espacio verde sigue produciendo árboles y es un pulmón vital de la ciudad.

Además, fundó la Sociedad Forestal Mexicana, luchó por leyes que protegieran el entorno y convirtió su propio rancho —el Rancho Arboretum, antes llamado Panzacola— en un santuario de árboles.

La estación del Metro fue nombrada así por la avenida que la cruza, también dedicada a este gran defensor del medio ambiente. Como un guiño a su legado, el símbolo de la estación es un árbol. Pero no es lo único que la hace especial: justo por debajo de sus vías corre el río Magdalena, lo que ha obligado a que los andenes estén separados, algo poco común en el Metro capitalino.

Miguel Ángel de Quevedo es también una de las estaciones más fotografiadas de la Línea 3, tanto por su diseño como por el bullicio de la zona, repleta de librerías, cafés y centros comerciales como Oasis Coyoacán. Desde aquí puedes caminar fácilmente hacia los Viveros de Coyoacán o explorar los alrededores, llenos de esculturas y rincones culturales.

Miguel Ángel de Quevedo murió en 1946, pero su legado sigue más vivo que nunca. Cada día, más de 27 mil personas transitan por la estación que lleva su nombre, tal vez sin saber que caminan sobre el legado de un hombre que soñó con una ciudad más verde, más limpia y más consciente del valor de la naturaleza.

Así que la próxima vez que pases por aquí, recuerda que esta no es solo una estación de paso: es también una invitación a mirar los árboles, a respirar hondo… y a agradecer a quien los protegió.

Metro Viveros/Derechos Humanos, donde la naturaleza se cruza con los derechos

Ubicada en la Línea 3 del Metro de la Ciudad de México, la estación Viveros/Derechos Humanos es mucho más que un punto de paso: es una invitación a reflexionar sobre el entorno natural y la dignidad humana. Su nombre y su símbolo —una planta brotando de unas manos convertidas en palomas— lo dicen todo: aquí confluyen los ideales de paz, vida y justicia.

Durante años, esta estación se llamó simplemente Viveros, en referencia al famoso Parque Viveros de Coyoacán, que se encuentra justo encima de los andenes. Estos viveros fueron fundados en los terrenos del antiguo rancho Panzacola, donados por el ingeniero Miguel Ángel de Quevedo, y desde entonces han sido clave en la reforestación del Valle de México. Hoy en día, en ese espacio verde se cultivan especies forestales que se usan para reforestar o se ponen a la venta, siendo también un lugar ideal para caminar, correr o simplemente respirar aire fresco.

Sin embargo, en 2009 la estación cambió de nombre para incorporar también a la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, cuya sede se encuentra a unos pasos. Así nació el nombre compuesto Viveros/Derechos Humanos, reconociendo el papel fundamental de esta institución en la defensa de los derechos y libertades en la capital.

Además del verde del parque y el trabajo de la Comisión, esta estación también ofrece una dosis de arte. En sus escaleras puedes encontrar el mural “Una tarde dominical bajo la Ciudad de México”, del artista Jason Schell (aunque, creo que ya quitaron el mural), que rinde homenaje a los millones de personas que viajan cada día en el Metro, tanto por trabajo como por placer.

Y eso no es todo. Desde 2018, Viveros/Derechos Humanos se transformó en una verdadera selva subterránea. ¿Cómo? Gracias a una exhibición permanente sobre la Selva Lacandona, uno de los ecosistemas más importantes y biodiversos del país. Más de dos mil metros cuadrados de la estación fueron decorados con imágenes de jaguares, guacamayas, ceibas y tapires. Incluso hay un puente colgante con una boa gigante, un árbol de cinco metros y escaleras decoradas como si fueran piel de animales. Esta exposición no solo es perfecta para selfies, también nos recuerda la importancia de conservar nuestros bosques y selvas.

Viveros/Derechos Humanos se encuentra entre las alcaldías Coyoacán y Álvaro Obregón, y es una parada clave para quienes viven en colonias como Florida, Axotla y el Barrio de Santa Catarina. También conecta con rutas de autobuses y es una excelente opción para quienes quieren explorar los alrededores, como el encantador Museo Nacional de la Acuarela o las pintorescas calles de Museo Nacional de la Acuarela .

Si vas con prisa, tal vez solo notes que las salidas están en el mismo andén (algo poco común en el Metro). Pero si tienes unos minutos, date la oportunidad de admirar lo que hace especial a esta estación. Aquí, bajo tierra, conviven la lucha por los derechos humanos, la conciencia ambiental, el arte urbano y, por supuesto, el espíritu de una ciudad que no deja de moverse.

Metro Zapata, una estación con historia, cultura y mucho movimiento

Si alguna vez has pasado por el sur de la Ciudad de México, seguro conoces la estación Metro Zapata, ese punto de conexión entre la Línea 3 y la Línea 12 que, además de mover miles de personas cada día, es también un homenaje viviente a uno de los personajes más importantes de la Revolución Mexicana: Emiliano Zapata.

¿Quién fue Emiliano Zapata?
Nacido el 8 de agosto de 1879, Zapata fue un líder campesino originario de Morelos. Desde joven, trabajó como caballerango, lo que le permitió ver de cerca las injusticias que sufrían los campesinos. Esto marcó su vida y su lucha: defender la tierra y los derechos de los más desprotegidos. En 1910 se unió a la Revolución Mexicana y, tras conocer el Plan de San Luis de Francisco I. Madero, tomó las armas en 1911. Más adelante, en 1911, redactó su propio programa político: el Plan de Ayala, en el que exigía la devolución de las tierras a los pueblos originarios.

Murió en 1919 en Chinameca, pero su legado sigue vivo, incluso bajo tierra… en una estación del Metro.

¿Por qué se llama así la estación?

El nombre “Zapata” proviene de la avenida Emiliano Zapata, donde se ubica la estación. El ícono que la representa es un contorno del busto del caudillo, con su característico sombrero, un símbolo inconfundible de su imagen revolucionaria.

Esta estación fue inaugurada en 1980 como terminal provisional de la Línea 3, hasta que en 1983 se extendió hasta Universidad. Años más tarde, en 2012, con la llegada de la Línea 12, se volvió un importante punto de conexión en la red del Metro.

Un centro cultural bajo tierra

Pero Metro Zapata no es solo un punto de paso: ¡es también un pequeño centro cultural subterráneo! En el pasillo de transborde entre las líneas 3 y 12 puedes encontrarte con varias sorpresas:

  • Museo de la caricatura: Este pasaje alberga más de 200 obras de grandes caricaturistas como Trino, Rius y José Guadalupe Posada. Es un espacio que invita a la crítica social, al humor y a la reflexión.
  • Galería mural dedicada a Zapata: Ideal para conocer más sobre la vida del caudillo y la identidad de la estación.
  • Cine Zapata: ¡Sí, hay cine en el Metro! Las funciones son gratuitas (solo necesitas tu boleto del Metro) y se proyectan los martes y jueves a las 16:00 h. También hay funciones especiales y exposiciones.
  • Librería Rius: Si te gusta leer mientras viajas, este es tu lugar. Puedes encontrar libros, juegos de mesa, separadores y hasta souvenirs. Abre de lunes a viernes de 11 a 20 h y los sábados de 12 a 19 h.

Conectividad que se mueve

La estación está ubicada en la alcaldía Benito Juárez y conecta con varios medios de transporte: Metrobús, Trolebús, rutas de RTP y corredores concesionados. Además, cuenta con múltiples salidas hacia avenidas importantes como Universidad, Municipio Libre y Félix Cuevas, además de un CETRAM (Centro de Transferencia Modal) que facilita aún más la movilidad.

Una estación con vida

Cada día laboral, más de 9 mil personas pasan por esta estación. Y aunque ha tenido altibajos en afluencia —especialmente tras el cierre temporal de la Línea 12 entre 2021 y 2023—, sigue siendo una de las estaciones más transitadas y queridas del sistema.

Metro Zapata es más que una estación: es un punto de encuentro entre la historia, la cultura y la movilidad de la ciudad. Así que la próxima vez que pases por ahí, detente un momento y date una vuelta por su museo, su librería o su cine. Seguro descubrirás algo nuevo… incluso antes de abordar el tren.

Metro División del Norte, arte, música e historias trágicas en la CDMX

Si alguna vez te has subido al Metro en la Línea 3 rumbo al sur y bajaste en División del Norte, quizá te preguntaste qué tiene que ver ese nombre con la Revolución mexicana. Pues bien, ¡mucho más de lo que imaginas!

Esta estación toma su nombre de la avenida División del Norte, una de las más importantes del sur de la CDMX. Pero más allá del tráfico y los microbuses, esta avenida recuerda a uno de los ejércitos más emblemáticos de la Revolución: la División del Norte, comandada por Francisco Villa, mejor conocido como Pancho Villa.

El ícono de la estación muestra al mismísimo Villa montado a caballo, como en la escultura que antes se encontraba en una glorieta donde se cruzaban las avenidas División del Norte, Universidad y Cuauhtémoc. Aquella glorieta desapareció con la llegada del Metro, pero la estatua fue reubicada al Parque de los Venados, también conocido como Parque Francisco Villa. Ahí sigue vigilando la zona con mirada revolucionaria.

Dentro de la estación también puedes ver el mural Encuentro de culturas”, obra de la pintora italiana Graziella Scotese, inaugurado en 2007. ¡Un pedazo de arte en plena rutina diaria! Y también está el pasillo de los compositores mexicanos, donde podrás ver el rostro de cientos de compositores y compositoras que han musicalizado la historia de México.

Además, esta estación es un punto de conexión clave en el sur de la ciudad. Se conecta con varias rutas de transporte público sobre avenidas como Cuauhtémoc, Universidad y Ángel Urraza, y con la Línea 3 del Metrobús, así que moverse por aquí es muy fácil.

Salidas hacia colonias como Letrán Valle, Narvarte Poniente y Del Valle, la convierten en una estación muy útil para miles de personas al día. Aunque en los últimos años no ha estado en el top de afluencia, sigue siendo una parada estratégica para quienes viven, trabajan o estudian por la zona.

Eso sí, como en muchas estaciones del Metro, también han ocurrido hechos trágicos, como el caso de la actriz Judith Velasco en 1994, recordándonos que detrás del concreto y los vagones también hay historias humanas. ¿Qué pasó con Judith Velasco? Pues, despúes de varios años luchando contra la depresión, el 16 de febrero de 1994, salió de su departamento, entró al metro División del Norte y se arrojó a las viías al paso de un tren, quitándose la vida. Hoy en día, sus restos descansan en una cripta del panteón Mausoleos del Ángel.

Así que ya sabes: la próxima vez que pases por División del Norte, piensa que no solo es una parada del Metro, sino también un pedacito de la Revolución… y del arte urbano de la ciudad.